NOTAS DE TRADUCCIÓN

AL BANQUETE DE TRIMALCIÓN DE PETRONIO

Rosa Francia Somalo

Leticia Bravo Banderas/Isabel Gemar Trillo/Belén Molina Huete

Universidad de Málaga

 

    Si se admite que no cabe pensar en una traducción definitiva y que toda gran obra debería volverse a traducir en cada generación, inmediatamente habría que decir que la traducción o —mejor— las traducciones al castellano de la obra de Petronio para esta época seguramente ya existen. Sólo de la segunda mitad de este siglo hemos seleccionado por su difusión una decena [1], aunque es cierto que varias dependen excesivamente de versiones anteriores y que alguna es deleznable. M. C. Díaz y Díaz advierte [2] que su traducción se presenta como primera en español y J. Picasso [3] solamente admite tres verdaderas traducciones: la de M. C. Díaz y Díaz, la de L. Rubio y la suya propia.

    No hay por qué compararlas: son tres ejemplos de traducciones dignas y sensiblemente distintas —como era de esperar— para un texto del que es difícil «mantener el ritmo conciso y gráfico» [4] y a ellas se puede añadir alguna de las mencionadas; pero tienen un rasgo común: quizás el propio tono o registro del texto de Petronio ha hecho que en estas versiones se pueda advertir una preocupación por la «equivalencia funcional» superior a lo que suele ser frecuente entre nosotros cuando se trata de textos clásicos, en este caso latinos, en los que un especial respeto al original produce una fidelidad escrupulosa y tan atenazante que recuerda a veces el tratamiento de los textos religiosos; por eso hay que valorar que, aunque estas traducciones se ajusten estrechamente al texto original y den preferencia a lo que Nida [5] llama «equivalencia formal», los autores se hayan comprometido en cierta medida con los riesgos de subjetivismo que la búsqueda de una «equivalencia dinámica» pueda comportar [6].

    Sin embargo, al examinar todo el conjunto de las mencionadas traducciones de Petronio, nos llamó la atención la abrumadora preferencia por los métodos de traducción funcional, orientada hacia la «equivalencia formal», precisamente en el campo de los modismos y los proverbios, es decir, de grupos de palabras fijos y analizables como unidades léxicas; por poner unos pocos ejemplos, se trata de construcciones vertidas con rigurosa literalidad, como las de Díaz: «En todas partes está el cielo encima» (45, 3) para expresar una analogía de situaciones que en castellano oscilaría entre «en todas partes cuecen habas» y «el sol sale para todos»; «afeitar un pájaro en pleno vuelo» (45, 9), como expresión de habilidad y astucia negativas; «meter a alguien en una hoja de ruda» (37, 10 y 58, 5), con el sentido de ser cumplidamente superior, o «palabrotas de tejedores»; en Rubio y Samaranch encontramos expresiones como «crecer como un panal de miel» (=«medrar como la espuma» para Díaz) (43, 1 y 76, 8); «comer lengua de perro» (43, 2) para expresar una sinceridad descarada; «desplumar aves de mal agüero» (43, 4), para subrayar la situación del que se ve acuciado por la necesidad; «decir que los cerdos se pasean asados» (45, 4), para exagerar la excelencia de la situación presente; «no importar un pelo» (44, 12) o «tener el alma en la punta de la nariz» (62, 5).

    Es cierto que los llamados modismos suelen ser de difícil traducción: se tropieza en ellos con fuertes límites interlingüísticos, como suelen darse en los registros coloquiales en general; pero justamente con respecto a ellos hay un acuerdo bastante general entre los teorizantes [7] que podríamos resumir subrayando la conveniencia de sustituir en la traducción modismo por modismo, no en base a los elementos lingüísticos de la frase, ni por la correspondencia de imágenes contenidas, sino por la función del modismo: que sirva para el mismo propósito en la cultura correspondiente a la lengua meta que en la de la lengua originaria. Las posturas son algo más distantes en el supuesto de que no existan modismos semejantes en ambas. Tampoco los diccionarios sirven de ayuda, porque no suelen tratar el discurso repetido ni siquiera con un mínimo de precisión y los diccionarios y repertorios de proverbios y frases hechas se limitan básicamente a las citas clásicas que han pervivido en la cultura occidental.

    Pero sin duda, si se trata de trasladar al castellano el equivalente más próximo del mensaje transmitido en latín y esto supone reproducir «ante todo el sentido, en segundo lugar, la designación, y, en último término, si es posible, también los significados» [8], parece claro que es muy importante respetar el efecto de los modismos, en los que predominan las funciones sintomática y actuativa y caracterizan eficacísimamente el nivel socio-cultural de los personajes e incluso su perfil caracteriológico [9], la estructura coloquial, la realización negligente, el tono familiar, etc.

    Por eso hemos intentado aislar estos giros petronianos y proponer para ellos nuevas traducciones mediante modismos castellanos.

El problema de fondo para esa identificación estaba en la imprecisión, más terminológica que conceptual, del campo del llamado «lenguaje literal» [10]. Corrientemente se habla como mínimo de frase hecha o frase idiomática, fraseologismo, expresión, expresión fija, modismo, giro, giro idiomático, locución, perífrasis léxica, dicho, proverbio, refrán, máxima, sentencia. Evidentemente algunos de estos términos no designan las mismas cosas, pero no siempre es fácil trazar los límites entre todos ellos [11], particularmente cuando se trata de aplicar a unas lenguas matizaciones terminológicas elaboradas para otras, como sucede, p. ej., con la diferenciación establecida por Greimas [12] entre «proverbio» y «dicho», basada en el rasgo de la connotación, que reconoce solamente para el primero. Comúnmente se interpretan como más amplios y se aceptan con más prevención «modismo» y «dicho», que habitualmente se confunden con «locución significante» y «frase proverbial» que, por su parte, han tenido más fortuna; a su vez, no parece que «proverbio» y refrán tuvieran que distinguirse esencialmente de «adagio», «sentencia» o «máxima» como unidades paremiológicas, pero es clara la posibilidad de matizaciones, partiendo siempre de la idea de que se trata de textos acuñados, compartidos por toda una comunidad lingüística o por algunos de sus grupos y aprendidos o entendidos como repeticiones, que funcionan como una unidad léxica.

    En fin, parece preferible optar por unos criterios de clasificación más técnicos y, en cualquier caso, independientes del contenido, como los sugeridos por E. Coseriu [13], para el «discurso repetido» llamando «locuciones» a las unidades que sólo se pueden conmutar «en el plano de las oraciones y los textos con otras oraciones y con textos enteros»; «sintagmas estereotipados» a los que son combinables en la oración y conmutables con sintagmas y «perífrasis léxicas» las que equivalen a palabras simples y conmutan con ellas. Marcaremos las locuciones en este texto con la letra A —A. 1 cuando se trate de frases o principios con contenido de admonición, consejo o enseñanza moral y A. 2 cuando expresen meros hechos de experiencia— y los sintagmas estereotipados y perífrasis léxicas con la letra B.

    Con todo, la detección en el texto de las unidades del «discurso repetido» presenta problemas, inevitables cuando se trata de una lengua sometida a interpretación subjetiva en mayor medida que otras, por ser de transmisión literaria y carecer, por tanto, del recurso a la competencia de los hablantes. En el texto de Petronio la dificultad aumenta porque es muy frecuente que estos giros aparezcan sin presentadores, incluidos fluidamente en el diálogo, con destreza y soltura.

    Por eso empezamos por trazar unos límites previos para la selección: a) ante todo, que la unidad aparezca recogida como proverbio con anterioridad, especialmente en la obra clásica de A. Otto [14] (una mayoría que señalaremos en cada caso) o bien documentada, aunque sea con variantes, en otros autores latinos (como 44, 18, dii pedes lanatos habent) o repetida en el propio texto de Petronio (como en 37, 10 y 58, 5, in rutae folium conicere); b) que esté introducida por presentadores del tipo quod aiunt como en 47, 8; o por indefinidos negativos o generalizadores o el relativo entre frases con sujetos localizados, como en 75, 1, nemo nostrum non peccat; 45, 83, qui asinum non potest, stratum caedit ; 43, 6, nunquam recte faciet qui cito credit o 46, 8, quidquid discis, tibi discis; c) que aparezca en forma de cambio paratáctico a discurso directo incoherente en su contexto, como en 44, 3 (serua me, seruabo te) o 69, 3 (tace lingua, dabo panem); d) las comparaciones, las metáforas y las perífrasis estereotipadas del tipo de 39, 4, homo inter homines: 43, 1, creuit tamquam fauus; 43, 8, omnis Mineruae homo; 44, 6, piper, non homo; 62, 2, fortis tamquam bouis,etc.; e) las que presenten determinadas repeticiones léxicas (como la citada de 46, 8 ó 57, 7, in alio peduclum uides, in te ricinum non uides; 43, 5, longe fugit quisquis suos fugit) o bien contraposiciones como en 74, 14, qui in pergula natus est, aedes non somniatur o claras duplicidades en su estructura, como en 43, 6, cui datum est, non cui destinatun; f) las fórmulas de cortesía, incluyendo las humorísticas de los banquetes; g) las frases que presenten palabras idiomáticas, sin considerar como tales las documentadas sólo en Petronio —el tipo tangomenas faciamus, p. ej.—, cuyo carácter de modismo no se puede asegurar.

    Una vez determinado el conjunto de unidades del discurso repetido admisibles, hemos examinado todas y cada una de las versiones que de ellas se dan en las obras de traducción mencionadas, prestando especial atención a las tres que citaremos junto a nuestras propuestas: las de M. C. Díaz y Díaz (D.), L. Rubio (R.) y J. Picasso (P.).

    En ese primer examen eliminamos todos los modismos cuyas traducciones nos parecieron satisfactorias en cualquiera de esas versiones. Así, por poner algún ejemplo, abandonamos giros como dices hic porcos coctos ambulare (45, 4) porque aceptamos la traducción de Díaz («dirás que aquí atan los perros con longanizas»); colubra restem non parit (45, 9), gracias a la traducción de Rubio, «de tal palo tal astilla»; non es nostrae fasciae (46, 1), por la de Rodríguez «no eres de nuestra cuerda»; in molle carne uermes nascuntur (57, 3), por la traducción de Ayuso, «al que se hace miel, se lo comen las moscas». En un segundo paso, renunciamos a aquéllos que no hemos podido mejorar.

    Para contrastar la existencia y validez de los sintagmas estereotipados y perífrasis léxicas, aparte de la propia competencia y los testimonios de hablantes de diversos niveles culturales, nos hemos servido del DRAE (1994) y cuando hemos podido proponer refranes (que señalaremos en adelante con un asterisco), los hemos confirmado con trabajos como los de L. Martínez Kleiser [15], M. Candón y E. Bonnet [16] o N. Luján [17].

    Procedemos a continuación a enunciar cada modismo estudiado (en versalita) junto con un contexto mínimo que permita su valoración. Al final de cada examen figura nuestra propuesta.

 

    31, 2. Vinvm dominicvm ministratoris gratia est. (A. 1)

    D.: El vino del amo será la recompensa del escanciador. P.: El escanciador agradece con el vino del patrón. R.: El vino del dueño es el agradecimiento del escanciador.

    Quien no lo entienda como locución bien podría traducir «Con el vino del amo cumple el criado»; sin embargo, su esquema métrico lo presenta, al menos, como cita literaria. Por eso preferimos:

    — No es del amo la bodega sino del que la maneja*.

 

   33, 3. [...] textorvm dicta. (B)

    D.: [...] palabrotas de tejedores. P.: [...] el repertorio de groserías propio de los tejedores. R.: [...] el léxico de los tejedores.

    — [...] palabrotas de carreteros.

 

   35, 7. Cenemus; hoc est ivs cenae. (B)

    D.: Cenemos; esta es la gracia de la cena. P.: [...] que estos son los gajes de las cenas. R.: Es la ley del banquete.

    Creemos que el doble sentido —«norma, principio, derecho» y «salsa, jugo»— puede recogerse en castellano con palabras como «principio» o «sustancia» en su doble valor de «esencia» o «razón de ser» y «jugo, elementos nutritivos».

    — Cenemos: esta es la sustancia de la cena.

    Sin respetar el juego de palabras y dando prioridad al sentido de «principio, razón de ser» se podría traducir:

    — Cenemos, que para eso estamos aquí.

 

   37, 2. [...] quae nvmmos modio metitvr. (A. 2) (Otto, op. cit., s. u. modius)

    D.: [...] y mide su dinero por arrobas. P.: [...] pues su dinero lo cuenta por modios. R.: [...] y cuenta su dinero midiéndolo a celemines.

    — [...] tiene dinero a espuertas.

 

   37, 3. [...] nolvisses de manv illivs panem accipere. (A. 2) (Otto, op. cit., s. u. panis)

    D.: [...] no habrías cogido de su mano ni un cacho de pan. P.: [...] te habría dado pena aceptar un pan de su mano. R.: [...] no hubieras aceptado de su mano un pedazo de pan.

    Parece claro que aquí «pan» es algo deseable o necesario; por eso, basándonos en el refrán «De mala mano, ni piñones mondados», proponemos:

    — [...] no habrías cogido de su mano ni piñones mondados.

 

   37, 4. Nunc, nec quid nec quare in caelvm abiit. (A. 2) (Otto, op. cit., s. u. caelum)

    D.: Y ahora, sin cómo ni por qué, se subió a las nubes. P.: [...] está en la gloria. R.: [...] se ha visto transportada al cielo.

    — Ahora, sin más ni más, se ha subido a los cuernos de la luna.

 

   37, 7. [...] est tamen, malae linguae, picca pvlvinaris. (B)

    D.: [...] en cambio, es deslenguada, una pega chismosa. P.: [...] es tan mala lengua como una urraca de almohada. R.: [...] es una mala lengua, una urraca entre surco y surco.

    La urraca se relaciona preferentemente con el afán de guardar objetos, sobre todo brillantes; por eso nos parece preferible:

    — [...] una cotorra amaestrada.

 

   37, 8. [...] fundos habet qva milvi volant. (B) (Otto, op. cit., s. u. miluus)

    D.: [...] tiene fincas cuanto vuelan los milanos. P.: [...] tan grandes cuanto vuelan los milanos. R.: [...] cuya extensión sólo está al alcance del vuelo del gavilán.

    — [...] tiene fincas que se pierden de vista.

 

   37, 10. [...] quemuis ex istis babaecalis in rvtae folivm coniciet. (A. 2) (Cf. 58, 5).

    D.: [...] a cualquiera [...] lo podría meter en una hojita de ruda. P.: [...] es capaz de meter en una hoja de ruda a cualquiera [...] R.: [...] no le importaría enterrar bajo una mata de ruda a cualquiera...

    Tiene sentido indudable de superioridad despectiva o incluso de amenaza, que sería leve en este caso y más grave en 58, 5. La referencia a la ruda en castellano actual a duras penas podría referirse a medicina o jardinería; en cambio, parece claro que para un hablante latino fácilmente aludiría al ámbito culinario. Las posibilidades son varias: de una parte, se puede relacionar con los usos de sus hojas en condimentación [18], para la que se empleaba fundamentalmente en líquidos hervidos y salsas, aliño de olivas y en el garum y, troceadas, en picadillos de salchichas y albóndigas [19]; esto invitaría a traducirlo como «hacer picadillo», «escabechar» e incluso «majar», que serían bastante aceptables para 58, 5 pero excesivas para 37, 10; de otra parte, conocemos también su uso en la presentación de determinados platos [20], según lo cual «poner en hoja de ruda» sería servir un plato aderezado.

    Aceptado el tono general de desprecio potenciado por sus referentes culinarios, proponemos:

— [...] a cualquiera [...] se lo podría comer por sopas.

 

38, 1. [...] lacte gallinacevm, si quaesieris, inuenies. (B) (Otto, op. cit., s. u. gallina)

D.: [...] si pidieras leche de gallina, la tendrías... P., R.: [...] leche de gallina...

    Teniendo en cuenta que «leche de gallina» se aplica en castellano a una planta herbácea de la familia de las liliáceas, proponemos:

    — [...] si le pides pan de trastrigo...

   

    38, 6. [...] collibertos eius caue contemnas. Valde svcossi svnt. (A. 2)

    D.: Son pero que muy jugosos. P.: Ellos también tienen mucho jugo.
    R.: Tienen las espaldas bien guardadas.

    Puesto que en el texto se dan claras referencias a la fortuna personal, optamos por:

    — Están forrados.

   

    38, 12. Non puto illum capillos liberos habere. (A. 2)

    D.: No creo que tenga ni un pelo sin hipotecar. P.: No creo que tenga libre de hipoteca un solo pelo suyo. R.: Creo que tiene hipotecado hasta el último cabello.

    — Creo que está de deudas hasta el cuello.

 

    38, 13. [...] sociorvm olla male fervet. (A. 1) (Otto, op. cit., s. u. olla)

    D.: [...] el puchero de muchos nunca hierve bien. P.: [...] nunca se cocina bien en la cacerola de los socios. R.: [...] la olla de los amigos hace malo el cocido.

    — [...] olla de muchos mal mejida y peor cocida*.

 

    38,13. [...] vbi semel res inclinata est, amici de medio. (A. 1)

    D.: [...] en cuanto los negocios se tuercen, adiós los amigos. P.: [...] los amigos desaparecen en cuanto la situación empieza a decaer. R.: [...] en cuanto las cosas se tuercen, adiós amigos.

    — [...] frutos pasados, amigos ausentados*.

   

    39, 2. Hoc vinvm [...] vos oportet svave faciatis. (A. 2) (Cf. 48, 1)

    D.: Bien está que hagáis los honores al vino. P.: Vosotros debéis suavizar este vino. R.: Es preciso que vosotros mismos animéis vuestro vino.

    Parece tratarse de una forma de cortesía convival con la que el anfitrión anima periódicamente a beber, algo semejante a los brindis actuales («¡Bebamos! o «¡Brindemos!») [21]; entendido así, preferimos:

    — Es el momento de disfrutar de este vino.

 

    41, 11. Tamen calda potio vestiarivs est. (A. 1)

    D., P.: [...] un trago caliente es el mejor sastre. R.: [...] beber caliente es el mejor abrigo.

    — [...] más abriga el jarro que el zamarro*.

 

    41, 12. Staminatas dvxi et plane matus sum. (A. 2)

    D.: Me he tirado al coleto una fila de chatos y estoy que no veo. P.: Ya me he vaciado varios cántaros. R.: Yo he bebido a jarros.

    Las dos etimologías tradicionalmente admitidas [22] para staminatus (gr. stámnos, «encerrado en una vasija o cántaro» y de stamen, «hilo, estambre, tejido...») pueden confluir si se entiende como alusión al vino caliente, vino especiado, arrope [23], etc.: en el primer caso se referiría al recipiente en que se calienta; en el segundo, al tejido de la manga con la que se cuela para apartar los frutos o condimentos.

    — Me he puesto morado de vino caliente y estoy como una cuba.

 

    42, 1. [...] aqva dentes habet. (A. 1)

    D., P., R.: [...] el agua tiene dientes.

    — [...] el agua encoge.

 

    42, 4. Vtres inflati ambvlamvs. (B) (Otto, op. cit., s. u. uter)

    D.: ¡Somos globos inflados que andan! P.: Somos unos odres inflados que caminan. R.: Andamos por el mundo como globos hinchados.

    — No somos nadie.

 

    43,1. [...] paratus fuit qvadrantem de stercore mordicvs tollere. (A. 2) (Otto, op. cit., s. u. as)

    D.: [...] estuvo siempre dispuesto a recoger con los dientes un ochavo de la basura. P.: [...] estuvo dispuesto a recoger de la mierda un cuadrante con los dientes. R.: [...] hubiera estado dispuesto a hozar un estercolero para recoger de un bocado un cuarto de as.

    — [...] estaba dispuesto a sacar con la boca calderilla del estiércol.

 

    43, 4. Et inter initia malam parram pilavit. (A. 2) (Otto, op. cit., s. u. parra)

    D.: A los comienzos estuvo a punto de desollar un gato rabioso. P.: [...] al comienzo desplumó la funesta oropéndola. R.: En sus principios tuvo que desplumar aves de mal agüero.

    — En sus comienzos tuvo que roer hasta piedras.

 

    43, 5. Longe fvgit qvisqvis svos fvgit. (A. 1)

    D.: Lejos tiene que escapar quien escapa de los suyos. P.: Lejos huye quien de su familia huye. R.: Uno va lejos cuando huye de los suyos.

    — Quien de los suyos se aleja, fortuna le aqueja*.

 

    43, 6. [...] cvi datvm est, non cvi destinatvm. (A. 1)

    D.: [...] lo que vale es a quien se ha dado, no a quien se había prometido.
    P.: [...] el que gana es el que recibe, no el que debe recibir. R.: [...] lo que cuenta es que a uno se le dé, no que se le prometa.

    — [...] mejor está el que tiene que el que espera*.

 

    43, 8. Omnis Minervae homo. (B) (Otto, op. cit., s. u. Minerua)

    D.: Un individuo a quien le servía todo. R.: Un hombre con todos los refinamientos del gusto. P.: Un hombre de mucha Minerva.

    — Un hombre que hacía a pelo y a pluma.

 

    44, 7. [...] cvm qvo avdacter posses in tenebris micare. (A. 2) (Otto, op. cit., s. u. micare)

    D.: [...] con quien podías atreverte a jugar a oscuras a la morra. P.: [...] con él se podía, sin cuidado, jugar de noche a la morra. R.: [...] con él podías jugar con toda confianza a pares o nones en plena oscuridad.

    Puesto que la expresión latina es, sin duda, un proverbio, creemos que se impone recurrir a un modismo castellano a pesar de la transparencia de la frase:

    — [...] por él se podrían poner las manos en el fuego.

 

    44, 11. [...] annona pro lvto erat. (B) (Cf. 51, 6. [...] aurum pro luto haberemus; 67, 10. [...] omnia pro luto haberemus.) (Otto, op. cit., s. u. lutum)

    Las traducciones son, en general, aceptables («estar por los suelos», «estar tirado», «baratísimo», «regalado»...) excepto quizás «al mismo precio que la basura» de P. en 67, 10 o «haríamos tan poco caso del oro como del cieno» de R. en 51, 6. Rechazamos el uso de traducciones variadas para la misma expresión y preferimos sin duda «estar tirado» y «estar por los suelos».

 

    44, 12. Haec colonia retroversvs crescit tanqvam coda vitvli. (A. 2)

    D.: Esta colonia crece para atrás, como el rabo de un ternero. P.,
    R.: [...] como cola de ternero.

    — Esta colonia va para atrás como el cangrejo.

 

    44, 17. [...] sed omnes, opertis ocvlis, bona sua computant. (B)

    D.: [...] sino que todos, tapándose los ojos, van haciendo mentes de lo que tienen. R.: [...] todo el mundo cierra los ojos y se dedica a contar su dinero.
    P.: Todo el mundo no hace sino contar sus riquezas a escondidas.

    — [...] sino que todos andan ciegos contando su dinero.

 

    44, 18. [...] et omnes ridebant vdi tanqvam mvres. (B)

    D.: [...] y todos volvían empapados como ratones. P.: [...] todo el mundo gozaba, empapados como ratas. R.: [...] y todos regresaban calados como ratas de agua.

    — [...] calados como sopas.

 

    44, 18. Itaque dii pedes lanatos habent. (A. 2)

    D.: [...] los dioses no pueden dar un paso. P.: [...] los dioses tengan ahora los pies de lana. R.: [...] los dioses nos han dejado de la mano.

    Lanatos debe entenderse como vendados (Cf. 54, 4) y en consecuencia, impedidos en cuanto al movimiento.

    — [...] los dioses no dan pie ni patada/ están a pie quedo.

 

    45, 2. «Modo sic, modo sic» inqvit rvsticvs: varivm porcvm perdiderat. (A. 1)

    D.: «Unas veces así, otras veces asá...» R.: «Unas veces así, otras asá...» P.: «Antes así, antes asá»...

    Apoyándonos en la translación de los colores extremos para sentimientos o circunstancias polarizados en refranes del tipo «Tiempos siguen tiempos, unas veces blancos otras veces negros», «Sobre gustos no riñamos: tú lo quieres negro, yo lo quiero blanco», «Quien anda a tomar pegas, unas toma blancas, otras toma negras»..., nos inclinamos por:

    — «Ni todo blanco ni todo negro», dijo el rústico y había perdido un cerdo pinto.

 

    45, 9. Ille milvo volanti poterat vngves resecare. (A. 2) (Otto, op. cit., s. u. miluus)

    D.: Éste podía afeitar un pájaro en pleno vuelo. P.: [...] capaz de limar las uñas a un milano [...] R.: [...] capaz de cortar las garras a un gavilán...

    — Ése podía quitarle las herraduras a un caballo al galope.

 

    45, 10. Sed sibi qvisqve peccat. (A. 1)

    D.: Si fueres malo, tu daño. P.: Cada uno paga sus propias culpas. R.: Cada uno carga con sus propias culpas.

    — Quien mal hace, para sí hace*.

 

    45,11. [...] plenis velis hunc uinciturum... (B) (Cf. 71, 9)

    D., P., R.: [...] lo vencerá a velas desplegadas.

    La expresión «a toda vela» la utiliza P. en 71, 9, donde alude a una nave ([...] naues [...] plenis uelis euntes) y parece preferible.

    — [...] a toda vela.

 

    45, 13. Manvs manvm lavat. (A. 1) (Otto, op. cit., s. u. manus)

    D., P., R.: Una mano lava la otra.

    — Vaya lo uno por lo otro.

 

    46, 5. [...] iam Graeculis calcem impingit. (A. 2)

    D.: [...] ya está dando la puntilla al griego. P.: [...] ya envió a pasear al griego. R.: [...] ya le pega bien al griego.

    — [...] ya se ha soltado con el griego.

 

    47, 4. Nemo nostrvm solide natvs est. (A. 1)

    D.: Ninguno de nosotros ha nacido enterizo. P.: Nadie aquí ha nacido sin huecos. R.: Ninguno de nosotros nace sin válvula de escape.

    — Todos somos de carne y hueso.

 

    47, 8. Nec adhuc sciebamus nos in medio quod aiunt clivo laborare. (A. 2) (Otto, op. cit., s. u. cliuus)

    D.: [...] que estábamos en la mitad de la cuesta. P.: [...] estar [...] sólo a la mitad de la cuesta de su refinamiento. R.: [...] que nos hallábamos tan sólo a la mitad del camino...

    — [...] que faltaba el rabo por desollar.

 

    48, 1. [...] vos illvd (vinvm) oportet bonvm faciatis. (A. 2) (Cf. 39, 2)

    D., R.: [...] sois vosotros los que debéis darlo por bueno. P.: [...] volverlo agradable.

    De acuerdo con lo anotado en 39, 2 proponemos:

    — [...] a ver si os gusta este vino.

 

    51, 5. [...] pvtabat se colevm Iovis tenere. (A. 2)

    D.: [...] creía que había tocado las campanillas a Júpiter. P.: [...] creyó tener ya a Júpiter por los cojones. R.: [...] creía disponer de la varita mágica de Júpiter.

    Tanto la lectura coleum como la corrección solium admiten la interpretación de modismo:

    — [...] creía que se había llevado el gato al agua.

 

    56, 5. Et facinus indignum, aliqvis ovillam est et tvnicam habet. (A. 1)

    D.: Y actitud indignante, algunos comen oveja y encima visten túnica.
    P.: [...] comerse el carnero y vestirse después con él. R.: [...] uno se come la carne de una oveja y se encuentra con una túnica.

    — [...] hay quien come la oveja y viste la pelleja*.

 

    57, 3. [...] qvi non valet lotivm svvm. (A. 2)

    D., P.: [...] que no vale ni lo que mea. R.: [...] más vil que las inmundas aguas que salen del cuerpo.

    — [...] no vale un pimiento.

 

    57, 5. Homo inter homines svm, capite aperto ambvlo. (A. 2; A.2)

    D.: Soy hombre entre los hombres, ando con la cara descubierta. R.: Soy hombre entre los hombres, ando con la cabeza bien alta. P.: Hombre verdadero soy y hombres verdaderos frecuento.

    Para el primero de estos modismos, cf. 39,4.

    —Soy un hombre donde los haya y voy con la cabeza muy alta.

 

    57, 6. [...] ne quis in illivs < sinv > manvs tergeret. (A. 2)

    D.: [...] para que nadie se secara las manos en su seno. P.: [...] para que nadie se seque las manos en su vestido. R.: [...] para que nadie tuviera derecho a tomar su seno por una toalla.

    La traducción literal de este texto resultaría sorprendente para un lector moderno, aunque refleja una acción relativamente normal en el uso romano (cf. 27, 6: [...] digitosque paululum adspersos in capite pueri tergit) que, en cualquier caso, está connotada. Eso justifica nuestra propuesta:

    — [...] para que nadie la usara de felpudo.

 

    57, 8. [...] nec mv nec ma argutas. (B) (Otto, op. cit., s. u. mu, mut, muttire)

    D., P.: [...] que no sabes decir ni mu ni ma. R.: [...] no sabes decir ni ma...ma.

    — No dices ni chus, ni mus.

 

    57, 11. Quid nunc stvpes tanqvam hircvs in ervilia? (A. 2)

    D: ¿Te has quedado con la boca abierta, como un cabrito ante una mata de habas? P.: ¿[...] como un chivo delante de una mata de almorta ? R.: ¿[...] como un chivo en un garbanzal?

    — ¿Por qué te quedas con la boca abierta como un pasmarote?

   

    58, 4. Cum coepi, matrem meam dvpvndvi non facio. (A. 2)

    D.: Cuando me pongo, no doy dos perras por mi propia madre. P.: Cuando me provocan no doy un dupondio por mi propia madre. R.: [...] no daría dos duros por mi propia madre.

    — [...] no conozco ni a mi madre.

 

    58, 5. [...] nec sursum nec deorsum non cresco ni dominum tuum in rvtae folivm non conieci. (A. 2) (Cf. 37, 10)

    D.: [...] no crezco ni para arriba ni para abajo si no meto a tu amo en una hoja de ruda. P.: [...] que no crezca yo ni para arriba ni para abajo si no [...]
    R.: [...] quiero dejar de crecer tanto para arriba como para abajo si no entierro a tu amo bajo una mata de ruda.

    Con arreglo a lo señalado en 37, 10 nos parece preferible:

    — [...] mal rayo me parta si no hago picadillo a tu amo.

 

    58, 10. [...] satagis tamquam mvs in matella. (B)

    D.: [...] te apuras como ratón en orinal. P.: [...] te atormentas [...] ¡como un ratón en la bacinica! R.: [...] te desazonas como rata cogida en una bacinilla.

    — [...] te revuelves como fiera enjaulada.

 

    59, 2. Semper in hac re qvi vincitvr, vincit. (A. 1) (Otto, op. cit., s. u. uincere)

    D.: Siempre en estas circunstancias vence el que es vencido. P.: En estas peleas siempre gana el que pierde. R.: En estos casos siempre es vencedor quien sabe dejarse vencer.

    — Siempre en estos casos una retirada a tiempo es una victoria.

 

    62, 5. Mihi anima in naso esse. (A. 2)

    D.: Yo tenía el resuello en la punta de la nariz. P.: Mi alma estaba en la punta de mi nariz. R.: Sólo me quedaba un leve aliento en la punta de la nariz.

    — Se me salía el alma por la boca.

 

    63, 2. Nam et ipse uobis rem horribilem narrabo: asinvs in tegvlis. (B)

    D.: Pues bien, yo también os voy a contar una cosa espeluznante: burros volando. P.: [...] un asno en el tejado. R.: [...] asno sobre el tejado.

    — [...] de caerse de espaldas/de ponerse los pelos de punta.

 

    64, 3. «Iam», inquit ille, «qvadrigae meae decvcvrrervnt, ex quo podagricus factus sum». (A. 2)

    D.: «Ya mis cuadrigas han dejado de correr, repuso él, desde que estoy gotoso». R.: «Mis cuadrigas han abandonado las carreras desde que enfermé de gota». P.: «Precipitado se ha mi cuadriga desde que la podagra me atacó».

    — «Ya no estoy para estos trotes, desde que tengo gota».

 

    67, 5. «Est te», inquit, «videre»? (A. 2)

    D.: Al fin te podemos ver. P.: Al fin te veo. R.: Por fin tengo el gusto de verte.

    —Dichosos los ojos.

 

    67, 10. [...] nunc hoc est caldvm meiere et frigidvm potare. (A. 2) (Otto, op. cit., s. u. calidus)

    D.: [...] esto es mear caliente y beber frío. P.: [...] y beber helado. R.: [...] no dan tiempo a que se nos caliente el dinero en el bolsillo.

    Caben varias posibilidades de interpretación: si se piensa que alude a que es algo normal, contra lo que no se puede luchar, podría traducirse como «es una batalla perdida», «no tiene vuelta de hoja» o «esto es el cuento de nunca acabar»; pero si se entiende que presupone perjuicio (perder en el cambio) podría traducirse como:

    — [...] esto es que te den gato por liebre.    

    — [...] comer una uva y pagar el racimo.

 

    69, 3. Sed tace lingvam, dabo panem. (A. 2)

    D.: Oh, pero chitón, lengua, te daré un mendrugo de pan. P.: [...] pero cállate, lengua mía, ya te daré pan. R.: [...] y te daré pan.

    — [...] mejor me muerdo la lengua.

 

    74, 14. Sed hic qvi in pergvla natvs est, aedes non somniatvr. (A. 1)

    D.: Pero quien ha nacido en un pajar no sabe figurarse un palacio.
    P.: Quien en desván ha nacido, en palacios no sueña. R.: Quien nace en una choza no sueña con palacios.

    —A quien en lo ruin es ducho, poco pan se le hace mucho*.

 

    74, 16. [...] ipse mihi asciam in crvs impegi. (A. 2) (Otto, op. cit., s. u. crus)

    D.: [...] me doy a mí mismo con la badila en los nudillos. P.: [...] yo mismo me he clavado un hacha en el pie. R.: [...] me clavé el hacha en mi propia pierna.

    — [...] he tirado piedras contra mi propio tejado.

 

    75, 6. Suadeo, bonvm tvvm concoqvas, milua. (A. 2)

    D.: Ya te digo, con tu pan te lo guises, harpía. P.: Te aconsejo que te preocupes en digerir tu buena suerte, ¡milano! R: Hazme caso, digiere tu felicidad, milana.

    — Echa cuentas de la suerte que tienes, arpía.

 

    75, 9. «Bene emo, bene vendo». (A. 1)

    D.: «Comprar bien, vender bien». P.: [...] « yo compro bien y vendo bien». R.: «Compro bien, vendo bien».

    — Bien comprar y bien vender, eso es saber*.

 

NOTAS:

[1] La anónima editada en «Clásicos inolvidables» de Argentina en 1959; E. Palau, Petronio. El Satiricón y otros escritos, Barcelona, 1965, reed. 1985; las ediciones de edaf, Madrid, 1966 y 1973 (trad. de F. Ayuso, reed. 1991), de notables semejanzas con la anterior; F. de P. Samaranch, Petronio. El Satiricón, Madrid, 1967; M. C. Díaz y Díaz, Petronio Arbitro. Satiricón, Barcelona, 1968-1969, edición y traducción (21990): la traducción se publicó en 1975 en la editorial Lumen; L. Rubio, El Satiricón, Madrid 1978; P. Rodríguez Santidrián, Satiricón, Madrid, 1987, reed. 1993; J. Picasso, El Satiricón, Madrid, 1991.

[2] Cf. M. C. Díaz y Díaz, op. cit., pág. cxi.

[3] Cf. J. Picasso, op. cit., págs. 38-39.

[4] Cf. M. C. Díaz y Díaz, loc. cit.

[5] E. Nida, Towards a Science of Translating, Leiden, 1964, págs. 165 y sigs.

[6] M. C. Díaz y Díaz, op. cit., lo pone de relieve al advertir: «Muchas veces he preferido cortar la frase o alejarme del tenor literal en busca de un giro español que, de manera análoga al latino, produjera idéntica impresión en el lector». Por su parte, S. Bassnett-McGuire, Translation Studies, Londres, 1991, pág. 26, pone en guardia sobre el margen conjetural del principio del «efecto equivalente» y las dudosas conclusiones a que puede conducir: es cierto que en ocasiones encontramos falsos casticismos (cf., p. ej., giros de 47, 4 ó 67, 10 en la traducción de Rubio) y diversos anacronismos (como, p. ej., los de 43, 1 ó 77, 6 en el texto de Díaz).

[7] Cf., p. ej., además de las obras citadas de E. Nida (págs. 237-238) y S. Bassnett-McGuire (pág. 24), la de V. García Yebra, Teoría y práctica de la traducción, i, Madrid, 1982-1984, págs. 36-38.

[8] V. García Yebra, op. cit., i, pág. 38.

[9] Con ese fin los utiliza de pasada B. Boyce, The language of the Freedmen in Petronius’ Cena Trimalchionis, Leiden, 1991.

[10] Cf. F. Lázaro Carreter, Estudios de lingüística, Barcelona, 1980.

[11] Vid., p. ej., J. Fernández Sevilla, «Paremiología y lexicografía. Algunas precisiones terminológicas y conceptuales», en Philologica Hispaniensia. In honorem Manuel Alvar, II, páginas 191-203; A. Zuluaga, Introducción al estudio de las expresiones fijas, Frankfurt, 1980; M. Garcia Page, «Propiedades lingüísticas del refrán (I)», Epos, 6, 1990, págs. 499-510.

[12] Cf. A. J. Greimas, «Idiotismes, proverbes, dictons», Cahiers de Lexicologie, 2, 1960, traducido por «Los proverbios y los dichos», en En torno al sentido. Ensayos semióticos, Madrid, 1973, págs. 355-363.

[13] E. Coseriu, «Introducción al estudio estructural del léxico», en Principios de semántica estructural, Madrid, 1977, págs. 115-118.

[14] A. Otto, Die Sprichwörter und sprichwörtlichen Redensarten der Römer, Leipzig, 1890. Cf. también la lista de D. Altamura, «Proverbia locutionesque populares apud Petronium», Latinitas, 22, 1974, págs. 181-196; ocasionalmente aparecen algunos proverbios citados en repertorios como el de V. J. Herrero Llorente, Diccionario de expresiones y frases latinas, Madrid, 1985.

[15] L. Martínez Kleiser, Refranero general ideológico español, Madrid, 21978.

[16] M. Candón y E. Bonnet, A buen entendedor... (Diccionario de frases hechas de la lengua castellana), Madrid, 1993.

[17] N. Luján, Como piñones mondados. Cuento de cuentos de gastronomía, Barcelona, 1934.

[18] Cf. J. André, La cuisine à Rome, París, 1961, especialmente págs. 97, 158, 170, 202 y 205-206.

[19] Como en Apicio II 1, 4; II 3, 1 y II 4.

[20] Cf. Marcial, Ep., 10, 48, 11 y 11, 52, 8. Puede verse también 11, 31, 17.

[21] Cf. además giros semejantes en 34, 7 y 73, 6 (Tangomenas faciamus. Vita uinum est); 48, 1 (Vinum si non placet mutabo. Vos illud oportet suaue faciatis); 52, 7 (Aquam foras, uinum intro). Cf. tb. Marcial 5, 78, 16 (Vinum tu facies bonum bibendo).

[22] Vid. los diccionarios etimológicos de V. A. Walde y J. B. Hofmann, Lateinisches Etymologisches Wörterbuch, Heidelberg, 1965, (s. u.) y A. Ernout y A. Meillet, Dictionnaire Étymologique de la Langue Latine, París, 41985, (s. u.). Por su parte, Hannah Rosén lo interpreta como vino puro o no diluido. Cf. «staminatas duxi (Petron. 41.12)»: Mélanges H. C. Schnurr (Supplementa humanistica Lovaniensia, n1 7, Lovaina, 1992), págs. 118-125.

[23] Estos vinos especiados y ocasionalmente calientes eran muy usuales en Roma. (Cf. J. André, op.cit., págs. 168-170).