LA IRONÍA COMO RECURSO NARRATIVO EN LOS SANTOS INOCENTES DE  MIGUEL DELIBES, Jennifer Lowe, Universidad de Edimburgo (Publicado en Analecta Malacitana, XVIII, 2, 1995, págs. 439-445).

 

[...] en Los santos inocentes apenas si hay sustancia novelesca: el pobre deficiente que ama a sus pájaros y venga la muerte de la grajeta ahorcando al señorito Iván. Pero a cambio de esta poca sustancia [...] todo un inmenso mundo de humanidad y de humanidades, de ternura, de observación, de historia y de amor [1].

   Los santos inocentes ...[c]onstituye un texto estilísticamente cincelado, con un modo narrativo que se caracterizaría por su aspecto sintético, sugerente y a la vez dinámico y tenso [2].

    Azarías, desde su clarividente inocencia, ha restablecido el equilibrio quebrantado hasta la saciedad [3].

    Delibes.jpg (42991 bytes)En estas tres citas vemos subrayados algunos de los rasgos distintivos de esta novela que tantas veces se califica como «poética» o «lírica». Lo que no se ha estudiado bastante es la manera en la que Delibes emplea la ironía, verbal y estructural, como método de comunicación, mediante cambios de perspectiva, contextos ambiguos, repetición de palabras o epítetos y ecos proverbiales. Esta ironía sirve para involucrar al lector en el desarrollo y la interpretación de la novela [4].

    Tomemos como punto de partida los sucesos que preceden al momento hacia el final del libro cuando Azarías, un campesino subnormal, mata al aristocrático señorito Iván. Azarías ha accedido a acompañar y a ayudar a Iván cuando éste sale de caza. Antes, siempre le acompañaba Paco, el Bajo, cuñado de Azarías. Pero a Paco le mantiene en casa una pierna rota (accidente que tuvo lugar durante una de las cacerías con Iván). Quirce, hijo de Paco, que sustituyó a su padre a raíz del accidente, se ha mostrado tan poco comunicativo y servicial (a diferencia de Paco) que Iván no se siente dispuesto a pedirle que le acompañe otra vez. Por eso, llega a la conclusión de que tendrá que valerse de la ayuda de Azarías. Paco no se opone y añade que «por probar nada se pierde» (pág. 163) [5], palabras que pronto van a contradecirse de una manera trágica e irónica cuando Iván pierde todo, incluso la vida, al ser asesinado por Azarías, «ese retrasado, el de la graja», según la descripción dada por Iván (pág. 162). Con este epíteto Iván identifica claramente el lazo estrecho entre Azarías y su pájaro domesticado (en esta época una graja que Azarías enalza con el nombre de «milana»). Es un lazo que el propio Iván pasa por alto poco después cuando, exacerbado por la falta de éxito de la caza matutina, mata a tiros a esta misma graja. Es este acto el que incita a Azarías a vengarse en Iván.

    Previamente el lector no ha recibido ningún indicio explícito de que Azarías está pensando matar al señorito Iván. Cuando éste llega a la casa de Paco a fin de recoger a Azarías para la caza de la tarde le encuentra dispuesto a acompañarle de nuevo. Se colocan en el Land Rover de Iván todos los requisitos necesarios para la caza: «[...] la jaula con los palomos ciegos, el hacha y el balancín» (pág. 173). El empleo aquí del artículo definido sirve para confirmar lo rutinario de estos objetos. Ni para Iván, ni para el lector hay el menor indicio de trastorno. La cuarta y última pieza de equipo se distingue de las otras no sólo por el empleo del artículo indefinido sino también por una referencia a un importante período temporal anterior: «[...] una soga doble grueso que la de la mañana» (pág. 173). La soga ha aparecido antes. Paco, el acompañante consuetudinario de Iván, la empleaba para ayudarse a trepar a los árboles (pág. 119). Con ocasión de la primera salida con Azarías, Iván subraya la importancia de esta pieza cuando pregunta: «[...] ¿llevas la soga para trepar?» (pág. 164). Poco después, al ver que Azarías sube «como los monos» (pág. 166), sin necesidad de ayuda artificial, Iván declara con guasa: «[...] ¿para qué te quieres la soga, Azarías?» (pág. 166). Así, la novedad ahora consiste no en la mera presencia de la soga sino en su grosor, sobre todo si se relaciona con el de la ya fatídica mañana. Iván sí advierte lo anormal de la soga y pregunta, riendo: «[...] ¿no será esa maroma para mover el balancín, verdad Azarías?» (pág. 174; el énfasis es mío). La respuesta, «para trepar es» (pág. 174), parece crear confianza en Iván acerca del destino de la soga. El lector no debe olvidarse, sin embargo, de que Azarías no necesita ni soga ni maroma para subir a los árboles.

    Una vez subido al árbol , «el hacha y la soga a la cintura» (pág. 175), Azarías le pide a Iván que le alargue la jaula con los palomos ciegos, que sirven de reclamo. Al levantar Iván el brazo y la cabeza para cumplir con lo pedido Azarías «le echó al cuello la soga con el nudo corredizo, a manera de corbata, y tiró del otro extremo» (pág. 175). Con la mano derecha Iván sigue cogido de la jaula mientras «trató de zafarse de la cuerda con la mano izquierda» (pág. 175). El narrador añade luego, como para explicar las acciones de Iván, unas palabras cargadas de sentido trágico: «[...] porque aún no comprendía» (pág. 175). Los lectores sí comprendemos pero Iván se halla ahora en la situación del alazon clásico, la víctima confiada de la ironía. Además, en este momento Iván está demostrando de una manera literal que está con la soga al cuello. Al mismo tiempo ilustra las implicaciones metafóricas de esa expresión según se define en el Diccionario de uso del español [6] : «[...] estar amenazado de un peligro inminente». La razón inmediata de este peligro es irónica: ajeno a la gravedad potencial de su situación Iván emplea sólo una mano (y la mano izquierda, además) en un intento de librarse del lazo y eso porque está resuelto a «evitar soltar la jaula y lastimar a los palomos» (pág. 175). No se debe considerar esta actitud como una demostración de respeto al bienestar de los palomos. No debemos olvidar que él mismo mandó cegarlos por falta de los capirotes con los que solían cubrirles los ojos cuando servían de reclamo (pág. 123). Iván no quiere soltar los palomos porque son esenciales para cazar y, para él, cazar es vivir. Además, tiene enormes ganas de empezar la caza de la tarde cuanto antes: esto se nota en sus dos órdenes a Azarías, «apura» y «aviva», y en el empleo del adverbio «atropelladamente» (pág. 174) para indicar la prisa con la cual hace sus propios preparativos. También es irónico que, aun cuando está tratando de quitarse la soga con la mano izquierda, intente dirigir la atención de Azarías hacia una bandada de pájaros que pasa por encima. De no estar tan absorto en su obsesión, quizás habría salvado su vida. De no haber pensado en dar muerte a los pájaros que acaba de ver, quizás habría evitado su propia muerte. Dos manos habrían podido lograr lo que una sola mano no pudo conseguir. La ironía de la situación es evidente para el lector. Además, otra vez un dicho proverbial relacionado con la soga viene al caso de manera irónica: «[...] siempre se quiebra (o rompe) la soga por lo más delgado». El Diccionario de la Lengua española proporciona la siguiente explicación: «[...] refrán con que se da a entender que por lo común el fuerte prevalece contra el débil, el poderoso contra el desvalido» [7]. En términos generales, esto podría considerarse como una descripción adecuada del control que siempre ha ejercido Iván sobre Paco, el Bajo, y su familia. Si nos atenemos a una interpretación literal de la circunstancia presente, la fuerza física de Azarías (vid. su «torso hercúleo» [74]) ha prevalecido sobre la relativa debilidad de Iván. Otra implicación, a la vez apropriada e irónica, debe tenerse también en cuenta: la gruesa soga alrededor del cuello de Iván no se rompe, no tiene parte débil. De hecho, si se hubiera roto Iván no habría muerto. La debilidad inherente de Iván le lleva a la muerte: es decir, su dedicación obsesiva por la caza y su indiferencia hacia los sentimientos de sus prójimos. Por eso, el hombre que antes lucía «su foulard al cuello» (pág. 159) ha sido destruido por una soga «a manera de corbata» (pág. 175). La asociación de estas dos descripciones hace la representación de la muerte de Iván todavía más irónica.

    En la narración de la serie de acciones de Azarías que llevan a la muerte del señorito Iván, el empleo del artículo definido en lugar del indefinido es otra vez revelador: «[...] el Azarías le echó al cuello la soga con el nudo corredizo» (pág. 175; el énfasis es mío). Es como si el narrador estuviera sugiriendo a los lectores que ya estaban enterados de la existencia de dicho nudo; que ya sabían que era parte integral de «la soga doble grueso que la de la mañana» (pág. 173) que Azarías ha seleccionado. De este modo el narrador parece querer implicar o incluir a los lectores en las etapas de la ejecución de la muerte de Iván. Un «nudo corredizo» es parte consustancial de un lazo que, según el Diccionario de uso del español, «sirve para cazar o sujetar animales». Azarías ha cazado a Iván, haciéndole «caer en el lazo», literal y metafóricamente. El cazador cazado. El señorito Iván se ha dejado coger por las razones expuestas arriba.

    La descripción del cadáver de Iván, momentos después de su muerte, también se puede interpretar de una manera irónica, estableciendo conexiones con otros incidentes y aspectos del libro:

[...] el señorito Iván, o las piernas del señorito Iván, experimentaron unas convulsiones extrañas, unos espasmos electrizados, como si se arrancaran a bailar por su cuenta y su cuerpo penduleó un rato en el vacío hasta que, al cabo, quedó inmóvil, la barbilla en el alto del pecho, los ojos desorbitados, los brazos desmayados a lo largo del cuerpo (pág. 176).

Estas líneas no sólo presentan una imagen gráfica del cuerpo de Iván sino que también sirven como resumen irónico de su vida y carácter. Como se puede observar, el énfasis inicial se centra en las piernas de Iván que, con sus movimientos involuntarios, pueden asemejarse a los miembros de Paco, «absolutamente irresponsables» (pág. 121), después de horas de inmovilidad en los árboles. Notamos también que las piernas de Iván son ahora tan inútiles como las «flacas piernas inertes» (pág. 42), «las piernecitas de alambre» (pág. 113) que «se doblaban como las de una muñeca de trapo» (pág. 64) de la Niña Chica, la hija minusválida de Paco. Con estas mismas piernas Iván ha humillado antes a Nieves, la otra hija de Paco, pidiéndole que le quite las botas, vengándose así, a su juicio, de la actitud hostil y orgullosa de su hermano Quirce. Estas piernas, antes indicio de la vida y del status de Iván, ahora no valen nada. Al ser izado por Azarías, Iván «perdió pie» (pág. 175) en más de una manera. Ahora, él es como una muñeca en las manos de Azarías.

    Además, se enfocan la barbilla, los ojos y los brazos de Iván. De nuevo, se pueden establecer reveladores lazos irónicos con otros aspectos del texto. En vida, Iván se sirve de la barbilla en dos ocasiones distintas cuando se está refiriendo a Paco: «[Iván] miraba a los otros invitados con sorna y señalaba con la barbilla a Paco, el Bajo, como diciendo...» (pág. 98) y, en el primer accidente sufrido por Paco, «[Iván] indicó con la barbilla para Paco, el Bajo, y dijo a modo de aclaración...» (pág. 126). Esta barbilla que antes se utilizaba en un gesto airoso e imperioso para señalar a un inferior social ya está inerte, «en lo alto del pecho» (pág. 176). Este detalle crea también un lazo, a la vez visual e irónico, entre Iván y el encargado del Cortijo, Pedro, el Perito, quien, víctima de y humillado por el señorito Iván, tiene «la barbilla en el pecho» (pág. 158). «Los brazos desmayados» (pág. 176) de Iván también recuerdan a Pedro cuando, traicionado por el señorito, aparece sumido en la depresión, con «las grandes manos peludas caídas a lo largo del cuerpo» (pág. 155). Además, los «ojos desorbitados» del cadáver (pág. 176) duplican los de Azarías cuando se precipita para recoger la graja muerta, su milana, matada por Iván (pág. 171). Reflejando en la presentación de la muerte de Iván los ademanes o la apariencia de los que han sufrido a manos suyas, el narrador realza el aspecto justificable del asesinato del señorito [8]. Se añade una capa de justicia poética irónica. La sección de la novela en que se narran la muerte de la graja y el asesinato de Iván se titula «El crimen». Sería lógico deducir que este sustantivo se refiere al acto homicida de Azarías. Pero, si lo consideramos desde la perspectiva del propio Azarías, entonces el crimen sería la muerte de su milana a manos del señorito [9]. Otra vez hay una ambigüedad irónica por parte del narrador. De modo semejante, la declaración «el Azarías es inocente» (pág. 163) que hace Paco al referirse a la baja inteligencia de su cuñado podría considerarse también como una forma de disculpa futura de las acciones de Azarías.

    También es posible hallar rasgos irónicos en otros aspectos de la novela. La razón por la que Azarías ha tenido que acompañar a Iván es el accidente sufrido por Paco, el Bajo. Éste, consciente de que, con los años, iba perdiendo agilidad e incitado por los comentarios crueles de Iván, sube cada vez más alto en los árboles y así «iba agotando las energías, pero ante el señorito Iván que comenzaba a recelar de él, había que fingir entereza» (pág. 123). La supuesta perspicacia de Iván mencionada aquí le abandona más tarde, como ya hemos visto, cuando Azarías, subido al árbol, le atrapa con la soga. La entereza simulada por Paco también se ve en relación con Azarías quien, «parecía otro, más entero» horas después de la muerte de la graja, repuesto «como si nada hubiera ocurrido» (pág. 173). Entonces, la apariencia de entereza (sea física o mental) de los dos cuñados, se relaciona de una manera irónica con el señorito Iván y forma parte de la cadena de incidentes que lleva a su muerte. Tampoco debemos olvidar la promesa hecha por Iván a la mujer de Paco: «[...] tranquila, Régula, te lo devolveré entero» (pág. 136). En realidad, Paco regresa con la pierna rota por segunda vez.

    A Paco le parece imprescindible hacer esfuerzos para subir cada vez más alto, aunque «con riesgo de desnucarse» (pág. 122). Cuando ocurre lo inevitable y se cae al suelo Iván comenta al médico que «el maricón [Paco] no me ha desnucado de milagro» (pág. 131) [10]. En efecto, Paco no le rompe el cuello a Iván sino que se rompe su propia pierna. A causa de su inmovilidad, a raíz del segundo accidente, Paco cede su puesto a Azarías quien sí desnuca a Iván, aunque de otra manera.

    A Iván le parece divertido mofarse de las dificultades que tiene el envejecido Paco al trepar a los árboles: «[...] la edad no perdona, Paco, el culo empieza a pesarte, es ley de vida» (pág. 119). Es muy probable que el lector no hubiera prestado mucha atención a las últimas cuatro palabras proferidas por Iván [11] si no fuese por su repetición en otro contexto de la novela. Según Iván: «[...] el que más y el que menos todos tenemos que acatar una jerarquía, unos debajo y otros arriba, es ley de vida, ¿no?» (pág. 144). A juicio de Iván, la jerarquía social le permite controlar la vida de los campesinos. Dado el contexto de su actividad más frecuente, la caza, este control se traduce en la necesidad de que ellos suban arriba, para ocuparse de los reclamos, dejándole a él abajo. El individuo socialmente superior hace subir a sus inferiores. Podemos considerar esto como una forma de inversión irónica. Paco, ufano de desmentir la «ley de vida» relacionada con la edad, «desde arriba, enfocaba altivamente hacia el señorito Iván» (pág. 120). Además, «voceaba eufórico» las palabras «todavía sirvo, señorito, ¿no le parece?» (pág. 120). La ambigüedad buscada por Delibes es evidente. Sí que sirve Paco porque, a pesar de su edad ha logrado subir al árbol. Sigue siendo útil. Pero también «sirve» en función de su posición en la jerarquía social. Y por eso ha tenido que subir al árbol. Al caerse del árbol ahora tiene que dirigirse a Iván «desde el suelo» en vez de «desde arriba». Ya no sirve, en ningún sentido de la palabra. Azarías, el sustituto, también sube «tronco arriba» (pág. 175). Para poner en práctica su plan fatal «se inclinó hacia abajo, hacia el señorito Iván» (pág. 175). Y luego sigue sentado «arriba» (pág. 176), encima del cadáver de Iván: «[...] unos debajo y otros arriba» (pág. 144). La ley de vida se ha transformado en pena de muerte. Iván emplea el verbo en plural cuando proclama: «[...] todos tenemos que acatar una jerarquía» (pág. 144). Pero no se da cuenta de que la obligación social vista por «los de arriba» no es universal. El concepto de jerarquía social de Azarías no es igual al de Iván. A nivel gráfico y literal Azarías acaba «arriba», encima de Iván, porque, a su modo de entender, su milana vale tanto como Iván.

    La relación entre Iván y Paco también se presta a otras lecturas. Cuando Azarías está tratando de domesticar a la segunda milana, la graja, el pájaro escapa para refugiarse en un tejado vecino. Rogelio, su sobrino, comenta con aparente lógica proverbial: «[...] cría cuervos, tío» (pág. 83). Sin embargo, la implícita profecía proverbial no se cumple ya que el pájaro se reúne con Azarías. Más tarde, Paco, refiriéndose al lazo entre su cuñado y la graja indica: «[...] la ha criado él y está enseñada» (pág. 134). Iván parece haber dedicado a Paco, el Bajo, su secretario, el mismo cuidado que Azarías emplea con la graja porque, años atrás, «decidió pulirle» (pág. 94) [12]. Se siente orgulloso de tener un secretario tan experto y servicial. Por eso, cuando Paco se rompe la pierna por segunda vez, Iván reacciona «tal que si [...] lo hubiera hecho a posta» (pág. 141), sintiéndose traicionado por esta falta de respeto al lazo amo-sirviente.

    «Desde el punto de vista argumental Los santos inocentes es una novela tradicional; posee una forma de composición episódico-dramática, en la que descuella el desenlace final» [13]. Aunque este juicio crítico puede ser acertado desde el punto de vista de la construcción formal de la obra, hace caso omiso de la complejidad temática y estructural creada por Delibes a base de la ironía, la repetición, el juego de palabras y proverbios y la asociación de situaciones e ideas. Cuando nos percatamos de todos estos detalles el valor intrínseco de la novela alcanza un nivel superior, sobre todo si se tiene en cuenta una mayor participación del lector.

 

NOTAS:

[1] M. Alvar, El mundo novelesco de Miguel Delibes, Gredos, Madrid, 1987, págs. 61-66.

[2] D. Martínez Torrón, «Naturaleza y hombre en tres novelas de Delibes», en C. Cuevas García (ed.), Miguel Delibes. El escritor, la obra y el lector, Anthropos, Barcelona, 1992, pág. 294.

[3] G. Torres Nebrera, «‘Arcadia amenazada’: modulaciones sobre un tema en la narrativa de Miguel Delibes», en C. Cuevas García (ed.), op. cit., pág. 59.

[4] Domingo Gutiérrez en su estudio Claves de «Los santos inocentes», Ciclo, Madrid, 1989, pág. 9, sólo alude a la ironía al referirse al tono irónico o sarcástico que emplean ciertos personajes.

[5] M. Delibes, Los santos inocentes, Planeta, Barcelona, 21993.

[6] Mª Moliner, Diccionario de uso del español, Gredos, Madrid, 1983.

[7] Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, Madrid, 1956.

[8] Véase el comentario de G. Torres Nebrera, loc. cit., págs. 59-60 y de M. Alvar, op. cit., págs 63 y 112-113, sobre la culpabilidad de Iván. Indica Alvar: «[...] cuando el señorito brutal dispara su escopeta, ha anudado la soga que estrangulará su garganta» (págs. 112-113).

[9] M. Alvar, op.cit., pág. 44, analiza el papel de esta sección en la estructura total del libro, pero sin considerar la doble implicación del título.

[10] El lector ya sabe que este «milagro» es algo sospechoso porque Paco «cayó [...] dos metros delante del señorito Iván» (pág. 124).

[11] Como indica Domingo Gutiérrez, op. cit., págs. 20-21, la frase también se encuentra en boca de Carmen Sotillo en Cinco horas con Mario.

[12] También es evidente que está pensando hacer lo mismo con los dos hijos de Paco (pág. 94).

[13] M. Alvar, op. cit., pág. 44.

 

RESUMEN PARA REPERTORIOS BIBLIOGRÁFICOS

    No se ha estudiado suficientemente el empleo de la ironía en esta novela, ironía verbal y estructural, su función comunicativa, su importancia para involucrar al lector en el desarrollo e interpretación de la obra. Un análisis del desenlace de la novela, la muerte del señorito Iván a manos de Azarías, el campesino subnormal, nos permite ver hasta qué punto comentarios y hechos irónicos precedentes preludian ese fin.

    Así, Paco, cuñado de Azarías, al comentar que «nada se pierde» (pág 163) por probar que este último ayude al señorito en la caza, contradice trágica e irónicamente un final en el que el señorito Iván pierde todo, incluso la vida. En un acto tan normal como el de colocar los diversos aperos de caza en el Land Rover, ni el lector ni Iván tienen indicios del menor trastorno, objetos cuyo uso rutinario viene confirmado por el uso del artículo definido: «[...]la jaula con los palomos ciegos, el hacha y el balancín» (pág 173).

    Entre estos objetos aparece una soga, objeto que se destaca aquí por el empleo del artículo indefinido y la comparación hecha con la soga empleada anteriormente. Ivan sí hace mención de lo anormal de una soga tan gruesa, sin darse cuenta del destino de esa maroma,como él la llama. Azarías «le echó al cuello la soga con el nudo corredizo, a manera de corbata, y tiró del otro extremo» (pág 175). Literalmente, Iván está con la soga al cuello, en una situación de peligro que se origina en una ironía: sólo emplea una mano, que es además la izquierda, para intentar librarse del lazo, mientras con la otra sostiene la jaula de los pájaros, esenciales para la caza, y para él cazar es vivir. Pero ahora él es el cazador cazado, ha caído en el lazo, literal y metafóricamente.

    Otro detalle irónico de la situación es que la soga, como dice el refrán, «se quiebra por lo más delgado» pero esta soga no se rompe, no tiene punto débil; es la debilidad inherente de Iván lo que le lleva a la muerte: su obsesión por la caza y su indiferencia hacia los sentimientos de los demás.

    La descripción gráfica del cadáver de Iván colgando del árbol nos da un resumen irónico de su vida y carácter, estableciendo lazos irónicos con otros aspectos del texto: sus piernas son ahora tan inútiles como las de la hija minusválida de Paco, si antes se mencionaban en situaciones relacionadas con su status, ahora no valen nada. Su barbilla, que antes utilizaba en gesto imperioso y airoso, está ahora inerte. Sus «ojos desorbitados» (pág. 176) duplican a los de Azarías cuando se precipita a recoger su milana, matada por Iván. El narrador, reflejando en la muerte de Iván los ademanes o la apariencia de los que han sufrido a manos suyas, realza el aspecto justificable del asesinato del señorito, añadiendo además una capa de justicia poética irónica al titular «El crimen» a la sección en la que se relatan la muerte de la graja y el asesinato de Iván: desde el punto de vista de Azarías, el crimen sería la muerte de su milana a manos del señorito.

    Encontramos rasgos irónicos en otros aspectos de la novela: el accidente de Paco al caer del árbol, que origina el comentario de Iván «el maricón no me ha desnucado de milagro» (pág. 131), es la causa de que Paco ceda el puesto a Azarías, que sí desnucará a Iván, aunque de otra manera. Además, en una ocasión en que el envejecido Paco tiene dificultades para subir a un árbol, Iván se mofa diciéndole  «[...] la edad no perdona, Paco, el culo empieza a pesarte, es ley de vida» (pág. 119), que se relaciona con otro pasaje en el que estas cuatro últimas palabras salen a relucir, «el que más y el que menos todos tenemos una jerarquía, unos debajo y otros arriba, es ley de vida, ¿no?» (pág. 144). Pero la ley de vida se ha transformado en una pena de muerte. En una inversión irónica, Iván hace «subir» a los que él domina jerárquicamente, por su necesidad de que ellos suban al árbol en razón de la actividad más frecuente, la caza. Esta obligación social de «unos abajo y otros arriba» tal como la ven «los de arriba» no es universal: a nivel gráfico y literal, Azarías acaba «arriba», encima de Iván, porque, a su modo de entender, su milana vale tanto como Iván.

    En resumen, la complejidad temática y estructural creada por Delibes a base de la ironía, juegos de palabras y proverbios y la asociación de situaciones e ideas, dan a la novela un valor intrínseco superior, sobre todo si se tiene en cuenta una mayor participación del lector, al que se le podría dar si nos centramos meramente en su estructura formal.

Edición: Planeta (Barcelona) 21993.

 

ABSTRACT:

        A study of the role of the repetition of words and situations and the function of proverbial reference and ironic inversion in the presentation of life and death in Delibes’s Los santos inocentes.