La teoría de la visión en el Comentario al Timeo de Calcidio

 

Ferrán Mir Sabaté

(ferran.mir@upf.edu)

universitat pompeu fabra

 

 

Resumen

En los capítulos finales (236-267) de la primera parte del Comentario al Timeo, Calcidio hace un largo excurso sobre los sentidos, primordialmente el de la visión, en el que no se limita a explicar la teoría platónica, sino que expone las opiniones de otros autores.

 

Abstract

In the final chapters (236-267) of his Timaeus’ Commentary, Chalcidius exposes the platonic theories on the senses, especially vision. The author also righly explains the theories of other philosophical schools, as atomists, peripathetics, geometers, stoics, and so.

 

Palabras clave

Calcidio

Platón

Luz

Visión

Timeo

Neoplatonismo

 

 

Key words

Chalcidius

Plato

Light

Vision

Thimaeus

Neoplatonism

 

AnMal Electrónica 27 (2009)

ISSN 1697-4239

 

 

La influencia del platonismo en la historia de la cultura medieval no parece haber sido estudiada todavía en profundidad. Raymond Klibansky (1939), en un librito ya clásico, establecía un programa de trabajo del que poco se ha llevado a cabo. El propio Klibansky, unos años más tarde, publicaba un artículo sobre la influencia de Parménides y, simultáneamente, iniciaba la edición del Corpus Platonicum Medii Aevi, dentro del cual se publicó en 1962 la edición de la Traducción y el Comentario del Timeo de Calcidio editado por J. H. Waszink. Otros autores han seguido este programa de trabajo que sigue inconcluso, por lo que no existe un trabajo final de síntesis sobre el tema. Refiriéndose a Calcidio, Gersh afirma: «The influence of the most important translator and commentator of Plato’s Timaeus has never been mapped in detail by a single scholar» (1986: 421, n. 2).

 

 

CALCIDIO

 

El Timeo parece haber sido casi el único diálogo de Platón que circuló durante la Edad Media, debido, entre otras cosas, a la difusión que tuvo la traducción y el comentario escritos por Calcidio. Poco o nada sabemos sobre este autor. Los distintos críticos lo sitúan en diferentes épocas: desde Gilson (1965: 116), que lo hace a finales del siglo III o principios del IV, hasta Waszink (1962: xv), quien lo llega a situar en el siglo V, pasando por van Winden (1959: 2) que lo sitúa a mediados del siglo IV.

La única pista para la datación es la epístola introductoria —existente en abundantes manuscritos—, en la que hay una dedicatoria a Osio[1], probablemente el obispo de Córdoba que tuvo un papel relevante en los concilios de Nicea (325) y Serdica (343), por lo que cabe suponer que la obra fue escrita entre dichas fechas. Waszink opone a esta hipótesis dos razones de peso: a) Calcidio no es citado por Isidoro de Sevilla en sus repertorios de autores, en los que no falta ningún autor hispano (1962: xiii-xiv); b) el estilo lingüístico se corresponde mejor con una fecha más tardía (1962: xiv-xv) y con el norte de Italia.

Sin embargo, Dillon (1977: 402), frente a ambos argumentos que no son concluyentes, señala que el hecho de que no lo cite Isidoro sólo significa que no lo conocía, y los argumentos lingüísticos se contrapesan al considerar los contenidos. Moreschini, en la última edición importante de la obra, afirma que «ci sembra inevitabile ammettere di non possedere elementi concreti e plausibili circa la identificacione dei personaggi di Calcidio e di Osio», y que la única datación posible sólo puede realizarse a través del contenido filosófico de la obra (2003: xv).

Ello hace que sea relevante el posicionamiento ideológico y filosófico de Calcidio: ¿era o no era cristiano?, ¿era neoplatónico o medioplatónico? Los críticos suelen coincidir en afirmar el cristianismo de Calcidio, aunque todos ellos apuntan ciertas heterodoxias del autor: «it must be said that he wears his faith lightly» (Dillon 1977: 403); «En modo alguno se puede dudar que Calcidio haya sido cristiano» (Gilson 1965: 116); «bissogna osservare che Calcidio cita quasi exclusivamente testi dell’Antico Testamento, e mai testi cristiani» (Moreschini 2003: xxxi); «Chalcidius in his commentary reveals himself to be well versed in biblical exegesis and judaeo-christian controversy, but a closer disciple of Philo Judaeus than of christian teachers» (Stahl 1959: 121).

La cuestión del medioplatonismo o neoplatonismo es más controvertida. Veamos algunas opiniones: «Such a conclusion certainly permits the hypothesis that Calcidius’ entire account of the higher and lower soul is Neoplatonic; although at this point we are no longer in the realm of demonstrable certainty» (Gersh 1986: 492); en opinión de Moreschini, «Composto quasi sicuramente, comme si è deto, entro il quarto secolo d. C., esso appare interessato, per la massima parte, ad un platonismo antiquato rispetto ai suoi tempi, i quali avrebbero dovuto essere rivolti allora al contemporáneo platonismo di Porfirio, che era divenuto, come gli studiosi da Courcelle a Hadot hanno dimostrato, il tipo di platonismo corrente nel mondo occidentale» (2003: xvii); según Macías Villalobos, «en vez de partir del neoplatonismo, que era la versión de la filosofía platónica dominante en su tiempo, Calcidio prefiere tomar como referente una filosofía ya anticuada, el medioplatonismo, que se desarrolló entre los siglos I a. C. y comienzos del II d. C.» (2005: 167); para Klibansky, «The outstanding instance, however, of the survival of an older phase of Platonism is given in Chalcidius’ commentary on the Thimaeus. This exposition, the standard exegesis of a Platonic text, widely read from Eurigena’s time, reproduces in a Latin form the substance of a Greek exegesis arising out of a philosophy which in some ways leads to, in many others widely differs from, Neoplatonism» (1939: 27).

Parece, pues, que Calcidio representa más bien una tradición medioplatónica, aunque no carece de elementos neoplatónicos. En este sentido es interesante subrayar que mientras algunos autores defienden la influencia de Porfirio en la obra de Calcidio (y por tanto defienden su neoplatonismo), otros relativizan dicha influencia o, simplemente, no la consideran importante.

 

 

LA TRADUCCIÓN Y EL COMENTARIO AL TIMEO

 

La Traducción que hace Calcidio del Timeo no es completa: sólo va desde el inicio, 17a, hasta 53c. Es decir, traduce aproximadamente la mitad, ya que el diálogo termina en 92c. Deja sin traducir todo el tratado sobre el hombre y los animales (69b hasta el final) y la explicación de la estructura de los elementos y sus cualidades sensibles (53c-69a). La traducción no es fidedigna, sino que da mayor importancia a la forma literaria (Moreschini 2003: lxxxi).

El Comentario está escrito con un estilo muy cuidado, buscando incluso el preciosismo, y con un léxico escogido y refinado. La obra se divide en 355 capítulos y su estructura (siguiendo a Waszink 1962: xxix y ss.) es como sigue:

 

Los capítulos 1 a 7 son una exposición de motivos del Comentario. El resto puede dividirse en dos partes:

— Primera (8-267)

— La constitución del mundo (8-118)

8-25: sobre la constitución del cuerpo del mundo (31c-32c Timeo)

26-55: sobre la constitución del alma del mundo (34b-36b Timeo)

56-97: armonía entre alma y cuerpo del mundo; incluye un excurso sobre las estrellas fijas y errantes (59-91) (36b-d Timeo)

98-104: movimientos celestes

105-118: acción del tiempo

— El estado del mundo después de su constitución (119-267)

119: prefacio

120-121: estrellas fijas

122-123: tierra

124-126: estrellas errantes (planetas)

127-136: seres invisibles (demonios)

137-267: animales mortales

137-141: creación de los animales y de los humanos

142-190: excurso sobre el destino

191-199: sobre las leyes inexorables

201-267: sobre el correcto género humano

— Segunda (268-355): Tratado sobre la materia (silva)

268-274: Introducción

275-301: Doxografía copiosa

302-307: Principios que actúan en el universo

308-320: Sobre la materia

321-355: Interpretación platónica (49a-53c Timeo)

 

En muchos pasajes no se limita Calcidio a glosar las ideas de Platón, sino que también expone las de otros autores, sobre todo de estoicos y peripatéticos, como ya tendremos ocasión de comprobar en el tema de la visión.

Tanto la Traducción como el Comentario, aunque algo menos este último, debieron de tener una notable difusión durante toda la Edad Media. Lo atestigua el gran número de manuscritos existentes en bibliotecas y archivos. Como dice Klibansky,

 

This dialogue [Timaeus], or rather its first part, was studied and quoted throughout the Middle Ages, and there was hardly a mediaeval library of any standing which had not a copy of Chalcidius’ version and sometimes also a copy of the fragment translated by Cicero (1939: 28).

 

A partir de la relación de manuscritos aportada por Waszink (1962: cvii-cxxxi), puede establecerse este resumen de los manuscritos conservados[2]:

 

Siglo

Epístola

Timeo 1

Timeo 2

Calc 1

Calc 2

IX

3

4

4

3

3

X

3

4

3

3

2

XI

21

21

22

18

17

XII

40

42

42

7

7

XIII

15

16

15

3

3

XIV

9

10

10

5

5

XV

24

24

24

18

18

XVI

3

3

2

1

1

TOTALES

118

124

122

58

56

 

 

En 1520 se publicó la edición princeps a cargo de Agustín Justiniano Genuensi en Milán, y se hicieron nuevas ediciones en 1569, en 1617 (corregida y ampliada por Hugo Grocio en 1648), en 1718 y en 1867. La sexta edición, a cargo de J. Wrobel, es la edición de Teubner de 1867. Finalmente, Waszink ha realizado la edición (hasta ahora definitiva), dentro de la colección Plato Latinus dirigida por R. Klibansky.

Las fuentes citadas directamente (Gersch 1986: 425 y ss.) en el texto del Comentario son las siguientes:

1. Platón: Teeteto, Parménides, Fedro, Teagis (apócrifo), República, Leyes, Eutidemo, Banquete y Epinomis (apócrifo).

2. Aristóteles: Física, Meteoros (reflexión de la luz), De anima, De somno (imágenes soñadas), De partibus animalium.

3. Filón el Judío: De opificio mundi.

4. Numenio: de alguna obra hoy desconocida.

5. Orígenes: Comentario del Génesis.

Cabe suponer, además, que Calcidio utilizó otras fuentes que no están expresamente citadas en el texto (Gersch 1986: 430 y ss.), de las cuales podemos destacar:

1. Adrasto, filósofo peripatético: Comentario del Timeo (sólo lo conocemos por Teón de Esmirna).

2. Porfirio: Comentario del Timeo.

 

 

LA TEORÍA DE LA VISIÓN EN EL TIMEO Y EN LA TRADUCCIÓN

 

La teoría de la visión desarrollada por Platón en el Timeo se encuentra en los pasajes 45b a 47c, con un excurso sobre los colores en 67c-68d. Este excurso no fue traducido por Calcidio, ya que se halla después del punto en que dio por finalizada la traducción.

El original griego se inicia con un pasaje (45b-d) bastante oscuro (Bakhouche 2005: 1-3), que Calcidio traduce tan libremente que llega a desnaturalizar su sentido. En efecto, la utilización de calcos semánticos (traducir φωσφρα por luciferi), la introducción de una noción de corporeidad aplicada a la luz, la omisión de la única reflexión vagamente geométrica del texto griego, etc., hacen que se pueda decir con Bakhouche:

 

Nous avons là un bel exemple de la technique de traduction de Calcidius qui transpose plus qu’il ne traduit, tantôt contractant, tantôt dilatant le texte grec qu’il déforme en outre par l’insertion de subordination ou de compléments qui en dénaturent, au bout de compte, le sens (2005: 4).

 

La teoría de la visión desarrollada por Platón en el Timeo sostiene que se combina un rayo visual emanado del ojo, por afinidad, con un rayo de luz emanado del sol (del fuego); y que este combinado se refleja al encontrarse con la luz de los objetos, volviendo al ojo. Como Platón no se extiende demasiado en la explicación, quedan bastantes cuestiones en el aire. Por ejemplo, saber dónde se encuentran el rayo visual y la luz del objeto, si en su superficie, a medio camino; o por qué el rayo visual hace un giro de 180º para volver al ojo. Es posible, como dice Bakhouche (2005: 6), que Platón no se haya detenido en estas simplezas porque lo importante, para él, no era describir el mecanismo de la visión, sino dejar sentado que el papel fundamental en la visión no lo desempeña el ojo sino el alma.

Los filósofos posteriores a Platón tenderán a una neta separación entre los ejes psicológico y fisiológico (óptico) de la visión, olvidando la dimensión teleológica que Platón le asignaba.

 

 

LA TEORÍA DE LA VISIÓN EN EL COMENTARIO

 

Calcidio desarrolla la teoría de la visión en los capítulos 236 a 267 de su Comentario. No se limita a exponer o ampliar las ideas de Platón, sino que además da amplias explicaciones de las ideas y opiniones de otras escuelas filosóficas. Se expone a continuación, esquemáticamente, el desarrollo de dicha teoría en el Comentario:

 

236

Introducción. Teoría epicúreo-atomista de la visión: emisión de imágenes corpóreas por parte de la materia.

237

Teoría de la visión de Heráclito y de los estoicos: tensión natural del espíritu en forma de cono con vértice en el interior del ojo.

238

Teoría geométrica de la visión: emisión del rayo rectilíneo con movimientos circulares de los ojos. También la atribuye a los peripatéticos, pero no parece fundamentada, ya que esta teoría no se encuentra en Aristóteles, y Alejandro de Afrodisia la rechaza explícitamente[3].

239

Visiones directa (fase), refleja (anafase) y refractada (parafase). La reflexión en los espejos: la inversión de derecha e izquierda. Importancia de los ángulos de incidencia.

240

Espejos cilíndricos cóncavos. Si son verticales: entrecruzamiento de rayos, corrección de la inversión derecha/izquierda. Si son horizontales: imágenes cabeza abajo.

241

Combinación de espejos: posibilidad de ver nuestra espalda con dos espejos, movimiento por todas partes de los rayos visuales. Espejos semiesféricos cóncavos: empequeñecimiento de la imagen.

242

Parafase: no parece explicar el fenómeno de la refracción, sino el de una reflexión incompleta como la que se da en un vidrio transparente o en un estanque oscuro.

243

Demostración de la unicidad del rayo visual por la enfermedad denominada ‘cataratas’. Hasta aquí la doxografía que recoge Calcidio. A continuación dice que todas estas opiniones son muy respetables, pero que son parciales, y no puede existir perfección en lo parcial.

244

Teoría platónica de la visión según Calcidio: emisión de rayo visual desde los ojos, rayo visual que se combina por afinidad con la luz del sol, la unión de ambas luces trae los colores de los cuerpos que se ven[4], las partículas de luz que fluyen de los cuerpos, según su tamaño, determinan los colores y la transparencia[5].

245

La visión precisa de tres elementos concurrentes: el rayo visual (luz del calor interno), la luz externa y la luz que fluye de los cuerpos visibles (colores). Si falla cualquiera de ellos la visión es imposible.

246

Los filósofos posteriores a Platón hicieron trizas esta teoría completa y rica. Conveniencia de conocer la fisiología del ojo. Fisiología ocular de Alcmeón de Crotona[6] y de Herófilo de Calcedonia[7]: nervios ópticos desde el cerebro hasta las órbitas oculares, vías de donde parte la luz, nacen en un único punto (¿retina?), movimiento simultáneo de ambos ojos, cuatro revestimientos o membranas del ojo.

247

Citas (muy libérrimas) de Platón. La relación de afinidad (parentesco) la establece entre el sol y los ojos en lugar de entre la luz interior y exterior. Cita (nuevamente libérrima) de República, símil del sol. Función de filtro de la luz de los ojos para que sólo fluya el fuego más límpido.

248

Unión del flujo de la vista con la luz exterior para correr conjuntamente al encuentro de la imagen contigua. Pupilas como protección de los ojos. Ausencia de luz exterior imposibilita visión y provoca sueño.

249

Visiones durante el sueño. Relación con la turbación.

250

Opiniones sobre los sueños. Aristóteles: acciones o pensamientos que permanecen en la memoria.

251

Heráclito y estoicos: conexión con la razón divina, posibilidad de adivinación.

252

Otros[8] dicen que nuestra alma conecta con el intelecto divino.

253

Platón: los sueños son consecuencia de pensamientos que permanecen y de estímulos de los acontecimientos.

254

Sueños originados por la providencia divina.

255

Sueños fruto de la benevolencia divina.

256

Sueños resultado del dolor y las turbaciones.

257

Visión refleja: las imágenes formadas en los espejos. Refutación de Aristóteles. Platón: unión de luz interna (que lleva los colores que emanan del rostro) y externa sobre la superficie del espejo que forma la imagen en su interior.

258

Efecto inversión izquierda/derecha.

259

Espejos cóncavos cilíndricos y entrecruce de rayos visuales.

260

La vista, sentido más perfecto de todos. Sentidos como auxiliares de los actos del demiurgo. Incorporeidad de los sentidos.

261

Razonar es propio del alma y es incorpóreo. El instinto.

262

Los movimientos del cuerpo (ocho) y del alma (dos).

263

Necesidad de los sentidos para los movimientos del alma.

264

Utilidad de los sentidos. El conocimiento de la filosofía: la observación y la acción. Observación teológica, física y dialéctica.

265

La acción moral, privada y pública.

266

Los sentidos útiles en otras muchas funciones cotidianas: navegación, escultura, etc.

267

Pasa al examen de otros sentidos: el oído.

 

Como se puede comprobar, Calcidio reserva los capítulos 236 a 248 para hablar de la teoría de la visión y, después de un excurso sobre las visiones de los sueños (capítulos 249 a 256), vuelve a introducirse en el fenómeno de la reflexión (capítulos 257 a 259), para terminar, con los capítulos 260 a 266, sobre las funcionalidades de los sentidos y su primacía en el conocimiento y en la acción humanas. Por ello no parece cierta la afirmación de Bakhouche cuando dice: «De fait, la finalité gnoséologique de la visión n’apparaît guêre dans le commentaire de Calcidius qui consacre les chapitres 236-248 à l’exégèse de Tim. 45b-d» (2005: 7). Ciertamente, en los capítulos que enumera no existe tal pretensión, pero ésta queda perfectamente desarrollada en los capítulos 260-266 posteriores, de los que Bakhouche no habla en su artículo.

 

 

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA TEORÍA DE LA VISIÓN DEL COMENTARIO

 

Sobre la doxografía

 

Las exposiciones de las teorías de atomistas (236) y estoicos (237) están bien expuestas y sin errores de bulto. Más extraña parece la unión de las teorías de «geómetras y peripatéticos» (238). Cabe suponer que Calcidio no conocía la Óptica de Euclides, en cuyo caso debería haber separado con claridad la explicación puramente matemática de los «geómetras», de las teorías más amplias de los aristotélicos, que no se ven reflejadas en la exposición hecha por Calcidio.

Más extraña es todavía la referencia a los filósofos sucesores de Platón (246). Puede referirse tanto a los escépticos que ocuparon la Academia en los siglos III y II a. C. (Arcesilao, Carnéades, etc.), como al neoplatonismo, surgido en el siglo anterior de la mano de Plotino. El argumento que aduce para contraatacar a estos iuniores philosophi es un argumento médico: tanto puede usarse contra los escépticos pirrónicos, que propugnaban el engaño de los sentidos, como contra los neoplatónicos[9], que rechazaban la necesidad de un medio para la visión (Bakhouche 2005: 10).

El excurso médico que se hace en el mismo capítulo (y que se complementa con otra referencia médica en el 243) no carece de interés. ¿Puede existir alguna influencia de Galeno sobre nuestro autor? La hipótesis no es rechazable de entrada, pero cabría preguntarse por qué utiliza el nombre de médicos mucho menos conocidos y mucho más antiguos, como Alcmeón de Crotona o Herófilo de Calcedonia[10], para documentar su argumentación en el sentido de defender que el centro de la percepción se halla en el cerebro. Extraña es también la referencia al historiador Calístenes de Olinto, ya que no se le conoce obra médica alguna. Tampoco debemos perder de vista las estrechas relaciones que se dieron en los primeros siglos de nuestra era entre las escuelas médicas y el escepticismo[11], que, como hemos visto, podría ser uno de los objetivos de la crítica a los iuniores philosophi.

 

 

Sobre la ortodoxia medioplatónica

 

A pesar de la liberalidad de la traducción que ya hemos comentado, la exposición de las ideas básicas de Platón está bien hecha. Particular mención cabe hacer del capítulo 245, que resume el pensamiento platónico en unas pocas líneas, pero con una claridad meridiana.

Aunque Waszink (1962: xcii-xciii) ve ecos de Porfirio en todo el texto sobre la visión, es claro que no se exponen en el mismo teorías neoplatónicas sobre la visión, lo cual es, como mínimo, chocante.

La objeción de Bakhouche expuesta más arriba sobre el valor gnoseológico de la visión, ya ha sido convenientemente refutada, pero conviene exponer el planteamiento de Calcidio al respecto para verificar que obedece a la más estricta ortodoxia medioplatónica. La visión, como cualquier otra percepción, no puede existir sin la participación de una potencia más noble e incorpórea: el alma (260). La capacidad intelectiva no puede residir en los rayos, en la luz, ni en los órganos de la visión, ni en el cuerpo, sino en el alma (261). Explica a continuación (262) los ocho movimientos del cuerpo agrupados en cuatro pares: espaciales (traslación o circular), cualitativos (agregación y disgregación), cuantitativos (incremento y disminución) y sustantivos (generación y destrucción)[12]. Y también los dos movimientos del alma: el primero, que mueve otras cosas pero no es movido por ninguna, y el segundo, que también mueve otras cosas pero es movido por alguna otra cosa. Por ello conviene analizar estos aspectos en su orden natural, empezando por el primer movimiento del alma y así sucesivamente (263). Para este examen precisamos de los sentidos porque refuerzan la comprensión y el conocimiento.

Viene a continuación (264) una división típicamente medioplatónica y aristotélica: dos son los objetivos de la filosofía, la observación (como contemplación asidua) y la acción (como proceder). La observación, a su vez, puede ser teológica[13], física o dialéctica[14]. Finalmente (265), la acción se divide en tres partes: moral, privada y pública. Y el uso de la visión es útil para todas estas funciones.

 

 

OBSERVACIONES FINALES

 

La influencia en la posteridad

 

El Comentario no parece haber tenido demasiada influencia en los últimos siglos de la tardoantigüedad. Sin embargo, todos los autores coinciden en afirmar que fue casi la única vía de conocimiento del platonismo durante la Edad Media hasta las traducciones de Marsilio Ficino:

 

[…] la traducción de Calcidio constituyó uno de los instrumentos para conocer algo del platonismo en el Medievo, aunque esta cuestión sólo últimamente parece estar despertando el interés de los críticos (Macías Villalobos 2005: 172).

 

Che la traduzione di Calcidio sia stato uno dei veicoli che permisero una certa conoscenza del platonismo nel Medioevo è cosa comunemente asserita, ma non indagata adeguatamente: si vorrebbe supere qualcosa di più preciso sulle vie percorse da quest’opera e sui momenti della sua difusiones (Moreschini 2003: lxxxii).

 

Como esta obra [el comentario de Calcidio] contiene  extractos de otros diálogos de Platón, así como textos y opiniones de otros varios filósofos griegos, hasta el siglo XII se tuvo a Calcidio por una de las principales fuentes para el conocimiento de la filosofía griega (Coplestone 2001: 473, n. 16).

 

Una de las escuelas que es claramente deudora de Calcidio es la Escuela de Chartres, nacida en el siglo XII, y de la que es exponente Guillermo de Conches, cuya síntesis platónica del Timeo propició las cosmologías de otros autores, como Teodorico de Chartres, Hermann de Carintia, Bernardo Silvestre, Alain de Lille y otros (Macías Villalobos 2005: 172, n. 64). Como dice Klibansky (1939: 28):

 

Around this dialogue and the exposition of Chalcidius accompanying it in many manuscripts, there grew up an extensive literature of commentaries, the existence of which has been almost entirely overlooked, despite their great value for the history of the beginnings of scientific thought.

 

Si volvemos nuestra mirada al cuadro sinóptico de los manuscritos conservados veremos que no es ninguna casualidad que la mayoría de los mismos procedan de los siglos XI-XII, por una parte, y del siglo XV, por otra. La primera época corresponde al nacimiento y desarrollo de la Escuela de Chartres, y la segunda al renacido interés por el clasicismo que representó el Renacimiento. Es extraño que casi setenta años después de la publicación del librito de Klibansky, la opinión de los críticos siga siendo que no se ha estudiado suficientemente el tema.

 

 

 

 

Valoración de la obra

 

La obra de Calcidio es más la de un compilador que la de un autor original. No obstante, conoce bien, en general, los temas de que habla y los expone con claridad. No es menospreciable su aportación al acerbo léxico de la filosofía latina. Parece la obra de un intelectual probo e independiente, que en tiempos de cambio intenta reconciliar las diferentes visiones del mundo, en este caso la medioplatónica y la cristiana (Dillon 1977: 408).

Finalmente, una observación que me parece de interés. Los pocos críticos que se han ocupado de la obra lo han hecho desde el campo de la filosofía o desde la filología. Sólo he visto un trabajo centrado en la ciencia (la astronomía concretamente), el de Stahl, aunque no me ha sido posible consultar los dos gruesos volúmenes de Floistad por hallarse extraviados en la Biblioteca de la Universidad de Barcelona. Parece que los historiadores de la ciencia deberían estar igual de interesados en este desarrollo, ya que se ha hablado mucho del platonismo de relevantes figuras de los albores de la revolución científica (Kepler, por ejemplo), sin saber exactamente a qué platonismo nos referimos.

 

 

BIBLIOGRAFÍA CITADA

 

b. bakhouche (2005), «La théorie de la vision dans Timée (45B2-D2) et son Commentaire par Calcidius (IVe S. de Notre Ère)», Journal of the International Plato Society, 5, 14 pp.

f. coplestone (2001), Historia de la Filosofía, I. Grecia y Roma, Barcelona, Ariel.

j. dillon (1977), The Middle Platonists. A Study of Platonism 80 b.C. to 220 a. d., Ithaca (NY), Cornell University.

g. floistad y r. klibansky, eds. (1990), Philosophy and Science in the Middle Ages, Kluwer Academic, Dordrecht.

s. gersh (1986), Middle Platonism and Neoplatonism. The Latin tradition, South Bend (IN), University of Notre Dame.

e. gilson (1965), La filosofía en la Edad Media, Gredos, Madrid.

w. k. c. guthrie (1991), Historia de la filosofía griega, Gredos, Madrid.

r. klibansky (1939), The continuity of the Platonic tradition during Middle Ages, Londres, Warburg Institute, 1981.

c. macías villalobos (2005), «Versiones Latinas del Timeo platónico», Thamyris. Cuadernos de Filología Clásica [Universidad de Málaga], núm. esp., pp. 151-175.

cl. moreschini, ed. (2003), Calcidio. Commentario al Timeo di Platone, Milán, Bompiani.

w. h. stahl (1959), «Dominant traditions in Early Medieval Latin Science», Isis, 50, 2, pp. 95-124.

j. c. m. van winden (1959), Calcidius on matter, his doctrine and sources, Leiden, Brill.

j. h. waszink, ed. (1962), Timaeus, a Calcidio translatus commentarioque instructus, ed. R. Klibansky, Londres-Leiden, Warburg Institute & Brill (vol. 4 de Plato Latinus).


 

[1] Por ejemplo, en el códice del Escorial S. III.5 se lee Osio episcopo Calcidius archidiaconus. Expresiones similares se hallan en los códices de la Biblioteca Nacional de Viena 278, en el de la Biblioteca Bodleiana Auct. F 3,15 y en los Vaticano 3815 y Ricardiano 139. Sobre esto, cfr. Waszink (1962: x).

[2] Epístola se refiere a la carta introductoria; Timeo 1 y 2, a la traducción (primera y segunda partes), y Calc 1 y 2, al comentario (primera y segunda partes).

[3] Waszink (1962: 250) insinúa que quizá Calcidio haya confundido a los peripatéticos con los pitagóricos.

[4] Afirma que el color es una llama que fluye de la superficie de los cuerpos tal como dice el propio Platón en Timeo 67c, que Calcidio no ha traducido pero que, evidentemente, conoce.

[5] También está explicado por Platón en Timeo 67d.

[6] Alcmeón de Crotona, médico y filósofo pitagórico, contemporáneo de Pitágoras. Sólo se conservan algunos fragmentos de sus obras y doxografía. Según Guthrie (1991: I, 330), sabemos a través de Teofrasto que habló de conductos (πόροι) que van desde los órganos sensoriales al cerebro (¿nervios?).

[7] Herófilo de Calcedonia (h. 335-280 a. C.), médico griego de la primitiva escuela de Alejandría, nacido en Calcedonia (hoy Kadiköy, Turquía). Se le considera el padre de la anatomía científica, ya que fue el primero en basar sus conclusiones en la disección del cuerpo humano. Estudió el cerebro, reconociéndolo como centro del sistema nervioso. Diferenció los nervios motores de los sensoriales, y describió con exactitud el ojo, el cerebro, el hígado, el páncreas y los órganos salivares y genitales. Fue el primero en conocer que las arterias contenían sangre y no aire. Sus obras, que incluían comentarios sobre Hipócrates y un tratado de anatomía, se han perdido.

[8] De origen desconocido.

[9] A pesar de que Waszink (1962: xcii-xciii) considera esta parte del Comentario tributaria de Porfirio, discípulo directo de Plotino.

[10] Las citas doxográficas de que disponemos de ambos autores son sumamente lacónicas.

[11] El más alto exponente del escepticismo de esa época es Sexto Empírico, quien, como indica su apelativo «Empírico», debía de ser médico.

[12] La descripción procede de Leyes 893b.

[13] Aprovecha para reproducir la idea platónica de la reminiscencia.

[14]  La división de Aristóteles tiene dos niveles: en el primero estarían la observación teorética, práctica y dialéctica. Y la primera se volvería a dividir en teológica, física y matemática.