Juan Antonio de Zunzunegui, Esta oscura desbandada (prólogo de I. Soldevila), Visor, Madrid, 2005, 317 págs.

 

La nueva edición de la obra de este abogado vizcaíno supone la recuperación de un escritor injustamente olvidado. Juan Antonio de Zunzunegui y Laredo (1901-1982) debe situarse entre los numerosos narradores de posguerra que practican un tipo de relato tradicional, realista. Su obra representa un paso previo para la novela social de los cincuenta. Durante los años cuarenta se produce en España un cambio y la literatura de neto compromiso político y de exaltación bélica pierde importancia casi por completo. Así, surge una novelística que se caracteriza por la práctica de este realismo tradicional, de corte decimonónico, con influencias naturalistas y costumbristas, entre la que se puede destacar la de Ignacio Agustí y Juan Antonio de Zunzunegui.

Nacido en Portugalete (Vizcaya), Zunzunegui estudió Derecho en Deusto, Salamanca y Madrid y vivió de las rentas de su herencia mientras duró, así pudo dedicarse exclusivamente a escribir. Sus primeras producciones son de antes de 1936: Vida y paisaje de Bilbao (1926), Tres en uno o la dichosa honra (1935), Cuentos y patrañas de mi ría (1935), Chiripi (1931). Todas están recogidas en el primer tomo de sus Obras completas, junto con El Chiplichandle, novela aparecida en 1940 pero redactada antes de 1936. Durante la guerra tuvo un período de cierta actividad como crítico literario en Vértice, la revista de la Falange en San Sebastián. La situación de este escritor es un caso de excepción en su actitud personal y en su recorrido literario. Fuera por timidez o por otras razones, y a pesar de frecuentar algunas tertulias de café, como la de Gijón en el Madrid del franquismo, se fue aislando y sus éxitos literarios (Premio Fastenrath de la Academia Española en 1943 por ¡Ay... estos hijos!; Premio Nacional de Literatura en 1948 por La úlcera; Premio del Instituto de la Cultura Hispánica, y Premio Hermanos Quintero de la Real Academia por El supremo bien en 1951), parecen haberle creado más enemigos que amigos, en la medida en que sus obras no sólo recibían premios oficiales, sino que se contaban entre las más leídas. Pero se levantó en torno suyo el cerco de la superstición, dándolo por «gafe», que traía la desgracia a quienes se aproximaban a él. Aislado además por una enfermedad que le obligaba a buscar en los inviernos un clima propicio fue desapareciendo hasta llegar a morir en medio de dificultades económicas.

La crítica no lo ha considerado, normalmente, como un escritor social. Sólo lo sitúa ahí Ignacio Elizalde, pero desde criterios tan amplios, que también incluye a novelistas tan distintos como Aldecoa, Gironella o Agustí. Gil Casado, por su parte, sólo sitúa entre la larga lista de novelas sociales Esta oscura desbandada, a la que emplaza dentro del tema de la abulia. Nora lo clasifica, al lado de Pérez de la Ossa y Ledesma Miranda, entre los autores que marcan el camino de transición hacia el nuevo realismo. El libro de Rafael Bosch le dedica también notables espacios, para quien los ideales de Zunzunegui de regreso a formas de vida más tradicionales, preburguesas, impulsa a una visión justa y feroz de los males y degeneraciones del progreso burgués cuando éste empieza a precipitarse por la pendiente del gran capitalismo. Gil Casado fue el que, refiriéndose a los novelistas de la generación del cuarenta, y al señalar cómo abunda entre ellos la temática burguesa, ha calificado la obra de este escritor vizcaíno de parasocial dentro de un realismo-naturalismo.

La novela de Zunzunegui más representativa y mejor lograda de esta crítica burguesa es Esta oscura desbandada, escrita en 1952 y que resulta casi coetánea de las primeras manifestaciones del realismo social propiamente dicho. Esta obra, cuya nueva edición comentamos, se convierte en uno de los testimonios críticos más duros de la sociedad española de los cuarenta, tristísima visión de los rentistas venidos a menos y de las clases medias bajas del Madrid de la época y, además, plantea un problema de capital importancia: cómo la guerra es el origen de una moral utilitaria, cómo predomina un pragmatismo carente de ideales. Roberto Atienza, el principal personaje de la novela, es la imagen de un señorito inútil al que desborda la realidad. Hijo tardío de un matrimonio vallisoletano de clase media acomodada, sus padres maduran para él un futuro de rentista ocioso. Pero unas circunstancias nuevas, las derivadas de la situación económica generada por la guerra civil, hacen absolutamente insuficientes esos medios para su subsistencia. Y aquí comienza un proceso de descomposición que será absoluto al final de la novela. Los sucesivos, aunque poco profundos, intentos de ocupación laboral, fracasan: no obtiene la cátedra de instituto a la que oposita, tiene que abandonar la academia en la que ha encontrado ocasional trabajo, es despedido de la redacción de un periódico. Las circunstancias adversas se van acumulando para terminar en un trágico final: ha de admitir en su casa a unos realquilados que destruyen su vida, tiene que vender su valiosa colección bibliográfica y todo ello resulta insuficiente para subvenir a las más elementales necesidades. El proceso llega a su fin cuando la esposa, incapaz de soportar por más tiempo aquella situación, escapa con otro hombre.

Zunzunegui no escatima medios para ofrecernos el cuadro general de una parte de la sociedad española de posguerra caracterizada por la pérdida de valores y por la inmoralidad del ambiente hasta constituir la imagen de esa desbandada a la que alude el título. Este novelista clama por una regeneración de las ideas y de las costumbres. Su campo temático es el de la burguesía, tanto alta como media, aunque a veces desciende a las clases bajas y al mundo del hampa. Desde unos supuestos conservadores, quiere evocar un modo de dirección social basado en el predominio de una burguesía industriosa, preocupada por el progreso material, pero de arraigados principios morales, consciente de sus derechos y también de sus obligaciones, faro que debiera iluminar al resto de la sociedad. El drama que reflejan buena parte de sus obras radica en que esa organización social ideal (presidida por una triunfante burguesía e­jemplar) se está desmoronando y lo plebeyo, lo bajo y el materialismo más burdo se van imponiendo. La culpa no es del imparable avance de las clases bajas y de los obreros organizados, sino de esa propia burguesía que después de haberse creado un lugar prepotente en la historia, de haber conquistado el control económico, social y político gracias a su laboriosidad, está ahora haciendo dejación de sus derechos porque ha olvidado sus deberes. El espíritu de sacrificio ha sido sustituido por la vida muelle, por el absentismo o por el hedonismo irresponsable.

El prólogo que a esta nueva edición realiza Ignacio Soldevila nos recuerda que, cuando hacia 1957 Camilo José Cela se vanagloriaba de ser el primer novelista de su tiempo y de lo poco que le había costado serlo, si hubo alguien que pudo haberle disputado esa gloria en aquel momento, ese fue Juan Antonio de Zunzunegui que en ese año era nombrado para ocupar el sillón de la Academia dejado vacante por Pío Baroja, que había ya recibido multitud de premios y cuya vasta producción narrativa gozaba de una amplia aceptación.

Tras realizar un breve recorrido por la vida y obra de Zunzunegui, Soldevila se detiene en un hecho que le llama la atención y es que esta obra, Esta oscura desbandada, no tuviera problemas con la censura. Para el lector de hoy resulta sorprendente esto porque la miseria moral en la que se pinta hundida la sociedad madrileña de la dictadura, y la inmisericorde exposición de la ambición por el dinero que la corroe, y de las turbias pasiones a las que se entregan casi sin excepción quienes constituyen la galería de personajes que pueblan el barrio en que Roberto y su mujer malviven, no se explica que hubiera pasado por la censura sin sufrir no ya cortes substanciales, sino total prohibición. Es difícil averiguar por qué la censura no encontró nada que objetar. Soldevila sospecha que fue su condición de falangista lo que benefició a Zunzunegui.

Zunzunegui fue un escritor muy popular y sus novelas alcanzaron éxitos y reediciones continuadas. Sin embargo, desde hace varios lustros, empezó a ser relegado a causa, seguramente, de su reiteración temática y de la forma adoptada para sus novelas. Esa radiografía moral de la sociedad de nuestro siglo se lleva a cabo mediante unas historias que buscan, ante todo, contar un suceso aleccionador y por ello es escasa su preocupación formal, que se acoge, normalmente, a ese tipo de novela decimonónica que le permite rastrear la historia del protagonista a través de varias generaciones o de un largo período de tiempo. Construye su relato sin ninguna variación sobre el esquema más usual del realismo tradicional. Un narrador omnisciente relata en tercera persona la historia, y los sigue limpiamente, recurriendo a algunas breves vueltas atrás, cuando lo exige el pasado de algún personaje. De vez en cuando no duda en abrir paréntesis para comentar y juzgar las malas costumbres de sus personajes y del contexto social en el que viven, o algún rasgo que hoy llamaríamos metanarrativo. Utiliza con frecuencia el estilo directo para transcribir las conversaciones de sus personajes, con una gran naturalidad mimética, mientras que, como narrador y en sus descripciones, recurre a figuras de estilo. De éste, lo más notable y peculiar es su gusto por la precisión léxica y su tendencia al neologismo, de la que ya tempranamente se le hicieron reproches.

La edición de Visor Libros recupera no sólo la obra sino también un autor que, aunque ignorado o considerado como secundario en las actuales historias de la literatura española, tuvo un enorme éxito e influencia en la sociedad española durante una buena parte del siglo xx, la época franquista.

 

E. Mª Acedo Tapia

Rafael Ballesteros, Cuentos americanos, Ateneo de Málaga, 2006, 140 páginas.

 

La trayectoria literaria del poeta malagueño Rafael Ballesteros se ve incrementada en los últimos años con sucesivas entregas narrativas, de la que la última ha sido Cuentos americanos (Ateneo de Málaga, 2006). Antes había publicado De los poderosos (1996), La imparcialidad del viento (2004), Huerto místico (2005) y Amor de Mar (2005).

En Cuentos americanos reúne seis historias en las que pretende organizar una visión expresa de una América que él ha conocido personalmente en sucesivos viajes a lo largo de los últimos treinta años; sobre todo la América interior, la América profunda, la que huye de las veleidades modernistas de las grandes urbes y se adentra en ámbitos cotidianos, en un pasado que ha quedado fijo en la prosa de algunos narradores de principios del xx. Una América soñadora que, a través de sus jóvenes protagonistas, nos transmite sus grandes dosis de ingenuismo y sus tópicos al uso, siempre a la búsqueda de un ideal, siempre conformista con el proceso social en el que está inmersa, y adobada de frágiles soportes ideológicos que a un europeo les pueden resultar de una inocencia sublime.

En todos ellos surge un protagonista en primera persona que nos adentra por situaciones diversas y plurales, seres de clase media, en parte soñadores, en parte mediatizados por su ámbito social, por una cultura en la que el reverendo aparece con su dosis de conservadurismo y su impronta sobre las vidas de la comunidad. Seres inexpertos, francos y sencillos, de un simplismo casi rousseauniano, para los que la existencia es un cúmulo de circunstancias precisas y transmiten una visión del mundo muy a la americana: lo bueno y lo malo, lo que debe ser y lo que no debe ser. Una dicotomía muy evidente en el cine y en novelas que han profundizado en esa América de Jack Kerouac o de Faulkner.

En «Drying for The 80 West» presenta a un tal Jack, rastreador desesperado de Patt Mawddie, que había escrito en el puente un mensaje: «Te quiero, Jack». Considera —en el más puro estilo americano, de ese infantilismo que roza el esperpento— que la tal Patt se ha dirigido a él por el solo hecho de que él se llama Jack (cuando sabemos que muchos llevan ese nombre); para Jack, Patt sin conocerla, se convierte en su luz, la verdad de su vida. Después sabemos que la tal Patt había escrito este mensaje hacía más de cuarenta años. Ironía que nos conduce a una situación grotesca en la que el personaje busca a una mujer que ha desaparecido de la comunidad hace varias decenas de años.

La constante presencia del diálogo en estas historias (un diálogo raudo, breve, intenso y rápido, de una supina simpleza pareja a sus personajes) se hace trascendente en «Buick and Dodge», en el que se desarrolla la historia de Steve —el narrador— y Sue, su amada. A través de sus diálogos vamos descubriendo un mundo oscuro, un mundo de sensaciones ocultas, pero también de profundos silencios y ampulosas franquezas, de una sencillez contenida en la que el lenguaje axiomático tan americano está presente y siempre con un penetrante pensamiento, que sirve como paradigma de estas historias donde nada ocurre: «Las personas mueren como han vivido. Igual que han vivido, mueren».

Un joven mecánico, John Larry, conoce a Miss Tauton porque le ha llevado su coche al taller y acaban yendo a pescar al río. Un joven, como tantos otros, infantil, solitario, detrás de un sueño, del sueño americano del dinero o del sueño universal del amor, satisfecho ante el orden que existe en el mundo: «Veo el orden que tiene cada cosa, y pienso que el mundo es como debe ser el mundo». A través de los anodinos diálogos, que sólo muestran también una cansina realidad, nos llega en tanto algún destello de pensamiento, como cuando dice John: «He estado pensando que [...] que primero está la vida y luego el libro que habla de la vida».

De nuevo, un joven llano es el protagonista de la historia «Cape porpoise»: sale de casa y se aleja porque quiere conocer, conquistar el mundo. La amistad lo retendrá en un lugar pero pronto se hará a la mar porque como dice uno de los personajes: «Todas las tierras del mundo terminan en la mar». Desarrolla el tema de la búsqueda en todas sus acepciones.

El más interesante lleva por título «Doubtful gardener». El protagonista, desde la misteriosa frase inicial, «este pueblo antes era un pueblo pero ya es una ciudad», nos adentra por las reflexiones y diálogos entre el ingenuo narrador, Tom Laury, y una joven bibliotecaria, Sue. De sus diálogos se deduce que la historia está construida de verdades y mentiras; de esto y otras cosas Tom, a la búsqueda de la verdad, colige con Sue que quiere ser artista porque duda, y los artistas son personas que dudan. Pero también surge el tema del amor, el dinero, la homosexualidad y la iglesia, o el de Dios y el reverendo. Sobre éste dirá Tom: «Yo me di cuenta (de) que el Reverendo no iba a ser nunca un poeta o un músico o un pintor porque no dudaba, pero yo, yo empecé a creer de verdad que mi alma, mi corazón, eran el alma y el corazón de un verdadero artista». La construcción del personaje es sublime, de una gran capacidad expresiva en su sencillez, y en esa necesidad de construir un mundo llamativo, el del artista, desde su insípida existencia.

El más extenso es «Write on trees», en el que la memoria es la protagonista. Se intenta reconstruir una visión del pasado a través de la proyección en el presente de una joven rusa, Maria Lialinovna. Progresivamente sabremos que su padre, con el que convive, fue canjeado por compatriotas de su país que tuvieron que volver a Rusia: «¡Me cambiaron! Yo pude venir aquí [...]. Y, otros, por mí, volvieron a Rusia. ¿Me entiende? ¿Puede comprender? ¡Como un animal! ¡Como una cosa!». Una historia triste en la que la reconstrucción de la memoria es como penetrar en un fondo de dolor y oscuridades que deben ser ocultadas.

Ballesteros ha logrado crear perfectamente la atmósfera a través de unos procesos lingüísticos precisos como la contención en el lenguaje dialogado, las repeticiones que parecen tartamudeos, el vuelo suave sobre las ideas sin llegar a profundizar ni convertirlas en verdaderos discursos ideológicos; una simpleza existencial que forma parte de esa visión canónica del pueblo que da la impresión de que estuviera conociendo el mundo ahora y viviera en la edad de la inocencia permanentemente. Es una particular visión americana que nada tiene que ver con esa otra América que nos llega a través de los films, si acaso a través de la novela de aquella maravilla que supuso En el camino.

 

F. Morales Lomas

El Cantar de Roldán (introducción y notas de edición de R. Redoli Morales), Comares, Granada, 2006, 297 págs.

 

El filólogo, traductor y poeta Ricardo Redoli Morales es el artífice de varias versiones al castellano de obras medievales compuestas en lengua d’oïl[1]. Todas, a mi entender, las ha realizado con indudable maestría y buen gusto, además de conseguir que el resultado de su esfuerzo fuera verosímil. Pero quizá sea ésta la que más agradablemente me ha sorprendido por el hecho de que no parece en absoluto tarea fácil hacer amena la lectura en lengua moderna del texto original. Éste, aunque magnífico, puede resultar árido para la mayor parte de los lectores contemporáneos, incluso en muchas de las traducciones que han precedido a la que aquí reseñamos.

Ya con anterioridad se había acercado al Cantar con otra traducción acompañada de una transcripción y una copia manuscrita celebradas justamente en su momento[2]. Optó entonces, al igual que muchos de sus predecesores, por versos de arte mayor, en su caso endecasílabos, próximos del metro original en decasílabos. Frente a la versificación culta de esa primera versión, que nuestros poetas aceptaron plenamente sólo en la época renacentista, hallamos ahora el cantar en forma de romance, según una «estructura ágil y melódica», como bien dice el propio traductor en su introducción (xix). La elección de esta clase de verso, que Ángel Crespo ya ensayó para este mismo texto y no llegó a adoptar[3], queda plenamente justificada al preservar elementos esenciales del género. De hecho, algunos cantares de gesta pertenecientes a lo que comúnmente se denomina literatura medieval francesa fueron concebidos en octosílabos, y es de todos sabido que, en castellano, las tiradas épicas de versos irregulares compartieron con el romance la construcción de poemas narrativos cantados. Además, esta estructura popular, que ha continuado vigente hasta nuestros días, nos ayuda a percibir, incluso a aquellos para los que la musicalidad calla muchos de sus secretos, las cualidades auditivas que fueron determinantes en los procesos de creación y de transmisión del original. Este fenómeno, que pone de relieve en el prólogo Carlos Alvar, es clave para que nos acerquemos al poema con mayor facilidad pues, como escribió Paul Valéry, la poesía es el arte de hacer que el lenguaje interese de forma continuada e inmediata al oído al menos tanto como al espíritu[4].

Si toda traducción conlleva necesariamente cambios estilísticos, en las traducciones en verso, la necesidad de plegarse a las pautas métricas y a la rima constituye un elemento fundamental en el proceso de transformación del texto de partida. En este caso, las divergencias microestructurales, no sólo no modifican el sentido de los enunciados en absoluto, sino que se adecuan perfectamente a las funciones que el traductor pretendía otorgar a su texto. Una, la didáctica, a la que alude en el prólogo, al proponer la obra como ayuda a los «alumnos de aquellas filologías relacionadas con esta primitiva lengua europea». Otra más general, la divulgativa que, aunque no se halla expresa, se hace evidente por la elección de la estructura de los versos, a la que ya nos hemos referido, por la sencillez de la sintaxis, y por la elección del léxico, muy rico, pero que evita los arcaísmos y los cultismos. Así, por ejemplo, en la vigésima laisse, Carlomagno pregunta a sus caballeros quién llevará su mensaje al rey Marsilio, y en el texto anglo-normando se introduce la respuesta de Roldán con la fórmula más simple: «Ço dist Rollant: “Ço ert Guenes, mis parastre”». Si en la primera versión de Redoli en endecasílabos este verso fue resuelto gracias a un arcaísmo: «“Ganelón, mi padrastro”, diz Roldán»[5], en la versión romanceada hallamos: «Roldán respondió el primero: / “Mi padrastro Ganelón”». En estos dos versos, en los que «primero» rima con el precedente «mensajero» y con el posterior «dijeron», el texto meta hace explícita una información que en el texto de partida se deduce de los turnos de palabra, y logra así una formulación sencilla, que es perfectamente aceptable según las intenciones del traductor a la par que adecuada tomando como referencia el texto de partida.

Por otro lado, los recursos estilísticos propios del cantar, como la estructuración de los diálogos en estilo directo, la descripción de las actitudes de los personajes en las fórmulas declarativas, la acumulación de nombres de guerreros, o la modalidad exclamativa, se conservan o bien se utilizan para lograr la homogeneidad del conjunto. A ello contribuyen también las reiteraciones léxicas que, en perfecto acuerdo con las normas del género, permiten salvar algunos escollos, principalmente métricos. Por ejemplo, en la nonagésima tercera laisse, el sobrino de Marsilio cabalga hacia los francos al tiempo que los provoca anunciando el final de su hegemonía. El texto anglo-normando se vale de dos proposiciones yuxtapuestas en las que el verbo tan sólo aparece en la primera, sobrentendiéndose el mismo en la segunda: «Enquoi perdrat France dulce sun los, / Charles li magnes le destre braz del cors». En sus dos versiones, el traductor repite el verbo «perder» a la vez que elimina el epíteto que acompaña el nombre del emperador, que es, de hecho, redundante. En la compuesta en endecasílabos hallamos: «Hoy, Dulce Francia perderá su fama / y Carlos perderá el brazo derecho», mientras en los octosílabos se hacen explícitas, además, dos presuposiciones: «Hoy perderá Dulce Francia / la fama que consiguió; / su brazo derecho Carlos / perderá tras esta acción».

En otro orden de cosas, la elección del romance para dar forma al cantar ha alargado notablemente el texto, con la consiguiente desaparición del poema original, que estaba presente en la versión anterior, y ha dado lugar a la inclusión de numerosas notas en las que se reproducen los versos originales «con el propósito de que el lector pueda comparar las estructuras versales y léxicas, por una parte, y valorar, por otra, las dificultades que entraña una traducción rimada». Si bien no puedo objetar nada a esta explicación, sí creo que esta opción tiene consecuencias menos satisfactorias por lo que se refiere a la legibilidad del poema. Esto es así porque, al unirse estas notas a las que son fruto de la erudición filológica o histórica, por lo demás muy interesantes, el lector atento ve interrumpida su lectura en no pocas ocasiones y, a resultas de ello, no puede disfrutar plenamente de esta excelente adaptación. En cualquier caso, es éste un inconveniente menor que bien podemos soslayar prescindiendo de las notas y dejándolas para una segunda lectura.

En esta nueva versión del cantar, Redoli ha moldeado el texto arcaizante y propagandístico original hasta alcanzar un texto asequible para los lectores contemporáneos con la finalidad de darlo a conocer y de producir placer estético, tras el que no es difícil adivinar el del propio traductor durante su labor. Ha sabido, además, preservar los rasgos propios de las composiciones orales sin dejar de lado la recreación de las formas textuales, imprescindible ésta en la transmisión de un poema que es obra de un único creador, heredero eso sí de una larga tradición según la teoría sintética hoy comúnmente aceptada. Ha logrado, en suma, un difícil equilibrio, en el que una de las claves es la certera combinación de los rasgos que, ya pertenecientes al género, ya característicos de esta obra medieval, consideró se adecuaban con mayor pertinencia al público al que dirige esta nueva obra y a las funciones que le otorga.

 

C. Cortés Zaborras

Friedrich von Schiller, Los bandidos. Un drama (edición de B. Raposo Fernández; traducción [del original Die Räuber. Ein Schauspiel] de J. A. Calañas Continente), Cátedra (Letras Universales), Madrid, 2006, 247 págs.

 

Como indica la profesora Berta Raposo en el estudio preliminar, se trata de la primera edición española de la obra realizada con criterios rigurosamente filológicos. Y es que, en efecto, el estudio y la serie de materiales textuales que preceden a Los bandidos presentan no sólo la literatura alemana de la época, la génesis de la obra y el gran impacto que tuvo, así como las principales reseñas, críticas y su acogida por las diferentes tendencias de la investigación germanística sino también la posterior recepción en España. A ello se añaden un glosario de figuras y lugares mitológicos, literarios e históricos y una sinopsis biográfica del autor. Asimismo resulta de gran interés la selección bibliográfica de las ediciones alemanas del texto desde 1781 hasta la actualidad y las traducciones españolas independientes o en antologías, desde la primera de 1869 realizada por José Fernández Matheu, así como los estudios críticos en alemán o en español. Por todo ello esta nueva edición, de gran calidad, reúne todos los elementos necesarios para entender y situar esta obra primeriza, aunque fundamental, de Schiller.

La traducción se basa en el texto de la primera edición, publicada en Stuttgart en 1781, a la que se añaden a modo de apéndices diversos documentos, como la Autocrítica de Schiller, que ofrecen interesante información sobre las circunstancias de producción y de puesta en escena de la obra, en este caso apéndices traducidos al español fundamentalmente por Raposo.

De la celebérrima obra, rica en verdaderas situaciones dramáticas, con elementos habituales de la Ilustración tardía y del Sturm und Drang, dijo el mismo Schiller: «nada hay más interesante en la naturaleza moral y estética que cuando se enfrentan la virtud y el vicio». Los héroes de la obra son bandidos y en especial el protagonista, calificado de «demonio taimado». El sistema que nos presenta como drama familiar es una enorme aberración humana, un osado cuadro de fealdad moral que tiene los contrapuntos añadidos por el autor de la humanidad y la sublimidad. «El asesino incendiario ama y es amado. El bandido Moor no es ladrón, sino asesino. No es un canalla, sino un monstruo». Son extremismos de lo humanamente posible. El protagonista es un hombre extraño que debe sus rasgos a Plutarco y a Cervantes pero a la manera de Shakespeare. Un joven que creció en el círculo de una familia pacífica e inocente. Schiller deja sin respuesta la pregunta de cómo le vino una filosofía tan perniciosa para el corazón. «No encontramos más motivo para todas estas aborrecibles ideas y acciones que la mezquina necesidad del artista, quien para adornar su cuadro, ha colocado en la picota a toda la naturaleza humana en la persona de un demonio que ha usurpado su figura. [...] Los razonamientos con los que sabe apoyar su sistema de vicios son el resultado de un pensamiento ilustrado y de unos estudios liberales». Algunas de las fechorías de las que se habla en el relato de Schiller tuvieron que ser sucesos reales o, por lo menos, rumores que se contaban con horror placentero en la Karlsschule. La literatura goza del privilegio de poner ante nuestros ojos los extremos de lo humano, y Schiller, como Shakespeare, hacen rico uso de esta posibilidad. El autor hace en esta obra experimentos con casos extremados que se desarrollan coherentemente hasta que llega la catástrofe.

En toda la tragedia aparece una sola figura femenina que representa a todo su sexo con la dulzura de su ser y que se convierte en el centro del círculo de hombres, de aventureros y del lector, muy inspirada en las obras de Klopstock, aunque finalmente «el estruendoso sonido de las armas se superpone al suave canto de la flauta», es decir, el autor se inclinará más por la fuerza que por la belleza, apuntando al desafortunado desenlace de la intriga.

La primera obra de Schiller se esclarece bajo los aspectos médicos, filosóficos, literarios y los efectos estéticos que acompañan su biografía personal. Schiller se ejercita en aprovechar la forma literaria como un orden de experimentación para averiguar cómo el destino del cuerpo forma el alma, y a la inversa, dentro de qué límites el alma puede gobernar el cuerpo.

Con esta obra Schiller deja centrado para su futuro el problema de la libertad. En su desesperación Karl Moor descubre un orgullo indomable porque descubre la libertad. La libertad es un misterio porque porfía con el derrumbamiento del mundo interpretado y con la desaparición de la benevolencia. Quien descubre su libertad, como lo hace Karl, en definitiva está dispuesto a asumir la responsabilidad de sus actos.

El estreno en Mannheim en enero de 1782 tuvo un éxito extraordinario aunque no se le ahorraron muchas contradicciones. El drama tuvo que resituarse en el siglo xv y se suprimieron muchos elementos a fin de ser representado en el teatro de Mannheim. A pesar de todas las censuras por parte del regidor del teatro y de los mismísimos actores, aquella obra juvenil apasionada e iconoclasta sigue aportando ayer como hoy, en esta nueva traducción, la necesidad de profundizar en el mundo interior de cada ser humano.

 

Mª R. Martí Marco

Frederick Beiser, Schiller as Philosopher: A Re-Examination, Oxford University Press, Oxford, 2005, 283 págs.

 

Gracias a la reciente conmemoración del bicentenario de la muerte de Friedrich Schiller se ha producido un pequeño y limitado rescate de su figura y su pensamiento ético y estético en el mundo angloparlante, el segundo de los cuales ha estado particularmente desatendido durante todo el siglo xx. Ha tenido que ser Frederick Beiser, uno de los mayores expertos mundiales sobre el idealismo alemán y el mejor dentro de Estados Unidos, quien recuperase a Schiller, y lo hace con un libro que a partir de ahora seguro se convertirá en referencia en el contexto angloamericano, como ya ha sucedido con alguna que otra obra suya, en especial The Fate of Reason (1987) y German Idealism (2002).

Schiller as Philosopher toma como asunto central la trayectoria filosófica de Schiller al completo, aunque buena parte de la argumentación se centra en su relación con Kant y el modo en que aquél supera el formalismo ético y el desinterés estético de éste. Todo ello lo acomete Beiser desde una perspectiva integral, mirando no sólo a los escritos schillerianos más célebres, sino también a su trabajo como historiador y crítico literario. De hecho, el libro se abre con una breve parte en la que se analiza el lugar crucial de Schiller en la filosofía europea del siglo xix, prestando especial atención a su recepción en Gran Bretaña, y refuta sólidamente algunos de los que Beiser denomina los «mitos y leyendas» sobre Schiller, tales como la afirmación de que sus ideales éticos son laxos —sobre todo en comparación con Kant— o que están basados en el puro instinto, al tiempo que se desmonta el supuesto carácter esteticista y apolítico del autor (según la interpretación marxista más clásica). Este correctivo inicial es muy necesario de cara a establecer el justo lugar del autor en la tradición alemana y europea, y constituye el punto de partida sobre el cual Beiser procede a reevaluar la obra schilleriana.

Los capítulos 1 y 2 se centran en la obra de juventud del autor alemán, hasta la publicación de Kallias, en especial en su encuentro con la filosofía kantiana y el intento de superarla mediante una estética basada en principios objetivos, una piedra de toque filosófica que hubo de quedar abandonada al cabo de los años por dificultades metodológicas que quedarían resueltas con la madurez. Ello no supone desdoro alguno para la carrera de nuestro autor; antes bien, la idea primigenia de que la belleza es forma en libertad, que es la que se mantuvo en estos años iniciales, inicia un camino fructífero de reflexión que culminará en algunas de las páginas más memorables de la estética romántica.

Los capítulos del 3 al 7, que conforman el cuerpo del libro, se focalizan sobre las ideas de gracia y dignidad y la disputa con Kant, que Beiser analiza después de refutar brevemente los tradicionales malentendidos de esta polémica. Estos capítulos describen la génesis y desarrollo de las Cartas sobre la educación estética del hombre a partir de la crisis política de la Ilustración, el republicanismo de su autor y la búsqueda de un concepto de autonomía trascendental a partir del cual se pueda construir una moral individual (pero no necesariamente individualista) con la que superar el impasse provocado por la crisis de autoridad de los últimos años del siglo xviii. Este es, según Beiser, el cometido central de las Cartas y su promoción del arte como forma ética de conocimiento no exenta de autonomía propia. Quedan unidos en esta obra el arte, por un lado, y la moral y la política, por otro.

El capítulo final está dedicado a la tragedia y a la sombra de Aristóteles sobre el autor alemán. Parte Beiser de la opinión de que los ensayos sobre la tragedia y lo sublime están entre las mejores contribuciones schillerianas a la historia de la estética, dado el doble carácter de pensador y dramaturgo del autor. La idea de la tragedia en Schiller, antagónica a otras como la de Nietzsche, descansa sobre la idea de que el conocimiento trágico pertenece al mundo nouménico del conocimiento propio y la responsabilidad, en consonancia con sus ideas de la ética literaria; y su mayor contribución reside en plantear la posibilidad de un héroe trágico inmoral, ya que lo que se admira en la tragedia no es sino el ejercicio de la libertad, librando con ello a la tragedia del rígido moralismo kantiano y abriendo el género a otras posibilidades más allá del sacrificio personal en virtud de la obligación y el deber. Beiser repasa aquí brevemente el vínculo entre lo trágico schilleriano y las nociones de lo patético y lo sublime.

Sólo resta poner de relieve el que consideramos es el gran agujero negro de este libro, a saber, la ausencia total de referencias a Sobre poesía ingenua y poesía sentimental, probablemente la obra central de la poética schilleriana. Ya sabemos que esta obra ha sido malentendida, cuando no olvidada, de manera sistemática en estudios anteriores sobre Schiller, algunos tan prestigiosos en el mundo anglosajón como los de Kerry o Pugh, y cabía esperar que recibiese aquí el digno tratamiento que requiere. Extrañamente, Beiser no le dedica ni siquiera un fragmento de un capítulo, un descuido incomprensible en un experto de su categoría, con lo que el balance final de la obra queda fatalmente mermado y sus conclusiones no dejan de ser parciales. Por lo demás, su tratamiento de Schiller es tan detallado como ajustado a la importancia del alemán como filósofo.

 

R. Miguel Alfonso

Ho Kyun, La historia de Hong Kiltong, el héroe confuciano (traducción de Chang Suniong; revisada por J. Catalán), Verbum, Madrid, 2006, 116 págs.

 

Sin duda nos encontramos en el gran momento de introducción de la literatura coreana en España. Si bien la mayor parte de las traducciones que se están realizando pertenecen al género de la poesía y a autores contemporáneos, lo cierto es que la prosa va comenzando a tener su lugar. La obra de Ho Kyun es muy importante en este sentido para la historia literaria coreana y su estudio filológico. La historia de Hong Kiltong, escrita entre el final del siglo xvi y el principio del siglo xvii constituye la primera novela elaborada en la lengua coreana autóctona, después de que el rey sabio Sejong dotara en 1443 a esta lengua de un alfabeto propio, el hangul, y diera por tanto a la literatura coreana la posibilidad de desarrollarse en un modo de escritura distinto del chino, que era el que se había venido utilizando hasta ese momento.

La novela narra los hechos excepcionales, desde el nacimiento hasta la muerte, del héroe Hong Kiltong, hijo ilegítimo de un ministro de la provincia de Choson, capaz, por su astucia y valentía, de huir de una sociedad que, dado su origen humilde, no toleraba su presencia, de abandonar a su familia y liderar una banda de ladrones y saqueadores filántropos y de, incluso, conquistar un reino, perdonando tras ello no sólo a los conquistados, a los que despedirá con honores, sino a su propia familia, algunos de cuyos miembros tan mal le habían tratado.

El autor de esta novela es Ho Kyun (1569-1618), personaje singular, nacido, al igual que el protagonista de su historia, de un matrimonio ilegítimo, por lo que se encontraba perfectamente capacitado para hablar del trato discriminatorio que estos hijos sufrían por parte de una sociedad que aceptaba la existencia de concubinas en los aposentos de sus principales figuras pero que negaba los privilegios a los hijos surgidos de estas uniones que, de este modo, o vivían bajo la protección de su padre o estaban condenados a la pobreza y la marginación. Ho Kyun, que debió superar multitud de obstáculos durante su vida para entrar en la Corte, se vio envuelto en una de las intrigas que en ésta solían tener lugar, por lo que fue condenado a la decapitación.

La historia de Hong Kiltong es una historia de logros y superación, pero también la descripción de un modo de actuar y de una filosofía de vida acorde con la virtud según el modelo confuciano. En las últimas palabras de la novela, al referirnos el autor las razones por las que la vida de Hong Kiltong merece ser recordada, no olvida sus virtudes morales, diciendo que «fueron hermosos los hechos que realizó Hong Kiltong a lo largo de su vida. Fue un varón que cumplió con todo lo que su voluntad le impuso. Aunque nacido de origen humilde, supo aplacar los resentimientos acumulados en su corazón y cumplió fielmente con el amor filial y el fraternal. También fue maravilloso el destino de su cuerpo. Algo de lo que nunca antes se tuvo noticia. Por todo ello, es necesario que las generaciones venideras conozcan su historia» (págs. 115-116).

El modelo de comportamiento y el sistema de valores impuesto por Confucio se observa, por ejemplo, en la escrupulosa observación que el protagonista hace del amor, en todo momento, al rey, a sus padres y a su hermano, a pesar de que sus circunstancias vitales le obligasen a convertirse en un bandido fuera de la ley, a abandonar a su padre y a huir de las intrigas de su hermano, que pretendía acabar con su vida. En sus últimos años, la correcta actitud del héroe se verá recompensada con el perdón y el reconocimiento por parte de todos, y la admiración más sincera.

Tampoco es casualidad que la banda de forajidos que lidera Hong Kiltong reciba de él el nombre de Sociedad para la Protección de los Pobres. El héroe, de corazón bondadoso y conocedor de las miserias y los dolores de la marginación y la escasez, se dedica a robar a los ricos para entregar los bienes recogidos a los pobres, actuando a modo de justiciero universal y criticando ferozmente actitudes como las de los funcionarios corruptos del Estado, que actuaban con displicencia y egoísmo, o la de los monjes y religiosos budistas, entregados a una vida disoluta y beneficiándose además de su situación social. Ambas figuras, la del funcionario y la del religioso que incumplen su función social, hubieron de ser bastante reconocibles en la sociedad coreana de la época, de modo que la novela se yergue no sólo como una historia apasionante de aventuras, amores y pasiones encontradas, sino como un instrumento de denuncia de una sociedad que hacía aguas y que, en ocasiones, favorecía más las desigualdades y las injusticias que los verdaderos valores.

Nos hallamos, pues, ante una figura, la del héroe, asimilable a la de los caballeros andantes y los grandes guerreros de las historias medievales y renacentistas europeas, un corazón noble y valeroso capaz de amar, de perdonar, de repartir justicia con equidad y de pretender, además de todo esto, una sociedad más justa y mejor, una muestra del modo de ser y de pensar de una sociedad que, a pesar de su lejanía en el espacio y en el tiempo, no nos resulta en absoluto extraña, una historia reveladora que ahora podemos, por fortuna, disfrutar en castellano.

 

J. A. Sanduvete

Pedro Aullón de Haro, La sublimidad y lo sublime, Verbum, Madrid, 2006, 246 págs.

 

Se ofrece en esta monografía de extraordinaria envergadura tanto una reconstrucción general del pensamiento sobre lo sublime como, finalmente, una nueva teoría acerca de esta idea central de la cultura europea y universal. Se trata de una reconstrucción en sentido global por cuanto el autor se aplica al examen de la materia desde sus orígenes, y no solo occidentales, hasta nuestro tiempo, cuando la producción de pensamiento sobre este asunto ha alcanzado una extensión prodigiosa. El sentido de globalidad también atañe, según puede verse en el propio título, a la acuñación de un concepto amplio de sublimidad capaz de subsumir lo que propiamente configura el pensamiento sobre la categoría de lo sublime, facilitándose así un marco de matices y transiciones muy importante a la hora de dar sentido pleno y efectivo a una idea muy profusa y penetrante que a lo largo de la historia de Occidente se ha desarrollado mediante un impulso de espíritu muy abarcador y consistentemente trabado. De hecho, el autor demuestra, entre otras cosas, que lo sublime es uno de los grandes lugares de la cultura occidental establecido tanto en la filosofía general como en la estética, en la retórica, en la literatura, en el arte, en la teología y, como viene a afirmar, en general en el humanismo entendido éste como la vida del espíritu.

La obra consta de tres partes y va precedida de un conveniente prefacio de circunstancias intelectuales y personales. El comienzo de la obra da razón del doble concepto de su título así como de la extensión y límites del mismo y esboza una concepción de la estructura general de la investigación que se propone advirtiendo además acerca de una esfera de lo sublime en virtud de «la capacidad de» y «en analogía con», que es el caso que mucho más adelante se observará con plenitud de sentido a la hora de estudiar el pensamiento idealista, pero que ya desde un principio se hace convincente al efectuarse una reflexión acerca de «la sublimidad originaria» desde el punto de una primera consciencia elaborada de la naturaleza como creación inaugural en el arte rupestre, la arquitectura paleolítica y los aspectos de lo mágico y lo luminoso o el mundo primitivo, lo cual el autor ya encamina a los argumentos de Vico y Herder. En líneas generales las formaciones y categorizaciones relativas a la sublimidad y lo sublime son entendidas como una «elevación», determinada como el concepto fundacional en lengua griega; una «grandeza», como principal especificación longiniana; lo «absolutamente grande», y la «fuerza» y el «poder», que son las determinaciones kantianas de inmediata referencia a lo informe, la infinitud y lo ilimitado, así como, especialmente, el «silencio», elemento muy superior, según veremos, a lo inefable, al horror e incluso a la gran dimensión de la conexión que aquí se demuestra con la catarsis trágica. Tras el estudio del pensamiento antiguo y sus implicaciones es muy relevante y novedosa —por raro que pueda aparecer— la exposición crítica de lo sublime relativo a las Sagradas Escrituras mediante la interpretación del De Doctrina Christiana de San Agustín, hasta el punto de que el autor llega a afirmar que de haberse perdido el viejo cuaderno del manuscrito de Longino, el impulso categorizador de lo sublime, bien es cierto que asentado en una base técnicamente retórica de manera paralela a la longiniana, hubiese permanecido para Occidente gracias a la impronta estética agustiniana. Argumento éste que enlazaría a comienzos del siglo xix con la poética cristiana de Chateaubriand. Asimismo es de notar la interesante recuperación que aquí se efectúa para el valor sublime de lo originario del planteamiento de Karl Jaspers acerca de los más grandes filósofos, los hombres decisivos, los fundadores de lo filosofar y los metafísicos que pensaron desde el origen, a todos los cuales reconoce el referido Jaspers, a partir de una definición de la grandeza humana de Longino como grandeza en tanto que reflejo de la totalidad del ser, de un todo universal que enfrenta al ser con él mismo y coincide con lo que de insustituible hay en el alma humana y la pretensión de un amor indistructible a todo aquello que es más grande y divino que nosotros mismos. Ahora bien, la fundamentación teórica de la futura categoría de lo sublime es planteada, como seguramente no podía ser de otro modo, a partir del Fedro platónico, texto sobre el que se realiza una estricta y minuciosa indagación interpretativa que gira en torno a las grandes cuestiones de la elevación platónica como sublimidad mediante el platonismo de la manía y su rico entorno conceptual. El estudio del texto de Longino, con fundamento igualmente filológico, ofrece con amplitud una indagación retórica que también se atiene con precisión al examen de la tradición de la teoría de los estilos desde los comienzos hasta Quintiliano y demás. Si el «silencio» era un interesante pero reducido problema adscrito por Longino a la cuestón dramática de A­yax, ahora lo que se nos plantea con gran dimensión y elementos demostrativos es la gran importancia del «silencio» no solo en la tradición oriental, budhista sobre todo, sino en la tradición contemplativa europea especialmente desde Plotino, Dionisio Areopagita y el Maestro Eckhart, Francisco de Osuna, Bernardino de Laredo, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús o Miguel de Molinos.

La segunda parte de la obra, que se inicia como final de una historia antigua y prehistoria de otra moderna avanza por la cultura del clasicismo hacia el barroco eruditamente trazada por diversos materiales críticos y poetológicos hasta la cultura propiamente del neoclásico en cuyo examen son tenidos en cuenta todos los textos importantes y todas las tradiciones europeas, es decir no solo la francesa y la alemana sino también la rusa, la italiana y la española. La gran caraterización moderna de lo sublime, que corresponde no sólo a los empiristas ingleses, o a los prerrománticos ingleses por mejor decir, pues esto alcanza hasta un poeta como Wordsworth, corresponde también a Vico, al francés Silvain y a otros muchos autores entre los cuales es recogido el argumento «antisublime» de Pope, Jonathan Swift y sus amigos, así como lo relativo a los viajeros y los libros de viaje y Goethe. Naturalmente la gran época de lo sublime es la del gran idealismo en Alemania, esto es la época de mayor densidad y penetración del pensamiento europeo, únicamente comparable al mundo antiguo griego. Mediante un gran esfuerzo de rigor y síntesis se presentan argumentadamente enlazados el desarrollo de un pensamiento categorial sobre lo sublime que ciertamente no es sólo, pese a su inmensidad, el de Kant y Schiller, Schleiermacher y Schelling, Hegel y Schopenhauer, sino también Jean Paul Richter, que ofrece un giro antitético y sustitutivo hacia el humanismo, Herder que es presentado como el representante de la postura crítica frente al dualismo kantiano separador de bello y sublime, o Mendelssohn que anticipa la «fuerza» para Kant, o Baumgarten que elabora un sublime aun retórico y racionalista en su tiempo solo superado por este último y Sulzer. Pero pese a todo, es muy importante no ya la reconstrucción desde el punto de vista de lo sublime de toda esta masa de pensamiento, sino el análisis de su proyección futura, en la propia tradición alemana de los hegelianos Vischer y Rosenkranz y otros sino, asimismo, Krause, el caso español de Milá y Fontanals y, particularmente, el del italiano Nicolò Tommaseo, mediante los cuales se explana en su complejidad y extensión una parte del pensamiento europeo comúnmente tratada de manera muy restringida, parcial o sencillamente abandonada. El futuro de las evoluciones categoriales de lo sublime, llevadas a cabo por un gran número de pensadores entre los que se encuentran Taine, Nietzsche, Santayana, Kenneth Burke, pero también Dessoir, Lipps, Neumann, Nicolaï Hartmann, Rudolf Otto... hasta alcanzar la Vanguardia histórica con Vicente Huidobro y al fin la Neovanguardia norteamericana.

En lo que sigue, la tercera parte de la obra es una exposición del pensamiento original del autor para una nueva teoría de lo sublime, la cual es conducida en la tradición idealista del lenguaje como intuición, y el neoplatonismo de la «forma viva» tomado como síntesis de bello y sublime para la naturaleza, el mundo, el ser humano, la intuición-contemplación, fuente de visión, y la razón-voluntad, fuente de fuerza y de capacidad transcendental aunque ésta no espiritualista. A partir de ahí se formula una investigación de la «universalidad» como teoría de lo sublime integradora de una adecuación entre la unidad y el todo y las proyecciones culturales y epistemológicas del saber y las disciplinas de la lógica, la retórica, la hermenéutica, el comparatismo, el derecho y otras, en orden al nuevo régimen de la globalización. No obstante, Aullón de Haro recupera la idea de «filosofía perenne» como garantía del espíritu y auténtico universalismo del reencuentro neoplatónico y la universalidad.

La obra, que es un verdadero arsenal de pensamiento, se cierra con un índice de conceptos.

 

S. Scandellari

Enrique Baena, El ser y la ficción. Teorías e imágenes críticas de la literatura, Col. «Autores, Textos y Temas. Literatura», nº 22, Anthropos Editorial, Barcelona, 2004, 286 págs.

 

El profesor Enrique Baena, que desarrolla su labor docente en el Departamento de Filología Española ii de la Universidad de Málaga, ha venido compaginando hasta ahora su tarea como investigador en los campos de la literatura, la estética y el pensamiento literarios contemporáneos, con una prolífica labor como crítico literario.

Fruto de su tarea principalmente como crítico publicó en 2004, en la Colección «Autores, Textos y Temas. Literatura» de la prestigiosa editorial Anthropos, el libro que ahora reseñamos, El ser y la ficción, una recopilación de ensayos, artículos e incluso breves notas aparecidos tanto en revistas especializadas como en algunas de las cabeceras más prestigiosas de la prensa escrita española, sin que falten las contribuciones a congresos o los capítulos de obras colectivas.

Este volumen no pretende ser sólo una mera recopilación de trabajos de difícil localización por la diversidad de publicaciones en las que en su momento aparecieron. Más bien su objetivo fundamental consiste en transmitir mediante las piezas que lo conforman las reflexiones del profesor Baena sobre el hecho literario: «tanto en lo que afecta al autor como en lo que se refiere a la motivación, el pensamiento y la figuración, es decir, todo aquello que da señas de identidad a la ficción» (pág. 7). Por esa razón nos encontramos ante una auténtica Ars poetica de la contemporaneidad, pues la mayoría de los trabajos versan sobre autores, obras y motivos de la literatura de los siglos xix y xX[[6].

Los trabajos aquí reunidos se han dispuesto en dos grupos. El primero (págs. 13-192), bajo el lema de El ser, que está constituido por los artículos (11 en total) más extensos y más densos y ricos desde el punto de vista conceptual, trata de abordar «la construcción de lo literario a través de signos y fundamentos primordiales» (pág. 7), sirviéndose para ello de autores y claves representativos. El segundo (págs. 195-283), bajo el lema de La ficción, que está integrado por 30 notas, muy breves en su mayoría, trata de aportar «perspectivas que buscan conceptualizaciones para lograr descifrar vías que permitan acceder al mundo creado de lo imaginario» (pág. 8)[7].

En El ser, ¿cuáles son los fundamentos primordiales que sustentan la creación literaria? Según la selección de artículos que conforma esta primera parte, esos fundamentos son: las figuras de la espiritualidad como signo de lo inmaterial (págs. 13-25), la metaliteratura (págs. 26-42), la estética (págs. 43-58), lo que Baena denomina «la nueva creación» (págs. 59-75), la memoria (págs. 76-91), lo absoluto (págs. 92-106), el mundo de los sueños, lo onírico (págs. 107-126), los mitos (págs. 127-153), la máscara o la poética del texto dramático (págs. 154-166), los símbolos y la alegoría (págs. 167-180) y el saber, a propósito del desencuentro entre clásicos y postmodernos (págs. 181-192).

En el primer trabajo se sostiene que la espiritualidad, que es la que permite concebir el ser, se manifiesta en el lenguaje figurado a través de las metáforas, es decir, los signos estéticos, que son superiores a otros signos por el hecho de que son los únicos inmateriales.

La metaliteratura alude a la presencia en la literatura contemporánea de la «herencia simbólica quevediana», precisándose esa herencia, entre otros, en Gabriel Celaya, Blas de Otero, Rafael Morales, José Hierro y, sobre todo, José Ángel Valente, «heredero más visible de la modernidad y poética quevediana» (pág. 28).

El tercer texto es un análisis de las ideas estéticas de Emilio Castelar, autor de una ingente obra, quien en respuesta al discurso de Echegaray en la rae dijo aquello de «No me gusta el realismo... el arte, o no es nada, o es la transformación de lo real en idealidad y la encarnación de lo ideal en la realidad y en la vida» (pág. 43).

La «nueva creación» hace algunas consideraciones sobre la relación de Nietzsche con la poesía y los poetas, base de la tragedia personal del genial filósofo, quien se sabía superior a Goethe o a Wagner pero incapaz de escribir o componer las piezas geniales de estos dos maestros.

El texto sobre la memoria repasa las características y la evolución de la narrativa que se desarrolló en España a partir de nuestras guerras coloniales en Marruecos. Se trata de un género donde convivió la tendencia antibélica de los que cuestionaban la presencia española en el Rif (sobre todo, tras los desastres militares como los de Barranco del Lobo o Annual) con los partidarios de seguir manteniendo esa presencia; o de los que mostraban una visión aciaga y totalmente objetiva de la realidad marroquí con los que aún seguían sumidos en la concepción orientalista y romántica de ese territorio.

Lo absoluto parte del análisis de tres de los poemas que pertenecen al «estado es­tético fundacional» de Cántico de Jorge Guillén, a saber, «Advenimiento», «Perfección» y «Las doce en el reloj», para demostrar la tesis de que Guillén, a partir de la doctrina de la poesía pura y de ciertas acusaciones que se le hicieron de estar instalado en el conformismo burgués, contrapone el mundo imperfecto de las sensaciones a la verdad ontológica del texto y del placer estético mediante la creación poética.

El onirismo supone un análisis de la obra del poeta José María Hinojosa interpretada desde la perspectiva de los sueños, como si de una «metafísica» del sueño se tratara. Y es que con su creación el autor da vida a una imagen ampliada, desmesurada de su vida cotidiana y normal; en él el sueño, poblado de toda clase de simbolismos, está muy cerca de la inspiración y la poesía. Y, en suma, el sueño es una fuente de creatividad para Hinojosa.

El texto sobre los mitos hace un repaso por las constantes y los temas de algunos de los principales poetas españoles exiliados en México tras la guerra civil, con el fin de delimitar lo que con justicia podríamos denominar como una «poética del exilio». Entre otros, se analiza la obra y la actitud ante el destierro de autores como Eduardo Nicol, Eugenio Imaz, León Felipe, Emilio Prados o José Moreno Villa.

En la poética del texto dramático se detiene en el análisis de las claves que hacen tan específicas la teatralidad y su poética, que podría definirse por poner el énfasis en el individuo atípico, asocial y solitario (por su incapacidad para realizarse en el ámbito social común), por eludir la realización de una acción precisa, aunque evitando la contemplación inmóvil y buscando siempre la presencia real (que la presencia dramática llegue a ser existencia) y por cons­tituir la representación dramática una auténtica metamorfosis.

La alusión a los símbolos y a la alegoría está en relación con el repaso que en este trabajo se hace de la poética de Luis Alberto de Cuenca, a partir de su inclusión en la antología de Antonio Prieto El espejo del amor y la muerte, editada en 1971.

En fin, el último texto plantea la crisis y las mutaciones que sufre en la «postmodernidad», en nuestra actual sociedad de consumo y avance tecnológico, la que supuso una de las conquistas más representativas de la «modernidad» y de la democracia, la escuela pública, esa escuela que vivía la clasicidad como herencia de la Ilustración, en la que el pasado era modelo y guía del presente, donde el saber se vinculaba con la laicidad y la transmisión de los valores humanos, siempre desde una perspectiva crítica y que determinaba su eficacia en la selección a través de valores.

Y en La ficción, ¿cómo se trata de alcanzar esas vías que conducen al imaginario del mundo creado por la literatura? Pues, por lo general, a través de las reflexiones, breves pero precisas y muy clarificadoras, vertidas en las notas a modo de reseñas que constituyen mayoritariamente los trabajos agrupados en esta segunda parte. Y decimos «reseñas», porque por las referencias que se hacen tanto en el texto como en las notas al pie, la mayoría de ellas han surgido a propósito de alguna edición o estudio reciente de la obra del autor sobre el que se habla; en otros pocos casos, se alude al contenido esencial de algún Congreso centrado sobre el autor motivo de la nota.

El elevado número de estas reseñas (30) nos impide resumir, siquiera sea brevemente, el contenido de las mismas. Vayan aquí unas pocas como botón de muestra.

Bajo el título «Inquietud gótica» (págs. 195-196), con la que se comienza el bloque de La Ficción, Baena destaca los valores de la edición crítica a cargo de Jorge García López y Carlos Clavería de las Obras completas de Berceo; Berceo, un autor que en pleno siglo xiii fue capaz de crear su propio estilo y dotar de una gran calidad a la literatura de clerecía, como anticipo de lo que después haría a mediados del xiv el Arcipreste de Hita.

«El alma del mundo» (págs. 199-200) versa sobre el significado de León Hebreo y sus Diálogos de amor, a propósito de la traducción de David Romano con introducción y notas de A. Soria Olmedo. León Hebreo, nacido en Lisboa y que se relacionó en Italia con los humanistas tras la expulsión de los judíos, elaboró un cuerpo doctrinal sincrético a partir de la fusión de medioplatonismo, aristotelismo y hermetismo. Su obra constituye aún hoy fuente de inspiración, de doctrina y de crítica.

«La restauración épica» (págs. 218-219) es una reflexión sobre lo que significó en la obra de Galdós, heredero de la antigua épica como todos los grandes novelistas contemporáneos, dos de sus Episodios nacionales, Trafalgar y Cádiz. El primero, con el que se inicia esta magna obra, supone un toque de atención a sus contemporáneos sobre lo absurdo de cualquier aspiración a pasadas glorias ante la contundente derrota de nuestra escuadra frente a los ingleses de Nelson. Este análisis de la realidad nacional se hace a través del personaje de Gabriel Araceli, una suerte de pícaro, que protagoniza el relato y que sirve de elemento de conexión de las diez novelas que constituyen la primera serie de los Episodios (que culminan con La batalla de los Arapiles), a quien vemos en Cádiz convertido de mozo con amo en burgués, como símbolo de las posibili­dades reales de ascenso social de una clase positiva. Este trabajo se redactó a propósito de la publicación de la edición crítica de las dos novelas galdosianas mencionadas, Trafalgar, por parte de Rafael del Moral, y Cádiz, a cargo de Pilar Esterán.

Como ya se ha comentado antes, algunas de las notas parecen haber surgido para ex­poner el contenido de algún Congreso celebrado, es de suponer, cerca del momento de la redacción de la misma. Es lo que o­curre, por ejemplo, con «De Dante a Joyce» (págs. 239-243) y con «Monólogo interior» (págs. 244-248).

El primer texto evoca las sesiones del ii Congreso de Literatura Española Contemporánea, celebrado en Málaga en noviembre de 1988 bajo el título «La novela del medio siglo en España». En concreto, se analiza el panorama de la novelística española en la década de los 50 del siglo pasado, cuando nuestra narrativa inició una nueva etapa en busca de la identidad española perdida, tras la traumática experiencia de la Guerra Civil y la represión y exilio de la posguerra, y de una estética nueva capaz de dar cuenta de la realidad interior de España. Un periodo en que se consolida la llamada «Generación de 1936», con Cela a la cabeza, y comienzan a producirse los primeros tanteos de una nueva generación de novelistas (Sánchez Ferlosio, Goytisolo o Aldecoa) caracterizados por su realismo objetivo, veraz y crítico.

El segundo se redactó a propósito de los estudios recogidos en Miguel Delibes. El escritor, la obra y el lector, que fue fruto del v Congreso de la Literatura Española Contemporánea, que editó Anthropos en 1992. En él se reflexiona sobre lo que supone para el creador literario la técnica del monólogo interior, uno de los métodos posibles para representar la conciencia, que constituye una de las aportaciones más importantes de la novelística del siglo xx y que se consagró con James Joyce y William Faulkner. Baena se dedica a analizar el uso que de este procedimiento hace a lo largo de su obra Miguel Delibes, el novelista español que quizás junto con Cela y Goytisolo hace un uso más magistral del mismo.

En fin, de entre los trabajos de esta segunda parte, también hay algunos que no entran en la tipología mencionada, pues no se crearon ni como reseña de una edición crítica ni como reflexión sobre los contenidos de un Congreso. Es el caso, por ejemplo, de «El mito adánico» (págs. 234-238), que constituye un repaso por la obra poé­tica de León Felipe, de quien se destaca su búsqueda del «hombre primordial» como parte de su compromiso social, como quedaba ya de manifiesto en su poema «La insignia», leído en lectura pública en el Teatro Metropolitano de Barcelona en 1938.

Como dice el profesor Baena, esta división del libro en dos partes pretende «aportar fundamentos teóricos, ontológicos, y críticos de la literatura, que den forma intensa a los modos de interpretación y exégesis» (pág. 9), que aborde no sólo el canon literario, sino también el rumbo seguido por la poética moderna en su conformación «estética, estructural, simbólica y espiritual» (ibidem).

En suma, con esta obra nos encontramos ante una apuesta atrevida e innovadora por aportar nuevos aires a la hermenéutica literaria, fruto de la inmersión del lector (que en este caso es también investigador y crítico) en la propia obra literaria para aprehender y recuperar a través de su tamiz las vivencias, los símbolos y los presupuestos estéticos en que se fundamenta toda la buena literatura.

 

C. Macías

María Borrueco (coord.), La especialización lingüística en el ámbito del turismo. Estudios lingüísticos y turismo, 1, Junta de Andalucía. Consejería de Turismo, Comercio y Deporte, Sevilla, 2006, 227 págs.

 

En el presente volumen se recopilan las aportaciones de expertos universitarios dedicados al estudio de los diversos aspectos asociados a la comunicación dentro del sector turístico. El objetivo de estudio radica en determinar las destrezas comunicativas necesarias para cada una de las profesiones que forman parte del complejo sistema turístico, y de este modo poder mejorar la formación lingüística de los discentes de las lenguas extranjeras aplicadas a esta rama del saber.

Si bien es cierto que desde la implantación de los estudios de turismo en España en los años sesenta se ha otorgado a las lenguas extranjeras el papel central que, junto a otras áreas importantes, merecen dentro de esta formación claramente multidisciplinar, el enfoque docente de carácter general, que no abordaba las necesidades específicas de este sector profesional, ha demostrado no ser el óptimo.

Debido al auge de la pragmática como paradigma de investigación lingüística con su visión funcional y multidisciplinar, y al apogeo de los enfoques comunicativos en la enseñanza de lenguas, cada vez está siendo objeto de mayor investigación, y consecuentemente también de mayor aplicación en las aulas, la docencia de lo que se conoce como «lenguas para fines específicos» o «lenguajes profesionales y académicos».

Hace 45 años Michael Halliday publicó los primeros trabajos sobre inglés para fines específicos. Debido al papel que ha desempeñado el inglés en las últimas décadas del siglo xx y que sigue desempeñando en la actualidad como lingua franca dentro del mundo profesional y académico, ha sido en esta lengua en la que han aparecido los primeros estudios sobre los lenguajes profesionales y académicos y su docencia. No obstante, desde entonces ya son numerosas las aportaciones de investigadores especializados en otras lenguas. Así, en el libro que aquí se reseña el inglés no es la única lengua objeto de reflexión, sino que también lo son la alemana y la francesa, que junto con el inglés contribuyen a la óptima formación del experto turístico.

La investigación de los lenguajes profesionales y académicos se ha abordado desde diferentes enfoques lingüísticos. Dentro del paradigma estructuralista, que establece los límites de estudio en la oración, destacan los estudios terminológicos. Por su parte, dentro del paradigma pragmático prevalecen los estudios sobre cortesía lingüística y los géneros textuales.

En la línea de lo expuesto en el párrafo anterior, en el primero de los artículos que integran el presente volumen, la autora, Inmaculada Almahano Güeto, describe la utilidad de los corpus electrónicos en la enseñanza de lenguas extranjeras aplicadas al turismo. Por un lado nos ofrece una visión general de los proyectos de compilación y estructuración de corpus que se están llevando a cabo en la actualidad en lengua alemana, con especial incidencia en aquellos útiles para los estudiantes de turismo. Por otro lado defiende la especificidad de la lengua extranjera aplicada al turismo.

Al contrario de lo que sucede en la enseñanza de las lenguas generales, para que los discentes puedan comunicarse sin trabas en su futuro contexto profesional en una lengua extranjera, no les bastará con un conocimiento suficiente del código lingüístico, sino que además deberán dominar la materia objeto de su especialidad, y ser capaces de reconocer y usar una serie de convenciones textuales propias de los géneros, tanto orales como escritos, pertenecientes a su campo. Con este fin, Almahano promulga la compilación de corpus textuales en nuestra lengua objeto de estudio, que podremos utilizar para la investigación, la preparación de material para las clases, o como base para que los alumnos descubran fenómenos lingüísticos o nueva terminología.

En el siguiente artículo, la coordinadora del libro, María Borrueco, defiende que el proceso de producción y recepción textual se fundamenta en tres sistemas conceptuales interrelacionados, a saber: el sistema de conocimientos lingüísticos, el conocimiento enciclopédico y el conocimiento interactivo. Asimismo distingue dentro de la comunicación especializada, la comunicación simétrica (entre expertos) y la asimétrica (cuando se produce entre un experto y un profano, como por ejemplo entre un gestor y un usuario del producto turístico). La autora sostiene además que puesto que los factores culturales de cada comunidad influyen en la realización lingüística, resulta imposible encontrar equivalencias semánticas. Por tanto recomienda un análisis intercultural para poder entender exactamente los conceptos culturales ajenos a la propia cultura y ordenarlos dentro del sistema específico. Borrueco termina su aportación haciendo un análisis dentro de la comunicación especializada en el ámbito turístico de los siguientes cinco niveles: el nivel social y sociolingüístico, el nivel textual, el nivel estilístico, el nivel léxico-semántico y el nivel cognitivo, para concluir subrayando la necesidad de tenerlos en cuenta en la didáctica de la lengua extranjera aplicada al turismo.

El tercer artículo, escrito por Gloria Bosch Roig, trata sobre los neologismos del alemán en el lenguaje de la publicidad turística. Mediante el análisis de un corpus de textos reales, la autora establece una tipología de los neologismos en el lenguaje de la publicidad turística. A continuación presenta las aplicaciones didácticas de su análisis. Defiende la idoneidad del uso de este tipo de textos en la clase de alemán turístico atendiendo a tres motivos: en primer lugar se trata de material auténtico, en segundo lugar, fomenta la activación del conocimiento enciclopédico y propicia un entorno afectivo y creativo ideal para el aprendizaje. Por último, el trabajo con neologismos amplía el vocabulario y los conocimientos gramaticales, ya que para parafrasear y explicar los neologismos, los alumnos deberán echar mano de su repertorio de vocabulario y estructuras gramaticales aprendidos con anterioridad. Para concluir, Bosch propone una serie de actividades prácticas relacionadas con su estudio para realizar en el aula y nos anima a ser creativos en nuestra actividad docente.

En su aportación, José Manuel Cruz Rodríguez estudia la promoción exterior de los destinos turísticos de Martinica y Tenerife desde una perspectiva lingüística. En el mensaje publicitario el publicista recurre a una serie de imágenes sobre el medio ambiente y la población de estas islas para transmitir ciertos valores que puedan hacerlas más atractivas para los turistas. A continuación se comparan las imágenes elegidas en las campañas de ambas islas, para deter­minar cuáles son las temáticas recurrentes en la promoción turística en un mercado globalizado marcado por la cada vez mayor competencia entre destinos consolidados y emergentes.

En su intervención, muy rica en ejemplos prácticos para la didáctica, Juan José Hernández Medina propone la enseñanza de estrategias de autoaprendizaje para paliar la situación de la docencia de las lenguas extranjeras aplicadas al turismo en las universidades españolas, que califica de lamentable. Concretamente el artículo trata sobre las formas de integración de estrategias de aprendizaje directas (memorización, cognitivas y de compensación) en el ámbito de la correspondencia comercial electrónica del sector turístico alemán. El autor sugiere la utilización de textos reales de correspondencia comercial electrónica del sector de los viajes en las clases de lengua para fines específicos, incluso en los primeros niveles de aprendizaje. Para ello propone una serie de actividades prácticas que se adaptan al método de aprendizaje idóneo de cada estudiante, ya que los estilos de asimilación dependen de la personalidad de cada alumno, y así mientras que unos prefieren el método visual, otros aprenden mejor con aproximaciones auditivas o kinésicas.

El siguiente artículo, escrito por Maria Rosario Martí Marco, centra su estudio en el lenguaje ecológico del sector turístico. Mediante el análisis de un corpus representativo y monolingüe, integrado por textos auténticos, redactados por especialistas en ecología y turismo sostenible, la autora ilustra el uso de la terminología y aporta informaciones relevantes desde los puntos de vista conceptual, pragmático y lingüístico. Martí recalca la importancia de abordar el tema de la formación de palabras en las clases de lenguas para fines específicos. Propone el estudio de este aspecto de la lengua desde diversas perspectivas: la innovación léxica, la composición, la derivación, la creación de nuevas expresiones idiomáticas y el uso de barbarismos. Todos estos enfo­ques están abundantemente ejemplificados en el artículo.

En el séptimo artículo Pilar Martino Alba aduce que además de las exigencias oficiales para acceder a la profesión de guía turístico, que tiene como pilares fundamentales una amplia y sólida formación humanística y un conocimiento suficiente de dos lenguas extranjeras, resulta primordial que los discentes adquieran la capacidad de transmitir la información manteniendo la atención e interés de su público, debiendo dominar para ello los recursos retóricos y discursivos pertinentes. A modo de ejemplo práctico, Martino propone la construcción de una unidad didáctica útil en torno a un recorrido histórico-monumental, encaminada a la adquisición por parte de los futuros guías profesionales de estrategias, como la búsqueda bibliográfica y la consulta de obras de referencia, o la búsqueda del hilo conductor más adecuado según el recorrido, que les ayuden a preparar otros recorridos histórico-artísticos en el desempeño futuro de su actividad laboral. Como conclusión la autora sostiene que la enseñanza de las lenguas extranjeras aplicadas al ámbito del turismo debería integrar datos de las demás disciplinas del plan de estudios de la Diplomatura, y que el docente debería aportar además el punto de vista profesional en lugar de limitarse a impartir los contenidos de un manual de DaF. Martino ve en la figura del docente un supervisor, que estimula el esfuerzo propio de los alumnos en lugar de limitarse al dictado de contenidos y que debe poseer una gran formación humanística y un conocimiento del funcionamiento interno del sector turístico, además de su formación lingüística, que por sí sola sería insuficiente.

Ángela Olivares Guillón y Mª Antonia Urquía Muñoz apuntan en el siguiente artículo cómo las nuevas profesiones, y sobre todo las relacionadas con la industria del turismo y la informática, requieren el dominio de al menos una lengua además de la propia. En este contexto el inglés se ha consolidado como lingua franca de comprensión universal. Los múltiples anglicismos del lenguaje turístico son testimonios de esta realidad. Como razones por las que la lengua inglesa ha conseguido imponerse señalan: el hecho de que su sistema flexivo sea ordenado y lógico, relativamente sencillo de aprender en comparación con otras lenguas y más adecuado para «concretar» conceptos básicos que, otras lenguas menos prácticas a la hora de ser aplicadas a la definición exacta, sencilla y fácilmente comprensible de conceptos excesivamente abstractos.

Mª Teresa Quevedo Aparicio apunta cómo por su condición de multidisciplinar, el lenguaje del turismo abarca una amplia terminología procedente de diversos campos como la geografía, la historia, la gastronomía etc., además de términos pertenecientes al léxico general y términos propios del sector turístico. La autora resalta la importancia de la terminología no sólo para la comprensión de documentos, sino también como herramienta para iniciarse en el conocimiento del área y por la información cultural que subyace a ella. El artículo ofrece además un análisis, perfectamente ejemplificado, de los procedimientos de creación lingüística, prestando especial atención a los términos culturales y a la neología como reflejo de la idiosincrasia francesa y el dinamismo del sector.

Kerstin Rohr Schrade se propone como objetivo determinar qué conocimientos y competencias profesionales son necesarias para el diseño curricular de las asignaturas de alemán como lengua extranjera en la Diplomatura de Turismo y para ello recurre a un ejemplo del sector de la restauración. Basándose en el Libro Blanco de la Titulación de Grado de Turismo, publicado por la aneca, establece los diferentes campos ocupacionales del sector turístico para determinar posteriormente mediante la realización de encuestas qué nivel de competencia lingüística se necesita en cada uno de ellos.

En el último artículo, Ana Isabel Vázquez de Francisco, a través de una gran variedad de ejemplos muy ilustrativos muestra cómo la lengua alemana recurre con mucha frecuencia a la composición, ya que goza de una capacidad de creación de palabras casi ilimitada. La autora propone recurrir a la estrategia lingüística de la paráfrasis sintáctica para que los alumnos perciban con claridad las relaciones sintácticas-semánticas que subyacen a la estructura profunda de los compuestos. Esta habilidad de paráfrasis les puede ser muy útil en aquellos casos en que no puedan recurrir a su vocabulario adquirido para superar problemas de comprensión.

Este volumen resulta muy esclarecedor para los profesores de lenguas extranjeras que impartan clase en la Diplomatura de Turismo y deseen estar al día en la investigación de la docencia del lenguaje turístico como lengua para fines específicos. Los artículos que lo integran sin duda ayudarán a enfocar la didáctica de lenguas para fines específicos mediante metodologías y objetivos diferentes a los de la enseñanza de la lengua general. Tras la lectura queda claro que en estas asignaturas se han de adaptar los objetivos a las necesidades de competencia lingüística reales del sector y para ello se nos ofrecen diversos y muy valiosos ejemplos de aplicaciones prácticas.

 

B. Lozano

Encarnación Postigo Pinazo (coord.), Investigación en traducción e interpretación: una mirada al presente, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Málaga, 2006, 530 págs.

 

La presente edición, a cargo de la profesora Encarnación Postigo Pinazo, hace un recorrido, a lo largo de ocho secciones, por el panorama actual de la disciplina de la traducción e interpretación, no sólo en su aspecto teórico sino también práctico. Una buena parte de los trabajos que componen el volumen abordan una rigurosa investigación en diversas parcelas de la disciplina y otras contribuciones aportan valiosas experiencias como aplicación didáctica a la docencia universitaria.

La sección primera, denominada «Texto y competencia traductora» comienza con el trabajo de Marco Fiola quien, partiendo del contexto concreto del Canadá actual y tras el análisis cualitativo de referencias extralingüísticas en un corpus seleccionado, expone la situación de los estudiantes universitarios de traducción; a los que se les enseña a traducir prioritariamente con vistas a la demanda laboral, dejando de lado aspectos culturales de índole general tan fundamentales para el desarrollo de la competencia traductora. El autor enfatiza el hecho de que los traductores no sólo deben poseer un buen conocimiento de la lengua de la que traducen, sino que también es recomendable estar al tanto de las noticias políticas, comerciales o tecnológicas; en definitiva, deben controlar los acontecimientos más importantes de la sociedad de la lengua origen para poder reflejarlos de forma comunicativa en la lengua término.
  En esta misma sección, Pedro José Chamizo Domínguez presenta la existencia de varias versiones de un mismo texto original, siendo todas ellas igualmente válidas, aunque incompatibles al mismo tiempo. De acuerdo con el autor, las diferencias entre las traducciones se deben principalmente a fenómenos como la sinonimia, la polisemia, la ambigüedad, los falsos amigos y la diacronía, de ahí que Chamizo se detenga en cada uno de estos fenómenos y los ilustre con diversos ejemplos. Además, añade los criterios básicos para llevar a cabo una buena traducción: 1. fidelidad textual al contenido conceptual del texto original; 2. fidelidad estilística al original; y 3. fidelidad a las características peculiares de la lengua término. Ante las distintas posibilidades de traducción de un mismo texto, Chamizo recomienda en primer lugar interpretarlo, ya que esta tarea puede clarificar la traducción posterior.

Cerrando esta primera sección, encontramos el trabajo de Isaac Barba Redondo, que se centra en la descripción de la asignatura Traducción de Textos Científicos-Técnicos, que se imparte desde 1993 en el cuarto curso de la titulación de Traducción de la Universidad de Málaga. Dada la especificidad y el carácter práctico de la asignatura, al realizar la programación, se tuvieron que delimitar los campos conceptuales por incluir, por ejemplo el mundo de la automoción. Barba expone que la gran mayoría de los traductores, en ocasiones por razones profesionales y en otras por su desconocimiento científico-técnico, carecen de la especialización requerida para llevar a cabo una traducción óptima de este tipo de textos, de ahí que en esta asignatura se potencie en los estudiantes la necesidad de mejorar no sólo sus conocimientos lingüísticos sino también sus conocimientos de campos específicos. Debido al carácter práctico de la asignatura, el autor incluye fragmentos de textos específicos del campo de la automoción para ilustrar las dificultades que su traducción plantea a los alumnos, problemas que podrían reducirse con un conocimiento más concreto, en este caso del mundo del automóvil.

En la segunda sección, «Normas, estándares y evaluación en la formación de traductores», Christina Schäffner parte de la influencia que unas normas establecidas pueden ejercer en tres campos del mundo de la traducción: las empresas traductoras, los programas de formación de traductores y la disciplina de Estudios de Traducción, centrándose especialmente en la formación que se ofrece en las universidades. Puesto que la tarea de traducir carecía de unos estándares específicos a nivel europeo, la creación de dichas normas ha venido a solventar parte del problema. En realidad, con esta regulación lo que se controla es que se ofrezca un servicio de calidad, pero esto no quiere decir que la traducción como producto sea de calidad; para muchos especialistas si los procedimientos por los que se realiza la labor traductora son de calidad, también lo será el producto final. Schäffner, centrándose en el caso concreto del Reino Unido, afirma que los programas de formación de traductores se ofrecen principalmente como cursos de postgrado para que los estudiantes ya tengan un buen nivel lingüístico avanzado y conocimientos sociales y culturales, pues son estos conocimientos los que hacen posible desarrollar la competencia traductora; no obstante, el estándar que regula este aspecto sólo hace referencia a la obtención de un título, sin especificar el nivel. En realidad, el objetivo de los programas de traducción universitarios es preparar a futuros traductores profesionales, capaces de aplicar no sólo sus conocimientos académicos sino también de cumplir con las expectativas de la empresa o del cliente para quien trabajen. Finalmente, Schäffner, partiendo de la complejidad de cumplir con unas normas establecidas, expone los distintos desafíos a los que se enfrentan los estudios de Traducción, con la esperanza de que exista más intercambio de ideas entre académicos y profesionales del campo.

Por su lado, Marcel Thelen plantea en su contribución la problemática de cómo evaluar la calidad de las traducciones, considerando en primer lugar la necesidad de partir de unos criterios objetivos, compaginados con las directrices establecidas en el marco del Espacio Europeo de Enseñanza Superior. Además, hay que tener en cuenta no sólo los aspectos prácticos sino también los teóricos, distinguiendo entre la práctica profesional y los cursos de traducción. Mientras en la práctica profesional se evalúa la traducción como un servicio, en los estudios de traducción se la contempla como un producto, evaluándose también el proceso que ha llevado al resultado final; por lo tanto, no es posible obtener un modelo único para evaluar la calidad de las traducciones, ya que la evaluación puede variar según el contexto en el que se realice la traducción. Por todo ello, Thelen hace hincapié en la necesidad de crear un Marco Europeo Común de Referencia para el campo de la traducción.

Ya en la tercera sección, «Terminología y traducción», Emilio Muñiz Castro analiza la historia y evolución de los repertorios lexicográficos específicos y técnicos en lengua española tanto en España como en Latinoamérica. Describe una de las primeras iniciativas de recopilación que partió de la Real Academia de Ciencias la cual, tras mucho tiempo y vicisitudes, consiguió elaborar un Diccionario Tecnológico Hispanoamericano, conocido años más tarde como Vocabulario Científico y Técnico. A la hora de traducir textos técnicos es indiscutible la necesidad de consultar manuales de vocabularios especializados, de ahí la importancia de una normalización terminológica que provea de uniformidad a las obras de referencias. No obstante, Muñiz denuncia la carencia de diccionarios especializados normalizados, y al mismo tiempo la falta de traductores científicos y técnicos, con los consecuentes problemas que esto acarrea para la traducción. Por ello, Muñiz aboga por una normalización desde un organismo supranacional que facilite la labor a los profesionales de este campo y que como consecuencia redunde en traducciones más útiles para los usuarios.  

Por su parte, Francisco Sánchez Benedito estudia los grados de deslexicalización de los verbos frasales, analizando el caso concreto del verbo to take off. Su objetivo no es otro que ampliar y completar la información de este tipo de verbos, así como facilitar su aprendizaje al alumnado universitario. Para su análisis, el autor defiende el uso de corpus textuales informatizados, a pesar de las posibles limitaciones que estos puedan plantear. Precisamente el corpus empleado en esta investigación ha sido el British National Corpus (bnc) procesado mediante la herramienta informática denominada WordSmith Tools. El estudio mediante esta técnica de los grados de desle­xicalización de los verbos con partícula puede clarificar sus diferentes usos en colocaciones, en preferencias o en prosodias semánticas. En el caso concreto de to take off, se observa que el verbo take pasa a convertirse en un nexo de unión, siendo la partícula off la que contiene el significado. Así, pues, el conocimiento y aprendizaje de los diferentes usos de este tipo de verbos repercute, sin duda alguna, en la exactitud de su traducción.

Adela Martínez abre la sección cuarta, «Traducción y cultura», exponiendo las dificultades para alcanzar una definición exacta del concepto cultura y su importancia en el campo de la traducción. De hecho, para ella, que se autodefine como «culturalista», la traducción es una actividad que se engloba dentro de la macrodisciplina de la cultura. Para justificar esta clasificación, comienza presentando las distintas acepciones del término cultura, especificando la problemática de hallar una definición concreta y válida. No obstante, se inclina por la definición de Casado Velarde, para quien la cultura incluye todas aquellas actividades que son distintas y contrapuestas a la naturaleza. Una vez definido el término, la autora pasa a exponer las características más importantes, así como sus funciones más esenciales, entre las que cabe mencionar la de dar sentido al mundo que nos rodea, la función social y la función psíquica, con la que se da forma a la personalidad. Asimismo, Martínez señala la ideología como elemento fundamental de la cultura, elemento que sirve al ser humano para controlar su entorno. Por todo ello, el traductor cuando lleva a cabo su labor deja reflejada su cultura en el texto de llegada, dejando de ser una actividad neutra y objetiva.

P. P. Giridhar continúa debatiendo la problemática de la intraducibilidad de determinados conceptos de una cultura a otra, en su caso concreto entre la cultura hindú y la inglesa, entre otras razones por la ine­xistencia de un término equivalente. Una posible solución, aparte de la de crear un nuevo término, es añadir una nota a pie de página que explique el significado de dicha palabra o concepto en la lengua origen. Giridhar afirma que incluso palabras o expresiones con una equivalencia idéntica pueden diferir por el componente connotativo, lo que llevaría a una traducción incorrecta, de ahí que vuelva a insistir en la inclusión de notas explicativas.

Cerrando la tercera sección, Pilar Rodríguez Reina se centra en la compleja traducción al italiano de conceptos pertenecientes a un evento cultural tan arraigado en Andalucía como es la Semana Santa. Para ello analiza un mismo texto en español e italiano sobre este tema. En realidad, no estamos ante un texto que se traduce de una lengua a otra, sino que la autora, que es una periodista española, escribe directamente en italiano sobre la Semana Santa, dejando entrever algunas imprecisiones debido a su falta de conocimiento del tema. Precisamente por la especificidad de estos textos, Reina señala que su análisis podría llevarse a cabo como actividades en la asignatura de Traducción Especializada. El punto de partida, después de su lectura, sería la tarea de documentación, para que el alumnado adquiera un conocimiento más profundo de la terminología concreta de este campo. A continuación, sería apropiado que los estudiantes elaborasen sus propios glosarios con los términos en español y sus equivalentes en italiano, para finalmente pasar a realizar el análisis de la traducción.

La sección quinta, «Corpus y traducción de textos especializados», empieza con la investigación de Lan Li sobre un corpus de traducciones de textos económicos paralelos en inglés y chino. Este estudio parte del caso concreto de Hong Kong, donde el bilingüismo y el trilingüismo son un hecho sociolingüístico. El uso de corpus de textos paralelos en el campo de la traducción tiene una doble función: primero, es una herramienta muy útil para los traductores y, segundo, sirve para analizar el proceso de traducción. En concreto, Li apunta la utilidad de los corpus para descodificar la relación semántica y sintáctica entre los componentes de un sintagma nominal. Asimismo, señala lo beneficioso que puede resultar su uso a la hora de traducir determinadas metáforas tanto en inglés como en chino, pues permite al traductor contrastar sus distintas colocaciones y lograr una traducción más exacta.

Esta sección continúa con el trabajo de Gloria Corpas Pastor y Miriam Seghiri Domínguez, que analizan los recursos documentales para la traducción de seguros turísticos. Dicho trabajo se desarrolla en el seno de un proyecto de investigación y desarrollo denominado turicor, que consiste en la compilación de un corpus multilingüe de textos turísticos procedentes de recursos electrónicos. Las autoras comienzan definiendo qué se entiende por «contrato de seguro turístico», tanto en español como en inglés, para a continuación proporcionar una serie de pautas con las que llevar a cabo una traducción que sea comprensible y que garantice los derechos fundamentales de ambas partes: aseguradora y asegurado. Para Corpas y Seghiri una traducción correcta es el resultado de una buena documentación previa, al ser muchos los recursos electrónicos a disposición del traductor (buscadores, metabuscadores, portales especializados, diccionarios online, bases de datos, etc.) tal y como queda reflejado en el trabajo.  

Cristina Tejedor Martínez y Encarnación Postigo Pinazo también se detienen en el lenguaje turístico, pero su análisis hace referencia a la terminología, a los aspectos pragmáticos y a los patrones retóricos tanto de textos ingleses como españoles, ya que una parte poco estudiada de este lenguaje es la jurídica. Tejedor y Postigo consideran que es vital el análisis de documentos de contratación de servicios antes de llevar a cabo la traducción. Por ello, a modo ilustrativo, las autoras acometen el análisis de un texto jurídico perteneciente al ámbito del turismo en inglés, a la par que comparan un texto de similares características en español. Mientras en el texto inglés es constante la repetición y la explicación, estos patrones apenas están presentes en el texto español. Asimismo, se detienen en los diferentes patrones de cortesía y actitud hacia el receptor, siendo más personal y directa en inglés que en español. Estas diferencias pragmáticas pueden plantear muchas dudas en el traductor, pues habrá de decidir si conserva los patrones del texto en la lengua origen o adaptarlos a los de la lengua de llegada; siempre debe tener en cuenta que no debe ocultar ni añadir información, de lo contrario estaría modificando la función del texto original. Así, pues Tejedor y Postigo exponen la importancia de que las empresas turísticas cuenten con profesionales cualificados que produzcan material de calidad, ya que en última instancia repercutirá en los beneficios económicos que genera el sector turístico.

La sección sexta, dedicada a la «Interpretación» la abre Roderick Jones con un trabajo sobre la situación de la Dirección General de Interpretación de la Unión Europea. Según Jones, este servicio de interpretación es el mayor del mundo en estos momentos, ya que cuenta con 500 intérpretes en plantilla, además de otra gran cantidad de intérpretes independientes. Para llegar a ser intérprete de esta institución es necesario pasar un proceso de selección y superar un examen de acreditación, cuya finalidad no es otra que garantizar la calidad de los distintos tipos de interpretaciones que deben realizar. Asimismo, Jones explica las dificultades que supuso la ampliación de la Unión Europea en 2004 para esta disciplina, con la aparición de nuevas lenguas con las que trabajar. A pesar de todos los desafíos, Jones afirma que dicha ampliación ha supuesto un gran éxito para la Dirección General de Interpretación. Igualmente, Jones expone las ventajas y desventajas del uso de las nuevas tecnologías en el campo de la interpretación. No obstante, aún quedan algunos aspectos por solventar.

Nicolás Roser Nebot continúa la sección explicando los problemas a los que se enfrentan los intérpretes, en concreto los de la combinación español y árabe, ya que esta última lengua presenta una laguna en la terminología referente a la producción científica y técnica. No obstante, Roser señala que cuando haya inexistencia de terminología, el intérprete tendrá que transmitir los conceptos de la lengua de origen adecuándolos a la terminología existente en la lengua de llegada, adquiriendo el papel de mediador lingüístico. Además, Roser establece dos puntos fundamentales en el quehacer de todo intérprete: por un lado, es necesario que disponga de un «repertorio de opciones», siendo en muchos casos el propio intérprete quien lo elabore a partir de sus conocimientos; y, por otro lado, «el horizonte de expectativas» debe prevalecer como condición en el intérprete (es decir, es aconsejable tener información de antemano sobre el trabajo asignado). Así, pues, la documentación previa y la actitud del intérprete son esenciales para que la comunicación tenga éxito.  

Este bloque lo cierra Laura Parrilla Gómez, quien ilustra la situación de la interpretación en los servicios públicos de Reino Unido. Su investigación parte del multiculturalismo de este país, en el que la diversidad de idiomas hace que los intérpretes sean unos profesionales muy demandados en diferentes entidades públicas. Parrilla expone que apenas existe formación universitaria para intérpretes del sector público (como hospitales, servicios sociales y centros de refugiados), de ahí la carencia de este tipo de especialistas, también denominados intérpretes comunitarios. Esto se suple en parte con la ayuda de voluntarios, que ejercen de mediadores lingüís­ticos, de ahí que la autora haga un recorrido por distintas asociaciones de voluntariado y organizaciones privadas que prestan servicios de intérpretes de enlace en el Reino Unido. Parrilla concluye que sería necesaria una mayor implicación de las instituciones para formar personal cualificado, ya que dicho personal no sólo debe contar con las destrezas lingüísticas sino también poseer una gran habilidad comunicativa y un respeto hacia la privacidad. A pesar de todos los obstáculos mencionados, este tipo de interpretación tiene un futuro muy prometedor, debido a los cambios sociales que se están produciendo en este país.

La sección séptima está dedicada a la «Traducción literaria». En ella, Alicia María López Márquez profundiza en la situación de este tipo de traducción en el ámbito docente, ofreciéndose como asignatura optativa en la mayoría de los casos, quedando pues relegada a los estudios de postgrado. De hecho, el presente trabajo se centra en las técnicas empleadas por Hernando de Hozes en la traducción de Triumphi, del poeta italiano Petrarca. Este traductor fue el primero en aplicar el verso endecasílabo al traducir al español esta obra de Petrarca, ya que hasta entonces siempre se había realizado en versos octosílabos. López analiza la ardua empresa de Hozes, deteniéndose en la traducción de los adjetivos, elemento fundamental y abundante en la literatura renacentista; dos son las técnicas que emplea: la eliminación y la adición de adjetivos, ya que para el traductor era importantísimo que la obra del poeta llegase a los lectores de la misma forma en la que había sido concebida.

La sección octava, «Enseñanza de lenguas y traducción», cierra la presente edición con el trabajo de Rose Moss, que presenta su experiencia como docente de lengua inglesa en el Real Colegio Complutense en la Universidad de Harvard. Para Moss la traducción es una actividad humana que nos acompaña a lo largo de la vida, siendo la emoción esencial para que los estudiantes de inglés como lengua extranjera consigan ubicarse con éxito en la cultura estadounidense. La autora se rige por el enfoque comunicativo, enseñando a los alumnos a expresarse de forma sencilla y práctica, ya que éste es el estilo por el que se caracteriza el inglés estadounidense. Asimismo, Moss insiste en la necesidad de incluir el humor, como componente emocional, en el proceso de aprendizaje no sólo en la vida diaria sino también en muchos discursos, entre ellos el académico.

A modo de conclusión, a lo largo de esta edición se puede comprobar la dedicación y el acierto de la coordinadora, la profesora Encarnación Postigo Pinazo, a la hora de presentar la situación actual no sólo de la disciplina de la traducción sino también del campo de la interpretación. Sin lugar a duda, las diversas contribuciones incluidas suponen un gran avance en la investigación en ambos ámbitos con vistas al futuro tanto por la calidad y aspectos novedosos de la investigación expuesta como por el buen hacer y el reconocido prestigio de los autores que participan en el volumen. De ahí que la obra será de gran utilidad tanto para estudiantes como investigadores que pueden encontrar en ella fuentes de documentación para su formación y un punto de partida para futuras investigaciones.

          

Mª T. Silva Ros

Lidia Taillefer de Haya (coord.), Avanzando hacia la igualdad en las Humanidades. Diputación Provincial de Málaga, 2007, 231 págs.

 

Esta obra colectiva recoge veintidós ensayos en los que se analizan desde tres perspectivas —histórica, artística y literaria— diferentes aspectos de la evolución del concepto de lo femenino y de los estereotipos asociados, así como de la lucha por la igualdad en diferentes épocas y ámbitos geográficos. En la introducción, la coordinadora, Lidia Taillefer de Haya, presenta los criterios de organización de la obra y hace un resumen de cada una de las aportaciones para aquellos lectores que sólo estén interesados en algunas de las cuestiones particulares. Dividida en cinco capítulos, dos de ellos recogen estudios históricos, el primero de carácter universal con trabajos que van desde la Antigüedad hasta el siglo xx, mientras el segundo trata el ámbito español. El tercer capítulo, dedicado a las artes, es el más breve con tan sólo tres aportaciones. El análisis de obras literarias situadas siempre en el contexto histórico en el que se produjeron, acompañado en su mayoría por una descripción de las actividades de sus creadores, ocupa los dos últimos. De ellos, el cuarto recoge estudios sobre literatura anglosajona y el último, ensayos referidos a obras españolas.

Muchos de los estudios de género suelen construirse a partir de dos perspectivas que son complementarias pero que no siempre aparecen de forma conjunta. Por un lado, se puede poner de relieve alguno de los instrumentos ideológicos que la sociedad patriarcal ha elaborado en algún momento de la historia para someter o para mantener la subordinación de la mujer al varón, plasmándolos en imposiciones materiales y psicológicas. Por otro, se puede adoptar como objeto de estudio la lucha de las mujeres para contrarrestar los imperativos sociales, o bien los logros conseguidos en diferentes contextos. Es el caso de la obra que aquí comentamos, en la que muchos de los análisis toman como punto de partida una de estas dos grandes tendencias, si bien algunos de ellos conjugan ambos puntos de vista.

Entre estos últimos hallamos el titulado «Mujeres ascetas en la tradición paulina del siglo ii: ¿vergüenza social o ruptura con una identidad asignada?» de Elisa Estévez López. En él se ponen de manifiesto las contradicciones de la Iglesia primitiva ante las actividades y comportamiento femeninos en las primeras comunidades. Por un lado, se encontraban las agrupaciones paulinas y los escritos que emanaban de ellas, que seguían la tendencia a la igualdad de la doctrina y potenciaban la aportación de las mujeres al desarrollo del cristianismo. En este sentido, la autora analiza los Hechos de Pablo y Tecla, texto en el que desde una perspectiva ginecéntrica se describen las actividades de esta mujer itinerante que se opone al orden establecido y difunde con su palabra y sus obras la doctrina cristiana. Como contrapunto, los escritos deuteropaulinos, eslabón fundamental entre los modelos sociales romano y medieval, que pretendían el sometimiento absoluto de la mujer al poder patriarcal y reproducían la ideología imperante fuera de las comunidades cristianas. Esta visión, que se impuso finalmente, consolidó la desigualdad y la reclusión de la mujer en el ámbito privado, así como la paradoja por la que la mujer es a la vez sujeto de actos emancipatorios vergonzosos y objeto bajo la suprema autoridad del varón.

En otros contextos histórico-sociales, el estudio de Mª Jesús Nadales Álvarez, «La mujer musulmana, la gran desconocida», señala la oposición entre la vida cotidiana de las mujeres musulmanas y los avances teóricos recogidos en El Corán en cuanto a sus derechos civiles, sociales y económicos, y estudia en especial la vida de las mujeres andalusíes, quienes tan sólo excepcionalmente escaparon a la reclusión y pudieron ejercer trabajos remunerados. En una segunda parte, hace referencia a la lucha de las mujeres musulmanas en la actualidad, dificultada no solamente por los férreos planteamientos de la sociedad musulmana patriarcal, sino también por la falsa imagen que el mundo occidental tiene de aquélla al adoptar una perspectiva colonialista y por la división irreductible de las feministas en tres campos, islámico, musulmán y laico.

Por fin, y en el campo del análisis de ficciones, en el ensayo «Malena es un nombre de tango: Mujeres en la encrucijada de la feminidad», Ana Mª Cabello García pone de relieve la reflexión que hace Grandes sobre la historia reciente de España y su influencia sobre la vida de las mujeres tras describir el enfrentamiento de los dos modelos culturales femeninos en torno a los que gira la novela. Uno de ellos, perfectamente homogéneo y adaptado a las normas sociales, está representado por mujeres bellas y sumisas aunque con un fondo siniestro; el otro es asumido por mujeres heterodoxas y libres que hallan en soledad su identidad pero se encuentran igualmente sometidas por la encorsetada sociedad franquista.

Dentro del primer tipo de estudios al que aludíamos, los que se centran en la descripción de alguno de los componentes o comportamientos del modelo patriarcal, encontramos el trabajo de Mónica López Soler, «Manifestaciones de la discriminación social de la mujer a través de la indumentaria: la velación y la división de géneros en la Edad Media». En él se expone cómo, desde perspectivas opuestas, la cristiana, que imponía el recato y la sumisión absoluta de la mujer, ser esencialmente pecaminoso, y la laica, que implantaba modas extravagantes para mostrar las diferencias sociales, se ha obligado durante siglos a la mujer medieval y a sus herederas a unos usos vestimentarios que han señalado su sometimiento, les han impedido ejercer labores que no fueran las procreadoras y domésticas, y las han mantenido fuera de la esfera pública.

Por su parte, Eva Mª Mendoza García, en «Desigualdades sociales de las mujeres en la tercera edad: el hospital de inválidas en Málaga», describe cómo nuestra sociedad patriarcal, bajo la influencia del cristianismo y del Derecho Romano, ha marginado de forma especial hasta bien entrado el siglo xx a las mujeres viudas, que no se hallaban ya bajo la tutela masculina, así como a las ancianas con graves disminuciones físicas; y cómo los graves problemas sanitarios y económicos que de esta situación se derivaban eran tan sólo en ocasiones paliados por instituciones benéficas como el Hospital de Inválidas de Málaga, cuya azarosa historia traza.

La aportación de Eva Mª Sotomayor Morales al estudio de la discriminación femenina en nuestro país, en este caso socio-laboral, titulada «El trabajo a domicilio: «Mujeres de la calle», entre las oportunidades y los deseos», destaca el carácter complementario de las actividades productiva y reproductiva en las mujeres que se encuentran en la parte más baja de la escala cultural en ciertas zonas, y el cambio que con la edad y las obligaciones familiares se opera en el modelo laboral, al pasar del trabajo en el taller al trabajo en el propio hogar, con una disminución salarial, una situación laboral precaria y un aumento de los riesgos para su salud.

El análisis del relato autobiográfico de la esposa de Luis Buñuel, «Jeanne Rucar: la otra cara de Luis Buñuel», llevado a cabo por Antonio Jiménez Pérez, muestra, por un lado, la capacidad de algunos hombres para anular la vida social y aun personal de sus esposas, por otro, la paradójica sumisión de muchas mujeres en nombre del amor y la fidelidad.

Los textos que presentan las reivindicaciones, las acciones en pos de la igualdad y los logros femeninos son mayoría. Entre ellos se encuentra la aportación de Elvira Asencio Luna, «La odisea de la igualdad». Se trata de una breve presentación de las actividades de la Fundación Andaluza Fondo de Formación y Empleo, que pretende ayudar a las mujeres a alcanzar la igualdad real tras la consecución de la igualdad teórica y formal en los ámbitos político y económico. La autora insiste en el valor que en la pugna por conseguir comportamientos igualitarios y no sexistas adquieren las Técnicas de Márketing Social como medio de sensibilización y cambio de mentalidades.

El trabajo bien documentado y rico en testimonios de Beatriz Caballero Mesonero, «Mujeres indisciplinadas: Trabajo y conflictividad laboral en Valladolid (1959-1977)», describe la habitual discriminación laboral de la mujer en el tardo franquismo puestos inadecuados para su cualificación, imposibilidad de ascenso, trato paternalista o vejatorio—, respaldada por la legislación y la costumbre, así como las luchas reivindicativas de una minoría que encontraron como respuesta el despido y la posterior dificultad para encontrar un nuevo puesto de trabajo.

Jordi Luengo López nos propone en «Redención: Una revista feminista en pro de la igualdad entre los sexos» un repaso a la irregular y efímera existencia de esta publicación, que, desde presupuestos anarco-sindicalistas, pretendía conseguir la igualdad femenina social y política partiendo de la educación de las mujeres. Sus redactoras propugnaban un feminismo basado en la completa asunción de la feminidad en igualdad, que debía suplir la falta de iniciativa de las mujeres intelectuales en España, al que llamaron «Feminismo Puro». Sus propuestas encontraron poco eco, pero sí respuestas de la prensa católica, que hacía llamadas para que mujeres cultas y piadosas educasen a las mujeres y dirigiesen los movimientos femeninos, y favorecía la aparición de publicaciones que las mantuviesen en el estado de sometimiento intelectual y social en el que seguían viviendo.

Frente a la literatura escrita exclusivamente para mujeres, subproducto cultural que permitía su control, también Unamuno reivindicó, como destaca J. Óscar Carrascosa Tinoco en «La mujer lectora en los cuentos de Unamuno: Un icono de moder­nidad», la igualdad cultural de aquéllas como elemento fundamental de su concepto de feminismo, en contradicción, al menos aparente, con la idea tradicional unamuniana de la mujer como núcleo de la familia que se nos ofrece en la mayor parte de sus obras.

La literatura de ficción del siglo xx posee no pocos textos en los que de forma más o menos clara se expresa el deseo de liberación de la mujer frente a las trabas ideológicas del patriarcado. Es el caso de la obra de Michèle Roberts estudiado por Mª Soraya García Sánchez en «The Book of Mrs Noah / El libro de la Señora Noé: Personajes femeninos, unión de opuestos», quien analiza cómo las historias de mujeres hechas por mujeres de este relato fabuloso y fragmentado pretenden reescribir la Historia femenina, trastocando el mito del hombre dilecto del dios cristiano y de su estrecha relación discursiva, y redefiniendo la figura monolítica de la Virgen María, quien deviene madre de la palabra.

Por su parte, muchas escritoras afroamericanas contemporáneas recuperan en sus obras la memoria de sus antepasadas tras la diáspora y reclaman la igualdad sobre la base de la dignidad reconquistada. Como nos dice Silvia Pilar Castro Borrego en su ensayo «Revisión en pos de la igualdad: las escritoras afroamericanas», se hacen eco de las voces silenciadas pertenecientes a mujeres que fueron consideradas simples objetos de placer o hembras reproductoras, seres inferiores que, como los varones negros, quedaron excluidos de la historia oficial y cuyos derechos no fueron contemplados ni por las feministas blancas ni por algunos de los movimientos negros.

Al comienzo de su ensayo «La “reconstrucción” del avance hacia la igualdad desde los orígenes de la literatura norteamericana», Mª Dolores Narbona Carrión hace explícita una reivindicación tácita que encontramos en otras aportaciones de este volumen: el estudio de la literatura puede ser un complemento válido de los estudios históricos sobre las mujeres, y nos ofrece como muestra varios botones. Así, se hace eco de la supremacía mítica y cotidiana transmitida por las tradiciones orales de la que gozaron las mujeres amerindias, de la valentía de las primeras mujeres que via­jaron desde Europa, algunas de las cuales dejaron constancia escrita de sus sufrimientos, así como de la capacidad intelectual de muchas literatas decimonónicas, algunas de ellas capaces de sobresalir en géneros, como la poesía y el teatro, que habitualmente se consideraban propios de hombres.

En «El género epistolar entre las Bluestockings y su traducción», Rosa Mª Muñoz Luna nos da a conocer a un grupo de mujeres relativamente heterogéneo desde el punto de vista social. Literatas, traductoras, lingüistas o críticas literarias, ávidas de cultura, amistad, independencia e igualdad, estas mujeres del siglo de las Luces hicieron de las cartas un medio de comunicación ágil y maleable que les permitía intercambiar ideas, exponer opiniones o describir sentimientos.

Ya en el ámbito de la creación artística, Raquel Ruiz García destaca los logros de la guionista Akins, en el ensayo titulado «Superando las barreras de la desigualdad: Zöe Akins y las mujeres guionistas en Hollywood en la década de 1930». Esta cineasta rechazó el arquetipo femenino imperante en el medio, con el que no podían sentirse identificadas las mujeres pues se trataba de una mujer pasiva, recluida en el hogar, que daba lugar a personajes planos y sin importancia en los guiones. En su lugar, propuso seres de ficción coherentes y perfectamente elaborados que ocuparon el papel central de sus películas, mujeres independientes y activas que cautivaron al público femenino.

Mª Teresa Méndez Baiges, en «La estrategia del camuflaje en el arte de las mujeres», estudia cómo, desde posturas claramente feministas o no, algunas artistas, gracias a la mimetización con el entorno social y la fusión con la Naturaleza y el universo, han puesto en entredicho el papel otorgado a la mujer y a su cuerpo en la sociedad moderna y postmoderna y a su representación estereotipada emanada de la Doxa.

La descripción objetiva de fuentes históricas en la que se dibuja someramente una situación social o el perfil de una personalidad y que puede dar lugar a nuevos trabajos deductivos fundamenta dos de los ensayos recogidos en esta obra. En el de Teresa Conejo Postigo y Mª Eloisa Puertollano Cañadas, «La presencia femenina en el Catastro de Ensenada de Álora», se revisan los datos recogidos en el Catastro del ministro de Felipe VI, cuya finalidad era meramente fiscal. Las autoras observan que las mujeres son minoría y que muchas de ellas se hallan como propietarias de casas o de fincas, en general pequeñas, mientras que tan sólo se menciona a una profesional poseedora de un título oficial de partera; respecto al estado civil, las solas menciones de soltera o viuda hablan de la absoluta subordinación de la casada a su esposo.

Como resultado inicial de una investigación sobre una notable mujer malagueña, la contribución de Matilde Torres López, titulada «Emilia Rebollo de Fort: una artista desconocida», sitúa social y cronológicamente a la artista, y enumera sus actividades así como los innumerables premios que recibió, especialmente en el extranjero.

Otros dos ensayos, ambos muy bien documentados, aportan revisiones críticas sobre ciertos aspectos relacionados con el feminismo.

Mª Isabel Navas Ocaña, en «Lecturas feministas de la épica y el romancero», presenta los diferentes puntos de vista, desde el realismo hasta el feminismo, adoptados por los estudiosos que han analizado los personajes femeninos en el ciclo cidiano y en los romances, lo que permite observar desde diferentes perspectivas, muchas de ellas complementarias, el papel de la mujer como personaje literario, como transmi­sora y quizá creadora, poniendo especial énfasis en las funciones de los personajes femeninos en relación con la construcción de los arquetipos masculinos y de los estereotipos que se asociaban al sexo femenino en la época.

Por su parte, Carlos Ortiz de Landázuri, en el ensayo titulado «El destino de la mujer intelectual en la reforma del estado: ¿Clase subalterna o vanguardia contracultural?» recupera las diferentes ópticas desde las que se ha analizado el papel de la mujer intelectual en la constitución y reforma del llamado Estado del Bienestar, y pone especialmente de relieve los interrogantes surgidos con los estudios postcoloniales y las diferencias entre el feminismo radical y el feminismo llamado de segunda generación.

Podemos concluir que, pese a la heterogeneidad de los ensayos que conforman esta obra, encontramos en él trabajos muy interesantes tanto desde el punto de vista de la compilación y revisión de conocimientos como desde el de la apertura de nuevos horizontes, por lo que puede ser de gran utilidad para quienes quieran iniciarse en los estudios de género. Tan sólo debemos lamentar que la aportación que abre el volumen, «Mujeres en la historia» de Ana Herrera Barba, sea excesivamente somera y reductora, especialmente para
algunas épocas como por ejemplo la medieval, y que, pese a trabajar con una notable cantidad de información, carezca del rigor que sería deseable en una publicación de este tipo.

 

C. Cortés Zaborras


 

[1] Le Jeu d’Adan [El Juego de Adán], spicum, Málaga, 1994; G. de Lorris, Le Roman de la Rose, spicum, Málaga, 1984; algunas de ellas en colaboración con M. Á. García Peinado: Le chevalier au Barisel. El caballero del barrilete, Analecta Malacitana, Málaga, 2003; Rutebeuf, La Vie de Sainte Marie L’Egyptienne [Vida de Santa María Egipciaca], Universidad de Córdoba, 2006.

[2] La Chanson de Roland [El Cantar de Roldán], spicum, Málaga, 1999.

[3] Turoldo, Cantar de Roldán, edición bilingüe (traducción, prólogo y notas de Á. Crespo), Seix Barral, Barcelona, 1983.

[4] P. Valéry, «Variations sur les Bucoliques», en Oeuvres, i, La Pléiade, París, 1957.

[5] Arcaísmo que Luis Cortés Vázquez había utilizado en la misma laisse pero para introducir las palabras del emperador: «Mis Francos caballeros, diz el emperador Carlos», El Cantar de Roldán, edición del ms. de Oxford (versión española, notas y apéndices de L. Cortés Vázquez), Salamanca, 1975. Ángel Crespo, para traducir el verso que tratamos aquí, también se valió de un añadido con el que hizo explícita una presuposición: «“Sea mi padrastro, el noble Ganelón”, / dice Roldán [...]»; mientras Juan Victorio usó el verbo introductorio precedido del adverbio «allí», fórmula que aparece a menudo en su texto y que resulta generalmente forzada: «Allí dice Roldán: “Ganelón, mi padrastro”» (Cantar de Roldán, edición y traducción de J. Victorio), Cátedra, Madrid, 1983.

[6] Al lector, sin duda, puede extrañarle el hecho de que no se indique en ningún caso el medio o la obra en que fueron publicados estos trabajos. La razón concreta es que, como se dice en el prólogo (pág. 7): «el título del volumen, el ser y la ficción, y el subtítulo, teorías e imágenes críticas de la literatura, son la expresión sintética de una temática unitaria»; dicho de otra manera, el objetivo principal ha sido transmitir idea de unidad, como si la recopilación fuera un todo unitario y cada artículo o nota una pieza de ese todo, por lo que parece accesorio saber exactamente dónde apareció o se publicó tal o cual trabajo.

[7] Como señala el profesor Baena, la parte del ser se enfrenta a la creación literaria como hecho integral, mientras que la ficción da cuenta de las claves que sustentan la recepción de las obras independientemente del tiempo de sus autores.