UN NUEVO MANUAL DE HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA: RALPH PENNY, Gramática histórica del español, Adelino Álvarez Rodríguez, Universidad de Castilla-La Mancha (Publicado en Analecta Malacitana, XVII,  2, 1994, págs. 405-429)

 

PENNY, RALPH: Gramática histórica del español (ed. esp. de José Ignacio Pérez Pascual y trad. de José Ignacio Pérez Pascual y María Eugenia Pérez Pascual), Ariel (Col. Ariel Lingüística), Barcelona, 11993, XIV, 365 págs., 24 x 18 cm. (versión original: A History of the Spanish Language, Cambridge University Press, 1991, XVI, 319 págs., 22'5 x 15 cm.).

    Con el título de Gramática histórica del español ha puesto la editorial Ariel a disposición del público hispanohablante la obra de Ralph Penny que en su versión original lleva el título de A History of the Spanish Language.

    La obra consta de cinco capítulos (1. «Introducción», 2. «Fonología», 3. «Morfosintaxis», 4. «Léxico», 5. «Semántica»), precedidos de «Prólogo», «Lista de abreviaturas» y «Sumario», y seguidos de cinco índices (bibliográfico, de palabras latinas, de palabras españolas, temático, y general).

    En la «Introducción» se ocupa el autor de cuestiones relacionadas con la historia externa de la lengua española, tales como el nombre mismo de la lengua, la reconquista y la geografía del español. En los restantes capítulos, se le ofrece al lector, en general, de forma clara y ordenada, lo más relevante de los avatares lingüísticos del español en su variedad castellana. En el capítulo 2, destaca por su amplitud el tratamiento otorgado a la suerte de la /f-/. En el capítulo 3, que se ocupa tanto de la morfología formal como de la funcional, el trato de favor se otorga a las oraciones condicionales, que cierran dicho capítulo. El capítulo 4 no sólo se ocupa de los elementos constitutivos (latinismos, helenismos, etc.), sino también de lo referente a la formación de palabras. En el capítulo 5, en la línea de L. Roudet («Sur la classification psychologique des changements sémantiques», 1921) y de St. Ullmann (Semantics. An Introduction to the Science of Meaning, 1962), se nos ofrecen en apretado resumen, no carente de amenidad, los distintos tipos de cambio semántico operados en las palabras del español, así como las causas y las consecuencias de dicho cambio.

    El marco teórico en que se desarrolla la exposición de Ralph Penny es el de un sano eclecticismo (apelaciones al sustrato, estructuralismo, sociolingüística...), aunque con tendencia a privilegiar, sobre todo en la sección de fonología, las posiciones funcionalistas de signo martinetiano. Es nula la presencia de elementos generativistas.

    En resumen, la obra de Ralph Penny, dentro de su relativa brevedad, permite al lector iniciarse, y en algún caso profundizar, en los grandes temas de la historia externa e interna (más interna que externa) del español. Si exceptuamos el singular tratamiento dado a las oraciones condicionales, falta lo que podríamos llamar sintaxis oracional.

    Junto a estos méritos indudables, aparecen también bastantes deficiencias: algunas ya en la versión original, otras, en la versión española.

    Entre las muchas que presenta ya la versión original, y que reproduce la versión española, cabe destacar las siguientes:

     1) Las frecuentes infracciones, por errata o por error, contra las cantidades latinas: «SPERARE» por SPÊRÂRE (pág. 38, lín. 32), «FORMOSUS» por FÔRMÔSUS (pág. 42, lín. 15), «CÛIUS» por CUIUS (pág. 148, lín. 36), «ÎTUM» por ITUM, cinco veces (pág. 160, líns. 2-6), «VÊNTÛRUM» por VENTÛRUM (pág. 163, líns. 1, 3), «ERIGO» por ÊRIGÔ (pág. 179, lín. 29), «DÂMUS» por DAMUS y «DÂTIS» por DATIS (pág. 183, líns. 4, 5), «PRAECLARE VICERAMUS NÎSI [...] ANTONIUM» por PRAECLÂRÊ VÎCERÂMUS NISI [...] ANTÔNIUM (pág. 227, lín. 14), «SANÂRE TE HABEBAT DEUS, SÎ [...] FATERERIS» por SÂÑÂRE TÊ HABÊBAT DEUS, SÎ [...] FATÊRÊRIS (pág. 228, lín. 22), «-ATICU, -ÎSMUS, -ÎSTA» por -ÂTICU, -ISMUS, -ISTA (pág. 261, líns. 15, 17, 21, 22, 29, 30, 34)...

    2) La afirmación de que no es posible distinguir claramente entre arcaísmo y conservadurismo (pág. 8, líns. 33-35) no es del todo convincente si tenemos en cuenta que, según estimación común, el romance de la Dacia es conservador (en el sentido de que mantiene con fidelidad la latinidad recibida), pero no arcaico, ya que la Dacia fue latinizada ya en el siglo II de nuestra era.

    3) La afirmación de que la sustitución del «acento musical» por el de intensidad alcanzó a «la mayor parte de las lenguas romances» (pág. 37, líns. 20-21) implica que alguna lengua romance se sustrajo a esa transformación. Pero ninguna, que sepamos, constituye una excepción.

    4) No es aceptable la aseveración de que no ha sobrevivido ningún caso de hiato en las palabras españolas de carácter popular (pág. 37, líns. 20-21) cuando tenemos ejemplos como día, mía, vía.

    5) Resulta demasiado arbitrario el recurso a la metafonía. Así, la -Î de VENÎ (imperat.) impediría la diptongación de la E (pág. 43, lín. 3), pero la -Î de POSUI (pág. 185, lín. 1) no impediría la de la O; la -Î de VEN(DE)DISTÎ provocaría el cierre de la penúltima vocal (/e/ > /i/), pero la -Î de VENDE(D)Î no provocaría el cierre de la vocal precedente (pág. 203, líns. 17, 18)...

    6) En lo que podríamos llamar la «tercera yod de Craddock» (la yod de poyo, poleo...), omite el autor (quizás también Craddock) uno de sus orígenes: /b/ + yod. Tal es el origen de la /J/ de haya (< HABEAM, Peñarroya (< PINNA RUBEA), Sigüeya (< SECOBRIGA) y probablemente hoya (< FOVEA). Como puede verse, el resultado tiene amplia difusión geográfica.

    7) En el tratamiento de la apócope «normal» (pág. 54), se omite la originaria condición de sonoridad de las dentales o alveolares que precedían a la /-e/, por lo que queda sin explicación la falta de apócope en siete. Por otra parte, la explicación de calle, valle y torre como formaciones regresivas a partir de sus respectivos plurales (pág. 81, líns. 7-10, 17-20) es innecesaria, ya que en calle y valle la consonante que precede a la /-e/ no es dental ni alveolar, y en torre puede muy bien tratarse de una geminada.

    8) /ts/ y /dz/ son incluidos en pág. 94 en el orden alveolar, y en pág. 96 en
el dental.

    9) En la secuencia de procesos que van de /peske/ a /petse/ es demasiado hipotético el paso /pettse/ (pág. 64, líns. 16-17) para darlo por seguro; Lausberg (Lingüística románica I, § 425), tal vez con mayor fundamento, postula el paso /pestse/.

    10) El proceso /-nf-/ > /-ff-/ (pág. 74, lín. 36), que ya el autor declara «no claramente atestiguado en el latín vulgar», parece carecer de realidad histórica: en la época clásica, la /f/, como la /s/ que seguía a la /n/, provocaba el alargamiento de la vocal anterior, no su propia geminación; en el latín tardío y/o protorromance castellano (cf. Sahagún [< Safagún < Sanfagún], Saelices [< Sahelices < Safelices < Sanfelices]...), se produjo la caída de la /n/ ante /f/, pero no hay razones serias para suponer que hubiera geminación de /f/: la supuesta necesidad de que la /f/ tenía que ser geminada para que pudiera sufrir aspiración (según la conocida ecuación: geminada interior = inicial simple) parece demasiado apriorística. Sencillamente, al quedar en posición intervocálica (por caída de la /n/...), quedó más expuesta a la aspiración: infante - ihante.

    11) No parece aceptable que la pérdida de /j/ procedente de /g/ + /e/ o /i/ (por ejemplo, MAGISTRU > maestro) se deba a la presión de /g / procedente de /g/ (página 75): es distinto el punto de articulación, y, además, se da también en italiano (it. maestro), que no participa de los procesos de lenición occidentales.

    12) La afirmación de que los procesos /-pp-/ > /-p-/ y /-p-/ > /-b-/ son simultáneos (pág. 75, lín. 32) implica haber aceptado, en los procesos de lenición de la Romania occidental, la cadena de empuje. Pero no hay inconveniente en admitir, en cadena de arrastre, que primero se produjo el paso de /-p-/ a /-b-/, y después, una vez hecho sitio, de /-pp-/ a /-p-/.

    13) Los cuatro procesos de lenición a que se hace referencia en la pág. 71, líns. 40-41 (versión esp.: pág. 80, líns. 21-23) no se corresponden con los cuatro enunciados en la pág. 67 (versión esp.: pág. 75): en el esquema de la pág. 67 (1. geminadas > simples, 2. sordas > sonoras, 3. oclusivas sonoras > fricativas sonoras, 4. fricativas sonoras > ø) tienen cabida todos los procesos acaecidos en el conjunto de las obstruyentes; pero en la enumeración de entradas (inputs) posibles de la pág. 71, líns. 40-41 (1. oclusivas geminadas, 2. oclusivas sordas, 3. oclusivas sonoras, 4. fricativas sonoras [versión esp.: pág. 80, líns. 22-23]), no son tenidas en cuenta ni /-ss-/ y /-ff-/ ni /-s-/ y /-f-/. Haría falta concordar los dos pasajes y decir claramente que el conjunto de las resonantes obedece a otras pautas de comportamiento.

    14) A pesar del esmero y amplitud con que el autor trata la suerte romance de la F latina (págs. 88-92), no llega a perfilar claramente la situación originaria, que tal vez se podría resumir así: Las /f/ latinas se aspiraron relativamente tarde en el castellano norteño, y la aspiración tuvo lugar no sólo en posición inicial, sino también en posición interior (buho, moho, vaho [cf. leon. bufo, mofo, vafo], Sahagún, Saelices). Las antiguas /f/ intervocálicas —que no eran tan pocas (pág. 76, lín. 34) si tenemos en cuenta el aporte griego (CHRISTOPHORUS, COPHINUS, RHAPHANUS, STEPHANUS, TRIPHYLUM...)—, habían sufrido previamente el correspondiente proceso de lenición: Cristóbal, cuévano, Esteban, provecho, rábano, trébol...

    15) La fecha de 1550 para la total igualación de /b/ y /v/ (pág. 95, lín. 33) parece excesivamente temprana, si tenemos en cuenta que Correas aún distinguía en 1630.

    16) Apenas es creíble que la causa de la deslateralización de /l / sea su poco rendimiento funcional (pág. 104, líns. 1-2), si tenemos en cuenta que es un fenómeno muy extendido entre las lenguas, al margen de su poco o mucho rendimiento funcional.

    17) La afirmación de que en Madrid, a excepción de la generación de mayor edad, «todos son yeístas» (pág. 104, lín. 8) tal vez podría matizarse un poco diciendo que lo es la inmensa mayoría.

    18) Es excesivamente simplificador el diagrama del vocalismo «átono» (página 107), porque, dentro de este vocalismo, (que más propiamente habría que llamar con Lausberg no prototónico [alem. nichthaupttonig]), hay distintos grados de tonicidad y, en consecuencia, distintos reflejos tímbricos. Además, el paso del clásico /u/ al tardío /o/, tanto en tónicas como en finales, presenta mucha mayor complejidad: hurto, yugo...

    19) Frente a lo que se afirma en pág. 125, lín. 12, AMOR y HONOR no tienen género femenino en latín; al menos, en el latín normativo.

    20) Es un tanto abusivo decir que las cinco declinaciones del latín clásico se redujeron a tres en el latín tardío (pág. 126, líns. 30-33): ciñéndonos al español, fe, haz ‘cara’, (h)az ‘ejército’ y el sufijo -ez son reflejos claros de la quinta declinación latina, y nada se opone a considerar a mano, dado su género femenino, como continuador de la cuarta (el paso a la segunda sólo podría haberlo provocado la condición de masculino).

    21) Dentro de los «tipos principales de adjetivos» latinos (pág. 128), se echa en falta el tipo POTÊNS.

    22) La afirmación de que en el español medieval los pronombres átonos van pospuestos enclíticamente al verbo, a menos que le preceda en la misma cláusula otra palabra tónica (pág. 137, lín. 35), habría que matizarla refiriéndola sólo a la oración principal. (Vid., por ejemplo, en Mat. XIX, 14-15: «Et dixoles Jhesus: “Dexat los ninnos...”» frente a: «Et quando les ovo puestas las manos, fuesse end»).

    23) Es altamente improbable la explicación de los posesivos masculinos tu y su a partir de to y so por pérdida del acento (pág. 142, líns. 21-24). Esta explicación, a diferencia de la tradicional (extensión de las formas femeninas tu y su, que habían llegado a perder su antigua caracterización morfológica: tua / tue, sua / sue), no da cuenta del paso de mió a mi.

    24) Mismo no puede proceder de MEDIPSISSIMUS (pág. 145, líns. 3, 33...), sino de MEDIPSIMUS (IPSIMUS aparece en el Satiricón).

    25) Las formas CANTÂVERÍMUS y CANTÂVERÍTIS (pág. 199, líns. 35-36), que pertenecían en el latín arcaico al perfecto de subjuntivo, eran excepcionales en el latín clásico tanto en el perfecto de subjuntivo como en el futurum exactum. Las formas normales en el latín clásico eran, en los dos tiempos: CANTÂVERÍMUS y CANTÂVÉRITIS (y en forma reducida: CANTÂRIMUS y CAMTÂRITIS).

    26) La forma 2 -stes, si es que existía ya en el español medieval (los manuales anteriores parecen no hacer referencia a ella), no debería figurar en pie de igualdad junto a la normal -ste (págs. 201-204).

    27) A juzgar por las inscripciones y resultados románicos claros (esp. amaron, fr. dirent, it. dissero...), es sumamente problemática la acentuación paroxítona de formas como FÊCERUNT o VÎDERUNT (págs. 205, 210, 211) en la pronunciación coloquial. Las formas en -ÊRUNT parecen ser un compromiso métrico entre las formas en -ÊRE y las formas en -ERUNT.

    28) Es totalmente irreal la acentuación FÉCISSEM (pág. 205, lín. 23).

    29) No es necesario explicar cope por influjo analógico de sope (pág. 207, lín. 31): la forma CAPUIT se documenta en el Papa Clemente I (siglo I).

    30) En la densa exposición de la historia de las oraciones condicionales, llaman la atención, 1) la afirmación de que en el español moderno sigue habiendo, como en latín, identidad entre las condicionales potenciales (para el autor, «improbables») de pasado y las irreales (para el autor, «imposibles») de presente o futuro: «Si pudiese/pudiera, lo haría» (págs. 226, 230), y 2) la calificación de uso “ocasional” para formas como hubiese hecho en la apódosis condicional (pág. 230). En cuanto a lo primero, y dejando a un lado la situación latina, hay que decir que la identidad formal se da entre las potenciales e irreales de pasado, no entre las potenciales de pasado y las irreales de presente o futuro; por lo que el ejemplo correcto sería: Si  hubiese /hubiera podido, lo habría/hubiese/hubiera hecho. En cuanto a lo segundo, hay que reivindicar la perfecta normalidad de la forma en cuestión.

    31) La afirmación de que, en el caso de la grafía desiderio (glosa silense 132 [en las versiones tanto original como española se lee, respectivamente, «San Millán 132» y «glosa emilianense 132», por evidente errata]), se trata, más que de un latinismo (lat. DÊSÎDERIUM) de la representación gráfica del popular /deseo/ < lat. *DÊSIDIUM (pág. 233, lín. 37...), es una magnífica profesión de fe wrightiana, pero resulta demasiado audaz si tenemos en cuenta la relativa perfección (orto)gráfica que muestra la reina de las glosas, la emilianense 89.

    32) En el espacio dedicado a la prefijación, resulta extraña la afirmación de que el latín clásico, a diferencia del vulgar y del español, no admitía secuencias de dos o más preposiciones (pág. 256, líns. 39-41). Si con ello se quiere indicar que en latín no eran posibles formaciones como COMPRÔMITTÔ, la afirmación no se ajusta a la realidad; si se quieren excluir sintagmas del tipo DÊ INTER MORTUÔS, no es éste el lugar para su tratamiento.

    33) Y. Malkiel («The two sources of the Hispanic suffix -azo, -aço») sostiene que -azo, con el sentido de ‘golpe’, remonta a -ÂTIÔ, y, con el valor aumentativo, a -ÂCEUS. Aquí (pág. 261, lín. 19, y pág. 268, lín. 18) están invertidos los valores. (El quid pro quo aparece también en la Morfología histórica del español de Alvar y Pottier, págs. 377-378.)

    34) El sufijo latino al que remonta -izo (rojizo, olvidadizo...) no es -ÎCEUS (pág. 263, líns. 6 y 30), sino -ÎCIUS.

    35) Dentro de las referencias bibliográficas, destaca la ausencia del estudio de R. Lapesa «Sobre los orígenes y evolución del leísmo, laísmo y loísmo» en el tratamiento de esos temas. Asimismo, su Historia de la lengua española es citada en todos los casos por la 8ª edición en vez de por la 9ª (1981).

    36) Entre las erratas del texto original no corregidas en la versión española, hay que destacar: a) la ya referida «glosa emilianense 132» (pág. 233, lín. 37 [orig.: «San Millán gloss 132», pág. 230, lín. 33]), en lugar del correcto: «glosa silense 132», y b) las siguientes transcripciones del árabe: manah (por manah), âuršûfa (por huršûfa) y xorg (por horg) (pág. 221).

    37) Finalmente, en el ámbito de las ausencias, sorprende el mutismo del autor en temas tan importantes como el del posible carácter intensivo del acento clásico latino (tal es, por ejemplo, la opinión de Meyer-Lübke en su Grammatik der romanischen Sprachen), el de la variatio o alternancia de la consonante inicial en el latín tardío o protorromance, o en lo referente a la existencia y evolución de los campos semánticos. Una mención, aunque sólo fuera para desaprobar estas doctrinas, parece inexcusable.

    Pasando ya a la edición española, comprobamos enseguida que presenta algunas novedades de carácter externo con respecto a la edición original: sumario (amén de índice general), ampliación de la lista de abreviaturas, nueva bibliografía, pequeños incrementos textuales, alguna transposición, alguna supresión. Se echa en falta en todo momento el esperable aviso al lector, aunque el autor hace referencia en el prólogo, con carácter general, a la introducción de algunas modificaciones en la edición española.

    Por desgracia, el juicio sobre la calidad de la edición española no siempre puede ser positivo: hay numerosos pasajes infielmente traducidos, hay omisiones, adiciones y transposiciones indebidas, arreglos defectuosos, anomalías bibliográficas, numerosas erratas y algunos descuidos idiomáticos. Aunque sin ánimo de ser exhaustivos, nos detendremos en cada uno de estos apartados:

    A. Pasajes infielmente traducidos

    La infidelidad va desde la traducción oscura o demasiado libre hasta la franca desviación. Ejemplos:

    1) VERSIÓN ORIGINAL: «It is also appropriate to consider here the ways in which the Latin spoken in Spain differed from that spoken in other provinces. Such a consideration must not assume that the Latin of Spain was in any sense uniform; we have just seen that it was probably far from uniform. But it is at least arguable that there are some characteristics shared by all or most of the surviving varieties of Peninsular Romance (and which therefore belonged to the Latin spoken in most if not all of the Peninsula), which may be contrasted with the corresponding features of Gallo-Romance, Italo-Romance, etc.» (pág. 7).

    1) VERSIÓN ESPAÑOLA: «En cuanto a las peculiaridades del latín hispánico frente al que se hablaba en otras provincias, una vez que hemos dejado claro que la lengua de Hispania no era uniforme, no podemos hablar de rasgos determinados compartidos por todas o casi todas las variedades románicas peninsulares supervivientes (dichos rasgos pertenecerían al latín hablado en la mayor parte de la Península, si no en toda), que puedan contrastarse con las correspondientes características del galorromance, italorromance, etc.» (pág. 7).

    1) PROPUESTA: También es oportuno considerar aquí la manera en que el latín hablado en Hispania difería del hablado en otras provincias. Tal consideración no implica suponer que el latín de Hispania fuese, en algún sentido, uniforme; acabamos de ver que estaba probablemente lejos de serlo. Pero es al menos defendible la idea de que hay algunas características compartidas por todas o la mayor parte de las variedades supervivientes del romance peninsular (y que, en consecuencia, pertenecían al latín hablado en la mayor parte, si no en toda la Península) que contrastan con los correspondientes rasgos del galorromance, italorromance, etc.

    2) VERSIÓN ORIGINAL: «It can be seen from these examples that there is a strong correlation between those varieties of Romance which preserve older forms and those which are located in peripheral parts of the Romance-speaking area, i. e. those that were remoted from the trend-setting centres of the late Roman period. However, this correlation is not solely evident in the preservation and distribution of forms which also appear in Classical Latin. It is also evident in the distribution of Vulgar Latin innovations where earlier innovations are typically found in peripheral regions and later innovations are observable in the central territories of Romance-speaking Europe» (pág. 9).

    2) VERSIÓN ESPAÑOLA: «Se puede apreciar que aquellas variedades románicas que mantienen las formas más antiguas son las que se localizan en zonas periféricas de la Romania, es decir, las que estaban más apartadas de los centros culturales de la última etapa del período romano. Ahora bien, estas áreas no sólo coinciden en la conservación y distribución de formas que aparecen en el latín clásico: en las regiones periféricas se producen además una serie de innovaciones latinovulgares antes que en los territorios centrales de la Europa románica» (pág. 9).

    2) PROPUESTA: Se puede ver por estos ejemplos que hay una fuerte correlación entre las variedades del romance que conservan formas más antiguas y las que están situadas en las partes periféricas de la zona que habla romance, es decir, las partes más alejadas de los centros de innovación en la etapa tardía del imperio romano. Ahora bien, esta correlación no sólo aparece claramente en la conservación y distribución de las formas que ya estaban presentes en el latín clásico, sino también en la distribución de las innovaciones del latín vulgar; aquí también las innovaciones más tempranas se localizan característicamente en las regiones periféricas, mientras que las innovaciones tardías pueden observarse en los territorios centrales de la Europa romance.

    3) VERSIÓN ORIGINAL: «After what proved to be temporary setbacks at the hands of Almoravid and Almohad reformers in the late eleventh and twelfth centuries, the Castilian advance continued with the capture of the major cities of northern and western Andalusia (Córdoba 1236, Jaén 1246, Seville 1248, Cádiz 1250)» (pág. 14).

    3) VERSIÓN ESPAÑOLA: «La marcha hacia el sur de los reinos cristianos se vio frenada temporalmente por las invasiones de almorávides y almohades en Al-Andalus; sin embargo, a fines del XI y durante el siglo XII, prosiguió el avance castellano con la toma de las ciudades más importantes del norte y oeste de Andalucía (Córdoba 1236, Jaén 1246, Sevilla 1248, Cádiz 1250)» (pág. 14).

    3) PROPUESTA: Después de los que resultaron ser obstáculos temporales ocasionados por los reformadores almorávides y almohades en la última parte del siglo XI y durante el siglo XII, el avance cristiano continuó, saldándose con la toma de las ciudades más importantes del norte y oeste de Andalucía (Córdoba 1236, Jaén 1246, Sevilla 1248, Cádiz 1250).

    4) VERSIÓN ORIGINAL: «[...] the last syllable of the word, which in Latin may not bear the stress» (pág. 38, líns. 33-34).

    4) VERSIÓN ESPAÑOLA: «[...] la última sílaba de la palabra, que en latín puede no llevar acento» (pág. 41, lín. 19).

    4) PROPUESTA:[...] la última sílaba de la palabra, que en latín no puede llevar acento.

    5) VERSIÓN ORIGINALl: «/e/ could be absent after almost any consonant or consonant group» (pág. 50, lín. 3).

    5) VERSIÓN ESPAÑOLA: «la /e/ llegó a desaparecer, precedida de cualquier consonante o grupo consonántico» (pág. 54, líns. 16-17).

    5) PROPUESTA: la /e/ podía faltar después de casi cualquier consonante o grupo con-
sonántico.

    6) VERSIÓN ORIGINALl: «The creation of the voiced fricative series» (pág. 64, líns. 30-31).

    6) VERSIÓN ESPAÑOLA: «La creación de series fricativas sonoras» (pág. 72, líns. 16-17).

    6) PROPUESTA: La creación de la serie de fricativas sonoras.

    7) VERSIÓN ORIGINAL: «Some of these processes have been already considered, since they contribute to both the major readjustments, providing not just new palatal consonants but voiced palatal fricatives» (pág. 64, líns. 36-38).

    7) VERSIÓN ESPAÑOLA: «A algunos de estos procesos nos hemos referido ya, pues entre las nuevas consonantes fricativas sonoras algunas eran palatales» (pág. 72, líns. 22-24).

    7) PROPUESTA: «Algunos de estos procesos han sido considerados ya porque contribuyen a los dos reajustes más importantes, proporcionando no solamente nuevas consonantes palatales, sino también fricativas palatales sonoras.

    8) VERSIÓN ORIGINAL: «non syllabic V» (pág. 64, lín. 43).

    8) VERSIÓN ESPAÑOLA: «el wau no silábico» (pág. 72, lín. 29).

    8) PROPUESTA: la V no silábica.

    N. B. La «wau» siempre era, y es, no silábica: semivocálica (avrvm) o semiconsonántica (víta). La que podía ser silábica o no silábica era la letra v: Vrô [u:ro:], víta [wi:ta].

    9) VERSIÓN ORIGINAL: «When an internal consonant is preceded by a vowel and followed by a glide, or vice versa, at the spoken language stage, the effects of lenition on the consonant are not self-consistent. In the case of Latin /p/, the glide (originally following but eventually preceding; see 2.5.2.2 [6]) is evidently sufficient to prevent the consonant being treated as intervocalic» (pág. 72, líns. 40-45).

    9) VERSIÓN ESPAÑOLA: «Los efectos de la lenición no tienen la misma fuerza cuando en latín hablado una consonante interior de palabra iba precedida de vocal y seguida de semiconsonante o viceversa. Es cierto que en el caso de la /p/ latina, la semiconsonante (que originariamente la (!) seguía pero que a veces la (!) precede; véase 2.5.2.2 [6]) resulta suficiente para impedir que la consonante fuese tratada como intervocálica» (pág. 81, líns. 21-26).

    9) PROPUESTA: Cuando una consonante interior va precedida de vocal y seguida de glide, o viceversa, en la fase del latín hablado [la expresión no es nada feliz en el texto original], los efectos de la lenición sobre la consonante no son homogéneos. En el caso de la /p/ latina, la glide (que originariamente le seguía, y que, con el tiempo, llegó a precederle; véase 2.5.2.2 [6]) es a todas luces suficiente para impedir que la consonante sea tratada como intervocálica.

    10) VERSIÓN ORIGINAL: «(except for the regular loss of final -E in ILLE)» (pág. 120, lín. 10).

    10) VERSIÓN ESPAÑOLA: «salvo los afectados por la pérdida de la -E final en ILLE» (pág. 134, líns. 27-28).

    10) PROPUESTA: (excepto ILLE, que ha sufrido la normal pérdida de la E final).

    N. B. En rigor, sólo sería plenamente normal esa pérdida si la /-e/ estuviera precedida de consonante dental o alveolar, cosa que no sucedía aquí a juzgar por el femenino ella.

    11) VERSIÓN ORIGINAL: «ideas and propositions» (pág. 129, líns. 4-5).

    11) VERSIÓN ESPAÑOLA: «ideas y conceptos» (pág. 144, lín. 24).

    11) PROPUESTA: ideas y proposiciones.

    12) VERSIÓN ORIGINAL: «OSp. nado competed with OSp. nadi (most probably nado modified under the influence of the OSpanish interrogative medieval qui [see 3.5.4], pace Corominas y Pascual 1980-, s. v. nacer)» (pág. 133, líns. 18-20).

    12) VERSIÓN ESPAÑOLA: «En la Edad Media nado rivaliza con nadi (probablemente nado modificado por influencia del interrogativo medieval qui [véase 3.5.4], según Corominas y Pascual 1980-81, s. v. nacer)» (pág. 149, líns. 18-21).

    12) PROPUESTA: El esp. ant. nado rivalizó con el también antiguo nadi (nado se modificó muy probablemente por influjo del interrogativo antiguo qui [3.5.4], contra lo que opinan Corominas y Pascual (1980-91, s. v. nacer).

    N. B. La tesis de Corominas y Pascual (1980-81, s. v. nacer) es, efectivamente, que nadi es continuador del nom. pl. lat. NÂTÎ.

   13) VERSIÓN ORIGINAL: «The /-e/ of -er/-ir verbs was frequently lost in Old Spanish when the verbal stem ended in an ungrouped dental or alveolar consonant» (pág. 167, líns. 4-5).

    13) VERSIÓN ESPAÑOLA: «Los verbos en -er/-ir perdían frecuentemente en español medieval la /e/ cuando la raíz acababa en una dental no agrupada o en una consonante alveolar» (pág. 187, líns. 16-17).

    13) PROPUESTA: La /-e/ [del imperativo] de los verbos en -er/-ir se perdía frecuentemente en el español antiguo cuando el radical verbal terminaba en consonante dental o alveolar no agrupadas.

    N. B. Era, secillamente, una de las condiciones para la apócope «normal» de la /-e/.

    14) VERSIÓN ORIGINAL: «[...] in intertonic position, almost all vowels other than /a/ were effaced in the immediate pre-literary period of Spanish» (pág. 175, líns. 7-9).

    14) VERSIÓN ESPAÑOLA: «[...] en posición intertónica, todas [las vocales] —excepto la /a/— se perdían en el período preliterario del español» (pág. 196, líns. 1-2).

    14) PROPUESTA: en posición intertónica, si exceptuamos la /a/, se perdieron casi todas las vocales en el período preliterario inmediatamente anterior.

    N. B. Dentro de su laconismo, el autor parece sugerir que en algunos casos no caían tampoco las vocales distintas de /a/, como así es en realidad.

    15) VERSIÓN ORIGINAL: «vowellowering» (pág. 177, líns. 12-13).

    15) VERSIÓN ESPAÑOLA: «cierre vocálico» (pág. 198, lín. 12).

    15) PROPUESTA: descenso vocálico.

    N. B. Descenso vocálico = apertura vocálica.

    16) VERSIÓN ORIGINAL: «For a fuller account of the development of prepositions in Spanish, see Alvar and Pottier 1983» (pág. 195, líns. 16-17).

    16) VERSIÓN ESPAÑOLA: «Para un completo examen del desarrollo de las preposiciones en español, véase Alvar y Pottier 1983» (pág. 128, líns. 26-27).

    16) PROPUESTA: Para una información más extensa sobre el desarrollo de las preposiciones en español, véase Alvar y Pottier 1983.

    17) VERSIÓN ORIGINAL: «The coordinating conjunctions of Spanish are largely inherited from Latin» (pág. 198, lín. 34).

    17) VERSIÓN ESPAÑOLA: «El español recibe gran parte de las conjunciones coordinantes latinas» (pág. 222, lín. 10).

    17) PROPUESTA: Las conjunciones de coordinación del español proceden en gran parte del latín.

    N. B. Frente a lo que se afirma en la versión española, la mayor parte de las conjunciones de coordinación latinas se han perdido en el paso al romance.

    18) VERSIÓN ORIGINAL: «at first» (pág. 203, lín. 40).

    18) VERSIÓN ESPAÑOLA: «en principio» (pág. 227, lín. 13).

    18) PROPUESTA: al principio.

    19) VERSIÓN ORIGINAL: «it is impossible to distinguish latinisms from archaically spelt popular or semilearned words» (pág. 210, líns. 31-32).

    19) VERSIÓN ESPAÑOLA: «resulta imposible distinguir, en los orígenes del idioma, los latinismos de las palabras populares o semicultas» (pág. 233, líns. 35-36).

    19) PROPUESTA: es imposible distinguir los latinismos de las palabras populares o semicultas escritas a la antigua usanza.

    20) VERSIÓN ORIGINAL: «most convenient» (pág. 218, lín. 4).

    20) VERSIÓN ESPAÑOLA: «más conveniente» (pág. 227, lín. 14).

    20) PROPUESTA: muy conveniente.

    21) VERSIÓN ORIGINAL: «introduced to Spanish speakers» (pág. 218, lín. 35).

    21) VERSIÓN ESPAÑOLA: «introducidos por los hispanohablantes» (pág. 240, lín. 42).

    21) PROPUESTA: presentados a los hispanohablantes.

    22) VERSIÓN ORIGINAL: «popular [...] words» (pág. 237, lín. 3).

    22) VERSIÓN ESPAÑOLA: «palabras [...] patrimoniales» (pág. 255, lín. 32).

    22) PROPUESTA: palabras [...] populares.

    N. B. Para R. Penny, los semicultismos son también palabras patrimoniales (orig. inherited), por lo que patrimonial y popular no son sinónimos.

    23) VERSIÓN ORIGINAL: «Although the popular reflex of the preposition SUB has now all but disappeared, [...]» (pág. 240, líns. 9-10).

    23) VERSIÓN ESPAÑOLA: «Aunque ha desaparecido completamente la evolución popular de la preposición SUB, [...]» (pág. 258, líns. 30-31).

    23) PROPUESTA: Aunque el reflejo popular de la preposición SUB casi ha desaparecido ya, ...

    24) VERSIÓN ORIGINAL: «Each of the main affective suffixes of Spanish will be discussed here» (pág. 246, líns. 28-29).

    24) VERSIÓN ESPAÑOLA: «Examinaremos en este apartado cada uno de los sufijos afectivos del español» (pág. 265, lín. 13).

    24) PROPUESTA: Vamos a examinar aquí los principales sufijos afectivos del español.

    25) VERSIÓN ORIGINAL: «change of semantic range» (pág. 266, lín. 16).

    25) VERSIÓN ESPAÑOLA: «cambio de campo semántico» (pág. 285, lín. 1).

    25) PROPUESTA: cambio de extensión semántica.

    B. Omisiones indebidas

    Algunas de ellas ya han sido implícitamente señaladas en el apartado anterior como causa de una traducción deficiente. A ellas podemos añadir explícitamente las siguientes:

    1) En pág. 3, lín. 1, después de «códigos», falta: «sharply» (pág. 3, lín. 2).

    2) En pág. 3, lín. 18, después de «población», falta: «in any consistent way» (pág. 3, lín. 17).

    3) En pág. 3, lín. 38, después de «románicos», falta: «and which by definition belong to a period prior to the appearance of texts written in Romance» (página 3, líns. 36-38).

    4) En pág. 28, lín. 15, después de «se sitúa», falta: «initially» (pág. 27, lín. 12).

    5) En pág. 37, lín. 15, después de «ellos», falta: «(I would argue)» (pág. 35, lín. 29).

    6) En pág. 43, lín. 26, después de «contiene», falta: «(as it still does)» (página 40, líns. 34-35).

    7) En pág. 48, lín. última, después de «transformaba», falta: «dramatically» (pág. 45, lín. 22).

    8) En pág. 73, lín. 4, después de «continuación», falta: «(but unlike that between other geminates and simple consonants)» (pág. 68, líns. 21-22).

    9) En pág. 75, lín. 19, después de «resumirse», falta: «still in principle» (página 67, lín. 8).

    10) En pág. 84, lín. 11, después de «atención», falta: «Secondary groups are those which came into existence, after the Latin period, through the loss of an internal (usually intertonic) vowel» (pág. 75, líns. 18-20).

    11) En pág. 93, lín. 28, después de «y», falta: «also sometimes» (pág. 84, lín. 3).

    12) En pág. 138, lín. 4, después de «orden», falta: «under these circumstances» (pág. 123, lín. 18).

    13) En pág. 165, lín. 4., después de «eran», falta: «fully» (pág. 147, lín. 21).

    14) En pág. 219, lín. 7, entre «de» y «por», falta: «de, the preposition used until the early modern period, when it was largely replaced by» (pág. 195, líneas 34-35).

    15) En pág. 246, lín. 2, después de «pasaron», falta: «arguably» (pág. 224, lín. 26).

    16) En pág. 280, lín. 1, después de «comprobado», falta: «widely» (pág. 261, lín. 8).

    C. Adiciones negativas

    1) En pág. 5, lín. 17, a propósito de la ayuda que puede suministrar la primera consonante del alem. Kaiser para establecer la pronunciación del latín, se añade al texto original: «aunque fuese seguida de una vocal palatal», sugiriendo que la palatalización de la /k/ latina ante palatal fue fenómeno tardío.

    N. B. La adición no procede en esos términos, porque, incluso hoy, la /k/ de Kaiser [kaizer] no va seguida de vocal palatal. Lo que podría enseñarnos la palabra alemana Kaiser sería que, en la época de su adopción, el diptongo latino AE (supuestamente [ai/ae]) se mantenía todavía, y no había pasado a /e/, condición previa para la palatalización de /k/.

    2) En pág. 148, lín. 5, a propósito del parecido entre el interrogativo QUIS y el relativo QUÎ, se añade: «(en latín clásico apenas diferían en el nominativo singular)».

    N. B. La formulación es confusa, porque es precisamente el nominativo singular el caso en que más se diferenciaban: QUIS, QUAE, QUID frente a QUÎ, QUAE, QUOD. Diferencia que, por otra parte, afectaba sólo al interrogativo en su función sustantiva (es decir, en su función adjetiva, el interrogativo coincidía plenamente con el relativo).

    3) En pág. 159, lín. 24, se añade un restrictivo «si bien es cierto que»: «ser continúa utilizándose como auxiliar [...] hasta el siglo XVI, si bien es cierto que expresiones como es llegado [...] son ya poco usuales en el XVII».

    N. B. La adición no es adecuada, porque lo que sigue no es restricción, sino confirmación, de lo que precede.

    4) En pág. 231, lín. 17, se dice «patrimoniales o populares» donde en el original aparece sólo «popular» (pág. 208, lín. 15).

    N. B. La igualación no procede, porque, como ya se indicó anteriormente, para Penny los semicultismos son también palabras patrimoniales (orig.: «inherited»; cf. pág. 208, líns. 18-19).

    D. Transposiciones improcedentes

    En la pág. 51, el diagrama vocálico que en el texto original era adjudicado al vocalismo inicial no portador de acento principal aparece transpuesto y aplicado a todo el «vocalismo átono».

    N. B. La decisión, por más que pueda estar apoyada en H. Lausberg (Lingüística románica, t. 1, § 250), no parece procedente, ya que, como se dice dos líneas antes, «las diversas clases de vocales átonas han recibido un tratamiento diferente debido a los distintos grados de intensidad».

    E. Arreglos defectuosos

    1) En pág. 75, el esquema presenta reducidas a dos columnas (procesos y ejemplos) las cuatro del texto original (proceso, entrada, salida, ejemplo). Además, la «voiced plosive» ‘oclusiva sonora’ del texto original es deficientemente traducida como «consonantes sonoras».

    Al cambiar la ‘oclusiva sonora’ del texto original en consonante sonora, los fonemas /l, r, m, n/ quedan indebidamente convertidos en entradas aptas para un proceso de lenición, en contra de lo que quiere el autor (pág. 5, esquema, y pág. 80, lín. 21... [orig.: pág. 67, esquema, y pág. 71, lín. 38...]).

    2) Asimismo, en pág. 230, el ya defectuoso esquema del texto original (página 206) sufre cambio, pero no mejora: se respeta el mal ejemplo de pasado potencial («Si pudiese/pudiera, lo haría»), y sufre deterioro el buen ejemplo de pasado irreal («Si hubiese/hubiera podido, lo hubiera/habría hecho» > «Si pudiese/pudiera, lo haría»).

    F. Anomalías bibliográficas

    Entre las anomalías bibliográficas, podemos señalar:

    1) Exclusión del índice bibliográfico de M. Alvar: «Para la historia de ‘castellano’»..., Madrid, 1978.

    2) No inclusión en el índice bibliográfico de obras como: Harris 1982 (pág. 162, lín. 5), Hubschmid 1960a, 1960b y 1960c (pág. 233, lín. 16), Lapesa 1984 (pág. 100, lín. 28), Marcos Marín 1979b (pág. 230, lín. 34), y Tovar 1949, 1960a, 1960b y 1961 (pág. 233, lín. 17), citadas, todas ellas, en el cuerpo de la obra.

    3) Falta de uniformidad en las referencias bibliográficas: mientras que en el caso de St. Ullmann se presenta su obra en versión original y española, en los casos, paralelos, de Th. Bynon y J. Lyons se nos ofrece sólo la versión española; y, en el de R. Wright, la versión española con la fecha de la versión original.

    De cualquier modo, la nueva bibliografía no ha sido utilizada para ampliar, aclarar o contradecir las ideas del texto original, por lo que tal vez iría mejor en un apéndice bibliográfico de ampliación o actualización de la materia.

    G. Erratas y descuidos idiomáticos

    Entre las inevitables erratas y descuidos de la traducción (es decir, no presentes en el texto original), cabe destacar:

    1) En pág. XI, en la intersección de «lateral» y «mediopalatal», aparece «l» por l .

    2) En pág. 92, lín. 5, aparece /f / por /ø/ (orig.: /zero/, pág. 92, lín. 3).

    3) En pág. 107, lín. 32, figura «15» por 14.

    4) En pág. 124, lín. 30, aparece «DÎES» por DIÊS. (Es adición al texto original.)

    5) En pág. 177, lín. 32, aparece «átona seguida de [j]» por átona no seguida de [j] (orig.: «atonic not followed by [j]», pág. 58, lín. 28).

    6) En pág. 177, lín. 34, aparece «átona seguida de [j]» por tónica no seguida de [j] (orig.: «tonic not followed by [j]», pág. 158, lín. 30).

    7) En pág. 180, lín. 37, aparece «XII» por XX (orig.: «twentieth», pág. 161, lín. 13).

    8) En pág. 191, lín. 15, aparece «DORMÎVÎSSEM» por DORMÎVISSEM.

    9) En pág. 223, lín. 34, aparece «sâ» por šâ.

    10) En pág. 240, lín. 8, aparece «árabe). Son» por árabe) son.

    11) En pág. 258, líns. 42-43, se lee «sobresuelo» por sobresueldo.

    12) En pág. 264, lín. 39, aparece «consonante» por semiconsonante (original: «glide», pág. 246, lín. 14).

    13) En pág. 274, lín. 29, se lee «propia» donde probablemente habría que leer ropa o ropa propia (orig.: «garment», pág. 256, lín. 15).

    14) En pág. 282, lín. 2, aparece «uno» por una.

    15) En pág. 284, lín. 6, aparece «bejorro» por berrojo.

    16) Laísmos: a) «modificaba [...] a la consonante que LA precedía» (pág. 59, lín. 21); b) «la semiconsonante (que originariamente LA seguía, pero que a veces LA precede [...] resulta suficiente [...]» (pág. 81, líns. 23-25).

    17) Uso irregular de los tiempos: «A fines de la Edad Media, vos HA AMPLIADO el campo de referencia, pues su empleo en las relaciones sociales le HA HECHO perder buena parte de su valor deferencial. Y es que, de hecho, hacia el siglo XV, vos se HA APROXIMADO tanto al informal [...]» (pág. 138, líns. 33-36).

    18) Asperezas sintácticas: a) «Guisar («cocinar» o, con un sentido incluso más especializado, «a la cazuela») < esp. med. guisar» (pág. 285, líns. 35-36), donde se esperaría: Guisar ‘cocinar’ (o, con un sentido todavía más especializado, ‘cocinar con cazuela’) < esp. med. guisar; b) «en relación A» (pág. 207, lín. 4); c) «su extensión es menor QUE lo que hoy corresponde a Castilla la Vieja» (página 26, líns. 37-38).

    9) Durezas fonéticas: a) «las vocales cerradas /i/ E /u/» (pág. 180, lín. 40); b) «/o/ U /a/» (pág. 156, lín. 38).

    20) Uso irregular de las tildes: a) «ápicoalveolares» (pág. X, lín. 7); b) «aquéllas que» (pág. 156, lín. 30).

    21) Uso inadecuado del posesivo «nuestro»: a) «nuestro sistema fonológico» (pág. 97, lín. 5); b) «nuestra lengua» (pág. 101, lín. 15).

    N. B. Teniendo en cuenta que ni el autor es hispanohablante, ni tienen por qué serlo todos los lectores de la obra, lo más adecuado habría sido respetar en todos los casos el ‘español’ (Spanish) de la versión original.

    La versión española presenta también algunas mejoras con respecto a la versión original:

    A. Correcciones positivas

    1) En pág. XI, la mediopalatal /j/ ha sido felizmente sacada de la casilla de las africadas que ocupa en la versión original, y trasladada a la casilla de las fricativas.

    2) En pág. 43, lín. 20, leemos, correctamente, «2. 4. 3. 4» donde en el original aparece: «2. 4. 3. 2».

    3) En pág. 43, lín. 27, se corrige en «2. 4. 2. 4» el errado «2. 4. 3. 2» de la versión original.

    4) En pág. 209, lín. 34, el original /iksi/ es transmutado correctamente en «/iski/».

    5) En pág. 226, lín. 23, el original POSSIT es cambiado felizmente en POSSET.

    6) En pág. 242, líns. 12-13, leemos «cenit» frente al original cénit.

    B. Cambios de orden positivos

    En pág. 37, líns. 29-30, dentro de las vocales «átonas», la versión original presenta el orden de intensidad decreciente: iniciales, intertónicas, finales (pág. 35, lín. 25). La versión española coloca, correctamente, las finales en el segundo lugar.

    C. Adiciones positivas

    1) En pág. 42, líns. 3-7, los traductores nos informan, en una útil ampliación, de que, junto al sistema vocálico mayoritario del latín vulgar, existían otros tres de menor extensión: el sardo, el oriental y el suritálico.

    2) En pág. 43, líns. 27-28, a la lista de consonantes y grupos consonánticos que pueden preceder a la 2ª yod de Craddock añaden los traductores con buen criterio «/p/» y «/rb/». Limpio y soberbia son dos buenos ejemplos.

    3) En pág. 53, el diagrama del texto original relativo al vocalismo final ha sido enriquecido por los traductores al introducir, entre la situación latina clásica y la española normal, la situación del latín tardío de Hispania.

    4) En pág. 56, líns. 1-3, se explicita felizmente, aduciendo excepciones, el lacónico aserto del autor de que «en el español preliterario se eliminaron [...] casi todas las intertónicas [...], con excepción de la /a/» (pág. 55, lí-neas 14-16). Los ejemplos de conservación a pesar de no ser /a/ son: césped y árbol.

    5) En pág. 127, líns. 34-37, a propósito de la colocación de los adjetivos en español, se añade la oportuna precisión de que pueden preceder al sustantivo aquellos adjetivos cuya cualidad se considera inherente al sustantivo o poseen un significado próximo a los determinantes.

    En conclusión, con la traducción y publicación de la obra de R. Penny, la editorial Ariel ha puesto a disposición del público hispano una obra útil, aunque con demasiadas sombras: unas presentes ya en la versión original, otras, añadidas en la versión española.

    Lo deseable sería acometer una nueva edición en la lengua original para eliminar, ya en ella, las deficiencias que presenta la actual. Los traductores de la nueva edición deberían ocuparse preferentemente de dos tareas: la primera, y esencial, sería extremar la fidelidad a los contenidos de la versión original; la segunda sería dotar a la obra de unas notas a pie de página donde se aclaren, y, en su caso, se discutan, los contenidos de la versión original. Todo lo demás (aumentar la lista de abreviaturas, dotar a la obra de sumario, añadir bibliografía...) son tareas secundarias y no estrictamente imprescindibles.

[RÉPLICA] Ralph Penny, Queen Mary and Westfield College, Universidad de Londres (Publicado en Analecta Malacitana, XVII,  2, 1994, págs. 421-423)

Londres, 1 de agosto de 1995

 Prof. Dr. Manuel Crespillo

Departamento de Filología Española

Facultad de Filosofía y Letras/Universidad de Málaga

Campus Universitario de Teatinos/E-29071 Málaga/Spain

 

    Estimado amigo:

     Le agradezco mucho su amabilidad al enviarme, antes de su publicación, la reseña de mi libro y de su versión española, escrita por Adelino Álvarez Rodríguez. Encuentro que en sus líneas esenciales la reseña es cuidadosa y justa, aunque no estoy de acuerdo con algunos de los juicios expresados, como apunto a continuación.

    En primer lugar debo aclarar que, en el contrato bajo el que se adjudicó a Ariel el derecho de traducción de la versión original, se preveía que yo mismo revisaría esta traducción. Aunque mantuve correspondencia con los traductores, aclarando varios puntos planteados por éstos, nunca pude ver la traducción entera, ni siquiera la de ningún trozo extenso. Cuando, al final de esta correspondencia, sugerí varios cambios, se me indicó que era demasiado tarde y que el libro se estaba imprimiendo. Me parece que, de habérseme permitido ver la traducción antes de publicarse el libro, hubiera podido evitar muchas de las deficiencias señaladas por el Dr. Álvarez Rodríguez.

    Acepto varios de los comentarios hechos sobre la edición inglesa de mi libro (págs. 406-410 del Comentario bibliográfico), y serán tenidos en cuenta en una eventual segunda edición. Sin embargo, otros comentarios no me parecen procedentes (sigo la numeración del autor): 

    2) Aunque en principio es posible distinguir entre arcaísmo y conservadurismo (por eso empleo los dos términos), no es del todo fácil, en la práctica, separar en español los resultados de ambos fenómenos.

    7) El autor de la reseña olvida la existencia en el español antiguo de las formas cal, val y (en los topónimos) Tor, formas que a todas luces son los reflejos normales de CALLE, VALLE, TURRE.

    12) El argumento del autor presupone que son igualmente probables las cadenas de empuje y las de arrastre. En principio, me parece que la cadena de empuje es bastante más probable que la de arrastre.

    13) Se trata de una errata de la pág. 71, donde no se debía haber incluido la palabra plosive (oclusiva), tratándose /ss/, /s/, /ff/, y /f/ como las demás sordas.

    15) Habría que establecer si Correas distinguía realmente entre /b/ y /b/, o si recomendaba una distinción, a base de grafía.

    20) Me parece inadmisible sostener, a base de la supervivencia de ciertos sustantivos de la 4ª y la 5ª declinaciones latinas, palabras indistinguibles en romance de las provenientes de la 2ª y la 3ª, que las cinco declinaciones latinas se mantuvieron más allá del latín tardío.

    22) La regla de la colocación de los clíticos medievales no está restringida a las oraciones principales. El autor parece creer, erróneamente, que las conjunciones como quando son átonas. 

    24) Mismo puede muy bien proceder de MEDIPSISSIMUS, a través del desarrollo normal de -ps- > -ss- y de la haplología: -SSISSI- > -SSI-. ¿De qué otra manera se va a analizar MEDIPSIMUS sino como una grafía arcaica (con ps por ss) de la forma haplológica?

   29) La pérdida de los perfectos como CÊPÎ a favor del tipo de perfecto en -uí está bien establecida en latín y en romance. Este proceso debe haberse acelerado en verbos como CAPERE, que ofrecían una raíz muy parecida (CAP-, SAP-) a la de un verbo más frecuente pero que tenía el tipo de perfecto favorecido en el habla. La existencia de CAPUIT sólo apoya esta interpretación, a menos que se quiera introducir una barrera infranqueable entre latín hablado y romance.

   31) Las glosas emilianenses y silenses no ofrecen una «relativa perfección (orto)gráfica», a pesar del sistema aparentemente fonológico empleado en la famosa glosa emilianense 89. En muchos casos, la grafía es de lo más tradicional, sobre todo tratándose de los fonemas palatales (o anteriormente palatales): vgr. VERECUNDIA por /Bergwéntsa/ o /Bergwéna/.

    35) Las referencias hechas a la Historia de la lengua española de Lapesa son a la edición que yo manejaba, la 8ª; las diferencias con la 9ª son mínimas y no afectan para nada los puntos tratados. El propósito de las referencias bibliográficas es facilitar la labor del lector en encontrar los argumentos citados, y no hacer alarde de los conocimientos bibliográficos del autor. Para eso existen las obras esencialmente bibliográficas.

    Dejo para usted, naturalmente, la cuestión de si deben incluirse o no estos comentarios, debidamente corregidos estilísticamente, en su revista. También le agradezco su amable invitación para ofrecer un trabajo mío a Analecta Malacitana; aunque en este momento no tengo nada apropiado que sugerirle, no me olvidaré, en el porvenir, de esta posibilidad.

Reciba un saludo muy cordial.

 

[CONTRARRÉPLICA], Adelino Álvarez Rodríguez, Universidad de Castilla-La Mancha (Publicado en Analecta Malacitana, XVII,  2, 1994, págs. 424-427)

  

Madrid, 25 de agosto de 1995

Prof. Dr. Manuel Crespillo

Departamento de Filología Española

Facultad de Filosofía y Letras/Universidad de Málaga

Campus Universitario de Teatinos/E-29071 Málaga 

    Estimado amigo:

    Le agradezco el envío de la réplica del Dr. Penny a mi reseña: «Un nuevo manual de historia de la lengua española: RALPH PENNY, Gramática histórica del español», así como la posibilidad que me brinda de hacer las aclaraciones que considere oportunas. Lo haré siguiendo el orden numérico del Dr. Penny en su réplica: 

    2) Estoy sustancialmente de acuerdo con el Dr. Penny en los términos en que él se explica en su réplica: «en la práctica», es difícil a veces distinguir entre arcaísmo y conservadurismo.

    7) Hay que empezar distinguiendo entre cal y val, por una parte, y Tor, por otra. Mientras que cal y val aparecen con autonomía prosódica todavía en Juan Ruiz («non estarás en la cal», 1163c; «era fermoso val», 1768d), Tor, hasta donde yo sé, no gozó de autonomía prosódica, sino que era el primer componente de topónimos como Torquemada, por lo que se trataría de un fenómeno de fonética sintáctica más bien que de apócope en sentido estricto. Por su parte, cal y val siguen vivos aún en la onomástica: de la Cal, del Val. Pero, frente a lo que sostiene el Dr. Penny, eso no faculta para decir que calle y valle (y torre) son formaciones regresivas a partir de calles y valles (y torres). En mi opinión, cal y val son sencillamente residuos de la «apócope extrema» (la /l/ no es ni dental ni alveolar), coexistentes con las formas normales calle y valle. Aún hoy se oye en el leonés occidental, junto a tien, vien..., formas «normales», aunque antiguas, el extremado /urq/ ‘brezo’, que aparece en el léxico académico como urce. En el caso de piel, que el Dr. Penny no aduce aquí, pero que analiza en su manual, la forma «extrema» piel hasta ha conseguido destronar a la originaria pielle, y producir, por analogía, el plural pieles frente al cidiano pielles.

   12) El autor sostiene en su réplica que la cadena de empuje le parece más probable que la de arrastre. Pero no nos da las razones de su preferencia. La existencia de la tempranísima (s. II-III, según los expertos) inscripción palentina CINEVS QVI  LEERIT por CINAEDVS QVI  LEERIT, y, aunque de forma menos clara, el debilitamiento de la /b/ intervocálica ya en la etapa argéntea del latín, más bien parecen sugerir que la lenición empezó por la base, es decir, por las oclusivas sonoras. Estas pasarían a engrosar la serie de las continuas /f/, /s/ y, más tardíamente, /v/. La «ley del menor esfuerzo», con todo lo que tiene de problemático, parece ir también por ahí. De hecho, el fonema /b/ del español medieval perdió la oclusividad en el tránsito al español moderno sin intervención de geminadas. Pero, obviamente, en un asunto tan complejo y sutil haría falta oír los argumentos del autor.

    15) El objetivo de G. Correas en su Ortografía kastellana, nueva i perfeta (1630) es crear lo que llamaríamos hoy una ortografía fonológica. Atento a la realidad de la lengua, frente a los dictados de muchos gramáticos, Correas niega ya expresamente la existencia, en su tiempo, de una serie de sonoras en el conjunto de las sibilantes, y rechaza unas letras y crea otras para establecer una simetría perfecta entre el número de unidades gráficas y unidades fónicas distintivas. Dentro de este espíritu y objetivo, da por buena la oposición gráfica b-v, y la emplea sistemáticamente ad exemplum en su Ortografía kastellana.

   20) La 5ª declinación latina, ya minoritaria comparativamente en el latín clásico, vio reducido sus efectivos en la latinidad tardía y en el paso al romance, de forma que sus únicos reflejos claros en la historia del español son: AZ (< acie), faz/haz (< FACIE), fe (< FIDE) y el sufijo, productivo, -ez (< -ITIEITIE), que implica desinencia de la 5ª El resto de las palabras, o se han perdido, o han pasado a otra declinación. Pero reducirse no es perderse. Ahora bien, si, en visión sincrónica, quiere decirnos el Dr. Penny que el hablante románico no disponía de pistas o criterios morfológicos para saber si /ádze, fádze, féde/ procedían de la 5ª o de la 3ª declinación, estoy dispuesto a concedérselo. 

    22) Creo, efectivamente, que la conjunción cuando era átona ya en la Edad Media. Si hoy es átona, y, según quiere el Dr. Penny, antiguamente no lo era, tendría que decirnos cuándo perdió la tonicidad.

º24) Sin duda, fui demasiado categórico al afirmar que mismo no podía proceder de *MEDIPSISSIMUS. En palabras tan largas, de tanto uso y de tal textura fonética, cabe esperar haplologías y todo tipo de accidentes articulatorios. Admitido que sea posible, ¿es probable? Según la doctrina «tradicional», mismo procedería de *MEDIPSIMU, formación popular integrada por la partícula enfática *med (< cl. MET) + el demostrativo ipse en grado superlativo, con el sufijo -imus, al estilo de INTIMUS, MINIMUS, OPTIMUS, PESSIMUS, ULTIMUS... Esta hipótesis adquiere más fiabilidad al comprobar que los sintagmas (ME)MET IPSUM, (SE)MET IPSUM, etc. son frecuentes en los textos latinos, y que la forma ipsimus aparece en el Satiricón. Para la posición «tradicional» no es en absoluto acuciante la pregunta final del Dr. Penny. Él, al partir de la formación *MEDIPSISSIMUS (con el sufijo normal del superlativo), sí necesita recurrir a haplologías y grafismos arcaizantes («con PS por SS»). Aplicando el principio ockhamista de que non sunt multiplicanda entia praeter necessitatem, parece más probable la posición «tradicional» que la del Dr. Penny, aunque ésta tampoco sea imposible.

   29) Estoy sustancialmente de acuerdo con la explicación del Dr. Penny; sólo que el proceso analógico habría que retrotraerlo a época latina, y habría que demostrar que SAPUI es anterior a CAPUI. Mis datos, ciertamente exiguos, apuntan en sentido contrario.

   31) En mi reseña había escrito que «la reina de las glosas, la emilianense 89», mostraba «una cierta perfección (orto)gráfica». Esto parece admitirlo el propio R. Wright cuando afirma refiriéndose a ella: «The whole represents an attempt to write in some non Latin way» (cf. R. Wright: Late Latin and Early Romance..., pág. 205), y no parece negarlo el Dr. Penny. Pero el Dr. Penny, muy sagazmente, pluraliza el sujeto: «Las glosas emilianenses y silenses no ofrecen una “relativa perfección (orto)gráfica”». La verdad es que en el conjunto de las glosas hay de todo: unas siguen mostrando, como la emilianense 89, «una relativa perfección (orto)gráfica», y otras son plenamente latiniformes. Habría distintos glosadores, y unos optarían por una representación más arcaizante, y otros por otra más de acuerdo con la fonética romance. Incluso un mismo glosador podría alternar ambas modalidades. Pero basta que algunas glosas sean latiniformes para que sea interesante la réplica del Dr. Penny. Es posible que el autor tenga razón al decirnos que verecundia debía pronunciarse como /Bergwéntsa/ o /Bergwéna/. No otra cosa hacen los franceses cuando escriben eau y pronuncian /o/. Aunque también es posible que, al menos en algunos sitios, la pronunciación tardolatina se transmitiese, con mayor o menor pureza, por vías distintas de la señalada por R. Wright. De todas formas, lo que advertimos, tanto en el caso de VERECUNDIA > /Bergwéntsa/ como en el de eau > /o/, o, por citar a R. Wright, de VIRIDIARIU > /verdZer/, es, en expresión saussuriana, una «identidad diacrónica»; es decir, es la misma palabra en dos fases distintas de su evolución fonética. Pero no ocurre lo mismo con desiderio y /deséo/, o, quizá mejor, /deséjo/, los desencadenantes primeros de esta discusión: /deséjo/ procede de *DESIDIUM, y, por lo tanto, desiderio no es, en principio, una grafía arcaizante de /deséjo/. Creo que esto, si no imposibilita, dificulta, al menos, aun más la posición del Dr. Penny.

     35) Las diferencias entre la 8ª y la 9ª edición de la Historia de la lengua española de R. Lapesa son, como dice el Dr. Penny, mínimas, y seguramente no afectan a los puntos tratados por él. En mi reseña, más que dramatizar, quería señalar un perfeccionamiento posible, especialmente deseable al tratarse de una obra tan importante para el estudio de la historia del español.

Reiterando mi agradecimiento, le saludo cordialmente.

 

[CODA], Ralph Penny, Queen Mary and Westfield College, Universidad de Londres (Publicado en Analecta Malacitana, XVII,  2, 1994, págs. 424-427)

 Londres, 4 de septiembre de 1995

 

Prof. Dr. Manuel Crespillo

Departamento de Filología Española

Facultad de Filosofía y Letras/Universidad de Málaga

Campus Universitario de Teatinos/E-29071 Málaga/Spain

    Estimado amigo:

    Gracias por su amabilidad en enviarme los comentarios que ha hecho el Profesor Adelino Álvarez a los míos sobre su reseña de mi libro.

    No pienso, en este momento, hacer una contrarréplica, pero me gustaría ver la versión final de la reseña.

 Reciba un saludo muy cordial.