Absalom and Achitophel de John Dryden.

Estudio y traducción al castellano

 Mercedes Vella Ramírez

(ff1veram@uco.es)

universidad de córdoba

 

 

Resumen

A través de uno de los poemas satíricos más famosos de la literatura inglesa, Absalom and Achitophel, de Dryden, se analiza la función de la poesía satírica en la Inglaterra de la Restauración. Se revisa el contexto histórico y se reflexiona sobre la naturaleza de la sátira como género y sobre la percepción que de la misma tenían los lectores y escritores de la época, para pasar después al análisis y traducción del poema de Dryden, hasta ahora inédito en nuestra lengua.

 

Abstract

Through the study of one of the most relevant satirical poems in English literature (Absalom and Achitophel, by John Dryden), the present work analyses the social function and purpose of satiric poetry during the Restoration. After a short analysis of the political, religious and social context of the period, we make some reflexion on the real nature of satirical compositions and the way in which both readers and writers perceived them at the time. Finally, Dryden’s poem is analysed and translated into Spanish.

 

Palabras clave

John Dryden

Literatura de la Restauración

Sátira

Traducción poética

 

 

 

 

 

 

 

  

 

Key words

John Dryden

Restoration literature

Satire

Poetic translation

 

 

  

 

 

 

 

AnMal Electrónica 29 (2010)

ISSN 1697-4239

 

 

INTRODUCCIÓN

 

En el último tercio del siglo XVII, durante la Restauración, se produce en Inglaterra uno de los cambios más abruptos en cuanto a estilo literario se refiere. Atrás quedarán las ideas y las inquietudes de los poetas metafísicos para dejar paso a lo que los críticos han convenido en denominar «la edad de oro de la sátira»[1], entre cuyos máximos exponentes se encuentran Butler, Dryden y Swift.

La producción de Dryden es extensísima. La edición de sus obras completas ocupa veinte volúmenes (Dryden 1956-2000), en los que encontramos todo tipo de poemas heroicos, diversas obras de teatro (tanto tragedias como comedias), varios ensayos en prosa, múltiples traducciones de los clásicos y tan sólo tres poemas satíricos: MacFlecknoe (1676), Absalom and Achitophel (1681) y The Medal (1682)[2]; y sin embargo, hoy en día, Dryden es fundamentalmente conocido por sus sátiras y considerado por muchos el padre de la sátira augusta, que posteriormente desarrollarán con gran maestría Swift, Pope, Gay y Fielding.

Algunos críticos han llegado incluso a afirmar que si Dryden hubiera fallecido en torno a 1680, antes de escribir sus sátiras, prácticamente habría pasado a la posteridad como un escritor de segunda fila:

 

Had Dryden died in 1680, when he was approaching the age of 50 years, he would hardly have left with posterity a second-rate reputation: Annus Mirabilis was not sufficient in finish and the Epistles were not substantial enough (Verall 1914: 48).

 

De lo que no cabe duda es de que cuando Dryden llega a la sátira tiene tras de sí muchos años de oficio. Recordemos que escribe su primer poema importante, Heroic Stanzas, en 1658 y su primer poema satírico, MacFlecknoe, en 1676; es decir, que cuando Dryden se acerca a la sátira no sólo acumula la experiencia de más de veinte años de profesión como escritor, sino que además está en plena madurez; dos circunstancias que incontestablemente han contribuido a su éxito como satirista.

En las sátiras de Dryden encontramos muchos elementos de sus obras anteriores. Dryden comienza su andadura como escritor con poemas de alabanza. Sus dos primeras obras, Heroic Stanzas (1658) y Astrae Redux (1660), están dirigidas a alabar las figuras de Cromwell y Carlos II respectivamente. Para elaborar estos poemas Dryden recurre al ejemplo de los clásicos y se fija en los panegíricos de Plinio. En el panegírico que Plinio escribe para Trajano, no se dedica simplemente a alabar las virtudes de Trajano, sino que lo enfrenta al tirano Domiciano, para establecer contrastes entre lo bueno y lo malo, entre lo que está bien y lo que está mal, entre lo que es una virtud y lo que ha de ser considerado un defecto. Este devenir entre los extremos le servirá a Dryden para elaborar sus retratos de personajes opuestos, como los que más tarde nos presentará en Absalom and Achitophel: por un lado David, Barzillai y los leales, por el otro Ajitofel, Zimri y los rebeldes.

Otro de sus primeros poemas, la epístola To my Honored Friend, Dr. Charleton (1663), presenta ya, como recuerda Paulson, prácticamente todos los elementos de un poema satírico, incluida la oposición entre el pasado y el presente tan característica de las sátiras de Horacio y Juvenal:

 

The comparison of past and present dominates Dryden’s early horatian epistle «To My Honored Friend, Dr. Charleton» (1663), where the bad past is corrected by the Restoration […]; Oliver Cromwell is replaced by Charles II […]. Only a shift of emphasis would be necessary —quantitative rather than qualitative— to run the panegyric into a satire (Paulson 2004: 41).

 

Entre sus primeros poemas y sus grandes sátiras, Dryden se dedica casi por entero al teatro, produciendo tanto tragedia como comedia, y dejándonos obras como The Indian Emperor (1665), The Tempest (1667), An Evening’s Love (1669), The Conquest of Granada (1670), Marriage A–la–Mode (1672), Aureng-Zeb (1675) y All for Love (1677), entre los títulos más destacados. Dryden, consciente de su habilidad como poeta, se apoyaba mucho en la calidad de sus versos para la elaboración de sus obras dramáticas, por lo que esta abundante producción, fundamentalmente provocada por necesidades económicas, le proporcionó una intensa práctica en el uso del «pareado heroico» (heroic copulet), que posteriormente utilizará en las sátiras.

Es nuestro hombre además un poeta reflexivo, preocupado por el rigor y la naturaleza de su trabajo, gracias a lo cual han llegado hasta nosotros dos ensayos de un valor incalculable: An Essay on Dramatic Poesy (1668) y «Discourse concerning the original and progress of satire», ensayo éste que apareció publicado como prólogo a las traducciones que Dryden realizó de las sátiras de Juvenal y Persio en 1693.

En An Essay on Dramatic Poesy, cuatro personajes intercambian opiniones sobre el teatro inglés y el francés, sobre si se han de obedecer o no las tres unidades prescritas por Aristóteles en la Poética y sobre la conveniencia de utilizar la rima en el teatro. En esta obra, Dryden intenta justificar el teatro en verso (que durante años había sido su sustento), como un género más, comparable con la poesía épica o con la tragedia; también intenta, al mismo tiempo, legitimar el teatro inglés, cada vez más distanciado de los cánones clásicos.

«Discourse concerning the original and progress of satire» trata diversos temas relacionados con la sátira como género, y, entre otros muchos aspectos, analiza las dos posibles procedencias del término satire. Considerando que el término pueda derivar del griego satyr o del latín satura, Dryden muestra su preferencia por la etimología latina[3], e incluso cita a Quintiliano, quien defiende que la sátira como género, con unas características bien definidas, se desarrolla por primera vez en Roma, aunque se pueda aceptar que en ella existen ciertas influencias del drama griego y de las diatribas de los filósofos cínicos. En palabras de Quintiliano: satura quidem tota nostra est, es decir, la sátira como género (opuesto a la épica, al panegírico, a la elegía o a la pastoral) es totalmente nuestra.

  

LA SÁTIRA

 La sátira en Roma

 Los máximos exponentes de la sátira en Roma (además de Lucilio, considerado el creador del género) son Horacio y Juvenal; y sus sátiras, a pesar de ser compendios de personajes, cuentan siempre con la unidad que les proporciona la referencia a un tema único, a un vicio que establece lazos de unión entre todos ellos. No obstante, entre las sátiras de ambos hay notables diferencias.

Horacio escribe en la época de Augusto y forma parte del círculo del emperador; por ello, no encontramos en sus sátiras alusiones a personajes concretos sino que éstas adoptan, más bien, la forma de un diálogo entre dos interlocutores anónimos que a modo de exemplum defienden posturas sobre extremos opuestos como la bondad y la maldad o el egoísmo y la generosidad. Como las circunstancias de la época no le permitieron realizar una crítica exacerbada, ni centrarse en ataques personales, Horacio dedicó sus esfuerzos a perfeccionar los aspectos formales del género; y con él, la poesía satírica, en hexámetros, alcanzó un alto nivel de refinamiento artístico. Podríamos decir que Horacio es el responsable de haber dotado a la sátira de su perfección formal.

Juvenal, por el contrario, vive en la época de la decadencia de Roma. Bajo la tiranía de Domiciano, y obligado a callar por el régimen de terror impuesto por el tirano, ve ante sí una Roma corrupta con la que él no se identifica. Cuando el emperador muere, el poeta necesita desahogarse del horror experimentado y resarcirse del silencio obligado. Este es el motivo por el que sus sátiras no adoptan forma de diálogo sino de protesta, sus sátiras constituyen un auténtico grito de indignación con el que se pretende hacer reaccionar a la sociedad.

 

La sátira de la Restauración inglesa

En el caso de Dryden, la agitada situación política anterior y posterior a la restauración contribuyó a que su situación, respecto del poder político establecido, fuera tremendamente cambiante. Dryden era un hombre de profundas convicciones monárquicas que se mantuvo al lado de la corona durante todo el reinado de Carlos II, quien lo nombró poeta laureado[4], posición que también ocupó durante el reinado de Jacobo II, hermano de Carlos y sucesor en el trono. En estos momentos Dryden escribía, como en su época lo hiciera Horacio, muy próximo al gobernante y desde el círculo del poder. Sin embargo, cuando Guillermo III asciende al trono, en 1689, Dryden es destituido como poeta laureado, comienza a sentirse apartado, y a partir de este momento sus sátiras y su perspectiva comienzan a compartir más rasgos con las de Juvenal, tal y como él mismo afirma en su «Discourse concerning the original and progress of satire» (1693). Dryden comienza a echar de menos tiempos pasados y especialmente la década anterior, ya que ve a su país en manos de disidentes y políticos corruptos.

La definición del concepto de sátira resulta problemática por la enorme variedad de temas que abarca; eso sí, en toda esta diversidad hay un elemento común, la crítica a las costumbres y, en menor medida, a personas concretas, crítica que se supone constructiva y que, aunque pueda ser ácida, busca ante todo corregir defectos. Precisamente por ello, por el carácter constructivo que se le supone, se puede decir que la sátira tiene intención moralizante.

Sin embargo, si analizamos las definiciones que encontramos en algunos diccionarios, el término satire aparece como «a literary work holding up human vices and follies to ridicule or scorn» (Merrian Webster Dictionary) o como «a literary or dramatic work that ridicules or derides human vice or foolishness, usually through the use of parody and irony» (Wordsmyth Thesaurus Dictionary). En ambas definiciones, así como en todas las consultadas, se echa de menos una alusión al carácter didáctico de la sátira, porque la esencia de la sátira, que duda cabe, es la agresión y la crítica; pero la crítica lleva implícita una toma de posición respecto a lo que está bien y lo que está mal, una toma de posición cuyo fin último es fundamentalmente didáctico.

Pero ¿significaba la sátira lo mismo para los primeros lectores de Dryden? Veamos algunas definiciones de la época. Jossua Poole (en The English Parnassus: or a Helpe to English Poesie, 1657), asocia la palabra satyre con los siguientes términos: «girding, biting, snarling, scourging, jerking, lashing, smarting, sharp, tart, rouge, invective, censorious, currish, snappish, captious, parking, brawling, camping, fanged sharp-tooth’d, quipping, jeering, flouting, sullen, rigid, impartial, whipping, thorny, pricking, stinging, sharp-fanged, injurious, reproachful, libellous, harsh, rough-hewne, odious, opprobious contumelious, defaming, and calumnious». Thomas Blount (Glossographia, Londres, 1656) define satyre como «a kinde of Poetry, whereof there seems to be two kindes; the one more ancient, which consisted onely in variety of verses; the other more modern, containing an open reprehension of mens vices, without respect of persons»[5]. De la lectura de estas definiciones uno obtiene la impresión, como afirma Hume (2005: 333), de que la sátira es algo hiriente, desagradable y salvaje, cargado de mala voluntad y hostilidad. No se aprecia en ningún momento la posible relación que pueda haber entre la sátira y el noble propósito de defender unas normas y unos principios éticos y morales. En el diccionario de Elisha Cole (An English Dictionary, Londres, 1676) aparece la siguiente definición: «Satyre, an invective poem». Y en el diccionario de Edward Cocker (J. Hawkins, ed., Cocker’s English Dictionary, Londres, 1704) se define la sátira como «anything written sharp or severe», y los poemas satíricos como «such as have biting reflexions, or abusive wit in them». Al igual que sucede en las definiciones modernas, en las definiciones de la época tampoco encontramos ese elemento moralizante y ejemplificador que subyace en cualquier obra satírica.

Sin embargo, si nos detenemos a analizar las definiciones que del término sátira podemos encontrar en algunos poemas y ensayos de la época, veremos que tanto Dryden como el resto de autores contemporáneos, tenían bastante claro cuál debía ser su función dentro de la sociedad y que la sátira como composición sí persegía un fin didáctico.

Como se recoge en el inicio de An essay upon satire (1679), obra atribuida en un principio a Dryden, y posteriormente al conde de Mulgrave, tanto los filósofos como los poetas han intentado a lo largo de la historia educar a los hombres, pero los poetas siempre han jugado con ventaja, porque podían agradar además de instruir; el poeta aparece como el encargado de preservar los principios éticos y morales de la sociedad, y la sátira, como el vehículo más apropiado para hacerlo:

 

How dull, and how insensible a beast

Is man, who yet would lord it o’er the rest!

Philosophers and poets vainly strove

In every age the lumpish mass to move;

But those were pedants, when compared with these,

Who know, not only to instruct, but please.

Poets alone found the delightful way,

Mysterious morals gently to convey

In charming numbers; so that as men grew

Pleased with their poems, they grew wiser too.

Satire has always shone among the rest;

And is the boldest way, if not the best,

To tell men freely of their foulest faults,

To laugh at their vain deeds, and vainer thoughts.[6]

 

En el propio prólogo al lector del poema Absalom and Achitophel podemos ver cómo Dryden, el satirista, se equipara con un doctor que administra medicinas para curar enfermedades: «The true end of Satire, is the amendment of vices by correction. And he who writes honestly is no more an enemy to the offender, than the physician to the patient, when he prescribes harsh remedies to an inveterate disease».Algunos años más tarde, en «Discourse concerning the original and progress of satire» (1693), Dryden vuelve a insistir en el verdadero propósito de la sátira como  vehículo encaminado a la corrección de defectos y vicios,y a la función del poeta como garante de la difusión de los preceptos morales:

 

In these two books of satire it is the business of Horace to instruct us how to combat our vices, to regulate our passions, to follow nature, to give bounds to our desires, to distinguish betwixt truth and falsehood, and betwixt our conceptions of things and things themselves; to come back from our prejudicate opinions, to understand exactly the principles and motives of all our actions (37-38).

Under this unity of theme or subject is comprehended another rule for perfecting the design of true satire. The poet is bound, and that ex officio, to give his reader some one precept of moral virtue, and to caution him against some one particular vice or folly (40).

 

La sátira de calidad no persigue dañar o herir con la presentación ridícula de una situación o de un comportamiento, sino que más bien pretende que el lector sienta repulsión frente a ese comportamiento ‘viciado’ y se aleje de él. Desde esta perspectiva la sátira tiene mucho más de constructiva que de destructiva, y así es como la ven la inmensa mayoría de  autores satíricos, tal y como revelan estos versos, extraídos de Verses on the Death of Dr. Swift (1731), y escritos por él mismo:

 

As with a moral View design’d

To cure the Vices of Mankind:

His vein, ironically grave

Expos’d the Fool, and lash’d the Knave. [...]

Yet, Malice never was his Aim;

He lash’d the Vice but spar’d the Name.

No individual could resent,

Where Thousands equally were meant.

His Satyr points at no Defect,

But what all Mortals may correct.[7]

 

De hecho, la diferencia fundamental entre la sátira y la comedia, genero con el que comparte muchas de sus características, es que la sátira tiene, por regla general, una clara y abierta intención didáctica, una clara lección moral, que persigue, utilizando la mofa y el escarnio como herramientas, apartarnos de conductas consideradas ilícitas o poco éticas y llevarnos hacia comportamientos más acordes con la opinión que el autor tiene de lo correcto.

Es con esta perspectiva en mente, como debemos acercarnos a la lectura y al estudio de Absalom and Achitophel, pensando que dañar, herir o ridiculizar no constituyen el fin último de la sátira, sino que más bien son el vehículo que ésta utiliza para conseguir su verdadero fin, más relacionado con la preservación de costumbres o tradiciones, la reafirmación de valores y/o la necesidad de reforma.

En las sátiras de Dryden, el tema central es la sociedad del momento; esto hace que para la correcta apreciación, comprensión e interpretación de esta obra sea absolutamente imprescindible no sólo ubicarla en el contexto histórico y político del momento sino también reflexionar sobre cuál era la postura de Dryden respecto a los acontecimientos que se estaban produciendo.

 

 

CONTEXTO HISTÓRICO-POLÍTICO DURANTE LA RESTAURACIÓN

 

En 1660, tras el fallido intento republicano de Cromwell, vuelve a instaurarse en Inglaterra la monarquía. Carlos II, legítimo heredero al trono de Inglaterra y exiliado en Francia durante los últimos veinte años, es invitado a volver al país y ocupar el trono. Durante los primeros dieciocho años del reinado de Carlos II, de gustos y costumbres francesas, se fue fraguando un incremento gradual del descontento de los ciudadanos, francamente defraudados con la gestión de su monarca; esto, unido a muchos otros factores contribuyó a que durante su reinado (1660-1685) se produjeran en Inglaterra una serie de acontecimientos que tuvieron como consecuencia una fuerte crispación política, religiosa y social. La mala gestión, la corrupción, el absolutismo y las tendencias católicas del monarca habían provocado el descontento general pero los detractores del rey, aunque eran muchos, aún no estaban unidos.

Mientras tanto, en Francia había surgido un movimiento bastante claro para instaurar universalmente el catolicismo, y en Inglaterra se desarrollaban oscuras intrigas, lo que contribuyó a crear un fantástico caldo de cultivo para aprovecharse del malestar y de la credulidad de la gente. En este ambiente de desconcierto, creció en el país un sentimiento de rabia que se convirtió en auténtica indignación tras la historia del «complot papista»[8], una falsa conspiración perpetrada en 1678 y que responsabilizaba a la Iglesia Católica como artífice de un complot que pretendía asesinar al monarca y poner en su lugar a su hermano Jacobo, de confesión católica. Los protestantes ingleses tenían miedo, por el ejemplo francés, de un rey católico a la cabeza de una monarquía absoluta y temían que algo semejante ocurriera en Inglaterra con el hermano del rey como protagonista.

Había fuertes intereses para intentar desacreditar a los católicos, especialmente porque, al margen del «complot papista», había un serio problema de sucesión al trono. Como la reina era una mujer estéril, Carlos II no tuvo hijos legítimos y el siguiente en la línea de sucesión era su hermano Jacobo, duque de York, que se había declarado manifiestamente católico[9], por lo que era rechazado por una gran parte de la sociedad, ya que en Inglaterra había fuertes objeciones a un gobierno de confesión católico-romana.

La tormenta creada por el «complot papista» fue breve, pero tuvo importantes consecuencias. En este momento se consolidan en Inglaterra dos de los grandes partidos políticos que han llegado hasta nuestros días (los liberales, wighs y los conservadores, tories). Los nobles terratenientes, el alto clero, gran parte de la corte y el propio rey constituían las filas conservadoras, mientras que el grupo de los liberales estaba formado por los nobles contrarios a la corona, los comerciantes, los hombres de ciencia, algún obispo y parte del clero secular.

El estratega político del grupo de los liberales era Anthony Ashley Cooper, conde de Shaftesbury[10], quien decide proponer como candidato al trono a James Scott, duque de Monmouth y uno de los hijos ilegítimos de Carlos II. El Duque de Monmouth constituía el candidato ideal porque además de gozar del afecto del rey, tenía gran aceptación entre los nobles y los mandatarios del Estado y contaba también con la aprobación del pueblo llano. En diversas empresas militares había demostrado ser un gran soldado y un buen estratega: en 1672 y en 1673, Monmouth tuvo a su cargo las tropas inglesas que fueron enviadas a luchar junto a los franceses en su enfrentamiento con Holanda y volvió aclamado por su valentía y hombría durante el sitio de Maastricht. Años más tarde, los británicos acudieron en auxilio de los holandeses en su lucha contra Francia, y Monmouth capitaneó de nuevo las tropas dando muestras de gran valor y coraje en la batalla de San Denis, en agosto de 1678; cuando volvió a su país, fue recibido con entusiasmo por toda la nación y se convirtió en uno de los hombres más populares del reino. El hecho de que fuera hijo ilegítimo se olvidó pronto y pasó a ser considerado por muchos como un héroe, auténtico defensor de la religión verdadera, y legítimo aspirante al trono del país.

En esta misma época saltó a la luz pública un escándalo de corrupción que puso de manifiesto que el rey de Francia, Luis XIV, había comprado mediante soborno la neutralidad política de Carlos II.

La suma de todos estos acontecimientos contribuyó a complicar la situación política, de tal modo que Carlos II decidió hacer uso de la prerrogativa real y disolvió la Cámara de los Comunes. Sin embargo, en marzo de 1679, se formó un nuevo Parlamento que le fue aún más hostil.

Como consecuencia de la noticia de la conspiración contra los católicos (The Popish Plot), la mayoría de las sectas protestantes ofrecieron su apoyo a los liberales anglicanos, que obtienen mayoría en la Cámara de los Comunes del Parlamento y que, en 1679, proponen un manifiesto (The Exclusion Bill[11]) para impedir el acceso de Jacobo al trono. Durante un periodo, que se alargó hasta 1681, hubo dos facciones claramente enfrentadas: los partidarios de que Jacobo, el hermano del rey, lo sucediera en el trono y los partidarios de que el sucesor fuera el Duque de Monmouth, hijo ilegítimo del rey.

Shaftesbury organizaba cuidadosamente su partido y estuvo a punto de conseguir doblegar al rey. Pero cuando Carlos II vio que era bastante probable que la «ley de exclusión» fuera aprobada, disolvió de nuevo el Parlamento. Se eligieron hasta tres parlamentos diferentes de forma sucesiva y todos ellos se pronunciaron en contra de Jacobo. Pero Carlos II era un político muy hábil, y mientras que el partido de Shaftesbury provocaba en el país un movimiento masivo para mantener vivos los miedos al «complot papista» (organizando, por ejemplo, grandes procesiones en Londres donde se quemaba una efigie del Papa), él se mantuvo a la espera. Con el tiempo, los liberales comenzaron a verse desacreditados por su violencia, el pueblo comenzó a sentir sobre sí el temor a una nueva guerra civil, los ciudadanos se avergonzaron del pánico que había provocado en ellos el falso complot, y la lealtad natural de la nación hacia su monarca, hizo que comenzara a cuestionarse el ignominioso trato que se le estaba dando a la casa real. Entonces, en 1681, Carlos II disolvió el que sería su último Parlamento.

Sin embargo, viviendo ahora de su pensión francesa y con el escaso poder que le brindaba la administración, Carlos II a duras penas podía mantener a raya a los liberales. Era absolutamente imprescindible resquebrajar la influencia que éstos tenían entre las clases sociales de las ciudades, intelectualmente más formadas; y para ello recurrió a su poeta laureado, John Dryden, para que satirizara a los liberales y a su «ley de exclusión».

 La primera sátira que Dryden escribe con este propósito es Absalom and Achitophel, y sin duda, surtió efecto. Se discutió mucho sobre la ley de exclusión y sobre su legitimidad; sobre todo, porque parecía injusta hacia los descendientes de Jacobo y especialmente hacia sus hijas, que eran de confesión protestante[12].

Antes de que Dryden recibiera el encargo de escribir una sátira contra los liberales, ya se había utilizado la literatura con fines similares (recordemos que los protestantes habían recurrido, con anterioridad, al poeta John Odham para que con sus Satires against the Jesuists, 1679, hicieran crecer en la población el sentimiento anti-católico). Pero ahora, esa gran batalla política, social y religiosa, que estaba librando el país, se traslada con mucha más intensidad a la literatura. Los partidarios de uno y otro bando no dejan de generar sátiras para intentar desprestigiar al grupo contrario. Absalom and Achitophel no tardó en recibir contestaciones, entre las que destacan el poema del Duque de Buckingham, Poetic Reflexions on a late poem entitled Absalom and Achitophel (1682), Absalom Senior or Achitophel Transposed (1682), de Elkanah Settle, y Azaria and Hushai (1682) de Samuel Pordage[13]. Dryden escribirá otras dos importantes sátiras: The Medal, a Satyre against Sedition (1682), cuyo objetivo central es desprestigiar la figura de Anthony Ashley Cooper, conde de Shaftesbury y principal líder liberal, y Mac Flecknoe, a Satire upon the true-blue Protestant Poet T.S. (1682); aunque la primera edición de este poema aparece en 1682, se sabe que, antes de ser publicada, circuló varios años como manuscrito y que probablemente fue compuesta a finales de 1678 o principios de 1679. Está dedicada a desprestigiar al también escritor Thomas Shadwell.

Dryden encontrará respuestas en diversos autores, como Samuel Pordage, autor de The Medal Reversed, a Satyr against Persecution (1682), o Thomas Shadwell y su poema The Medal of John Bayes: a Satire against Folly and Knavery (1682).

Durante todo este periodo de conflicto, Dryden permanece leal a la corona y a la línea de pensamiento de los conservadores, y en Absalom and Achitophel describe, con absoluta maestría, todas las maniobras del grupo de los liberales. Comparando la situación política de su país con la historia de David y Absalón, consigue dar a la sátira una dignidad épica. En una serie de brillantes descripciones de caracteres nos presenta a los principales personajes liberales, y nos plantea una historia en la que un malvado hombre de estado (Shaftesbury) convence a un joven príncipe ilegítimo (Monmouth) de su derecho a aspirar al trono.

 

 

LA NATURALEZA DEL POEMA ABSALOM AND ACHITOPHEL

 

Una de las primeras cuestiones que debemos abordar es la de determinar cuál es la verdadera naturaleza de esta composición que ha pasado a la historia como uno de los mejores poemas satíricos de todos los tiempos.

Sabemos, por sus reflexiones en «Discourse concerning the original and progress of satire», que Dryden no era especialmente partidario de la sátira como género, y que la consideraba bastante inferior a la comedia. La misma distinción que establece entre ingenio (wit) y humor (humour) inclinándose a favor del primero es la que establece entre sátira y comedia, a favor de ésta última. Sin embargo, no encontramos rasgos del género de la comedia en este poema; de hecho, los discursos en Absalom and Achitophel tienen un tono más propio de la épica o del teatro dramático y a lo largo del poema encontramos algunos arcaísmos más característicos de los grandes poemas épicos ingleses como The Faerie Queene (1590-1596) o Paradise Lost (1667). De hecho, la influencia de Milton, como más adelante veremos, se deja ver a lo largo de todo el poema; es más, desde el principio, el propio Dryden establece en el prólogo de Absalom una comparación entre la tentación de Monmouth y la de Adán, como se desprende de estas líneas:

 

But since the most excellent natures are always the most easy and, as being such, are the soonest perverted by ill counsels, especially when baited with fame and glory, it is no more a wonder that he withstood not the temptations of Achitophel than it was for Adam not to have resisted the two devils, the serpent and the woman.

 

Pero volviendo a la naturaleza del poema, su título completo es Absalom and Achitophel. A Poem, es decir, que Dryden no utiliza en él la palabra sátira, cosa que sí hace al año siguiente en The Medal. A Satire against Sedition (1682), poema en el que ataca a Shaftesbury y a sus seguidores. No obstante, el poema ha sido siempre considerado una sátira.

Por un lado, no parece haber en el poema suficientes características de la poesía épica, como para que podamos determinar que pertenece a este género; además, el perfil claramente satírico de los retratos que se realizan de algunos de los personajes, especialmente la representación de Shaftesbury a través de Achitopel, o la de Buckingham a través de Zimri, le restan fuerza épica. Otros personajes, por el contrario, no muestran ni el más mínimo atisbo de sátira, como sucede con Monmouth, representado en el personaje de Absalom; algo que probablemente se deba a que el rey sentía por él un cierto afecto y Dryden no quería enemistarse con el monarca.

Por otro lado, Absalom and Achitophel tampoco sigue los cánones que el propio Dryden establece para la poesía satírica en «Discourse concerning the original and porgress of satire». Es curioso observar cómo Dryden dedica gran parte de este prólogo, que en principio era una introducción a la sátira, a la poesía épica y heroica.  Dryden le dedica gran parte del ensayo a Spenser y a Milton, e incluso llega a mencionar diferentes temas sobre los que a él le gustaría escribir un poema épico. No cabe duda de que Dryden era un ferviente admirador de la épica, según indica en «Discourse concerning the original and progress of satire»: «An heroic poem (truly such) is undoubtedly the greatest work which the soul of man is capable to perform».

En definitiva, ¿era acaso tan grande su devoción por la épica que fue incapaz de resistirse al estilo heroico cuando escribió Absalom and Achitophel, o fueron otros los motivos que le movieron a imprimir este tono en su composición? Sea como fuere, parece claro que el poema comparte características de ambos géneros, lo que dificulta su clasificación. En opinión de Verrall, deberíamos pensar en la obra como un epyllion, o lo que es lo mismo, una épica en miniatura, con ciertos elementos satíricos, lo que Verrall nos transmite con esta hermosa descripción: «The gorgeous muse of Satire comes sweeping by, draped in robes borrowed from her more augustus sisters Epic and Tragedy, but the robes are essential to the performance» (1914: 59). Del mismo modo, para Paulson, Absalom and Achitophel no es una sátira propiamente dicha, sino que más bien se trata de un pequeño poema épico o de una mascarada cortesana, en la que al final el rey consigue reestablecer el orden en un país amenazado por el caos. Según el crítico, lo que hace que el final del poema sea satírico y no cómico es el hecho de que Ajitofel y Absalón, no son, como pasaría en la comedia, reinsertados en el orden social: «Absalom and Achitophel is a satire disguised as a miniature epic or a court masque. Although about the triumph of David-Charles, its main energy is satiric rather than panegyric» (2004: 49).

Parece obvio que Dryden, poco partidario de la sátira y un gran devoto de la épica, quiso engrandecer su obra utilizando un tono épico-heroico. Sin embargo, ya hemos comentado con anterioridad que las sátiras de Dryden hacen referencia a la sociedad del momento, es decir, que en ellas se narran hechos contemporáneos. Esto hace que resulte muy difícil mantener el tono heroico al hablar de algo con lo que el lector tiene, por cercanía temporal, una gran familiaridad. Para resolver este problema Dryden recurre a la comparación  bíblica, intentando y consiguiendo así dignificar su relato.

Así pues, podemos concluir que Absalom and Achitophel es en realidad un poema satírico, heroico-burlesco, en el que un hecho contemporáneo se eleva y se dignifica, al compararlo con la historia de David y Absalón (cfr. Weinbrot 1988: 80-99).

 

 

ANÁLISIS DEL POEMA ABSALOM AND ACHITOPHEL

 

La complejidad y la longitud del poema aconsejan realizar un análisis selectivo, por lo que nos vamos a concentrar en aquellas cuestiones que, a nuestro juicio, son más interesantes, intentando rastrear en el poema posibles influencias y modelos.

 

 

La comparación con una historia bíblica

 

Dryden hace pivotar su narración en torno a tres personajes fundamentales: el rey David (que representa a Carlos II), Absalón (que representa a James Scott, duque de Monmouth, hijo ilegítimo del rey y candidato al trono) y Ajitofel (que representa a Anthony Ashley Cooper, duque de Shaftesbury, ex ministro de Carlos II, convertido ahora en el principal líder de los liberales y máximo defensor de Monmouth como sucesor al trono).

Pues bien, utilizar la comparación entre la situación política de la Inglaterra del momento y la historia de David y Absalón (narrada en el libro II de Samuel) no era algo novedoso (cfr. Jones 1931). El propio Dryden ya había utilizado la comparación entre Carlos II y el rey David en Astrae Redux (1660), algo que era bastante frecuente en los sermones políticos de la época. La comparación entre Absalón y Monmouth había sido también utilizada ya por más de un autor, tanto en prosa como en verso (cfr. Churton 1893: 40[14] y también Scott 1826: 222 y ss.); del mismo modo, la figura de Ajitofel se había utilizado a lo largo del siglo XVII para evocar la figura del político astuto y libre de escrúpulos que pretende rebelarse contra el poder establecido.

Sin embargo, la interpretación que Dryden realiza de la figura de Ajitofel, va más allá de la simple referencia política a la que estaban acostumbrados los lectores de la época, y elabora un personaje que nos recuerda al mismísimo demonio. Ya Verall (1914: 47-90) señaló que el Ajitofel de Dryden evoca al Satán de Paradise Lost (1667), y recordó los ecos miltonianos que se aprecian en el poema, basándose en la gravedad de la dicción y en expresiones como «hell’s dire agent» o «sons of Belial». Chambers (1959: 592-596) insistió en esta misma idea, afirmando que Dryden utiliza un sofisticado sistema de alusiones mediante las que consigue no sólo la identificación de Ajitofel (Shaftesbury) con Satán, sino también una cierta e irónica comparación de Absalón (Monmouth) con Jesucristo. Esto se aprecia especialmente cuando Ajitofel se dirige a Absalón por primera vez (vv. 230-243):

 

Auspicious prince, at whose nativity

Some royal planet ruled the southern sky;

Thy longing country’s darling and desire;

Their cloudy pillar and their guardian fire;

Their second Moses, whose extended wand

Divides the seas, and shows the promised land;

Whose dawning day, in every distant age,

Has exercised the sacred prophet’s rage;

The people’s prayer, the glad diviner’s theme,

The young men’s vision, and the old men’s dream!

Thee, Saviour, thee the nation’s vows confess,

And, never satisfied with seeing, bless;

Swift unbespoken pomps thy steps proclaim,

And stammering babes are taught to lisp thy name.[15]

 

Las alusiones son muy claras: some royal planet intenta evocar la estrella que guió a los Reyes Magos hasta Belén; the second Moses es una denominación utilizada con frecuencia para referirse a Jesús; Thy longing country’s darling and desire se refiere a lo esperado de su llegada, y la expresión vocativa Thee, Saviour, thee, no necesita aclaración; their cloudy pillar and their guardian fire alude a la columna de humo y a la columna de fuego que, durante el día y la noche respectivamente, guiaban a los israelitas en su éxodo hacia la tierra prometida y que constituían símbolos de que Dios hijo les acompañaba en su viaje y les protegía.

Otro aspecto que diferencia el uso que hace Dryden de la comparación bíblica es que él la hace extensiva a muchos otros elementos y personajes, lo que le permite dotar a toda la historia de un tono mucho más heroico; las referencias al Parlamento como Sanhedrin y a la figura del presidente de la Cámara de los Lores como Abbethdin, contribuyen a dignificar el relato de los acontecimientos, aunque exigen constantes referencias en notas al pie, para evitar que el lector moderno se pierda, y han necesitado más de una explicación (Roper 2000). No obstante, hemos de destacar que para el lector de la época el uso de este tipo de recursos constituía todo un reto que le resultaba muy placentero, porque ponía a prueba sus conocimientos y le permitía demostrarse a sí mismo su capacidad para interpretar correctamente la lectura de la obra; o al menos eso es lo que se desprende de este extracto de Addison, publicado en el Spectator:

 

If we look into Human Nature, we shall find that he Mind is never so much pleased as when she exerts her self in any Action that gives her an Idea of her own Perfections and Abilities. This natural Pride and Ambition of the Soul is very much gratified in the reading of a Fable; for in writings of this Kind, a Reader comes in for half of the Performance; Everything appears to him like a Discovery of his own; he is busied all the while in applying Characters and Circumstances, and is in this respect both a reader and a composer. It is no wonder therefore on such occasions, when the mind is thus pleased with it self, and amused with its own Discoveries, that it is highly delighted with the writing which is the Occasion for it. For this Reason, the Absalom and Achitophel was one of the most popular poems that ever appeared in English. The Poetry is indeed very fine, but had it been much finer it would not have so much pleased, without a Plan which gave the Reader an Opportunity of exerting his own talents (Bond 1965: IV, 318).

  

Ecos de Milton

 

Al margen de la grandilocuencia y la gravedad de la dicción, que ya hemos comentado, los ecos de Milton y de su Paradise Lost (1667), vienen determinados por el propio tema central del poema. En Absalom and Achitophel, Dryden adapta el argumento de Milton, la tentación, a la historia de David y Absalón, centrando su historia en la tentación que Shaftesbury ejerce sobre Monmouth para que se rebele contra su padre e intente hacerse con la corona. Absalom and Achitophel es una historia de tentación y caída: una historia de tentación, que está basada en una mentira urdida por el propio instigador de la tentación (Schelling 1961; Paulson 1967: 120-128), y que trae como consecuencia el caos: ese caos miltónico, comparable también al que presenta Virgilio en la Eneida cuando al salir los soldados del caballo de madera en plena oscuridad, además de atacar a los troyanos, se matan entre ellos como consecuencia de la confusión que se produce.

Dryden establece una comparación con el episodio bíblico de Adán y Eva, en la que coinciden los principales personajes (la autoridad verdadera, el provocador malvado y mentiroso, y la víctima de la tentación), y en la que lo religioso se extrapola a lo social: en el primer plano hablamos de pecado (sin) y en el segundo de maldad (evil); el pecado contraviene las normas divinas y la maldad contraviene las normas de civismo social. En el plano teológico, el pecado es la desobediencia de Eva, la negación del orden establecido por Dios; en el plano social, el pecado es la traición, la rebelión y la usurpación, que desencadena la negación del orden establecido por el rey (Paulson 2004: 49-50).

En el poema encontramos también ecos directos de la obra de Milton; así, cuando Ajitofel utiliza este símil para convencer a Absalón de que su padre es ya demasiado viejo para gobernar: «But, like the prince of angels, from his height / Comes tumbling downward with diminished light» (vv. 273-274), y que son un clara alusión al momento de la caída de Satán en Paradise Lost, en la que el arcángel iba perdiendo su brillo y su luminosidad conforme descendía hacia los infiernos. También cuando Ajitofel intenta provocar la tentación en Absalón, convenciéndole de que su destino es ocupar el trono: «How long wilt thou the general joy detain, / Starve and defraud the people of thy reign; / Content ingloriously to pass thy days, / Like one of virtue’s fools that feed on praise» (vv. 244-247), y que tienen mucho en común con esta intervención de Satán en Paradise Regained (1671):

 

These God-like Vertues wherefore dost thou hide?

Affecting private life, or more obscure

In savage Wilderness, wherefore deprive

All Earth her wonder at thy acts, thy self

The fame and glory, glory the reward (Paradise Regained, III, vv. 21-25).

 

También pertenecen a Paradise Regained estos versos: «But to a Kingdom thou art born, ordain’d / To sit upon thy Father David’s Throne» (vv. 152-153), que Dryden transforma en estos otros: «Against your will your arguments have shown, / Such virtues only given to guide a throne» (Absalom and Achitophel, vv. 379-380).

La influencia de Milton es tan clara que, en ediciones posteriores del poema que iban acompañadas de unos versos introductorios recomendando su lectura, encontramos los siguientes, que equiparan directamente al autor del poema con Milton:

 

Take it as earnest of a faith renewed

Your theme is vast, your verse divinely good;

[…]

As if a Milton from the dead arose,

Filed off rust, and the right party chose.[16]

 

 

El retrato de caracteres

 

En el poema encontramos la descripción de varios personajes que ilustran diferentes pautas de conducta, pero, a diferencia de otros poetas satíricos —que evitan la alusión a personajes concretos utilizando la alegoría o recurriendo a diálogos entre interlocutores anónimos—, todos los personajes de Dryden en Absalom and Achitophel son históricos y perfectamente identificables.

Dryden ofrece una serie de retratos, entre los que desatacan especialmente, por su crudeza, el de Shaftesbury, encarnado en la figura de Ajitofel, y el dedicado a George Villier, duque de Buckingham (Zimri, en el poema). Con estos dos caracteres probablemente estamos ante los dos mejores retratos satíricos de toda la literatura inglesa (Previté-Orton 1910: 98).

El retrato de Anthony Ashley Cooper, conde de Shaftesbury, es absolutamente demoledor. Dryden necesitaba desacreditar al líder de los liberales para ganar adeptos a la causa de Carlos. Shaftesbury había sido con anterioridad ministro, y uno de los hombres de confianza, del monarca, lo que hacía que su situación actual al frente del grupo de los rebeldes resultara aún más ruin y deleznable a los ojos de los conservadores. Ajitofel (Shaftesbury) aparece, a través de sus actuaciones a lo largo del poema, equiparado con el propio Satán, por lo que no es de extrañar la descripción tan severa que encontramos en estos versos:

 

Of these the false Achitophel was first;

A name to all succeeding ages curst:

For close designs, and crooked counsels fit;

Sagacious, bold, and turbulent of wit;

Restless, unfixed in principles and place;

In power unpleased, impatient of disgrace;

A fiery soul, which, working out its way,

Fretted the pigmy-body to decay,

And o’er-informed the tenement of clay.

A daring pilot in extremity,

Pleased with the danger, when the waves went high,

He sought the storms; but, for a calm unfit,

Would steer too nigh the sands, to boast his wit.

Great wits are sure to madness near allied,

And thin partitions do their bounds divide;

Else, why should he, with wealth and honour blest,

Refuse his age the needful hours of rest?

Punish a body which he could not please;

Bankrupt of life, yet prodigal of ease?[17]

 

Sobre el duque de Buckingham (Zimri), Dryden vuelca toda su habilidad satírica y grandes dosis de hostilidad, causada más por razones personales que por motivos políticos. Buckingham había formado parte, junto a Shaftesbury, de la Cábala, y era por tanto también ex ministro de Carlos II, pero después de 1673 se unió al grupo de los liberales. La animadversión de Dryden hacia Buckingham se debe a que, junto a Butler, autor de Hudribas, Thomas Sprat y Martin Clifford, caricaturizaron a Dryden y ridiculizaron su teatro rimado en The Rehearsal (1671), obra teatral que tiene como protagonista a Bayes, personaje que coincide en todo con Dryden, imita su forma de vestir, utiliza su mismo lenguaje, etc., hasta el punto de que, tras su estreno, el nombre de Bayes pasó a ser utilizado por todos como un apodo de Dryden:

 

In the first rank of these did Zimri stand;

A man so various, that he seemed to be

Not one, but all mankind’s epitome;

Stiff in opinions, always in the wrong,

Was everything by starts, and nothing long;

But, in the course of one revolving moon,

Was chemist, fiddler, statesman, and buffoon;

Then all for women, painting, rhyming, drinking,

Besides ten thousand freaks that died in thinking.

Blest madman, who could every hour employ,

With something new to wish, or to enjoy!

Railing and praising were his usual themes;

And both, to show his judgment, in extremes;

So over violent, or over civil,

That every man with him was God or devil.

In squandering wealth was his peculiar art;

Nothing went unrewarded but desert.

Beggared by fools, whom still he found too late;

He had his jest, and they had his estate.[18]

 

Es destacable el que el retrato de Absalón (James Scott, duque de Monmouth) sea breve y muy sutil. Las circunstancias que subyacen bajo el personaje real a quien Absalón representa, explican el porqué de este tratamiento. Monmouth aparece retratado como un joven lleno de virtudes, pacífico, mediador y carente de ambición:

 

Of all the numerous progeny was none

So beautiful, so brave, as Absalom;

Whether inspired by some diviner lust,

His father got him with a greater gust;

Or that his conscious destiny made way,

By manly beauty, to imperial sway.

Early in foreign fields he won renown,

With kings and states, allied to Israel’s crown;

In peace the thoughts of war he could remove,

And seemed as he were only born for love.

Whate’er he did, was done with so much ease,

In him alone ’twas natural to please;

His motions all accompanied with grace,

And paradise was opened in his face.[19]

 

He said, and this advice, above the rest,

With Absalom's mild nature suited best;

Unblamed of life, ambition set aside,

Not stained with cruelty, nor puffed with pride.[20]

 

Puede que sus virtudes no fueran tantas, ni su comportamiento fuera tan digno, pero no podemos olvidar que Dryden era íntimo amigo de la duquesa de Monmouth, y que James, aunque ilegítimo, era hijo del rey. Carlos II siempre había demostrado una cierta preferencia hacia él y le había concedido privilegios que a otros les negaba. Es bastante probable que Dryden no fuera del todo imparcial en el retrato que nos presenta de Monmouth por respeto a su rey, a cuyo servicio se encontraba como poeta laureado. Por otra parte, presentar a Monmouth de esta manera contribuye a intensificar la carga negativa sobre el personaje de Shaftesbury, lo que constituía el principal objetivo de Dryden: el ingenuo, honesto y bondadoso joven acaba siendo arrastrado por las artimañas del astuto, malvado y calculador político, hasta el extremo de que más que culparlo, hay que apiadarse de él: «But charming greatness since so few refuse, / ’Tis juster to lament him than accuse» (vv. 485-486).

Dryden describe también a otros personajes históricos, de manera que en el poema encontramos referencias a individuos de ambos partidos, estableciendo entre ellos un gran contraste. Se menciona a Slingsby Bethel (Shimei), uno de los dos comisarios de Londres, antiguo republicano, que ahora era progresista y virulento enemigo de Carlos II; a Titus Oates (Corah), el eclesiástico anglicano principal responsable del «complot papista»; a Thomas Thyne de Longleat (Isachar); y a varios amigos y defensores del monarca, como James Butler, duque de Osmond (Barzillai), William Sancroft, arzobispo de Canterbury (Zadoc), John Sheffield, conde de Mulgrave (Adriel), George Savile, marqués de Halifax (Jotham), Laurence Hyde, conde de Rochester (Husai) y Edward Seymour, portavoz de la Cámara de los Comunes (Adriel).

Para elaborar sus personajes, Dryden se fija sin duda en los grandes héroes del pasado que aparecen retratados en los poemas épicos; pero sobre todo atiende la parodia que de estos hace Milton en el Libro I de Paradise Lost. Para Paulson (2004: 41) no sería de extrañar que hubiera tomado también como ejemplo el prólogo de The Canterbury Tales de Chaucer, autor por el que Dryden sentía auténtico respeto y admiración, y los modelos clásicos que aparecen en las historias de Tácito, y en especial la presentación comparativa de personajes opuestos que Plutarco presenta en Vidas y que se ve reflejada también en las otras sátiras de Dryden.

Por otra parte, la influencia de Plinio es clara, Dryden elabora sus sátiras siguiendo el modelo del panegírico, que ya había utilizado en sus poemas de alabanza: Heroic Stanzas (1658), escrito para rendir homenaje a Cromwell tras su muerte, y Astrae Redux (1660), dedicado a conmemorar la restauración de Carlos II en el trono de Inglaterra. Muchas veces, el panegírico no adopta simplemente la forma de poema de alabanza de las virtudes del sujeto, sino que se elabora estableciendo contrastes entre lo bueno y lo malo, como hiciera Plinio para alabar a Trajano, modelo que Dryden ha seguido en la presentación de los diferentes personajes del poema.

 

 

Ecos de Virgilio

 

Dryden era un gran conocedor de los clásicos; a lo largo de su carrera tradujo las epístolas de Ovidio, las sátiras de Persio y las de Juvenal y las obras completas de Virgilio entre otros trabajos, por lo que no es de extrañar que en su obra se aprecie la influencia de estos, y en especial la de Virgilio para quien la sociedad del momento era también el tema central de su producción épica.

El uso del pasado y el presente como elementos de comparación aparece en la Eneida, en la que Virgilio glorifica el presente al compararlo con el pasado; también lo utiliza Plinio en el panegírico que le dedica a Trajano. Para Plinio, el pasado es la época del vicio y de la corrupción que se contrapone al presente, el tiempo de la virtud, perspectiva ésta que también comparte Dryden:

 

The sober part of Israel, free from stain,

Well knew the value of a peaceful reign;

And, looking backward with a wise affright,

Saw seams of wounds dishonest to the sight;

In contemplation of whose ugly scars,

They curst the memory of civil wars.[21]

 

Pero quizá el eco más claro de Virgilio lo encontramos en el cierre del poema. Tras el discurso de David, Dryden escribe:

 

Henceforth a series of new time began,

The mighty years in long procession ran;

Once more the godlike David was restored,

And willing nations knew their lawful lord.[22]

 

Frangmento que presenta un claro paralelismo con estos versos de Virgilio:

 

Ultima Cumaei venit iam carminis aetas;

Magnus ab integro saeclorum nascitur ordo.

iam redit et Virgo, redeunt Saturnia regna,

iam nova progenies caelo demittitur alto (égloga IV, vv. 5-8).

 

 

TRADUCCIÓN AL CASTELLANO DE ABSALÓN Y AJITOFEL (1681), DE JOHN DRYDEN

 

Sobre la traducción

 

La traducción poética ha sido durante años denostada por muchos que, basándose en las inevitables pérdidas que se producen cuando se traslada el contenido de una lengua a otra, han llegado incluso a negar su viabilidad; algo que, sin embargo, no se ha aplicado a la traducción de novelas o de obras de teatro. No cabe duda de que la poesía es el género que está más intrínsecamente unido a una lengua determinada, porque utiliza recursos formales, sonoros y rítmicos difíciles de reproducir en la lengua término. La poesía, como decía Mallarmé, es ante todo y sobre todo una cuestión de palabras, y la tarea del poeta es en muchas ocasiones entendida como la de un guardián, encargado de purificar y limpiar las palabras para liberarlas del deterioro que sufren en el uso corriente y vulgar que de ellas realizamos el resto de mortales. Desde esta perspectiva, la conclusión que se impone es que la poesía es intraducible o, que si se traduce, el resultado de ese proceso poco o nada tiene que ver con el original. Pero esta línea de pensamiento nos llevaría también a concluir que la poesía es sobre todo un ejercicio lingüístico, y difícilmente podríamos explicar por qué algunos autores, que dominan a la perfección la lengua y que son poseedores de una elevada pericia técnica, no pasan de ser mediocres poetas.

En nuestra opinión, las reflexiones de Rupérez (2000: 50) en torno a la traducción poética ofrecen un enfoque más conciliador que abre la puerta al ejercicio de la traducción poética aun siendo consciente de sus limitaciones:

 

Sin dar la espalda al hecho de que la poesía es un fenómeno de palabras, y de palabras especialmente intensificadas y sujetas en ocasiones a procesos formales muy rigurosos y cerrados, podemos argüir que la poesía es también —y antes que nada— una experiencia espiritual, intelectual y emotiva —o emotiva e intelectual inseparablemente, aunque tal vez más emotiva que otra cosa, donde las emociones son capaces de procrear ideas—, y que esa experiencia tiene un alcance humano universal por más que se encarne en un ser individual y singular. […] la poesía no es únicamente, y ni siquiera prioritariamente un hecho lingüístico, sino algo más vasto y misterioso que se deja conocer a través de las palabras, pero que no es sólo palabras.

 

Es este el ánimo con el que nos hemos acercado a la traducción del poema Absalom and Achitophel, conscientes de que, sin duda, se han producido pérdidas en el trasvase, pero con el convencimiento de que, a pesar de todo, la poesía puede y debe traducirse.

En nuestra traducción se han perdido, por ejemplo, la rima y muchas de las cuestiones rítmicas que destaca Verrall (1914: 67-69), como el hecho de que Dryden haga caer la pausa natural dentro de un verso a veces tras la cuarta sílaba, otras tras la quinta y otras tras la sexta, con la intención de destacar lo que se dice después, o el que en algunas partes del poema utilice grupos de tres versos en lugar de pareados. No obstante, y basándonos en la idea de que la poesía es también una cuestión de ritmo y sonoridad, hemos utilizado alejandrinos de rima libre, por entender que éste es el metro más adecuado para volcar el pareado heroico (heroic couplets). Hemos procurado, por mantener una estricta fidelidad al original, que el oído imponga su ley, porque compartimos la idea de Rupérez de que «una buena traducción es una cuestión de fidelidad y sensibilidad, de técnica y oído» (2000: 54).

La edición del poema que hemos utilizado para la traducción es la segunda, publicada en el mismo año que la primera, 1681, a la que Dryden añadió algunos versos: en concreto, tras la descripción del personaje que representa a Shaftesbury y referidos a éste, los versos 180-191; y los versos 957-960, referidos a Monmouth.

 

 

Texto castellano

 

1          Ocurrió en tiempo píos, antes del sacerdocio,

2          cuando la poligamia aún no era pecado;

3          cuando el hombre su raza multiplicaba en muchos,

4          sin verse aún obligado a relaciones bígamas;

5          cuando natura urgía y la ley no vetaba

6          el promiscuo uso de novia y concubina,

7          el rey de Israel, por voluntad divina,

8          su ardor vigoroso compartió con diversas

9          esposas y esclavas; y extenso, cual su mando,

10        diseminó en la tierra, de su creador la imagen.

11        Mical[23], de sangre real, portaba la corona,

12        un vientre ingrato para criar un vástago:

13        no así como el de otras, pues varias mujeres

14        le habían dado hijos a David, el divino.

15        Mas, dado que a su cama llegaron como esclavas,

16        no podía su prole cubrir la sucesión.

17        Entre su gran progenie, no había ninguno

18        tan hermoso y tan fuerte como lo era Absalón[24];

19        puede ser que, inspirado por ansia aún más divina,

20        su padre concibiéralo con mayor arrebato,

21        o que se evidenciara, por su humana belleza,

22        ese sino consciente de control de un imperio.

23        Pronto ganó renombre en tierras extranjeras,

24        frente a reyes y estados, aliados de Israel[25];

25        las ansias de guerra, en paz las convertía

26        y parecía nacido tan sólo para amar.

27        Cualquier cosa que hiciera, tan bien la hacía,

28        que sólo en él era natural complacer;

29        sus movimientos iban de gracia acompañados,

30        y en su rostro se abría el mismo paraíso.

31        Con júbilo secreto, vio David indulgente

32        su propia juventud en su hijo reflejada;

33        de todos sus deseos ninguno le negaba,

34        y le entregó por novia a la bella Anabel[26].

35        Las faltas que tuviera —¿quién hay que no las tenga?—

36        su padre no podía, o no quería verlas.

37        Algún que otro exceso, que la ley prohibía,

38        se vio como el de un joven a quien el tiempo cura,

39        y al crimen de Amnón[27], adornándole el nombre,

40        se le llamó venganza justa por una afrenta.

41        Así el noble joven fue amado y respetado,

42        mientras David reinaba tranquilo en Sión[28].

43        Mas la vida no puede ser siempre bendecida,

44        el cielo pune al malo y al bueno lo confirma.

45        Los judíos[29], esa raza triste, terca y quejosa,

46        como nunca pensó el extremo de gracia,

47        los mimados de Dios, que, guiados por lo fácil,

48        no hubo rey que mandáralos ni un Dios que les placiera;

49        han probado ya dioses de todas las especies[30];

50        producían sus ídolos e inventaban sus curas,

51        estos hijos de Adán[31], tan felizmente libres,

52        a soñar empezaron que libertad querían:

53        y no hallando reglas, ni un solo precedente

54        de hombres menos atados y sujetos a leyes,

55        llevaron sus instintos a los bosques y cuevas,

56        creyendo a todos siervos, excepto a los salvajes.

57        Esos que, ante la muerte de Saúl[32], sin esfuerzo,

58        de Isboset[33] consiguieron que renunciara al trono,

59        y al David[34] desterrado trajeron desde Hebrón[35],

60        y, de común acuerdo, lo proclamaron rey;

61        esos mimos judíos, que en su mejor momento,

62        mostraron su capricho en vez de su lealtad,

63        ahora se preguntaban por qué obedecieron

64        a un monarca ídolo, por ellos mismos puesto;

65        pensaron en destruir a quien habían creado,

66        junto a ese becerro de oro[36] —su propio Estado—.

67        Mas éstos eran golpes fortuitos, sin un plan,

68        no había interés que uniera a la rebelde masa:

69        de Israel los sensatos, libres de toda mácula,

70        sabían apreciar un reinado pacífico,

71        y mirando hacia atrás, con sabio pavor,

72        vieron marcas de heridas, para ellos vergonzosas,

73        y al contemplar aquellas horribles cicatrices,

74        odiaron el recuerdo de las guerras civiles.

75        Los hombres moderados, de este modo aliviados,

76        la balanza inclinaron al mejor de los lados;

77        y David, con bondad, tan bien llevó el asunto,

78        que los malos no hallaron modo de rebelarse.

79        Mas cuando la condición se inclina hacia el pecado,

80        el sabio demonio está presto y a mano,

81        y por interés media por los malos deseos;

82        la antigua y buena causa[37], reactivada, un plan pide.

83        La intriga, verdadera o falsa, es necesaria

84        para el bien común y ruina de los reyes.

85        Aquellos que poblaban Jerusalén de antaño

86        eran los jebusitas[38]; de ahí le viene el nombre;

87        y suyo era el derecho del poblador nativo.

88        Cuando el pueblo elegido[39] se volvió más fuerte,

89        aquella causa justa terminó siendo mala;

90        y los hombres de Jebus llevaron la peor parte,

91        aún se les creía enemigos de Dios.

92        Así, debilitados, a gusto o a disgusto,

93        tenían que someterse de David al gobierno;

94        así empobrecidos y  privados del mando;

95        les doblaron las tasas y perdieron sus tierras,

96        y lo que es aún más duro para cualquier hombre,

97        vejaron a sus dioses, cual madera quemándolos[40].

98        Esto hizo encenderse a ese clero pagano[41];

99        pues en todos los credos el clero es similar.

100      Venga de donde venga la raza de su Dios,

101      sea animal, o piedra u otra simple ascendencia,

102      sus siervos lo defienden con la misma firmeza

103      como si proviniera del mismo oro batido.

104      Los rabinos judíos[42], aunque eran enemigos,

105      opinaron de ellos que eran sabios y honestos;

106      pues era su deber, así lo creen los sabios/doctos,

107      abrazar esa causa, que de comer les daba.

108      De ahí surgió el complot, desgracia del país;

109      que era de por sí malo, mas se tornó aún peor;

110      defendido por unos, por otros despreciado;

111      reafirmado jurando, o muriendo negado;

112      sin que la mayoría lo hubiera sopesado,

113      tragado por la masa, crudo y sin masticar.

114      Algo de verdad había, mas cubierta de engaños,

115      para agradar al tonto y confundir al sabio.

116      Las épocas siguientes fueron igual de locas,

117      no creyéndose nada o creyéndose todo.

118      Los jebusitas, ritos egipcios[43] adoptaron

119      que acomodan los dioses conforme a su gusto.

120      Tan sabrosas deidades tienen que ser buenas,

121      pues sirven a un tiempo de culto y de alimento.

122      No podían por la fuerza presentar a estos dioses,

123      pues en aquella época estaban diez a uno,

124      usaron así el fraude, cual moneda de cambio;

125      al torpe es más fácil persuadir que vencer.

126      Sus ocupados maestros con judíos se mezclaron

127      y buscaron conversos en corte y en burdeles;

128      tarea que sin agrado aceptó el clero hebreo,

129      pues siempre al rebaño acompaña la lana[44].

130      Algunos creyeron que al ungido por Dios[45]

131      querían asesinar desde hacía mucho tiempo:

132      nuestro autor jura que no, mas ¿quién puede saber

133      hasta dónde llegarían Satán y jebusitas?

134      Este complot falló por falta de sentido,

135      mas tuvo una espantosa y grave consecuencia:

136      al igual que la fiebre hace hervir la sangre,

137      pronto el tranquilo lago se torna en corriente,

138      y todo humor hostil, que antes dormía tranquilo

139      sin salir de su cauce, ahora se desborda;

140      así varias facciones, con el primer fermento

141      comenzaron a hervir, y al gobierno retaron.

142      Unos, por sus amigos guiados más que por ellos,

143      vetaron al poder que nunca alcanzarían;

144      otros, que de las cortes habían sido echados,

145      se hicieron, cual demonios, grandes impenitentes;

146      a otros que habían pasado, por merced de su rey,

147      de indultados rebeldes a cercanos al trono,

148      se les dio un gran poder y un alto cargo público;

149      serían lazos sólidos, si ataran al ingrato.

150      El primero de estos era el falso Ajitófel[46],

151      un nombre maldecido para años venideros:

152      de precisos propósitos y tortuosos consejos,

153      turbulento de ingenio, sagaz y muy intrépido,

154      inquieto, sin principios y que no halla su lugar,

155      hastiado en el poder, deseoso de desgracias;

156      un alma apasionada que, al trazar su camino,

157      arrastra a la ruina a su cuerpo pigmeo

158      y acaba deformando su morada de arcilla[47].

159      Un osado piloto en situación extrema

160      que, al alzarse las olas, amando el peligro,

161      buscaba las tormentas, navegando muy cerca

162      de los bancos de arena para mostrar su ingenio.

163      Gran ingenio y locura son aliados cercanos[48],

164      y es muy fina la línea que traza la frontera;

165      pues, ¿por qué si no alguien, rico y honorable,

166      le negaría a su edad las horas de descanso,

167      y puniría a un cuerpo, a quien placer no puede,

168      desprovisto de vida, mas deseoso de paz?

169      Y todo por dejar lo ganado esforzándose,

170      a un bípedo implume[49], que tiene por hijo,

171      que tuvo mientras su alma bullía de ideas,

172      y nació amorfo, como la anarquía.

173      De amistad hipócrita, de odio implacable,

174      decidido a arruinar o a regir el estado.

175      Para conseguir esto, rompió el triple lazo[50],

176      zarandeó los pilares del equilibrio público,

177      y sometió a Israel a un yugo extranjero.

178      Y, muerto de miedo, pero aún luciendo fama,

179      robó un nombre patrio que todo lo repara.

180      Aún resulta muy fácil en épocas facciosas,

181      ocultar nuestro crímenes usando el celo público.

182      ¡La traición es segura, y un mal consagrado,

183      si pecar no se puede contra el deseo del pueblo!

184      ¡cuando la gente guiña y nunca ve delito,

185      porque en la culpa de otro reconoce su culpa!

186      Mas no hay rival que envidie la fama merecida;

187      al gobernante odiamos, pero al juez alabamos.

188      La corte de Israel no tuvo un Abbethdin[51]

189      con la visión más clara o las manos más limpias,

190      íntegro, espontáneo, alivio del perdido,

191      de ejecución ligero y de fácil acceso.

192      ¡Oh! ¡Si hubiera querido servir a la corona

193      con la virtud que es propia tan sólo de la toga;

194      o si el fértil terreno se hubiera liberado

195      de la funda que oprime a la noble semilla!

196      David habría tocado su melodiosa arpa

197      y el cielo habría querido una inmortal canción.

198      Mas la ambición prefiere navegar a resistir,

199      y el mar de la fortuna a tierra de virtud.

200      Ajitófel, cansado de ser poseedor

201      de una fama lícita y de una dicha lenta,

202      despreció coger libre el fruto prohibido

203      y cedió el brazo a la masa para agitar el árbol.

204      Ahora presente en crímenes, ideados hace tiempo,

205      mantenía un serio desafío con su príncipe;

206      llevaba la defensa de la causa del pueblo

207      contraria a la corona, y tras la ley se escondía.

208      Asume el anhelado motivo del complot;

209      ciertos detalles halla, y otros los inventa:

210      con ruidos de mensajeros, le llena los oídos

211      a todo aquel que escucha, de celos y temores,

212      de arbitrarios consejos sacados a la luz,

213      y acaba demostrando que el rey es jebusita.

214      ¡Débiles argumentos! Mas, como él bien sabía,

215      serios para esa gente de fácil rebelión.

216      Pues los judíos, frívolos, guiados por la luna,

217      siguen el mismo curso que ella al renovarse,

218      y cada veinte años[52], anotan sus escribas,

219      por natural instinto cambian de señor.

220      Ajitófel aún quiere a un jefe, y ninguno

221      parece más idóneo que Absalón el guerrero.

222      No porque él quisiera dotarlo de grandeza,

223      pues el hombre político ni odia ni ama,

224      sino porque sabía, que al no avalarle el título,

225      siempre dependería de la masa del pueblo;

226      ese poder real, podría así menguándose,

227      acabar cual residuos de una democracia.

228      Con estudiadas artes intentó agradarle,

229      su veneno escondiendo en palabras como éstas:

230      «¡príncipe auspicioso, en cuyo nacimiento

231      algún planeta real cruzó el cielo del sur[53];

232      querido y deseado por tu país anhelante;

233      su pilar nebuloso y su fuego custodio[54],

234      su segundo Moisés, cuya vara extendida

235      divide el mar y muestra la tierra prometida;

236      cuyo alboreado día, en toda era lejana,

237      ha tenido el fervor del sagrado profeta;

238      el orador del pueblo, presagio del oráculo,

239      visión de hombres jóvenes y sueño de hombres viejos!

240      Tú, Salvador, profesa de la nación los votos,

241      con ver no te contentes, y más bien bendice;

242      tus actos piden pompas aún no demostradas

243      y tu nombre se enseña a críos aún infantes.

244      ¿Cuánto más retendrás la alegría de todos,

245      matarás de hambre y fraude a tu propio pueblo,

246      contento de pasar tus días, sin vergüenza,

247      como uno de esos locos que viven de alabanzas

248      hasta que tu gran gloria, que ahora es tan brillante,

249      se eche a perder y se aje con el desgaste diario?

250      Creéme, real joven, tu fruto deberá

251      recogerse maduro o pudrirse en el árbol.

252      Pronto o tarde, el cielo nos asigna a todos

253      un cambio afortunado de nuestro propio fatum,

254      que si atentos miramos y con arte guiamos

255      (pues nuestro bien depende de nuestra voluntad),

256      nuestra fortuna cambia, como en suave descenso,

257      y desde el principio, la veremos cambiar;

258      mas si no la advertimos, planea como el viento,

259      dejando tras de sí desazón y locura.

260      Ahora te recibe con un glorioso premio,

261      y ante ti extiende su melena al vuelo[55].

262      Si así el viejo David, de quien tú desciendes,

263      llamado por Fortuna no hubiera sido rey,

264      aún permanecería en Gaza[56] en el exilio,

265      y el aceite del cielo[57] se habría ungido en vano.

266      Que su éxito de joven despierte tus anhelos

267      pero evita el ejemplo de sus últimos años:

268      mira cómo se acerca al cielo de Occidente,

269      como crecen las sombras al irse los vapores.

270      Ya no está como cuando, junto al río Jordán[58],

271      la gente se agolpaba para verlo llegar,

272      ocupando la playa y el resto de la costa;

273      Ahora, desde su altura, cual príncipe de ángeles,

274      se tambalea hacia abajo con luz disminuida[59];

275      por un simple complot expuesto al desden público,

276      nuestro único alivio desde su ruin regreso;

277      aquel montón de gente unidos junto a él

278      y ahora esparcidos por un soplo de viento.

279      ¿Cómo puede ahora oponerse a tus planes,

280      rodeado de enemigos y sin un solo amigo?

281      Si el dudoso auxilio del Faraón[60] usara,

282      la ayuda extranjera indignaría a judíos;

283      Egipto nos daría una amistad fingida,

284      fomentaría la guerra y al rey no apoyaría:

285      tampoco se unirían en armas al Faraón

286      los partidarios reales en pro del jebusita;

287      o si lo hicieran, pronto su unión se rompería

288      y con su odiosa ayuda a David vencerían.

289      Todo tipo de hombres, que por mis buenas artes

290      ahora odian a los reyes, su corazón alejan

291      de la guía de David; y todo el mundo pide

292      religión, libertad y bienestar común[61].

293      Si tú, benefactor del bienestar del público,

294      sumaras a sus armas un guía de sangre real,

295      ¿qué no esperaría Israel y qué aplauso

296      no obtendría un jefe por tan buena causa?

297      No estéril alabanza, esa flor de un día

298      sólo bella a la vista, sino un poder sólido;

299      y siempre es más noble un poder limitado

300      cedido con amor por tus compatriotas,

301      que una sucesión oscura y sacada

302      de mohosos pergaminos del arca de Noé.»

303      ¡Cómo afecta el elogio al hombre poderoso,

304      cuando el halago alivia y la ambición ciega!

305      El deseo de poder es sólo mala hierba,

306      mas si viene de arriba es celestial semilla;

307      en Dios resulta gloria, mas si lo anhela el hombre

308      no es sino una chispa del fuego celestial.

309      El ambicioso joven, muy ávido de fama,

310      y lleno en exceso de espíritu de ángel[62],

311      se apartó sin cautela de la senda del bien,

312      de honor emborrachado y con loas pervertido.

313      Mitad reacio y mitad proclive a la maldad,

314      pues algo de lealtad dentro de él aún quedaba,

315      respondió de este modo: «¿cuál sería mi pretexto

316      para coger las armas pidiendo libertad?

317      Mi padre ha gobernado con justicia innegable,

318      de la fe el defensor, y del hombre el deleite,

319      bueno, justo y amable, cumplidor de las leyes;

320      y el cielo con milagros ha abrazado su causa.

321      ¿A quién ha traicionado en su reino pacífico?

322      ¿Quién reclama en vano justicia por su trono?

323      ¡Millones de enemigos, que ante su ira mostraron

324      solamente venganza, han sido perdonados!

325      Benigno y humilde, por nuestro propio bien,

326      propenso a la piedad y contrario a la sangre.

327      Si la ingrata Israel saca mal de bondad,

328      para Dios es su crimen un querido atributo.

329      ¿Qué ganaría él traicionando a su pueblo,

330      cambiando su equidad por poder arbitrario?

331      ¡Que sea el faraón altivo quien, con un reino así,

332      aflija al fértil Nilo y a su servil cortejo!

333      Si la ley de David Jerusalem no quiere,

334      que Sirio[63] les abrase hasta caer enfermos.

335      ¿Por qué habría yo entonces, alentando al mal,

336      convertirme en rebelde y parecer un loco?

337      Si él fuera un tirano que, por falta de leyes

338      oprimiera a judíos e izara a jebusitas,

339      bien podría yo quejarme;

340      frenaría mis impulsos y ataría mis manos:

341      el pueblo ha de exigir su propia libertad:

342      más si deber en ellos, en mí sería un crimen.

343      Su favor no me deja pedirle cosa alguna,

344      rebasa mis deseos y me impide anhelos.

345      ¿Qué más puedo esperar mientras que David viva?

346      Menos su real corona me lo ha dado todo,

347      y ésta —aquí se para; y suspirando dice—

348      tiene como destino una mejor cabeza;

349      pues cuando él descanse de sus obligaciones

350      y aumente el número de aquellos bendecidos,

351      ha de ascender al trono su legal descendencia

352      o los colaterales[64] donde ésta termina.

353      Su hermano, aunque oprimido por el vulgar despecho

354      está firme e impávido, por natural derecho,

355      pues posee todo el porte de las virtudes reales;

356      y es querido  por todos, los buenos y más bravos;

357      amigos y enemigos su gran verdad proclaman

358      el rey, su lealtad y el mundo, su fama.

359      Incluso los culpables verán en él clemencia,

360      pues por estirpe es de aquellos que olvidan.

361      ¿Por qué he pues de quejarme del celestial decreto

362      que no me deja opción a ser de la realeza?

363      ¡Mas, oh, ese destino, bajo signo propicio,

364      hubiérame elevado o bien envilecido,

365      no habiéndole cedido a mi alma su tesoro

366      y habiéndola llevado a su propio declive!

367      Veo y veo muy firme mi posible mejora

368      pero David desdeña de mi madre el origen.

369      ¿Por qué estoy limitado por un mal nacimiento?

370      Es mi alma quien rechaza a todos sus parientes

371      y, hecha para el gobierno, me susurra al oído:

372      el deseo de grandeza es pecado de dioses.»

373      Así dubitativo, guiado por el demonio

374      mientras la virtud, débil, va perdiendo terreno,

375      de fuerza renovada se llena y contesta:

376      «Nuestro Dios eterno, siempre bueno y sabio

377      no reparte en vano sus prodigiosos dones.

378      ¿Qué tendrá reservado para bendecir tu reino?

379      Contra tu voluntad, tus palabras demuestran

380      que esa virtud se otorga para llevar un trono.

381      No es que yo desprecie la bondad de tu padre

382      mas la fuerza viril también hace corona.

383      Cierto es que da a su pueblo todo lo que le pide,

384      quizá tienen sus súbditos más que lo necesario,

385      pues grandes concesiones delatan a un rey dócil,

386      y su bondad proclaman, no su inteligencia.

387      Mas, ¿cuándo debe un pueblo luchar por liberarse

388      si no es ante reyes negligentes y débiles?

389      Dejémosle que siga, hasta que más no pueda

390      el sanedrín[65] avaro mantendrá su pobreza

391      y por cada moneda, que pueda percibir,

392      pagará una parte de su prerrogativa[66].

393      Enredarlo en conjuras será mi ocupación

394      o meterlo de lleno en una costosa guerra,

395      que, cuando su tesoro no pueda financiar,

396      tenga que hacerle frente con las ruínas del trono.

397      A sus leales amigos, nuestro temor y envidia

398      los llama pensionistas del faraón, jebusitas,

399     y cuando nuestra furia le prive de su ayuda

400      él quedará desnudo para público escarnio.

401      Al sucesor siguiente, a quien yo temo y odio,

402      con mis artes lo he hecho odioso al estado,

403      usando sus virtudes en su derrocamiento,

404      haciéndolo enemigo ante nuestros ancianos[67].

405      Por la cantidad de oro que sea necesario

406      ha de ser su derecho pignorado y vendido,

407      hasta que el tiempo aparte al decadente David

408      convirtiendo así en ley tu dudoso derecho:

409      si no, el pueblo tiene el derecho supremo

410      de nombrar a sus reyes, pues existen por ellos.

411      Un imperio es tan sólo gozar de confianza

412      y, cuando se reinicia, ya no puede ser justo.

413      La sucesión, pensada para el bien común,

414      no puede, equivocándose, someter a un país;   

415      si un pequeño cambio, puede aliviar al pueblo,

416      mejor que sufra uno y no padezcan cientos.

417      Los judíos, poderosos, antes de llegar Saúl,

418      tenían por rey a un Dios y osaron deponerlo[68].

419      Ahora urge tu piedad, tu obligación de hijo,

420      el derecho de un padre, y el temor a la fama;

421      el bienestar del pueblo, ese universal ruego

422      al que incluso el cielo se pliega, es la respuesta.

423      Que su amor no embauque a tu alma generosa,

424      es una ley natural perpetuar la especie.

425      Los amados ancestros, que nunca morirían,

426      en su posteridad se aman sólo a sí mismos.

427      Deja que su bondad sea probada con esto

428      o deja que abandone su vana pretensión.

429      Dijo Dios que a tu padre siempre lo había amado

430      ¿podría dar mejor prueba que ungirlo como rey?

431      Sin duda Dios mostró que amaba a ese pastor

432      a quien le dio un rebaño como el de Israel.

433      ¿Te creería David su adorado hijo?

434      ¿Qué pretendió entonces cediendo la corona?

435      se hubiera avergonzado de llamarse divino,

436      pues en honor a Dios, engañó a su hijo.

437      A su hermano le deja el dominio supremo,

438      a ti un patrimonio de terrenos estériles[69];

439      quizá la vieja arpa, con la que hace sus trovas

440      o una triste balada hebrea de alabanza.

441      Y el próximo heredero, sabio y severo príncipe

442      ya te está observando con un cierto recelo;

443      ve a través del delgado disfraz de tu destreza

444      y marca tus progresos en el alma del pueblo;

445      y aunque ahora su alma contiene su dolor,

446      el que menos protesta planea una venganza;

447      y como un león, que parece tranquilo

448      o finge que dormita, esperando a su presa

449      atrae a sus dominios, a rivales intrépidos;

450      ahoga su rugido y contrae sus garras

451      hasta que por fin halla su momento de furia,

452      y salta hacia la presa con súbita venganza;

453      excusa y perdona a las presas humildes

454      mas con altiva furia al cazador destroza.

455      Tu caso no permite una actitud mansa,

456      decídete a morir o vence con la espada,

457      que sólo empuñas cuando tu vida está en peligro,

458      y la defensa propia siempre ha sido una ley.

459      No le dejes al pueblo tiempo para pensar

460      pues puede que entonces la rebelión sea un crimen.

461      Convéncete a ti mismo de esta oportunidad

462      por a prueba tu título mientras tu padre vive;

463      y que tus armas tengan un hermoso pretexto,

464      proclama que las tomas en defensa del rey,

465      cuya sagrada vida cada minuto expone

466      al complot de amigos falsos y enemigos secretos.

467      ¿Y quién puede juzgar el alma de David?

468      Quizá su bondad pueda controlar su temor,

469      él teme a su hermano, mas ama a su hijo,

470      ya retirar no puede los votos prometidos.

471      Si ha de hacerlo prefiere que sea por la fuerza,

472      cual lascivia de mujer, que parezca obligado.

473      No lo dudes, mas cuando finja fruncir el ceño

474      comete un amable estupro a la corona.

475      afianza su persona y con ello tu causa,

476      quienes tengan al príncipe, poseerán las leyes.»

477      Dijo esto, y su consejo, coincidía sobre todo

478      con ese apacible carácter de Absalón,

479      sin culpa de existir, sin ambición alguna,

480      carente de crueldad y falto de orgullo.

481      ¡Cuán feliz habría sido si el fatum lo hubiera

482      colocado más alto, o quizá no tan alto!

483      Sus reales virtudes podrían reclamar trono

484      cualquier país bendecir, excepto el suyo propio;

485      mas tan pocos rechazan la amable grandeza,

486      que es más justo apiadarse de él que acusarle.  

487      Anhelaba con fuerza vencer a su rival,

488      con halagos conseguir el general aplauso

489      dirigir ese grupo, mientras su ardor durara,

490      y a ojos de todos seguir con el complot.

491      Además de todo esto, Ajitofel agrupa

492      el fuerte descontento de aquellos Israelitas

493      de distintas facciones, que unió sabiamente

494      para distintos fines en un mismo propósito.

495      Los mejores, y entre éstos había hombres del príncipe,

496      quienes veían mucho poder en la monarquía;

497      hombres equivocados, en el fondo patriotas,

498      malos no, engañados con artes más que impías.

499      Estos estropearon de la tierra el cercado,

500      y, tanto lo doblaron que el gobierno agrietaron.

501      Por interés, los otros el estado enredaron,

502      para vender su ayuda a un precio aún más caro,

503      y hacer de sus judíos mercaderes del trono,

504      pretendiendo el bien público, servir al suyo propio.

505      Otros al rey veían como una inútil carga,

506      que era muy costosa y no resolvía nada.

507      Asaltar deseaban al honesto David,

508      siguiendo los principios de un saneado gobierno.

509      A estos se le unieron multitud de arengeros

510      que en sus palabras vieron un resquicio de ascenso.

511      Quien viene ahora entraña aún mucho más peligro

512      pues odia tanto al rey como al mismo David;

513      la masa solimana[70], versada de antiguo,

514      de facción divina y sólida traición,

515      doblada y temblando ante el conquistador,

516      y altiva con el príncipe por ley restablecido;

517      vio con desdén surgir un étnico complot[71],

518      que también desdeñaron los propios jebusitas.

519      Guiados por los levitas[72], que una vez privados

520      de custodiar el arca, otrora a su cargo[73],

521      retomaban su sesgo, y con pregón celoso

522      buscaban su antigua y amada teocracia;

523      cuando, con sanedrín[74], el país dominaban,

524      disculpando el destrozo con pura inspiración.

525      ¿Quién mejor reinaría que la casta de Aarón[75],

526      si una vez el dominio, con gracia ya llevaron?

527      A todos dirigían, aunque no muy seguros,

528      mientras voceaban en contra del gobierno.

529      Tras de ellos llegaron multitudes de santos,

530      de la antigua raza, real y entusiasta;

531      su poder empleaban contra la ley y el orden,

532      por construir no hay nada y por destruir todo.

533      Pues mucho más abunda el rebaño de aquellos

534      que reflexionan poco y hablan demasiado.

535      Éstos, por puro instinto, sin saber por qué

536      los dioses, y los bienes, de sus padres honraban

537      y dándole al destino una ciega confianza

538      odiaban al demonio y a los jebusitas,

539      creyéndose salvados, a pesar de su maldad,

540      porque no concebían estar equivocados.

541      Esos eran los mimbres; mas queda aún una Hidra

542      con múltiples retoños, imposibles de contar.

543      Había entre sus jefes, príncipes de la tierra:

544      y entre los primeros se hallaba el propio Zimri[76],

545      un hombre  tan completo que más que un solo hombre

546      parecía un arquetipo de la humanidad;

547      firme en sus opiniones, siempre equivocadas,

548      lo comenzaba todo y no acababa nada;

549      mas en lo que duraba un ciclo de la luna,

550      era químico, músico, bufón y hombre de estado,

551      y para las mujeres, artista o poeta,

552      u otros mil oficios, que sólo había en su mente.

553      ¡Bendito sea el loco, que toda hora llena

554      con algo que desea o algo que disfruta!

555      Injuriar y alabar era lo que hacía,

556      tanto a los violentos como a los cabales,

557      por mostrar su criterio a los dos extremos,

558      pues ante él todo hombre era Dios o demonio.

559      Malgastando riquezas, pues este era su arte,

560      recompensaba a todos, dejándolos vacíos.

561      Le alababan los tontos a los que halló tarde,

562      que, aguantando sus bromas, conseguían su dinero.

563      Se reía de la corte y buscaba consuelo,

564      generando partidos en los que no mandaba

565      ya que, muy a su pesar, el poder recaía

566      en el sabio Ajitofel o bien en Absalón.

567      Así, este malvado, de medios privado,

568      no dejó ningún bando, más que el que le quedaba.

569      Pensar nombres y títulos de lores es tedioso,

570      y esta muy por debajo del honor de los versos.

571      Los mejores: políticos, sabios o guerreros,

572      simples nobles y esposos constituían el resto.

573      Sean así liberados, por mor de la idiotez,

574      el poderoso Balaam y el frío Caleb,

575      y que al pío de Nadab[77], que hizo nuevas gachas

576      para el cordero pasual, lo condene el olvido.

577      Que el aura de amistad abrace algunos nombres,

578      a aquellos con valía; los otros, desdén merecen.

579      No tendrá aquí cabida la multitud canalla,

580      que no respeta a reyes y no ve en Dios la gracia:

581      ni tampoco Jonás[78], que creaba estatutos

582      a favor del motín, e hizo la traición ley.

583      Y aunque éste era malo, quien le sigue es peor,

584      infeliz, que en el cielo los ungidos maldicen;

585      Shimei[79], que cuando joven prometer parecía

586      gran fervor religioso y odio hacia su rey;

587      con cuidado frenaba sus pecados más caros

588      y el Sabbath no rompía mas que para medrar:

589      tampoco se le ha visto, ni en un solo momento,

590      maldecir o jurar, mas que contra el gobierno.

591      Juntando así fortuna del modo más sencillo

592      que saben los judíos: engañando y rezando;

593      la ciudad, como premio de su odio tan devoto

594      hacia su señor y rey, lo nombró magistrado.

595      Su mano sostenía de la Justicia el cetro,

596      y una cadena de oro colgaba de su cuello.

597      Durante su mandato, la traición no era crimen;

598      los hijos de Belial[80] su gloria ahora tuvieron:

599      pues aunque Shimei no era un hombre generoso,

600      a su infame vecino quería como a sí mismo.

601      Si dos o más había, reunidos para hablar

602      en contra del monarca, rey de Jerusalem

603      Shimei siempre estaba, en medio del tumulto:

604      y si, cuando él estaba maldecían, al rey,

605      también lo hacía él, por ir en consonancia.

606      Si alguien a sus amigos osaba acusar,

607      preparaba un jurado de judíos disidentes,

608      que al ser simpatizantes de igual causa divina,

609      al sufridor libraban de las leyes humanas:

610      pues las leyes se han hecho para punir a aquellos

611      que sirvan al monarca, no a sus enemigos.

612      Si el poder le dejaba algún momento de ocio,

613      pues es casi pecado perder ni una hora,

614      su tarea consistía en persuadir con pluma

615      de que un rey es inútil y negociar un trato;

616      y aunque su estilo refinar intentara,

617      el recabita[81] huye del efluvio del vino.

618      Corta era su bodega y su mesa de cena

619      odiaba la grandeza de las celebraciones.

620      Por no usarlo olvidaron sus cocineros su oficio,

621      fría estaba su cocina, mas su mente caliente.

622      La virtud de ser frugal no va con la malicia

623      pero era conveniente para estos judíos:

624      las ciudades quemadas[82] requieren magistrados

625      que a Dios no osen tentar utilizando el fuego.

626      Sustentaba a sus siervos con rancho espiritual,

627      que no incluyera carne que incita a rebelión:

628      tuvo más bien en cuenta las tablas de Moisés

629      para cuarenta días de ayuno en el monte.

630      Hablarles del resto (es mejor olvidarlos),

631      cansaría a cualquiera que el complot presenciara.

632      Mas Corah[83], tú no debes caer en el olvido;

633     ¡erígete tú mismo, grandísima aleación,

634      igual que la serpiente de tu mismo metal[84],

635      mientras los países quedan seguros tras tu sombra!

636      Aunque es de origen llano, también los cometas

637      son vapores terrestres, antes de cruzar los cielos.

638      Pueden igual hacerse acciones prodigiosas

639      usando tejedores[85] o al hijo de un príncipe.

640      Este architestigo en pro del bien común

641      sólo con este hecho ennoblece su sangre.

642      ¿Quién fue el que interrogó a esos buenos testigos

643      cuya promesa Esteban[86] el mártir adornaba?

644      El nuestro era un levita, y en aquella época,

645      los de su tribu eran de Dios los caballeros.

646      Era de ojos hundidos, de voz áspera y fuerte:

647      muestras de que no era orgulloso o colérico:

648      su mentón alargado denotaba su ingenio,

649      su aspecto de santo, rojo cardenalicio,

650      y el rostro de un Moisés[87]. Su increíble memoria

651      repetía complots, aún más increíbles,

652      que no podían tomarse por mentira inventada,

653      pues el ingenio humano para tanto no da.

654      Verdades del futuro se mezclan en su libro,

655      pues, si el testigo falla, pasa a hablar el profeta:

656      hay cosas que aparecen cual vuelo visionario;

657      lo eleva el espíritu, sólo Dios sabe a dónde,

658      y le otorga un título de estudios religiosos,

659      que la universidad foránea no conoce[88].

660      Mejor que su memoria era aún su juicio,

661      que consiguió encajar sus fantásticas pruebas,

662      muy adecuadas para el sentir del momento,

663      entonces quejumbroso por el mal jebusita.

664      Que de su voz sospeche el rival de Israel,

665      y con rapidez juzgue su escritura apócrifa,

666      nuestras leyes contemplan penas a estas afrentas:

667      quien pierde su negocio pierde también su vida.

668      Si fuera yo el testigo, en lugar de Corah,

669      el infeliz, que tanto daño me provocó,

670      refrescaría mi memoria, de todo lo olvidado,

671      para reconvertirle en parte del complot.

672      Por su fervor al cielo despreció a su príncipe

673      y sobre su persona descargó humillaciones.

674      Mas el fervor conlleva ciertos privilegios,

675      y se entrega libre a hechos y palabras:

676      y exigir podía Corah el crimen de Agag[89]

677      tan burdamente como Samuel el de Saúl.

678      La conclusión que otros sacaron de sus pruebas,

679      las que amor o dinero pudieron comprar,

680      se vendría abajo por la fama de Corah,:

681      pues todos en el fondo han sido de él testigos.

682      Y así, rodeado de amigos muy diversos,

683      el ingenuo Absalón abandona la corte,

684      con anhelos mejores, urgido por la fama

685      incitado por lograr pronto una corona.

686      La masa, que lo admira, está muy sorprendida

687      y se llena los ojos de esa bella persona.

688      Oculta él su alegría, se presta al gran juego,

689      y en cada reverencia, se inclina aún más[90],

690      piensa muy bien sus gestos, palabras y miradas

691      y repite sus nombres cual si los conociera.

692      Siendo este su carácter, y dotado con artes,

693      consiguió inadvertido colarse en sus almas.

694      Entonces, con mirada amable y compasiva

695      antes de hablar suspira, pretendiendo dar lástima,

696      dijo pocas palabras, mas justas y precisas,

697      como gotas de Hybla[91], pero mucho más dulces.

698      «Lloro por vuestro Estado, queridos compatriotas,

699      más yo no soy capaz de cambiar el destino:

700      ¡mirad a un desterrado en pro de vuestra causa,

701      como una presa expuesta a leyes arbitrarias!

702      ¡Ojalá yo pudiera deshacer lo ya hecho,

703      apartarme del reino, dejar de ser su hijo!

704      Están ahora coartadas vuestras libertades;

705      entre Tiro y Egipto[92] os quitan el comercio

706      y usan los jebusitas vuestros ritos sagrados.

707      Mi padre, de quien hablo aún con gran respeto,

708      por despreocupación, no atiende a su deber

709      y comprado, por poco, con oro extranjero,

710      se va haciendo viejo, en brazos de Bathsheba[93];

711      al enemigo exalta, se enfrenta al amigo

712      y todo su poder usa contra sí mismo.

713      Él cede, y que así sea, derechos que son míos

714      mas ¿por qué traicionar los vuestros y los suyos?

715      él y sólo él puede a la nación desangrar,

716      y sólo él quedará libre de mi venganza.

717      Tomad mis lágrimas, dijo, frotándose los ojos,

718      son el único poder que ahora se me otorga:

719      nadie puede acusarme de usarlas cómo armas

720      pues sólo un hijo puede usarlas contra un padre:

721      y es mi honesto deseo que el sucesor del reino

722      no vuelva a consentir una queja israelita.

723      Acciones como estas no es frecuente que fallen,

724      más siempre prevalece el interés global,

725      y al que asume por propios los errores de otros,

726      siempre se le concede la compasión del pueblo:

727      la multitud que sus reyes cree aún oprimidos,

728      bendice, brazo en alto, a su joven Mesías:

729      quien ahora comienza a decretar su avance

730      con carros y jinetes y un abultado séquito:

731      de este a oeste despliega sus glorias[94],

732      como el sol, inspecciona la tierra prometida.

733      Su fama le precede, cual Lucero del Alba,

734      y con gritos de júbilo le saludan de lejos,

735      cada casa lo acoge como a un dios guardián,

736      y todos santifican el lugar donde él vive.

737      Mas, trato hospitalario, le otorgó más que nadie

738      el sabio Isachar[95], rico amigo del este.

739      La itinerante corte, que a todos asombraba

740      y pompa parecía, tenía otros propósitos:

741      con intención la creó el bueno de Ajitofel

742      y allá donde llegaba, tanteaba el terreno

743      y el alma de las gentes, distinguiendo enemigos,

744      calibrando su fuerza, antes de dar el golpe.

745      Mas todo iba envuelto en fingido regalo

746      de especiado amor y deber a su príncipe.

747      Religión y enmienda de todos los agravios

748      (nombres que siempre engañan y siempre agradan)

749      se piden con frecuencia, y la vida de David

750      es puesta en peligro por su hermano y su esposa[96].

751      Se urde así una trama con pompa y boato,

752      y la misma paz es guerra enmascarada.

753      ¡Ay pobre Israel! ¡Del mal nunca alertada!

754      ¡Siempre el mismo cebo, y aún así embaucada!

755      ¿Renuncia acaso el hombre a su actual bienestar

756      pensando en dolencias cuando se siente sano,

757      o asume los dolores de daños venideros,

758      da al monarca herederos o actúa como un Dios?

759      ¿Qué hemos de pensar? ¿Puede ceder el pueblo,

760      de su país el dominio, que es suyo y de sus hijos?

761      Quedarían indefensos a merced de la espada

762      de cualquier desatado y arbitrario señor:

763      y son vanas las leyes de las que disfrutamos

764      si reyes cuestionados las pueden destruir.

765      Si la masa juzgara lo justo y lo decente

766      y los reyes fueran oficiales al mando,

767      entonces este pacto, que corona a los reyes

768      sería reanudado o prohibido por siempre.

769      Si aquellos que llevaron el cetro no pudieron   

770      a través de sus hechos, amarrar su sucesión,

771      ¿Cómo podría Adán reafirmar su linaje?

772      ¿Cómo pagar podría a la humanidad?

773      ¿Cómo nos condenaría la justicia divina

773      que nunca accedió a la caída del padre?

775      Los reyes son esclavos de aquellos a quien mandan

776      y son arrendatarios del bienestar del pueblo.

777      Añadamos que el poder, consentido por derecho

778      se apoya astutamente sobre la multitud;

779      ¿quién puede estar seguro del derecho privado,

780      si el reino soberano con poder es disuelto?

781      No siempre es acertado el criterio del pueblo:  

782      muchos pueden errar igual que unos pocos,

783      y, por grito común, caen reyes sin mácula,

784      acusados de opresión, vicio y tiranía.

785      La multitud voluble, carece de criterio,

786      y tan pronto ataca como que se retira.[97]

787      No sólo son las masas; también los sanedrines

788      pueden contaminarse de esta demencia pública,

789      compartiendo locura de épocas rebeldes

790      y asesinar a reyes por crímenes ficticios[98].

791      Poniendo y quitando siempre que les plazca,

792      no solamente reyes (imágenes de dioses),

793      sino el propio gobierno, pensarán a la larga

794      que cualquiera puede hacer lo que le plazca.

795      Reconoced señores que el rey manda al pueblo,

796      ¿qué hombre prudente iría contra un trono estable?

797      Pues sean cuales fueren sus anteriores penas,

798      ese cambio que anhelan les hace sufrir más.

799      Cualquier otro error, sólo cambia el estado,

800      mas la mejora viene por un golpe de suerte.

801      Si lo ambiguo falla y con caer amenaza,

802      enmendar los errores y reforzar sus muros

803      es lo que hay que hacer: mas fija tú hasta dónde,

804      porque ir más allá sería tocar el arca[99].

805      Cambiar los cimientos, y hacer otra estructura

806      es cosa de rebeldes, con intención torcida;

807      controlan de inmediato, lo divino y lo humano,

808      y remiendan las partes, estropeando el todo.

809      Sometido está el mundo a esta maldición,

810      ha de purgar su mal con otro aún peor.

811      ¿Qué relevo puede haber para el honesto David?

812      ¡Qué malo es para un rey ser demasiado bueno!

813      Amigos tiene pocos, (crece más la locura),

814      pues quien osa serlo, del pueblo es enemigo.

815      Mas alguno quedaba, hasta en el peor momento;

816      dejadme que los nombre, pues así los alabo.

817      De este pequeño grupo, destaca Barzillai[100];

818      Barzillai, adornado de honor y muchos años.

819      Resistió, hace tiempo, los ataques rebeldes,

820      más allá de las tierras que riega el Jordan,

821      mas no pudo mantener a flote el Estado

822      y acabó naufragando junto a su señor:

823      lloró en el exilio, junto a su buen príncipe

824      pues por él sufría y junto a él volvió.

825      Vivía en la corte, mas no era palaciego,

826      grandes eran sus bienes, pero aún más grande su alma,

827      que bien supo escoger el más noble propósito,

828      el luchador guerrero y la inspirada musa.

829      Su lecho una vez pudo presumir de un buen fruto,

830      ahora se ha perdido más que el nombre de un padre,

831      su más antiguo anhelo, de gran gracia dotado,

832      por mí siempre llorado y siempre alabado[101].

833      Dios lo tenga en su gloria, muy joven fue robado

834      por el desigual sino y el crimen del destino:

835      más sin haber aún ganado la meta del honor

836      ya había cumplido como hijo y súbdito:

837      su carrera fue rápida, mas tuvo poco tiempo.

838      ¡Oh, ciclo limitado, mas de poder divino

839      escaso en el espacio y perfecto en sus líneas!

840      Por tierra y por mar era tu valía conocida,

841      las armas tu delirio, la guerra toda tuya:

842      tu fuerza sostenía a los tirianos débiles[102],

843      y al faraón altivo le cambiaste la suerte.

844      ¡Oh, antiguo orgullo! ¡Oh brazo invencible,

845      que nunca permitió rivales sin castigo!

846      Mas de tu nombre es indigna Israel:

847      poco le queda ya a la fama desmedida.

848      Es cual si el cielo hubiera trazado nuestra ruina

849      y recelar osara de tu mente y fortuna.

850      Sin estar ya en la tierra, tu alma liberada

851      se eleva y atrás deja a nubes y estrellas:

852      puedes traer de allí tus legiones hermanas,

853      para ayudar al ángel guardián de tu rey.

854      Para aquí, mi musa; deja tu triste vuelo,

855      no hay pluma que pretenda alturas inmortales:

856      Dile al buen Barzillai que versar ya no puedes,

857      y a tu alma, que tendría que haber huido antes:

858      o haber huido con él, dejando estos versos

859      para el coche fúnebre del difunto mecenas.

860      Cae ahora en picado desde el cielo y mira

861      si otro como él puedes encontrar en la tierra:

862      otro como él sería muy difícil de hallar,

863      así que busca a alguien que pudiera ir detrás.

864      Zadoc, el sacerdote[103], rechazando el poder

865      cedió su humilde mente a la gracia de David.

866      Junto a él está Sagan, el de Jerusalén[104],

867     de alma hospitalaria y de noble familia,

868      el que del oeste viene[105], y con ideas sólidas,

869      usa palabras justas y divina elocuencia.

870      Los hijos del profeta[106], guiados por su ejemplo,

871      fueron educados en la lealtad y el estudio:

872      pues el saber depende de reyes generosos,

873      y no es la rebeldía amiga de las artes.

874      La base de la leyes favoreció a esos,

875      que sabían alegar y juzgar una causa.

876      Junto a ellos asciende un grupo de leales:

877      Adriel[107], el certero, amigo de las musas,

878      una musa en sí mismo: en sanedrín actúa

879      a favor de su príncipe, mas no en el de su estado:

880      ese a quien David le colmó con honores,

881      que a su rebelde hijo fuéronle arrebatados.

882      Jotham[108], de agudo ingenio y cargado de ideas,

883      por natura dotado y habiendo aprendido

884      movió a aquellos, que sólo estuvieron

885      con los malos un rato, para luego pasarse

886      al lado de los buenos, igualando la balanza,

887      ¡cuánto puede hacer el peso de un gran hombre!

888      Husaí[109], ese amigo de David en la angustia,

889      de varonil firmeza en públicas tormentas;

890      se formó siendo joven en ideas extranjeras

891      y sumó su experiencia al bien de su país.

892      Cedió su parco esmero al imperfecto trono,

893      que resultó muy parco, más fue muy generoso:

894      gobernar es muy fácil cuando hay erario público,

895      mas, dura es la tarea de gestionar lo escaso;

896      el poder soberano también crece o decrece,

897      si el rey ha de vender o el público comprar.

898      Haz una tarea más, mi agotada musa,

899      para Amiel[110]; pues ¿quién puede negarle una alabanza?

900      Era noble de cuna, más se hizo aún más noble

901      por su propia valía y  sus grandes acciones:

902      Sanedrín gobernó, durante mucho tiempo,

903      guiando sus acciones, calmando sus pasiones:

904      era tal su destreza defendiendo la corona,

905      y el verbo que usaba a favor de su país,

906      que, siendo aquello igual a las tribus de Israel,

907      fue el más adecuado para representarlos.

908      Ahora el poder ostentan alocados aurigas,

909      cuyas locas carreras maneja él con destreza:

910      igual de inestables que el guía de turno,

911      confunden el momento y yerran el camino;

912      retirado él sonríe a estos baldíos esfuerzos,

913      y a salvo disfruta del merecido Sabbat.

914      Estos eran los jefes, un grupo de loables,

915      pequeño pero fiel, que estaban en la brecha,

916      tentando a la ira conjunta del reino.

917      Con dolor presenciaron cómo estas energías

918      se torcían y golpeaban al gobierno legítimo:

919      un grupo numeroso, fingiendo tener miedo,

920      expulsó de la corte al sucesor legítimo,

921      para al sanedrín dejar sin derechos legales,

922      y el complot reforzaron comprando a los testigos.

923      Todo este mal vieron y, como dicta el deber,

924      al rey le mostraron el riesgo de la herida,

925      que ningún privilegio del trono agradaría,

926      que cualquier lenitivo, el mal fomentaría:

927      entonces Absalón, ansioso de corona,

928      se convirtió en el cebo para aplacar al pueblo:

929      ese odio de Ajitofel, tan falso y pernicioso

930      arruinó con su trama la iglesia y el estado:

931      violento está el Gobierno, la chusma lo está aún más,

932      aprendió Jerusalén con Shimei a jurar.

933      Oprimido por esta sarta de injurias,

934      que hace tiempo sentía revolverse en su pecho,

935      el curso de las cosas agotó su paciencia,

936      y así, desde su trono, por el cielo inspirado,

937      el divino David habló; con gran temor

938      su séquito escuchó en su amo al Creador.

939      «Hasta ahora he reinado, por la gracia del pueblo,

940      remediando mis fallos, mi venganza atrasando;

941      deseoso de olvidar la época de ofensas;

942      al igual que un padre, aunque fuera rey.

943      Pero ahora desprecian del todo mi clemencia,

944      los culpables cuestionan que haya que perdonarles.

945      Sostienen que el monarca se debe a todos ellos,

946      más yo he de gobernar, pues eso hace un monarca.

947      Toman como un riesgo mi sangre bondadosa;

948      mas, el temple varonil es el que más resiste.

949      Mas desviar desean mi curso natural,

950      es tiempo de enseñarles que no han de obligarme.

951      Ese montón de afrentas, que traen altivos súbditos,

952      carga es para un camello, no apta para un rey.

953      Los reyes constituyen el pilar del estado,

954      para llevar, nacidos, el peso de la nación:

955      si mi joven Sansón pretende ser llamado

956      a mover la columna, compartirá la caída:

957      ¡mas si se arrepintiera, entonces viviría!

958      ¡Qué fácil le resulta a un padre perdonar!

959      ¡Son muy pocas las lágrimas que exige natura

960      para obtener perdón por un hijo querido!

961     ¡Pobre apenado joven, por mi esmero de padre

962      elevado hasta el máximo que su fama permite!

963      De haber querido Dios que llevara el imperio,

964      le habría dado a su alma otra oportunidad:

965      creyó ser un héroe, cuyo destino era

966      aquel de suplantar a su príncipe, por ley:

967      la bravura del pueblo, el arma del político,

968      mas nunca fue un héroe, fue mas bien un cretino.

969      ¿De dónde viene ahora que religión y ley

970      deban apoyar más a Absalón que a David?

971      A su antiguo maestro, antes de que cayera,

972      nunca se le trató con tanta gentileza.

973      ¡Dios santo, cómo puede un sector crear a un héroe!

974      mi rebelde resulta el santo de mi pueblo.

975      ¿Pueden imponer ellos un heredero al trono?

976      Que sanedrín aprenda a imponer al suyo.

977      Un rey, al menos, forma parte del gobierno

978      y es mi consentimiento tan preciso como el suyo:

979      buscar un rey futuro, sin que yo me haya ido,

980      supone que planean derrocar al que está.

981      Cierto es que me pidieron que yo les apoyara,

982      mas no sirven a Jacob las manos de Esaú,

983      mis súbditos leales mi seguridad piden,

984      y para conseguirla, me quitan el poder.

985      ¡Qué el cielo me libre de complots y traiciones,

986      mas líbreme, ante todo, de mis peticionarios!

987      Insaciables cual tumba o cual vientre estéril,

988      Dios no puede darles tanto como anhelan.

989      ¿Qué es lo que queda, pues, salvo un ojo celoso,

990      para de la realeza salvaguardar las ruinas?

991      La ley dirigirá mi pacífico reino,

992      y someterá al cabo, a todos los rebeldes:

993      el control del poder ya no será votado

994      con esos votos que hacen que ganen unos pocos.

995      Ya no provocarán rumores infundados,

996      ni podrá la multitud punir sin demostrar:

997      pues dioses y reyes muestran siempre su celo

998      por defender al siervo, aun en la aflicción.

999      ¡Oh, qué sean mis poderes ahora confinados!

1000    ¿Por qué, igual que el cielo, me veo obligado

1001    contra mi voluntad a enseñar con ejemplos?

1002    ¿Tendré al fin que empuñar de la justicia la daga?

1003    ¡Oh, malditos efectos de esa ley necesaria!

1004    ¡Confunden mi bondad, creyendo que es temor!

1005    Temed siempre la furia de un hombre paciente.

1006    Puesto que ley requieren, que muestre ésta su cara;

1007    no les satisfaría enfrentarse a la Gracia,

1008    a su lado oculto, y, con mirada osada,

1009     atreverse a mirarla de frente y morir.[111]

1010     Es justo decretar, siguiendo así sus artes,

1011     que sangren todos esos que han planeado muertes.

1012     Contra ellos jurarán sus propios testigos,

1013     hasta que cual víboras, renuncien al complot,

1014     y usen de alimento la sangre coagulada,

1015     que, en otro tiempo, fue la base de su vida.

1016     Su Belzebú y su Belia[112] lucharán entre ellos,

1017     y con mis enemigos, lo que a mí me hará bien:

1018     sin duda el evento atraerá a los rebeldes,

1019     que desde el propio inicio, bramarán con su furia.

1020     Sin molestar, dejemos que ellos sigan su curso;

1021     hagámosles que crean que tememos su fuerza:

1022     más pidamos batalla, cuando estén sin aliento,

1023     imponiéndonos a ellos, con poder duplicado:

1024     pues el poder que es lícito, se torna aún más grande;

1025     volviendo con firmeza, cuando se le ha callado.»

1026     El todopoderoso asintió con el gesto,

1027     y resonaron truenos por todo el firmamento.

1028     Comenzó así entonces una nueva era,

1029     en la que muchos años tranquilos sucedieron;

1030     el divino David volvió a ser restaurado

1031     y las naciones vieron a su señor legítimo.

 

 

BIBLIOGRAFÍA CITADA

 

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NOTAS

 

[1] Para profundizar sobre la sátira durante este periodo, cfr. Hume (2005).

[2] Además de estos tres poemas satíricos, Dryden es también responsable de los personajes de Doeg y Og en The second Part of Absalon y Achitophel (1682), y del poema The Hind and the Panther (1687), aunque éste es más bien una fábula cuyo final no es estrictamente satírico.

[3] Parece ciertamente más lógico pensar que el término derive del adjetivo latino satur, satura, saturum, ‘lleno’, ‘mezclado’, y no del griego satyr, que hace referencia a una bestia mitad hombre, mitad cabra. De hecho, la sátira se caracteriza justamente por la mezcla, tanto temática como formal: los temas que aborda son muy diversos (relato de un viaje, retrato de una persona, opiniones personales, etc.), y los versos que empleaba, al menos en un principio, eran muy variados, aunque luego se impusiera el hexámetro; asimismo, en la sátira menipea, creada por Varrón, se combina prosa y verso.

[4] Dryden ocupó el puesto de poeta laureado desde 1670 hasta 1689. El nombramiento de poeta laureado es otorgado por el rey, que elige a un candidato de entre un grupo de poetas propuestos por el primer ministro. Entre sus obligaciones está la de componer poemas para conmemorar los acontecimientos y fechas más señaladas para la corona. En el Reino Unido la tradición se ha mantenido ininterrumpida desde el siglo XVI hasta nuestros días, y desde el reinado de Carlos II, el nombramiento se convirtió en vitalicio, lo que no fue un impedimento para destituir a Dryden en 1688, por su condición de católico, y nombrar en su lugar a Thomas Shadwell. El primer poeta laureado fue Ben Jonson, nombrado en 1616, y el último y actual, es por primera vez una mujer, Carol Ann Duffy, nombrada en 2009. También fueron poetas laureados Thomas Warton (1785), William Wordsworth (1843), John Mansfield (1930), Ted Hughes (1984) o Andrew Morton (1999), por nombrar tan sólo algunos de ellos.

[5] Indica Blount: Satyrical (satiricus), «of or belonging to Satyres; biting, nipping, repoving»; Satyrist, «one that writes Satyres or invectives».

[6] Un ensayo sobre la sátira, vv. 1-14, que traducimos seguidamente: «¡Cuan torpe e insensible animal es el hombre, / que, no obstante, domina al resto de los seres! / Poetas y filósofos en vano han peleado / por mover a la torpe masa de cada época; / mas son éstos pedantes, al lado de aquellos / que saben instruir al tiempo que agradar. / Sólo el poeta ha hallado la agradable manera / de enseñar gentilmente la moral misteriosa / en delicados versos; de manera que el hombre, / disfrutando el poema, se vuelva aún más sabio. / La sátira ha brillado siempre sobre el resto, / como el modo más firme, si no como el mejor, / para contarle al hombre sus más horrible fallos, / reír de sus vanos actos y juicios aún más vanos».

[7] Versos a la muerte del Dr. Swift. Escritos por él mismo, vv. 329-332 y 475-480, que traducimos así: «Dotado especialmente de proyección moral / para curar los vicios de la humanidad: / con un estilo grave, a la vez que irónico, / al tonto exponía y al rufián laceraba. / […] / Mas nunca fue Malicia su principal propósito; / castigaba el vicio, más obviaba el nombre. / Nadie así, podía darse por aludido, / cuando se refería realmente a todos. / Dirigía sus sátiras sólo a los defectos, / que todos los mortales hemos de corregir».

[8] The Popish Plot fue una artimaña orquestada por Titus Oates, un eclesiástico anglicano corrupto, que aseguraba haber descubierto un complot y que declaró bajo juramente que tanto Jacobo como la reina estaban implicados en él.

[9] Jacobo ostentaba el cargo de Lord Almirante de la Marina Real y en 1668 abrazó la religión católica. En ese momento, la facción protestante del Parlamento impuso el Test Act, un acto de prueba mediante el cual se obligaba a todos los funcionarios civiles y militares a rechazar la teoría de la transustanciación y a recibir la comunión de manos de la Iglesia de Inglaterra. Jacobo se negó a renunciar a sus creencias y abandonó el cargo de Lord Almirante, poniendo así de manifiesto su clara inclinación hacia el catolicismo.

[10] Anthony Ashley Cooper había sido con anterioridad un fuerte aliado de Carlos II y uno de los integrantes de la Cábala (el grupo de ministros de Carlos II, llamado así por la iniciales de sus cinco miembros: Clifford, Arlington, Buckingham, Ashley y Lauderdale) pero ahora se había unido a los liberales y era uno de los máximo detractores de Jacobo como sucesor al trono.

[11] The Exclusion Bill fue una propuesta de ley, presentada ante el Parlamento por los liberales, que pretendía impedir el acceso de los católicos a cualquier puesto de responsabilidad, pero que sobre todo perseguía que Jacobo no pudiera acceder al trono. Los partidarios de la propuesta, que presentaron y defendieron el manifiesto, fueron llamados los Peticioners y constituyen el origen del grupo Wigh; los partidarios de la corte, llamados Abhorrers porque aborrecieron esa ley, sentaron las bases del futuro grupo Tory.

[12] Finalmente Jacobo, duque de York, fue coronado rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda el 6 de febrero de 1685, como Jacobo II. Fue el último monarca católico en reinar sobre lo que posteriormente sería el Reino Unido. A su muerte no le sucedió su primogénito, que era católico, sino la mayor de sus hijas, María II, que reinaría conjuntamente con su marido, Guillermo III, ambos protestantes.

[13] Estos tres poemas fueron recopilados en 1961 por H. W. Jones en el libro Anti-Achitophel. Three Verse Replyes to Absalom and Achitophel By John Dryden.

[14] «Nor was the ingenious device of disguising living persons and current incidents and analogies under the veil of Scriptural names new to his readers. A Roman Catholic poet, for example, had, in 1679, paraphrased the Scriptural story of Naboth’s vineyard, applying it to the condemnation of Lord Strafford for his supposed complicity in the Popish Plot, while a small prose tract, published at Dublin in 1689, entitled Absalom’s Conspiracy; or The Tragedy of Treason, anticipates in adumbration the very scheme of his (Dryden’s) work».

[15] Cfr. infra, nuestra traducción.

[16] Fragmento del primero de los tres poemas introductorios de Absalom and Achitophel en J. Dryden, Miscellany Poems, Containing variety of new translations of the Ancient Poets together with several Original Poems, London, Jacob Tonson, 1702.

[17] Absalón y Ajitofel, vv. 150-168; cfr. infra, nuestra traducción.

[18] Absalón y Ajitofel, vv. 544-562; cfr. infra, nuestra traducción.

[19] Absalón y Ajitofel, vv. 17-30; cfr. infra, nuestra traducción.

[20] Absalón y Ajitofel, vv. 477-480; cfr. infra, nuestra traducción.

[21] Absalón y Ajitofel, vv. 69-74; cfr. infra, nuestra traducción.

[22] Absalón y Ajitofel, vv. 1028-1031; cfr. infra, nuestra traducción.

[23] Mical: hija del rey Saúl, fue la primera esposa de David; aquí representa a la reina Catalina de Braganza, que nunca tuvo descendencia.

[24] Absalón. representa a James Scott, duque de Monmouth e hijo ilegítimo del rey Carlos II.

[25] Monmouth luchó como soldado para Francia contra los holandeses, y para Holanda contra los franceses.

[26] Anabel: Ana Scott, duquesa de Buccleuch, mujer de gran belleza e importante fortuna, con la que Monmouth contrajo matrimonio en 1663.

[27] Amnón: hermanastro de Absalón, a quien éste asesinó por haber violado a Tamara, hermana de Absalón.

[28] Sión: Londres.

[29] Los judíos: los ingleses.

[30] Dryden evoca aquí las controversias políticas y religiosas que provocaron la división de Inglaterra y que trajeron con consecuencia última el estallido de la guerra civil.

[31] Adán: se rebeló contra su destino porque sintió falta de libertad; quería y no le estaba permitido comer el fruto del árbol prohibido.

[32] Saúl: Oliver Cromwell.

[33] Isboset: hijo de Saúl, representa a Richard Cromwell, Lord Protector (1658-1659), cargo en que sucedió a su padre Oliver, que lo había ostentado entre 1653 y 1658. Como Lord Protector, título que le habilitaba como presidente de la Commonwealth durante el interregno.

[34] David: Carlos II.

[35] Hebrón: Escocia. Cuando Saúl murió, David reinó sobre el pueblo de Judea, antes de convertirse en rey de Israel. Carlos II también había sido previamente coronado en Escocia en 1651.

[36] becerro de oro: adorado por los niños de Israel mientras Moisés permaneció en el monte Sinaí esperando para recibir la tabla con los Diez Mandamientos.

[37] The good old cause: referencia al bienestar general (the Commonwealth). Dryden ataca a los progresistas, asociándolos con la idea de la rebelión.

[38] los jebusitas: los católicos. El nombre original de la ciudad de Jerusalén era Jebus (aquí, Londres).

[39] el pueblo elegido: los protestantes.

[40] Estas duras medidas contra los católicos datan de la época de Isabel I.

[41] clero pagano: el católico.

[42] los rabinos judíos: el clero anglicano.

[43] ritos egipcios: referencia a los ritos católicos de los franceses.

[44] El clero anglicano no quería hacerse partidario del catolicismo por miedo a perder sus diezmos.

[45] ungido por Dios: Carlos II, rey de Inglaterra.

[46] el falso Ajitófel: Anthony Ashley Cooper, conde de Shaftesbury (1621-1683). En un principio, aliado del príncipe Carlos; en 1670 fue nombrado integrante de la Cábala (el grupo de ministro de Carlos II, llamado así por las iniciales de sus cinco integrantes: Clifford, Arlington, Buckingham, Ashley y Lauderdale). La Cábala estableció una alianza con Luis XIV, con lo que Inglaterra traicionó a Holanda, su antigua aliada, para ponerse al lado de Francia en el enfrentamiento entre ambos países. En 1673 se disolvió la Cábala y Cooper perdió su cargo. Finalmente, terminó siendo uno de los más acérrimos defensores del duque de Monmouth en su intento de acceder al trono de Inglaterra. Los versos 146-149 podrían referirse a él.

[47] El alma suele concebirse como el motor del cuerpo; en el caso de Shaftesbury, su alma era tan fiera y enérgica que su cuerpo no parecía lo suficientemente grande para alojarla.

[48] El ingenio (wit) siempre se ha asociado con la locura. Los hombres con gran ingenio daban, con frecuencia, síntomas de locura.

[49] bípedo implume: es definición de Platón para hombre.

[50] el triple lazo: la triple alianza firmada en 1668 entre Inglaterra, Suecia y Holanda en contra de Francia. Shaftesbury fue el principal responsable de que Inglaterra traicionara a Holanda y se alineara con Francia. En 1672, se le declaró la guerra a Holanda.

[51] Abbethdin: el máximo representante del grupo de los setenta ancianos que conformaban la corte suprema de Israel. Aquí es referencia a Shaftesbury cuando presidió la Cámara de los Lores (1672). Dryden alaba la integridad de Shaftesbury para que su posterior traición resulte aún más deleznable.

[52] cada veinte años: se dice de la luna que se renueva cuando sus distintas fases tienen lugar en el mismo día del calendario solar, es decir, cuando ha completado un ciclo entero, proceso que suele durar aproximadamente veinte años. Dryden quiere establecer una comparación entre los ciclos lunares y la situación política de Inglaterra: los problemas de Carlos I con el Parlamento se agravaron en 1640, Carlos II volvió al país en 1660, ahora estamos en 1680; cada veinte años se produce un gran acontecimiento hasta terminar el ciclo.

[53] En el momento de su nacimiento, algún planeta atravesó el cielo, y su influencia hizo que su destino fuera el de convertirse en rey.

[54] Cuando los israelitas abandonaron Egipto, guiados por Moisés,  comenzó el éxodo, que duró cuarenta años. En su búsqueda de la tierra prometida, se guiaban por una columna de humo durante el día y por una columna de fuego durante las noches.

[55] Ajitofel piensa en la fortuna como una personificación alegórica de la oportunidad, que sólo se puede aprovechar si, cuando se presenta, se detecta.

[56] Gaza: aquí se refugió David para protegerse de Saúl (Samuel 1, 27.4). En este contexto representaría a Bruselas, ciudad en la que Carlos pasó su último año en el exilio.

[57] el aceite del cielo: cuando Dios rechazó a Saúl, le dijo a Samuel que ungiera a David, que entonces era aún un niño, como símbolo de que su destino sería el de convertirse en rey.

[58] río Jordán: la costa de Dover, donde Carlos desembarcó el 25 de mayo de 1660.

[59] Cfr. la caída de Satán en Paradise Lost, en la que el arcángel va perdiendo su brillo y su luminosidad conforme desciende hacia los infiernos.

[60] Faraón: Luis XIV, rey de Francia.

[61] bienestar común: la Commonwealth.

[62] Metal suena igual que mettle, ‘espíritu’. Quiere recordar el hecho de que lo que provocó la rebelión de los ángeles en el cielo fue la ambición.

[63] Sirio: estrella que en verano sale y se pone con el sol, y por eso se asocia a los días caniculares, de altas temperaturas. Asimismo, era venerada por los antiguos egipcios como la Estrella del Nilo o la Estrella de Isis.

[64] los colaterales: si Carlos II muriese sin un heredero legítimo, el derecho al trono pasaría automáticamente a su hermano Jacobo o a sus descendientes (la línea colateral).

[65] el sanedrín: asamblea o consejo de sabios que funcionaba como cuerpo judicial en cada una de las ciudades judías, con competencias en los ámbitos religioso y civil. Aquí representa al Parlamento.

[66] prerrogativa: los liberales deseaban limitar los privilegios de la corona (la «prerrogativa real»), por lo que no apoyaban la concesión de dinero al rey. Carlos II solucionó el problema viviendo de subsidios franceses y decidió no volver a reunir al Parlamento.

[67] ancianos: entre los judíos, el consejo de ancianos gobernaba el país y actuaba como tribunal. Shaftesbury consiguió que varios nobles ingleses se le sumaran en su oposición a Jacobo (James Scott), duque de York.

[68] Antes de que Saúl, primer rey de Israel, subiera al trono, los judíos estaban gobernados por el consejo de sabios. En Inglaterra, Oliver Cromwell fue nombrado Lord Protector en 1653, tras la disolución del gobierno.

[69] En 1678, Jacobo fue nombrado Generalísimo, y al año siguiente Monmouth fue desterrado y emigró a Holanda.

[70] masa solimana: Solyma era uno de los nombres de la ciudad de Jerusalén, así que Solyman rout se refiere aquí a la muchedumbre de Londres.

[71] étnico complot: el católico.

[72] los levitas: clérigos presbiterianos. La tribu de Leví fue la encargada de custodiar el arca de la alianza durante los cuarenta años que duró la travesía de desierto. Durante la Commonwealth, el presbiterianismo se convirtió en la religión del Estado, y su clérigos, por tanto, en los portadores del arca. En 1662 se firmó el Acta de Uniformidad, y los presbiterianos perdieron sus privilegios; es decir, ya se les había privado de custodiar el arca antes del complot papista. Dryden los representa uniéndose a los liberales, con la esperanza de poder restaurar la Commonwealth, su antigua y amada teocracia.

[73] otrora a su cargo: In the Judges’ days alude al momento en el que se estableció la Commonwealth.

[74] sanedrín: el Parlamento.

[75] la casta de Aarón: en el pueblo judío, los jueces tenían que ser, necesariamente, descendientes de Aarón.

[76] Zimri: George Villiers, duque de Buckingham (1628-1687), hombre brillante, adinerado, disoluto e inestable. Fue miembro de la Cábala, pero después de 1673 se unió a Shaftesbury en contra de la corte. El retrato satírico que ofrece aquí Dryden no viene sólo motivado por cuestiones políticas, ya que Buckinghamn es autor, junto a otros, de The Rehearsal (1671), obra de teatro que satiriza el drama heroico y que ridiculiza a Dryden, representado en el personaje de Bayes. Dryden utiliza en este caso la política para resarcirse y vengarse del ataque que había recibido de Buckingham.

[77] Balaam, Caleb, Nadab: no han sido identificados con ningún personaje real, aunque se han asociado a diversos nobles de la facción de los liberales (wighs).

[78] Jonás: representa a sir William Jones, ministro de justicia, responsable en gran medida de que prosperara el tratado de exclusión (Exclusion Bill). También procesó a los acusados del complot papista (Popish Plot).

[79] Shimei: representa a uno de los dos comisarios de Londres, Slingsby Bethel, un antiguo republicano, ahora progresista y virulento enemigo de Carlos II.

[80] Belial: príncipe de los infiernos, Satanás. Cfr. Milton, Paradise Lost, vv. 490-505. Dryden quería probablemente evocar también el nombre de Balliol, el college de Oxford en el que se quedaron los progresistas durante la breve convocatoria del Parlamento en Oxford, en 1861.

[81] el recabita: los recabitas eran miembros de un pueblo nómada que rechazaban el consumo de vino.

[82] las ciudades quemadas: Dryden evoca aquí el gran fuego de Londres de 1666.

[83] Corah: un levita rebelde que fue engullido por la tierra a causa de sus delitos. Aquí representa a Titus Oates, que se ofreció como testigo y, cometiendo perjurio, fue el responsable del complot papista (Popish Plot).

[84] la serpiente de tu mismo metal: Moisés erigió una serpiente de bronce para sanar a los judíos que habían sido mordidos por serpientes. Brass también significa en inglés ‘insolencia’ y ‘desvergüenza’.

[85] tejedores: el padre de Oates pertenecía a una familia de tejedores.

[86] Esteban: el primer mártir cristiano, fue acusado con testigos falsos.

[87] el rostro de un Moisés: la cara de Moisés brillaba cuando descendió del monte Sinaí con la tabla de los diez mandamientos. El rostro de Oates no sugiere iluminación espiritual, sino buena vida.

[88] Oates afirmaba haber obtenido el título de doctor en Teología en la Universidad de Salamanca, pero no era cierto.

[89] Agag: representa a uno de los cinco católicos, ejecutados como consecuencia del complot papista; probablemente a lord Stafford, contra quien Oates levantó un falso testimonio. La historia del asesinato de Agag, en Samuel 1: 15.

[90] Como para complacer a la multitud.

[91] Hybla: monte de Sicilia, muy famoso por la calidad de la miel que producía.

[92] Tiro y Egipto: Holanda y Francia.

[93] Bathseba: mujer con la que David cometió adulterio. Aquí, Louise de Keroualle, la amante francesa de Carlos II.

[94] En 1680, Monmouth efectúa una avanzadilla por el este de Inglaterra, buscando simpatizantes para su causa.

[95] el sabio Isachar: Thomas Thyne de Longleat.

[96] Titus Oates había declarado bajo juramento que el duque de York y la reina estaban implicados en una trama para envenenar a Carlos II. Esto es lo que se conoce como el «complot papista».

[97] Dryden establece aquí una comparación entre la inconstancia de la multitud y el agua, que, una vez que alcanza un nivel, se desborda y rápidamente sale del recipiente.

[98] Referencia al asesinato de Carlos I.

[99] Uzzah murió fulminado por haber osada tocar el Arca de la Alianza.

[100] Barzillai: James Butler, duque de Ormond (1610-1668), leal a la causa de los Estuardos. Luchó junto a Carlos I en Irlanda, y tras la derrota acompañó a Carlos II en el exilio, a quien sirvió con lealtad tras la Restauración.

[101] Thomas Ormond, conde de Ossory (1634-1680), hijo de Ormond y reconocido soldado que, al igual que su padre, fue siempre leal a Carlos II.

[102] los tirianos débiles: los holandeses.

[103] Zadoc, el sacerdote: William Sancroft, arzobispo de Canterbury.

[104] Sagan, el de Jerusalén: Henry Compton, obispo de Londres.

[105] el que del oeste viene: John Dolben, deán de Westminster.

[106] Los hijos del profeta: los alumnos de la escuela de Westminster, en la que estudió el propio Dryden.

[107] Adriel: John Sheffield, conde de Mulgrave.

[108] Jotham: George Savile, marqués de Halifax.

[109] Husaí: Laurence Hyde, conde de Rochester.

[110] Amiel: Edward Seymour, portavoz de la Casa de los Comunes.

[111] A Moisés no se le permitió ver el rostro de Jehová.

[112] Su Belzebú y su Belia: Belzebú era un dios de los filisteos; Belial es, desde la Edad Media, el príncipe de los infiernos, a cuyas órdenes  estaban ocho legiones de demonios; los hombres impíos son considerado, en el judaísmo, hijos de Belial.