GRAMÁTICA Y CONDUCTA EN LA ELECCIÓN DEL LÉXICO, Santiago Alcoba Rueda, Universidad Autónoma de Barcelona (El Comentario de textos, Anejo XVII de Analecta Malacitana, 1998, págs. 51-84) 

 

    Las unidades componentes del léxico de la lengua, las palabras, son construcciones más o menos simples que significan realidades físicas o abstractas, de apreciación sensorial o de imaginación creativa o de aprendizaje y recuerdo [1]. Tales realidades expresadas por las palabras pueden ser extensas o precisas, pero, por hipótesis, vamos a suponer que son realidades unitarias o individuales [2]. Según la gramática tradicional, las palabras significan conceptos, cualidades, acciones, etc., todo lo complejos o abstractos que se quiera imaginar, pero aislados entre sí. Se entiende que las palabras significan realidades unitarias y aisladas por oposición a la significación de las oraciones. Las oraciones significan predicados o atributos en el sentido de que significan la predicación de una idea respecto de otra o bien la atribución de una idea a otra. Las oraciones, construcciones de palabras, significan realidades complejas en el sentido de que predican ideas de acción, proceso o estado de otras ideas; o bien atribuyen ideas de cualidad o entendimiento a otras ideas. Por contraste con esta significación compleja de la oración se entiende que el significado de la palabra sea simple, individual o unitario.

    Además de las diferencias de significación, se suelen señalar otras diferencias que podríamos considerar de construcción: los componentes de la palabra muestran, en lenguas flexibles como el español (nos estamos refiriendo siempre a palabras y oraciones del español), una cohesión o trabazón absoluta: a diferencia de los componentes de la oración, los de la palabra no se pueden desgajar o aislar por intercalación de materia lingüística ajena a la palabra, ni se mueven de posición: no alteran su ubicación en el interior de la palabra. En las construcciones sintagmáticas u oracionales se puede considerar su productividad o rendimiento en una lengua determinada. Así, por ejemplo, se puede decir si la construcción pasiva tiene más o menos productividad o rendimiento en español, o en inglés o en francés. Sin embargo, en las construcciones léxicas no se puede hablar de productividad en la flexión, por ejemplo, ya que su rendimiento es el que es por la categoría gramatical de que se trate (de número en los nombres; de modo, tiempo, número y persona en las palabras de categoría verbal).

    Una palabra de morfología regular cumple toda su capacidad flexiva por ser de la categoría que sea. En la derivación o composición, más que al rendimiento, se puede uno referir al producto, resultado o volumen de una construcción en un diccionario y momento determinados de la lengua.

    Una última diferencia de construcción entre la palabra y la oración es la que se observa respecto al fenómeno de la recursividad, en el sentido de que podemos tener construcciones de naturaleza oracional constituyentes de otras construcciones también de naturaleza oracional; pero, por definición, no podemos tener, en el mismo sentido, palabras constituyentes de otras palabras. Dicho de otro modo, se dice que hay recursividad en el ámbito de la oración porque determinadas categorías, los sintagmas nominales o verbales y, hasta la misma oración, según la teoría, pueden ser constituyentes de otra categoría de la misma naturaleza, sintagma nominal o verbal u oración. En cambio, es evidente, por un lado, que ni en la flexión ni en la derivación de la palabra se puede hablar de recursividad porque tales manifestaciones no tienen constituyentes de categoría palabra; pero, tampoco si se considera la afijación, porque, aunque haya varios afijos, sucesivos procesos de afijación, ningún afijo es constituyente de otro, sino que, por el contrario, es un núcleo estructural definitorio de un determinado nivel de análisis, de una regla de afijación distinta [3]. En el caso de la composición, la conclusión de ausencia de recursividad también es evidente, porque, aunque, sin precisar, se habla de composición de palabras, de hecho, una palabra compuesta es una combinación de «temas» o de «raíces» de palabras [4].

    Apuntadas estas características particulares del léxico de la lengua, de la palabra, aquí nos ocupamos en el estudio y argumentación de las principales condiciones sincrónicas que obligan a considerar el léxico desde las perspectivas de la gramaticalidad y de la aceptabilidad; que hacen desechar del léxico de la lengua determinadas formaciones como agramaticales y que obligan a considerar determinadas otras creaciones como no aceptables.

    Cuando se usan las palabras en un enunciado o una oración de la lengua, están sometidas, como se sabe, a restricciones de orden sintáctico como la función, la concordancia, el orden de colocación de los elementos en la oración, etc. No nos ocupamos de estas restricciones, que podemos considerar de orden sintáctico, o externo a la palabra. Nos vamos a centrar, primero, en las condiciones de gramaticalidad o aceptabilidad, de orden interno a la palabra misma, que determinan la elección del léxico por motivos que pueden ser lingüísticos o bien no lingüísticos o paralingüísticos. Entre las condiciones lingüísticas vamos a distinguir: primero, las restricciones de formación gramatical de la palabra, según la naturaleza categorial, de subcategorización, o de significado del afijo que interviene en la formación de una palabra; o bien por el resultado significativo de la creación léxica, si el significado resultante está satisfecho o no sincrónicamente en la lengua; luego nos ocuparemos de las restricciones de construcción o régimen de la palabra; a continuación se verán las restricciones de significado, que permiten alternancias sinonímicas o traslaticias, pero determinadas por la relación de significado descriptivo (propio) o expresivo (figurado) entre las unidades léxicas del texto; y se estudiará en último lugar la restricción de la unidad dialectal del texto.

    Como condicionantes paralingüísticos del uso del léxico en el texto, vamos a definir la coherencia cultural o científica del léxico del texto, condicionado por un principio que rige todo hecho lingüístico y que supone que los participantes actúan con actitud sincera y queriendo decir algo, lo cual rechaza los usos que podríamos denominar de «impostura léxica».

    Según lo apuntado, en la exposición me voy a referir primero a las condiciones lingüísticas: de formación, de construcción, de significado, y de unidad dialectal del léxico; y concluyo ocupándome de las condiciones paralingüísticas: de coherencia cultural y de actitud sincera, cooperante, o de coherencia científica, sin impostura léxica.

1. Condicionantes lingüísticos del léxico

    Determinados condicionantes de los valores de gramaticalidad y aceptabilidad del léxico dependen de que la palabra sea el resultado de una cabal intervención de las reglas de la gramática, de la morfología en particular; y de que la creación léxica o neologismo satisfaga una auténtica necesidad de la lengua. Otros condicionantes se refieren a valores o rasgos sintácticos (de la naturaleza predicativa, sintáctica, de determinadas piezas léxicas), semánticos (de sinonimia o traslación) y de unidad dialectal del texto o contexto donde se manifiesta la pieza léxica de que se trate. Todos estos condicionantes se pueden considerar estrictamente lingüísticos porque dependen de la naturaleza de la palabra según condiciones del sistema de la lengua, por oposición a lo que ocurre con otros condicionantes, que llamaremos paralingüísticos, que dependen del hablante: de su conocimiento de la realidad y de su actitud cooperativa en el uso del léxico: de que no manifieste una actitud de «impostura intelectual», se ha dicho recientemente. 

1.1. Restricciones morfológicas de creación del léxico

    Igual que la teoría sintáctica pretende definir las oraciones posibles de una lengua, la teoría morfológica ha de procurar establecer, en principio, el conjunto de las palabras posibles de tal lengua. Una buena teoría morfológica habría de permitirnos caracterizar las palabras posibles de la lengua mediante procedimientos sencillos y un mínimo de principios teóricos simples. Así, una teoría morfológica del español debería poder establecer las condiciones por las que son posibles determinadas palabras (1a) flexionadas, derivadas o compuestas, y, sin embargo, otras como (1b) no lo son. 

(1) a. cantaban, cantante, cantamañanas.

      b. *floraban (afloraban), *afloración (floración), *floricol (coliflor).

    Junto a esta coincidencia de objetivos entre la morfología y la sintaxis se han de tener muy presentes determinadas circunstancias que, al tiempo que diferencian la morfología de la sintaxis, exigen de la morfología una distinción fundamental que delimite el objeto, independientemente del estudio particular o del modelo teórico general del léxico de una lengua.

    Las lenguas naturales poseen algún tipo de diccionario o listado de las palabras existentes, herencia o acopio léxico en un momento determinado de la lengua. Sin embargo, no es ni pensable un listado similar de las oraciones. Como consecuencia, se puede apreciar una serie de rasgos en los datos que estudia la morfología, las palabras, que no se dan en las oraciones.

    En sintaxis, por definición, toda oración posible es existente (de hecho o en potencia, porque se ajusta a determinadas reglas) y toda oración existente (de hecho) ha de ser posible (de acuerdo con determinadas reglas, independientemente de que las reglas o la teoría al respecto sean discutibles o no estén definitivamente establecidas). En morfología, en cambio, dada la existencia del diccionario de un estado de lengua, con esta referencia, real o supuesta según la lengua, nos encontramos con el panorama de (2), donde, junto a las palabras posibles existentes de (2a), o imposibles, inexistentes, de (2d), nos encontramos con palabras posibles como (2c), pero inexistentes, y con palabras como (2b) imposibles, pero existentes.

(2)

Palabras /

/ Oraciones

p o s i b l e s

                    +                                           -

 

 

e

x

i

s

t

 

 

 

+

 

 

 

a. MORF ~ SINT

apuñadar

comparecencia

captación

respondón

semillero

sangrar

b. MORF ¹ SINT

adelgazar

obediencia

adopción

dormilón

seminífero

sanguíneo

e

n

t

e

s

 

 

 

 

-

 

 

 

c. MORF ¹ SINT

? adelgadar [5]

? obedecencia

? adoptación

? dormón

? semillífero

? sángreo

d. MORF ~ SINT

*apuñazar

*compariencia

*capción

*respondilón

*seminero

*sanguinar

    Mientras en sintaxis se puede decir que las oraciones existentes son un subconjunto de las oraciones posibles, en morfología, a la vista de (2), no se puede decir lo mismo, que las palabras existentes (2ab) sean un subconjunto de las palabras posibles o regulares (2ac), constituidas de acuerdo con determinadas reglas morfológicas.

    Las palabras nuevas o posibles de (2c), creadas por el hablante a imagen de (2a), según las reglas morfológicas definidas por los datos de (2a), con estructura morfemática y significado composicional o transparente, sin excepciones, aunque parezca paradójico, son un subconjunto, de las palabras existentes (2ab), donde, además de las palabras regulares (2a), como las posibles, nos encontramos con otras excepcionales irregulares, de significado lexicalizado u opaco, con estructura de morfos recurrentes, como re + matar o re + cortar o con los elementos cons-tituyentes reducidos o fundidos en secuencias como (2b), resultado de la evolución histórica.

    Por tanto, aunque en sintaxis no tiene sentido preguntarse por las oraciones posibles y por las oraciones existentes en un determinado estado de lengua, en el léxico, los conceptos de «palabra posible» y de «palabra existente» son cruciales. En efecto, el concepto de palabras posibles como las de (2a) permite establecer en los siguientes términos de enunciado descriptivo un principio como el que vamos a llamar de la condición del Neologismo Posible. 

(3) NEOLOGISMO POSIBLE

    Todo neologismo ha de ser regular: acorde con la naturaleza fonológica, sintáctica (de categoría, subcategorización), semántica y diacrítica del afijo que interviene en su formación.

    Esta condición supone que la creación de palabras de nuevo cuño o neologismos está determinada por la morfología de la lengua, por la naturaleza de la entrada léxica del afijo de que se trate (por la regla de formación de palabras que interviene en la invención del neologismo): la representación y las condiciones fonológicas, la representación semántica, la categoría, la subcategorización de clase y subclase léxicas y los posibles diacríticos o restricciones particulares.

    El concepto de palabras existentes (2b) constituye el fundamento de la condición de Bloqueo (4) que podríamos definir, según morfologías basadas en la palabra [6], en los siguientes términos:

(4) BLOQUEO

    La existencia de una palabra excluye la creación de otra de significado idéntico.

    La condición del Neologismo Posible es particularmente estricta y la lengua no presenta piezas léxicas de creación irregular. Los casos de (2b) no los explica la morfología, sino que se encuentran, dados o existentes, en el lexicón. Si se quiere, tales datos sólo aceptan una explicación diacrónica o evolutiva. De todos modos, es posible encontrar algún caso aislado como el de *impacción en (5), que la morfología ha de marcar como agramatical o inviable.

                    (5) Soltó una carcajada tan potente y dolorosa que pensé que las vigas del techo

                    habían acusado la impacción.

(M. Delibes, La sombra del ciprés es alargada, pág. 279)

    En efecto, la creación de *impacción transgrede la restricción del Neologismo Posible porque el afijo -ción que interviene no está usado según la naturaleza de su entrada léxica (6a)

(6) a. ([Tema de Pretérito]V ción)N

       b. ([raíz, + A1 / I2/3]V ción)N

       c. cre1 + A + ción, estamp1 + A + ción, limit1 + A + ción

       d. perd2 + I + ción

       e. part3 + I + ción, med3 +I + ción, rend3 + I + ción

   Según se aprecia en (6), el afijo -ción se adjunta a una base de categoría verbal constituida por el tema de pretérito del verbo de que se trate [7]. El tema de pretérito está constituido por la raíz verbal y la vocal temática [A], si el verbo es de la primera conjugación, como en crear, estampar, limpiar, de (6c); o bien [I], si el verbo es de la segunda conjugación, como en pedir (6d), o de la tercera conjugación como en partir, medir, rendir de (6c) [8].

    Así, en el caso de una derivación deverbal de un derivado impactar de impacto tendríamos (7) que produciría impact + a + ción, pero nunca *impac[ta]ción, que sería agramatical [9].

(7) impact + o >> impact + ar >> impact + A + ción

    Un razonamiento parecido nos llevaría a considerar como agramaticales la creación de *hipotizar que se puede encontrar en intervenciones orales y hasta escritas. Dada la naturaleza del afijo -izar que recogemos del DRAE en (8a), porque no hace falta otra formalización para el argumento, podríamos tener las formaciones gramaticales de (8b) o bien (8c), pero (8d) sería agramatical.

(8) a. -izar. 1. suf. de verbos que denotan una acción cuyo resultado implica el significado del sustantivo o del adjetivo básicos, bien por reducción del complemento directo a cierto estado, en los transitivos: carbonIZAR, esclavIZAR, impermeabilIZAR, bien por la actitud del sujeto, en los intransitivos: escrupulIZAR, simpatIZAR.

     b. ([hipotes]N + is)No >> ([hipotes]N + izar)Vo (?? hipotesizar)

     c. ([hipote(s)]N + tic)A + O >> ([hipoteti(c)]A + izar)V (? hipotetizar)

      d. ([hipote(s)]N + is)No >([hipot(es)]N + izar)Vo (*hipot[es]izar)

    Ni este afijo -izar, en otros casos, ni otros derivativos en contextos homólogos justifican el borrado de segmentos de la base derivativa, como el que ocurre en (8d). De ahí que consideremos que la derivación *hipotizar es agramatical, pero no lo sería la formación de ?? hipotesizar, ?? hipoteizar, y, mejor, ? hipotetizar.

    Algo distinto es el caso de idolatrización en (9).

(9) Gorbachov [...] ve cómo se erosiona su imagen en una sociedad que por tradición desconoce el punto medio entre la idrolatrización y el odio hacia sus dirigentes.

(R. Poch, «El partido...», en La Vanguardia, 3.7.90, pág. 3)

    Si se supusiera el análisis derivativo de (10a) habría que considerar agramatical la formación, pero si se considera el análisis (10b), hemos de considerar idrolatrización como no aceptable, por los motivos que se verán luego.

(10) a. *([idolatr + ar]V + izar)V

         b. ?([idolatri + a]N + izar)V

    En efecto, (10a) sería agramatical porque el afijo -izar no se aplica a bases de categoría verbal, sino nominal y adjetiva. Según esto, la derivación (10b), desde el punto de vista de la subcategorización del afijo sería gramatical y, por tanto, una hipótesis derivativa mejor que la de (10a). Pero marcamos (10b) como no aceptable, porque, aunque gramatical, ya que no infringe la condición de Neologismo Posible, sí que incumple la condición de Bloqueo establecida en (4), porque la existencia de idrolatrar excluiría la creación de ?? idrolatrizar.

    Este fenómeno de creaciones no aceptables por la mencionada condición de Bloqueo (4) es muy común en la lengua actual, oral, literaria, de los ejemplos de (11), y, sobre todo, periodística, como en el caso de los ejemplos de (12).

(11) a. Mi furia, mi dolor, mi soledad tremenda, se concrecionó súbitamente sobre aquellos ojos burlones.

                                                                   (M. Delibes, op. cit., pág. 126)

        b. Había algo a que renunciar; la decisión abstracta, inconcreta, tomada veinte años antes, se concrecionaba de súbito en un objeto deseable al que había que responder con una negativa.

                                                                                                                        (M. Delibes, op. cit. pag. 199)

        c. Presentí que la poca vitalidad del café se había concrecionado sobre nosotros.

(M. Delibes, op. cit., pág. 219)

                   [concretar >> concreción >> ?? concrecionar]

(12) a. Estas conversaciones se han desarrollado, hasta hace aproximadamente un mes, en la más absoluta discrecionalidad, y no han trascendido a la opinión pública los contenidos de las mismas.

                                                                                (J. Z. / V. G., «ETA ha querido...», en ABC, 12.12.87, pág. 27)

                    [discreción >> discrecional >> ?? discrecionalidad]

        b. Lo más desmoralizador no ha sido la corrupción en sí, sino la ausencia de altura moral en la respuesta dada a su denuncia. El atrincheramiento en las instituciones, la negación de la evidencia, el desplazamiento de las responsabilidades hacia los medios de comunicación, el resistencialismo cínico: poner el casco y esperar a que un nuevo escándalo haga olvidar el anterior.

                                                                    (Editorial, «La desmoralización», El País, 19.1.92, pág. 12)

                [resistencia >> resistencial >> ?? resistencialismo]

    En un gracioso artículo periodístico de A. Arteta [10] se hace un acopio irónico de estas formaciones léxicas que aquí, desde la perspectiva de la condición de Bloqueo se entiende por qué se marcan en (14c) como no aceptables [11]. En (13) recogemos el ejemplo propuesto por S. Varela en la adaptación de Scalise (1984) para argumentar la condición de Bloqueo en español. Ayuda a entender mejor que marquemos como no aceptables las derivaciones de (14c) usadas como sinónimas de las de (14a). De ahí la chanza de todo el artículo de Arteta y el rechazo de los libros de estilo [12].

(13) ]N1           -oso]A -idad]N2
  gloria

          glorioso

--
  espacio

          espacioso

--?? [13]
  armonía           armonioso --??
  --           curioso curiosidad
  --           precioso preciosidad
  --??           ansioso ansiedad
 
(14) (a)          (b) (c)
  intención          intencional

?? intencionalidad

  necesidad          necesario

?? necesariedad

  impacto          impactar

?? impactación, *impacción (5)

  vigor          vigoroso

?? vigorosidad

  fundar          fundamento ?? fundamentar
  concretar          concreción ?? concrecionar (11)
  instituir

institución  institucional

?? institucionalizar
  formar  

?? conformar

  dimensión           dimensionar ?? dimensionamiento
  general            generalizar ?? generalizado
  conocerse   ?? autoconocerse [14]

    En el caso de ejemplos como los de (15), a continuación, también marcamos como no aceptables, aunque gramaticales, los datos de la columna (c).

(15)

(a)

b)

 

(c)

  señal señal + ar]V gobern + a + ble ??señal + iz + ar]V
  gobern + ar gobiern + o]N   ??gobern + a + bili + dad]N
  estim + ar estim + a]N   ??estim + a + ción]N
  limit + ar límit + e]N   ??limit + a + ción]N
  ejempl + o ejempl + ar]A ejempl + ar + iz + ar ??ejempl + ar + iz + a + nt + e]A
  person + a person + al]A person + al + iz + ar ??person + al + iz + ad + o]A

    La no aceptabilidad de los datos de (15c) se debe a la transgresión de un principio conocido como Regla de Bloqueo ya formulada por Aronoff [15] en forma de (16a), o bien reformulada por Scalise [16], en forma de (16b).

(16) REGLA DEL BLOQUEO

a. Un afijo que sea productivo con una clase morfológica dada bloquea la adjunción de afijos «rivales» a esa misma clase.

b. En una secuencia no lineal (i. e. paradigmática), ]X + suf1]Y o bien ]X + suf2]Y o bien ]X + sufn]Y las alternativas ]X + suf2]Y y ]X + sufn]Y están «bloqueadas» siempre que ]X + suf1]Y sea un sufijo productivo para la clase de palabras [x]X.

    Los casos de (14) y los de (15) transgreden respectivamente la Condición de Bloqueo (4) y la Regla de Bloqueo (16), en el supuesto de datos «sinónimos» absolutos, o usados como tales, de modo que, si desert + iz + ar se entiende en el sentido de «convertirse en desierto, tierras, vegas, etc., por causas naturales» y desert + ific + ar se entiende en un sentido más o menos diferente: «convertir en desierto, tierras, vegas, etc., por la acción o intervención del hombre sobre el entorno», ambas formaciones son gramaticales y aceptables, sin que ninguna sea rechazada por la Regla de Bloqueo. En cada caso se emplea un afijo distinto con el mismo fin categorial pero con distinto sentido. Es lo que ocurre claramente con celeste (estrella, objeto celeste / *celestial) y celestial (ángeles, santos celestiales / *celestes); y con alimentario (industria, transporte alimentario / *ali-menticio); frente a alimenticio (producto, ingrediente alimenticio / *alimentario).

    Una prueba negativa de las condiciones recogidas en este epígrafe como restricciones de Creación del Neologismo Posible (3) y de Bloqueo (4) o Regla de Bloqueo (16) serían los datos de (17), creaciones literarias de Nieva [17], gramaticales y aceptables: posibles y existentes según (2a), aunque no estén registrados en listado alguno. Podemos decir que las creaciones de (17) son posibles, formadas de acuerdo con (3), y gramaticales porque cada afijo (según el segmento que le atañe de la definición lexicográfica que se recoge entre corchetes) está usado de acuerdo con los valores fonológicos, sintácticos y semánticos de su entrada léxica. No hay ninguna otra entrada sinónima existente, posible según (2a), o no posible, según (2b), que bloquee, por (4) o por (16), las formaciones literarias de (17).

(17) a. DERIVACIÓN

    La monologada de Coconito (pág. 213) [-da. 1. suf. de sustantivos derivados de otros sustantivos o de verbos. Si el verbo es de la primera conjugación, toma la forma -ada; -ida si es de la segunda o de la tercera. La variante -ada forma derivados que significan conjunto: fritADA, vacADA; [...] abundancia o exceso: riADA, panzaADA.

la Ermelina y el familiaje (pág. 227) [-aje. 1. suf. de sustantivos que puede significar [...] a veces, conjunto: cordAJE, ramAJE].

¡Calla, gordales! (pág. 256) [-ales. 1. suf. de matiz humorístico que forma algunos adjetivos de uso familiar o vulgar: vivALES, rubiALES, mochALES, vejALES, frescALES].

paraíso demonial (pág. 228) [-al. 1. suf. de adjetivos y de sustantivos. En adjetivos significa generalmente relación o pertenencia: ferroviAL, culturAL. En los sustantivos indica el lugar en que abunda el primitivo: arrozAL, peñascAL].

cunetas de reposorio (pág. 213) [-torio. 1. suf. de adjetivos y sustantivos verbales. Toma la forma -atorio si el verbo base es de la primera conjugación; -itorio, si es de la tercera. Los adjetivos denotan relación con la acción del verbo base: dedicATORIO, definiTORIO; los sustantivos suelen significar lugar: laborATORIO, observATORIO, dormiTORIO, velATORIO, ...].

véase la estuporación de cara que hacen todos (pág. 208) [tumor + a + ción, ulcer + a + ción, color + a + ción, flor + a + ción, ...].

no sabía yo que llevases una vida tan vecindaria (pág. 259) [-ario. 1. suf. de adjetivos y de sustantivos. En los adjetivos indica relación con la base derivativa: bancARIO, embrionARIO, pasionARIA, embrionARIA, fragmentARIA, En los sustantivos significa, entre otras cosas, profesión: boticARIO, ferroviARIO; ...].

eso es pompera de jabón (pág. 246) [-era. 1. suf. de sustantivos femeninos que tiene, entre otros significados, los de sitio u objeto en que hay, está, abunda, se cría, se deposita, se produce o se guarda lo designado por el primitivo: chopERA, gusanERA, leonERA, escombrERA, cantERA, aceitERA; pradERA, vidriERA, ...].

me marea con gachonería vivir tan lejos (pág. 269) [-ería. 1. suf. de sustantivos no heredados del latín, que suele significar pluralidad o colectividad: morERÍA, palabrERÍA, chiquillERÍA; condición moral, casi siempre de signo peyorativo: holgazanERÍA, pedantERÍA, ramplonERÍA; oficio o local donde se ejerce: conserjERÍA, fumistERÍA, sastrERÍA; acción o dicho: niñERÍA, pillERÍA, tontERÍA, cacERÍA].

tus informaciones de las viudeces de Ermelina (pág. 238); […] no saben sobre qué florideces interesantes van pisando (pág. 217) [-ez. 1. suf. de sustantivos abstractos femeninos, que significan la cualidad expresada por el adjetivo básico: altiVEZ, brillantEZ, lucidEZ, ridiculEZ, estupidEZ].

los decaídos hotelitos panteónicos (pág. 243); haces esa vainica abuelística (pág. 220) [-ico. 1. suf. de adjetivos, que indica relación con la base derivativa: periodístICO, humorístICO, alcohólICO, faraónICO, napoleónICO. A veces, -ico toma la forma -tico: sifilÍTICO].

a esta niña [...] su familia le permite amaridarse (pág. 230) [amon-tonarse, amancebarse, ...].

b. COMPOSICIÓN [18]

    Un rubio atrevido y boquifresco (pág. 238); se reparten un calcomano de su cara (238); he sentido un calofrío (pág. 235); eres un cantaclaro (pág. 229); temblar me hacéis de chocadientes (pág. 272); una extramundana caída del planeta de la churremugre (pág. 220); pones término a esta cena de companache, a esta comifloja (pág. 263); ¡me «cao» en el mes de las lilas y en la manga riega! (pág. 210); aparécete a menudo con noticias de tus más allases (pág. 263); será capricho empalagado delos muchimillonarios (pág. 260); soy el pocopierde y el sin carriles que mencionas (pág. 210); ¡me «cao» en la tripa molde que os hizo a todos [...]! (pág. 207).

    Y decimos que los datos de (17) son aceptables porque no hay otros datos en el caudal léxico que bloqueen su formación, ni otros afijos competitivos y productivos que excluyan la elección del afijo empleado en cada caso: por el sentido de la creación literaria, que decide cuál es el afijo excluyente de la Regla de Bloqueo que manifiesta la gramática del autor.

    Las creaciones léxicas de (17), de Francisco Nieva, son creaciones de autor y ocasionales; pero perfectamente gramaticales y aceptables, según demuestra la regularidad con que se emplea cada afijo. Los datos de (18), recogidos de Seco [19], y los de (19), tomados de Suárez [20], corresponden respectivamente a dos autores, Carlos Arniches y Camilo José Cela, y a unos textos que recrean un habla popular y local:

                    (18) El agarren, el empinen, el aprovechen, el achicharren, el apoquinen, el revuelquen, el chupen.

(19) El aguanten, el trasnochen, el funcionen, el reculen, el espabilen, el mojen, el soplen, el pinchen, el afilen, el embadurnen, el chiflen, el cohabiten.

    Estos datos muestran la creación de un afijo léxico ]V - en]N, más o menos efímero en la historia de la lengua, pero ya incorporado al acervo lingüístico, y de aplicación perfectamente regular [21]. En (18) y (19) se crean piezas léxicas que no puede excluir la Regla de Bloqueo, porque es evidente que el tono popular y local que manifiestan estas creaciones no se lograría por la intervención de cualquier otro afijo nominalizador existente en el componente morfológico de la lengua de los textos de Arniches y de Cela de donde proceden tales datos.

    Al caso de (20), de invención de un afijo A[tarta + A[ se le puede aplicar el mismo razonamiento, con la diferencia de que la creación y difusión se reduce al idiolecto de un individuo y un texto, pero perfectamente posible, porque es una formación acorde con otras del sistema y aceptable, porque no existe alternativa o restricción que lo excluya: por definición, según el autor de la creación, no hay otro afijo «competitivo», que bloquee la invención de tarta-.

(20) Así contó Mosencio, y como fuera llegada la hora del descanso, hicimos un alto y no hubo más de importancia en aquel día. Al amanecer del siguiente, reanudamos la marcha con el aire de la mañana. Después de algunas leguas, Mosencio comenzó a decir:

Tarta, tartaja, tartajoso,

tartaloco, tartatonto, tartamemo,

tartabizco, tartatuerto, tartacojo,

tartapálido, tartafrívolo, tartabárbaro,

tartatrascendente, tartatieso, tartavano,

tartavacuo, tartahueco, tartafatuo,

tartapillo, tartabribón, tartamudo.

¿Son lugares? —pregunté—.

Son títulos que yo daría a mis amigos y conocidos, las dignísimas autoridades y otras eminencias intelectuales de este Imperio. Trato de nombrarlos con el prefijo tarta, que, a mi juicio, suena a enormidad, notoriedad y decisoriedad -aclaró—.

                                (Espinosa, Escuela de mandarines, pág. 244)

    En todo caso, la no generalización o difusión del afijo de autor tarta- y la proliferación de afijos como super-, hiper-, macro-, tiene que ver con los procedimientos de creación y extensión o difusión de una pieza léxica o de un afijo, pero no con sus condiciones gramaticales.

1.2. Restricciones sintácticas de construcción o régimen

    De naturaleza distinta a las anteriores (de creación de léxico) son las restricciones de orden sintáctico o sintagmático de la pieza léxica. Entre otros aspectos, fonológicos, semánticos, etc. que definen la entrada léxica de una palabra, el marco de inserción, o estructura argumental de las palabras que actúan como núcleos predicativos determinan de un modo particular la gramaticalidad y aceptabilidad de la expresión [22].

    En el caso de (21), el carácter agramatical o inaceptable se debe a la quiebra en la expresión de determinada función argumental establecida en el régimen de parecerse en (21a), introducir en (21b), abordar en (21c) y contar en (21d), procedentes de la lengua de la traducción, donde por descuido o transferencia lingüística es más fácil encontrar casos de este tipo. De similares características son los casos de advertir en (21e) y confiar de (21f) tomados de titulares de la lengua periodística.

        (21) a. Nos parecemos hasta un extremo sorprendente, sobre todo *[en] el rostro.

                                                                                  (M. Durás, El amante, pág. 70)

       b. Se preguntaba si existirían trucos similares al de los veinte, métodos de ganar tanto dinero en pocas horas como un bobo ganaba en toda una semana. Existían. Le fueron introducidos aquella misma noche en un bar a donde había ido a festejar su éxito.

                                                                              (J. Thompson, Los timadores, pág. 39)

        c. Pero después, cuando ella regresó a su habitación, [a él] lo abordó la depresión, y lo que le había parecido un rato genial se tornó desagradable, incluso ligeramente repugnante.

                                                                                            (J. Thompson, op. cit., pág. 129)

        d. El clan había contado *[con] veintiséis miembros antes del terremoto que destruyó su cueva.

                                                          (J. M. Auel, El clan del Oso Cavernario, pág. 21)

        e. La Administración central advirtió *[de] la construcción de una vía de servicio anexa a la autopista.

(La Voz de Asturias, 14.10.97, pág. 10)

        f. Fomento confía *[en] que la vía rápida absorba el 70% del tráfico de la AS-18.

(La Voz de Asturias, 14.10.97, pág. 11)

    El argumento que significa el «tema» del verbo parecerse se manifiesta mediante la preposición en, nos parecemos en el rostro, y no en acusativo, como ocurre en (21a), con una expresión *nos parecemos el rostro, agramatical por tanto.

Algo parecido ocurre en el caso de (21b), donde el verbo se construye con el argumento meta en forma preposicional: introducir a alguien EN los negocios, EN los trucos; pero no en acusativo o nominativo de la construcción pasiva, con el resultado agramatical *los trucos me fueron introducidos, de (21b), que debió ser algo así como yo fui introducido en los trucos.

    La agramaticalidad de (21c) se debe, en fin, a que el argumento que significa el «tema» de abordar se ha de expresar en acusativo, como objeto directo (el alumno abordó los ejercicios; la empresa abordó el lanzamiento del nuevo producto); pero no en nominativo, como sujeto gramatical (*los ejercicios abordaron al alumno; *el lanzamiento del nuevo producto abordó a la empresa; o bien *la depresión lo abordó) como ocurre en (21c) [23].

    En el caso de (21d) es evidente que el núcleo predicativo está usado en una acepción particular que se construye con un complemento preposicional [24]. Así, el uso indebidamente transitivo de contar en (21d), cuando debería ser preposicional (había contado con veintiséis miembros) hace inaceptable el enunciado.

    En el ejemplo de (21e) se altera también lo que en algunos trabajos actuales se llama la estructura predicado-argumento del verbo advertir al manifestar un argumento interno (la construcción), que tenía que ser indirecto preposicional (advirtió de la construcción) en función de argumento directo (advirtió *[de] la construcción) violentando la naturaleza o capacidad sintáctica del verbo [25].

    También se altera, por último, de modo similar al caso anterior, la estructura predicado-argumento del verbo confiar en (21f). En este caso, las condiciones sintácticas del núcleo predicativo confiar requieren un argumento interno preposicional con en tanto si es oracional (confía en que absorba), como si es de infinitivo (confía en absorber) o nominal (confía en la absorción). Pero no puede ser directo (confía *[en] que absorba, *[en] absorber, *[en] la absorción), sin la preposición en, lo que alteraría la naturaleza de las propiedades sintácticas de confiar [26].

    Se podría enunciar, en formato descriptivo (22), un principio o restricción de Uniformidad de las Propiedades Predicativas de los núcleos predicadores. Un principio así explicaría que, dados los sentidos de Juan juega sus bazas y Juan juega al tenis, no serían posibles Juan juega *a sus bazas ni Juan juega *[a] tenis.

(22) UNIFORMIDAD DE LAS PROPIEDADES PREDICATIVAS

    Cada verbo o acepción verbal se define por unas propiedades predicativas (transitivo, pronominal, preposicional, etc.), y sólo unas; y, recíprocamente, unas propiedades predicativas definen un verbo o acepción verbal y sólo uno [27].

    Las desviaciones léxicas excluidas por restricciones sintácticas, por la estructura o configuración argumental de los núcleos predicativos, por la naturaleza sintáctica de la estructura predicado-argumento, pueden ser de tres clases: dependen, primero, del carácter transitivo o no del núcleo predicativo; segundo, del carácter pronominal o no; y, tercero, del cumplimiento de las condiciones de régimen verbal, de la manifestación preposicional, de determinada función argumental de finalidad, instrumento, origen, destinatario, etc...

    La exclusión de una pieza léxica fundada en la alteración del valor del rasgo de transitividad se manifiesta en el uso transitivo de núcleos predicativos como los de (23), que serían intransitivos.

(23) a. Las medidas fiscales *afloran [hacen aflorar] el dinero negro.

   [Con las medidas fiscales aflora el dinero negro / afloran los dineros negros]

         b. *[De] Los contenedores de basura emanan malos olores.

         c. Los aviones abastecen *[de] alimentos a la población.

         d. La prensa especula *[con] que van a destituir al ministro.

    El caso de (23a) se explica por la tendencia a la «causatividad» en el sistema español [28]. Posiblemente se entienda mejor por el hecho de que argumentos en función de «instrumento» o «causa» pueden (y suelen) manifestarse como sujeto gramatical. Igual que El agua hierve con el calor, Juan corta el pan con el cuchillo se pueden manifestar en forma de El calor hierve el agua, El cuchillo corta el pan, de modo que el argumento «tema» (agua, pan) se manifiesta, como suele, en función de objeto directo, se pretende hacer con (23a), realizando un uso inviable para la naturaleza léxica de aflorar (el dinero aflora con la medidas fiscales >> *[las medidas fiscales *afloran el dinero]), y sus propiedades sintácticas.

    Casos como los de (23b) se consideran debidos al «contagio con otros verbos sinónimos o cuasi sinónimos, que son transitivos» [29]. Podría decirse que en (23b) se ha confundido más bien la naturaleza léxica de emanar con la de desprender: De los contenedores emanan malos olores <<>> los contenedores desprenden malos olores <<>> *[los contenedores *emanan malos olores] [30]. De modo parecido se podrían explicar desviaciones como las ejemplificadas en (23c), donde un verbo cuya entrada léxica específica que se manifiesta con un complemento preposicional se usa indebidamente como transitivo [31]: Los aviones abastecen de alimentos <<>> los aviones suministran alimentos <<>> *[los aviones *abastecen alimentos].

    Finalmente, ejemplos como los de (23d) son debidos a motivos parecidos a los que dan origen a (23c) [32]: la prensa especula con que van a destituir al ministro <<>> la prensa supone que van a destituir al ministro <<>> *[la prensa especula que...]. Pero este caso en particular, esta desviación, se conoce como un fenómeno de «queísmo», de eliminación impropia de la preposición, con los efectos de alteración de la naturaleza léxica del núcleo predicativo por cambio de la función sintáctica de un argumento, por el borrado de la preposición exigida por la pieza léxica de oraciones completivas con que. Podría explicarse por la tendencia a la regularización completiva de que, borrando las preposiciones que marcan como de construcción «irregular» determinados verbos españoles conocidos como «verbos de régimen». También podría entenderse como una reacción de hipercorrección frente a los usos, considerados descuidados o vulgares, de «dequeísmo» que apuntamos más adelante. Pero aquí, más que los motivos sociolingüísticos, nos interesa señalar el hecho de la desviación léxica de (23c) y de (23d), y el carácter marcado o irregular de estos datos cuya inestabilidad se pone de manifiesto en tales desviaciones.

    Como prueba de que el rasgo inestable en los datos de (23) es el de la «transitividad» y no el de la «transitivización», tenemos los datos de (24), cuya desviación agramatical, en sentido contrario al anterior, consiste en el uso «intransitivo» de núcleos predicativos de entradas léxicas marcadas como de naturaleza transitiva.

(24) a. El país atraviesa *por una situación difícil.

         b. Yo pienso *de que los problemas tienen solución.

         c. Confío *de que vengas pronto.

         d. El delantero *controla / *define con la pierna derecha.

    En (24a) se observa algo parecido a lo que ocurría en (23), pero en sentido contrario [33]: el país atraviesa una situación difícil <<>> el país pasa por una situación difícil <<>> *[el país atraviesa por una situación difícil]. Los ejemplos de (24bc) son manifestaciones de lo que se conoce como «dequeísmo»: desviaciones léxicas por aparición indebida de la preposición de ante la oración completiva de un verbo «dicendi» (pensar, decir, considerar, etc.) transitivo, como el de (24b); o bien ante el complemento, como en el caso de (24c), donde el argumento en función de «tema» habría de manifestarse con otra preposición: confiar en / *de que, repara en / *de que, pensar en / *de que, quedar en / *de que, coincidir en / *de que, estar de acuerdo en / *de que, etc.

    En ejemplos como los de (24d), muy comunes en la lengua periodística de información deportiva, se elide indebidamente la manifestación del argumento tema necesario, que debería expresarse en función de objeto directo, de manera que así, se hace más o menos aceptable la expresión [34]. El ámbito de difusión de estos datos, los medios de comunicación, obliga a considerarlos en términos de aceptabilidad y no de gramaticalidad: como manifestaciones de cambio lingüístico, más o menos aceptables en un momento o ámbito social y geográfico, y no como casos de agramaticalidad o transgresiones de alguna condición del sistema.

    Los usos pronominales de (25a), de núcleos predicativos verbales usados como pronominales cuando no deberían serlo, o bien los usos no pronominales de (25b) de verbos o acepciones verbales marcados como pronominales ilustran de modo evidente la propuesta de una restricción como (22) para explicar su agramaticalidad. Como en los casos anteriores suponen una transgresión de las condiciones del marco sintáctico de inserción, de la condición (22) de Uniformidad de las Propiedades Predicativas [35].

(25) a. Juan *se recuerda de los viajes que hacía.

         b. La policía *[se] incautó *[de] un arsenal de armas.

    En estos ejemplos, como en otros anteriores, no es difícil advertir el influjo o infección de otras piezas léxicas de significado más o menos cercano o sinónimo que induce a confundir otros rasgos de la entrada léxica como son los que determinan el contexto sintáctico o la manifestación de la configuración argumental. Como si una similar o parecida capacidad argumental de los núcleos predicativos indujese a una similar o parecida manifestación sintáctica.

    La presencia, la ausencia o la alternancia indebidas de una preposición exigida por motivos sintácticos, semánticos o de régimen de una determinada pieza léxica también pueden hacer inviables o no aceptables construcciones como las de (26), espigadas de García Yebra, donde, por distintos motivos, se excluye la presencia de la preposición [36].

(26) a. Las grullas se llevaron *a la verdad en su vuelo.

         b. El primer poema evoca *a un pueblo de la llanura del Ganges.

         c. Las fuerzas del orden han vigilado *a los lugares neurálgicos.

         d. La provincia natal rehusó *a unirse a su triunfo.

e. El académico aconsejó a los congresistas *a seguir estudiando a Valle-Inclán.

    En los ejemplos de (27), tomados de la misma fuente, la agramaticalidad se debe a la ausencia indebida de la preposición, necesaria por diferentes razones. Es un comportamiento de sentido contrario al de los ejemplos anteriores; pero, en definitiva, estos ejemplos suponen una violación también de la restricción establecida en (22).

(27) a. Contemplamos desde la calle y sorprendemos *[a] las gentes que habitan un interior.

         b. Desde las siete jugaba *[al] dominó con el suegro.

         c. Sin que ello afecte al tema *[al] que me refiero.

         d. La mujer acostumbra *[a] quejarse de esta sustitución.

    Algunos ejemplos de alternancia indebida de una preposición, en sustitución de otra, necesaria por motivos sintácticos o de régimen, podrían ser los siguientes de (28), donde se alteran las propiedades predicativas de la pieza léxica al cambiar la preposición regida en cada caso para el argumento interno indirecto preposicional. En el citado trabajo de García Yebra se pueden encontrar otros muchos ejemplos muy variados de desvíos fundados en el uso inconveniente, por distintos motivos, de las preposiciones, exigidas unas veces por la función argumental (causa, instrumento, origen, tema, meta, etc.) que expresan de modo regular, y en otras ocasiones, exigidas de modo irregular por la clase de núcleo predicativo: un verbo de régimen, por ejemplo.

(28) a. Todavía no sé cómo reaccionaré *a [ante] esta situación.

         b. Los estudia de acuerdo *a [con] un plan determinado.

         c. Es un atentado *al [contra el] pueblo andaluz.

         d. La conversación concluye con una mención *al [del] proyecto científico.

          e. Me inicié *a [en] la lectura. Entran *a [en] la sala sin llamar.

f. Sirven *a [para] una función precisa en texto y contexto.

    Una muestra curiosa, para concluir con este epígrafe, de las restricciones sintácticas de un elemento léxico, sería el caso de (29), cuya incoherencia se funda en el uso inadecuado del adjetivo próximo, debido a las restricciones de coaparición de este adjetivo con momentos del pasado.

(29) La peña salió cabizbaja del compartimento para la mofa de los otros pasajeros. En la próxima estación, una amplia y fangosa carretera, saltaron del tren.

(J. Thompson, loc. cit., pág. 30)

    En efecto, el adjetivo próximo en el sentido de «cercano», con referencia espacial o temporal, o en el sentido de «siguiente, inmediatamente posterior» sólo es compatible con el «presente» (se bajan en la próxima / siguiente estación) o con el «futuro» (se bajarán en la próxima / siguiente estación); pero este adjetivo es incompatible, incoherente, con el «pasado» (se bajaron en la *próxima estación, ¿Cuál era la *próxima estación?). De ahí el carácter agramatical de (29), que no se hubiera manifestado si se hubiese usado el adjetivo siguiente (se bajaron en la siguiente estación; ¿cuál era la siguiente estación?), compatible con cualquier momento: futuro, presente o pasado.

1.3. Restricciones semánticas del léxico

    Las restricciones semánticas del léxico se deben a la propia naturaleza significativa de las palabras y a su manera de significar o referirse, como señalábamos al principio, a realidades físicas del entorno o bien a conceptos abstractos, a ideas recordadas, aprendidas o imaginadas por el hablante. Pues bien, para referirse a una realidad o concepto se puede usar cualquiera de dos o más expresiones sinónimas: con idéntica capacidad de referencia, con igual significado. Pero, de hecho, gran parte de las expresiones recogidas como sinónimas en los diccionarios especializados manifiestan significados más o menos semejantes pero no idénticos. Son expresiones que, teniendo una intersección de significado o núcleo semántico común, se diferencian por motivos dialectales (chaqueta, saco); de registro social (policía, madero; cabeza, tarro); de distinta connotación de diferencia social (aliviarse, dar a luz), de profesión del hablante (muerto, interfecto), de confesión (musulmán, mahometano), de tendencia política (conservador, reac-cionario), de edad (orina, pipí), de sexo (mono, bonito), de arcaísmo (fidalgo, hidalgo), de cultismo (evento, acontecimiento), de intensificación (guapetón, guapo), de humor, ironía o parodia (pata, pierna; pinrel, pie), de afectividad laudativa (esbelto, delgado), de afectividad peyorativa (flaco, delgado; matasanos, médico), de eufemismo (diantre, demonio; invidente, ciego).

    A este respecto, es oportuno distinguir con Lyons [37] entre la cuasi sinonimia, de expresiones de significado más o menos semejante (bruma / neblina, riachuelo / arroyo, inmersión / zambullida), pero no idéntico, y la auténtica sinonimia, sujeta a determinadas condiciones de identidad. Salvo entre expresiones compuestas o sintagmáticas, con identidad de sentido (el papa / el obispo de Roma / el Sumo Pontífice), como se sabe, es rara la existencia de términos de sentido idéntico absoluto que no sean variantes sintácticas (grande, gran), variantes de acento (período, periodo; beréber, bereber), variantes derivativas (centellar, centellear; censal, censual) o bien variantes fonéticas (obscuro, oscuro; cenceñada, cencellada; clistel, cristel, clister). Pero, según Lyons, se puede definir un concepto de sinonimia absoluta en los siguientes términos y condiciones de (30).

(30) SINONIMIA ABSOLUTA

    Dos (o más) expresiones son absolutamente sinónimas, si, y sólo si, satisfacen las tres condiciones siguientes:

(i) todos sus significados son idénticos;

(ii) son sinónimos en todos los contextos;

(iii) son semánticamente equivalentes (su significado o significados son idénticos) en todas las dimensiones del significado, descriptivo y expresivo.

    Si se consideran estos criterios de modo independiente, y sólo se cumplen en parte, se puede hablar de sinonimia parcial: aunque no se cumpla una de las condiciones de la sinonimia absoluta se pueden cumplir cualquiera de las demás o las otras dos condiciones establecidas en (30).

    Se pueden apuntar muchos ejemplos de palabras polisémicas que son sinónimas en uno o más de sus significados o en uno o más de sus posibles contextos distributivos, pero no en todos los sentidos o acepciones ni en todos los contextos. Gómez [38] ejemplifica el caso de la sinonimia parcial con las relaciones de sinonimia aparente en alto / elevado y gordo / obeso, cuando se refieren a «lugar» y «hombre», respectivamente: lugar alto / elevado y hombre gordo / obeso; pero que no manifiestan esta relación cuando se cambian los referentes: hombre alto / *ele-vado y problema gordo / *obeso. Entre los sentidos de elevado y obeso no están los de referirse, respectivamente, a hombre *elevado y a problema *obeso, porque elevado y obeso tienen sentidos distintos en cada caso. Algo parecido ocurre con las diferencias de uso: huevo podrido, jamón rancio; pero no huevo *rancio, jamón *podrido.

    Se ha de tener sumo cuidado en no dar por supuesto que se puede predecir la capacidad sintagmática de una palabra por su significado. Es muy expresivo a este respecto el ejemplo recogido en Gómez [39]: aunque un gran error es un error garrafal y un gran deseo es un deseo ardiente, y una gran memoria es una memoria prodigiosa, de aparente sinonimia grande / garrafal, grande / ardiente y grande / prodigioso, evidentemente no hay relación de sinonimia en las expresiones, que serían inviables, error *ardiente / *prodigioso, deseo *garrafal / *pro-digioso, memoria *garrafal / *ardiente. Es evidente que si la relación de sinonimia satisface las propiedades reflexiva y recíproca, puede no satisfacer la propiedad transitiva, como acabamos de observar.

    Estas relaciones entre las palabras, por su significado, según los distintos grados de sinonimia definida, podrían considerarse como fundadas en el significado propio de la palabra. Así, se diferenciarían de otros tipos de relaciones, también semánticas, pero referidas a los significados tradicionalmente conocidos en los diccionarios y en las retóricas como traslaticios o figurados: por relación de metonimia, metáfora, símbolo, imagen, ironía, sinécdoque, prosopopeya, etc. Entendidas y diferenciadas estas dos clases de relaciones de significado entre las palabras, se pueden definir las relaciones paradigmáticas o disponibilidad sustitutoria entre dos o más términos en una misma configuración sintagmática, mediante el enunciado de una condición como (31), que vamos a denominar de Disponibilidad Léxica.

(31) DISPONIBILIDAD LÉXICA

      Una palabra puede aparecer en la configuración sintagmática de otra, si, y sólo si, ambas mantienen entre sí algún tipo de relación de significado: propio (descriptivo) o de sinonimia, o bien traslaticio y figurado (expresivo), por metonimia, metáfora, símbolo, imagen, ironía, etc.

    A la luz de esta condición se puede establecer el desajuste gramatical de los ejemplos de (32), que no serían aceptables porque determinada pieza léxica, en cada caso, se usa en una configuración sintagmática para la que no está disponible, según los términos establecidos en la condición (31).

(32) a. Por diez centavos mostraba a la gente la Luna, Saturno o algún otro objeto celestial de interés.

(W. R. Burnett, Nadie vive eternamente, pág. 19)

         b. El recuerdo es de un miedo central. Decir que ese miedo supera mi entendimiento, mi fuerza, es poco decir.

(M. Duras, op. cit., pág. 107)

          c. Le pregunto si es normal estar tan tristes como estamos. Dice que es debido a que hemos hecho el amor durante el día, en el momento álgido del calor.

(M. Duras, loc. cit., pág. 59)

         d. [En unas jornadas científicas] –‘Nosotros’ les contábamos todo lo que sabíamos. ‘Ellos’ hacían lo mismo —estaba diciendo Wintle con voz cada vez más firme—. ‘Nosotros’ leíamos nuestros periódicos. ‘Ellos’ leían los ‘suyos’. [...] Debo decir que Callow no consiguió nada. Ellos le calaron en seguida.

(J. Le Carré, La casa Rusia, pág. 199)

         e. Las conclusiones a que nuestro comité llegó, si es que llegó a alguna, constituyen el secreto más alto de todos, en especial para los que formamos parte de él.

(J. Le Carré, loc. cit., pág. 31)

         f. La oyó acercarse, el crujir de su uniforme almidonado. Poniéndose una sonrisa se irguió y se volvió.

(J. Thompson, op. cit., pág. 100)

         g. No estaba de humor. Necesitaba recomponerse un poco más, sacudirse algunas inquietantes memorias que podrían añadirse a los riesgos de una profesión que ya tenía suficientes riesgos de por sí.

(Thompson, op. cit., pág. 119)

         h. [Paco Vázquez] Se ha canjeado la antipatía de todo lo que gira en torno a la cultura gallega.

(M. Rivas, Los socialistas gallegos..., en El País, 16.10.97, pág. 28)

    En el enunciado de (32a) está disponible celeste (estrellas y objetos celestes), tal como hemos señalado más arriba, pero no celestial (ángeles y santos celestiales).

    En el caso de (32b), respecto al adjetivo central, se pueden recordar compatibilidades como las de América Central, poder central, mercado / calefacción central, problema central / crucial / capital; pero es evidente la incoherencia de miedo *central, acaso por miedo cerval. En (32c), ninguna de las acepciones de álgido, ya sea la etimológica («muy frío. 2. Med. Acompañado de frío glacial. Fiebre álgica; período álgio del cólera morbo») o la acepción moderna (3. fig. «Díc. del momento o período crítico o culminante de algunos procesos orgánicos, físicos, políticos, sociales, etc. »), justifica tal construcción de sentido antietimológico, momento *álgido del calor, incoherente por tanto.

    También en (32d), es evidente la incoherencia anglicista del término periódico en el contexto de un «congreso académico o jornadas científicas» donde se leen «papers», artículos, comunicaciones, ponencias, trabajos; pero no *periódicos, que hace incoherente la expresión. En (32e) es posible el secreto más profundo pero no el secreto más *alto (evidente calco del inglés the loftiest secret). En fin está clara la no disponibilidad léxica de *poniendose una sonrisa, por esbozando, bosquejando, apuntando, adoptando una sonrisa en (32f); y de sacudióse algunas *memorias por recuerdos, imágenes, etc., en (32g).

    El caso de (32h) es diferente a los anteriores y muy común entre los hablantes, que confunden la disponibilidad léxica de dos términos sin relación semántica entre sí, por una mera relación formal o fonética, en lo que se conoce como paronimia: en este caso es fácil advertir la confusión de canjear (Del it. cangiare, y este del lat. cambiare. 1. tr. Hacer canje. Ú. en la diplomacia, la milicia y el comercio.) por el sentido de la acep. 3 de granjear (De granja. 1. tr. Adquirir caudal, obtener ganancias traficando con ganados u otros objetos de comercio. 2. Adquirir, conseguir, obtener, en general. 3. Captar, atraer, conseguir voluntades, etc. Ú. m. c. prnl.).

    En todos estos ejemplos de (32) y otros más que se podrían aducir se pone de manifiesto la inconveniencia de determinado elemento léxico, no aceptable para esa distribución sintagmática, por incumplimiento de una condición como la de Disponibilidad Léxica enunciada en (31).

1.4. Restricción de unidad dialectal

    Tal como se señala en Alcoba [40], se puede establecer una distinción, por hipótesis, entre lo que podríamos llamar el léxico general de la lengua, de dominio generalizado en todos sus hablantes, acervo común de todos ellos; y el léxico dialectal o local, propio de una zona geográfica más o menos restringida y de un ámbito o grupo social más o menos específico. En términos de esta distinción se puede establecer una restricción de uso del léxico en el texto, que podríamos designar como de Unidad Dialectal, y enunciar según (33).

(33) UNIDAD DIALECTAL DEL LÉXICO

      El dialecto de un texto o hablante excluye el uso de léxico dialectal o local ajenos.

    En otros términos, se podría decir que, según (33), una vez establecido el dialecto de un texto o el idiolecto de un hablante, de determinado caudal léxico, se excluyen y se tachan como incoherentes (no aceptables) los dialectalismos y localismos ajenos, el léxico dialectal o local de un dialecto distinto al del texto o individuo de que se trate.

    Evidentemente, no hace falta decir que esta restricción de Unidad Dialectal de uso del léxico no se refiere a los textos donde se incluyen «temas» o «sujetos» de mundos dialectales geográficos, sociales o jergales diferentes y que, por tanto, han de incluir, por supuesto, las marcas léxicas de cada universo dialectal.

    Se viola la restricción de la Unidad Dialectal, enunciada en (33), en los ejemplos de (34), donde determinada pieza léxica, por ser «local» o «no general», un americanismo o un localismo como el de (34c), es incoherente con el dialecto de español peninsular del texto donde aparecen.

(34) a. Le había elegido una enfermera de día que era un verdadero galápago; muy competente, pero simple como una valla de barro [pared, tapia, muro, cerca de barro].

(J. Thompson, op. cit., pág. 58)

         b. ¡Mira que conducir esa maldita furgoneta circense! ¿Por qué no le pintas también un ojo de buey?, o cuélgale un par de cencerros en la defensa [Méx. Paragolpe o parachoque de auto. Cf. Morínigo].

(J. Thompson, op. cit., pág. 67)

        c. A Roy le apetecía vomitar. Le apetecía solmenarla [Cf. DRAE, 1992, s. v. solmenar. tr. Ast. Agitar, asiéndolo por el tallo o tronco, un vegetal que está en pie. 2. fig. Ast. Agitar de un modo semejante cualquier otra cosa.], golpearla. Como fuera de sí, al igual que le ocurría a ella, se sentía furioso.

(J. Thompson, op. cit., pág. 98)

         d. Pop se despertó sobresaltado. Estaba viajando en un sillón [asiento] en un coche de turistas. Se quedó mirando, asombrado, la mortecina luz del techo del vagón. No podía orientarse; el suave balanceo del tren y el acompasado ruido de las ruedas lo intrigaron.

         (W. R. Burnett, op. cit., pág. 146)

        Pop estaba ya despierto del todo. [...] Con un esfuerzo, se levantó del sillón [asiento] y se puso vacilantemente en pie. Un repentino temor animal a la muerte se apoderó de él; un sudor frío que lo caló hasta los huesos. El tren tomó una curva. Pop intentó asirse a la silla [asiento] pero no la alcanzó y cayó.

(W. R. Burnett, loc. cit., pág. 147)

    También el uso de un verbo tan genérico como manejar, propio del español de América, en los ejemplos de (35), viola la condición de Unidad Dialectal porque los datos proceden de textos que, por lo demás, se puede decir que son manifestaciones del español peninsular.

(35) a. Por la ventana del cuarto de estar pudo ver al criado filipino que manejaba el aspirador de polvo.

                                                                                    (W. R. Burnett, loc. cit., 1943, pág. 34).

        b. Tras unas cuantas manzanas volvió a ser él mismo, manejando el automóvil con naturaleza automática, conduciendo con la misma habilidad irreflexiva que un taquígrafo aplica a su máquina de escribir.

(J. Thompson, op. cit., pág. 112).

         c. En general era de bastante buen carácter, pero necesitaba ser manejado con cuidado. Era un viejo matón que había trabajado para varias pandillas en el Este.

                 (W. R. Burnett, op. cit., pág. 14).

         d. En su opinión sólo existía un modo de manejar la situación. Con mucho tacto; nadie podía reírse y estar serio a la vez.

(J. Thompson, op. cit., pág. 32).

         e. Sarber & Webb necesitaba un jefe de ventas; [...] Alguien que haya demostrado que es un vendedor y que pueda manejar a otros vendedores.

    (J. Thompson, loc. cit., pág. 116).

 

    La restricción de Unidad Dialectal excluye el uso de manejar, en (35a), por la existencia de pasar el aspirador; en (35b), por la posibilidad de conducir / llevar / guiar el automóvil; en (35c), por la existencia de tratar a una persona; en (35d), por la posibilidad de tratar / dominar / controlar la situación; y, por último, en (35e), por la existencia en español peninsular de dirigir / coordinar a otros vendedores.

2. Condicionantes paralingüísticos del texto

    Entre los condicionantes no propiamente lingüísticos del léxico del texto nos vamos a referir a la coherencia cultural o científica, a la coherencia entre significado y tradición cultural de la lengua o entre significado y realidad. Esta condición de coherencia en el uso del léxico se basa en el dominio o conocimiento del léxico por parte del hablante, que ha de conocer la palabra con que se suele designar determinada realidad, y, recíprocamente, la realidad referida por cada palabra. Luego veremos, para concluir, otra condición que se fundamenta en la intención o actitud del hablante y que excluye como lingüísticamente no aceptable cualquier manifestación de lo que vamos a llamar «impostura léxica».

2.1. Coherencia cultural y científica

    Por diferentes razones, debido a lo que podríamos llamar cultura léxica de la lengua, en los textos de traducción, además de las estudiadas hasta aquí, se pone de manifiesto una restricción que podríamos denominar como de coherencia cultural del léxico de la lengua, que rechaza la incorporación, adaptación o calco de expresiones de otra lengua para referirse a realidades cuya designación ya está satisfecha por una expresión determinada en la lengua.

    Esta restricción se basa en la vieja observación lingüística de los primeros estructuralistas de cómo cada lengua segmenta la realidad de un modo diferente: o bien porque un mismo ámbito de la realidad se fragmenta en segmentos no equivalentes mediante nombres diferentes en dos lenguas distintas; o bien porque una lengua dispone de varios nombres para identificar distintos segmentos o aspectos de una realidad para la que otra lengua diferente sólo dispone de un único nombre para referirse a toda la realidad de que se trate, sin posibilidad de identificar fragmentos, o matices.

    Esta condición de las lenguas naturales interviene de un modo particular en el momento de la traducción, en el paso de un texto de una lengua a otra.

    Cuanto más lejano y débil sea el parentesco, si existe alguno, entre dos lenguas, mayores serán las dificultades de equivalencia léxica, aparte de las referidas a otros componentes de las respectivas gramáticas, porque puede ocurrir: primero, que realidades, nombradas en una lengua, no existan en el ámbito de la otra; segundo, que tales realidades no tengan nombramiento o designación en la otra lengua; y tercero, que tengan un nombramiento o designación de tradición o resonancia cultural muy diferente.

    Los dos primeros casos los ha de resolver el traductor, por aproximación y con las oportunas notas al pie, mediante la incorporación de términos nuevos: de expresión de nuevas realidades o de realidades para las cuales no dispone de designación en la lengua meta o de versión.

    El tercer caso, de discordancias culturales en el léxico de dos lenguas, es fuente de incoherencias en la traducción apresurada, no demasiado atenta a las idiosincrasias de designación de la lengua a la que se traduce, infringiendo una condición que podríamos denominar de Bloqueo del Calco Léxico y enunciar, conforme al enunciado de Bloqueo morfológico de (4), en términos de (36) de Bloqueo del Calco Léxico.

(36) BLOQUEO DEL CALCO LÉXICO

        La existencia de una palabra o expresión en la lengua excluye la in corporación de un calco léxico de otra lengua, con significado idéntico.

    Así, entonces, las incoherencias observables en (37) podemos decir que se deben a infracciones de esta condición o restricción de Bloqueo del Calco Léxico en el uso de las palabras.

(37) a. Este muchacho también puede parecer ingenuo. Es, o parece ser, el último chico del barrio en enterarse de que los chicos no nacen bajo los repollos.

(D. Gillette, Rey, guerrero, mago, amante, págs. 33-34)

        b. Quizás el tramposo más conocido está en la Biblia, en la historia de Jacob y Esaú y cómo Jacob logró la primogenitura de Esaú vendiéndole un tazón de sopa.

(D. Gillette, loc. cit., págs. 31-32)

        c. Le esperan cosas milagrosas y acontecimientos especiales: la estrella, los pastores en adoración, los hombres sabios de Persia.

D. Gillette, loc. cit., págs. 18-19)

    La competencia lingüística de un hablante nativo de español ha de estar dotada de una restricción como la definida en (36) que le permite advertir la incoherencia de los ejemplos de (37), porque la realidad a la que se alude en (37a) con el calco léxico de los chicos *[no nacen bajo los repollos], ya está satisfecha en español por expresiones como los chicos no vienen de París, no los trae la cigüeña. La realidad aludida por el tazón de sopa de (37b), está satisfecha en español, tradicionalmente, por un plato de lentejas. Y el calco de los hombres sabios de Persia, de (37c), queda evidentemente excluido por la existencia de la expresión los Reyes Magos, en el acervo léxico y cultural de la lengua.

    Por tanto, todos los casos de (37) serían rechazables como muestras de incoherencia cultural, bloqueados por la existencia en la lengua de un término o expresión de significado idéntico, tal como se ha establecido en el enunciado de (36).

    De orden y naturaleza distinta son las incoherencias observables en (38) debidas al desajuste entre el sentido ordinario del término, su significado descriptivo, la realidad aludida por un término, y la realidad significada por determinados usos de un término, como ocurre en el caso de *cigarras de (38a) o de *lagartija de (38b).

(38) a. [UNA NOCHE] Romelle se levantó para dar las buenas noches. [...] La luna se había elevado e inundaba el campo de una pálida luz azul [...] Había un silencio absoluto sobre las colinas que les rodeaban, una quietud rota tan sólo por el monótono canto de las cigarras.

                                                                                                            (W. R. Burnett, Romelle,  pág. 108)

         [OTRA NOCHE] Aunque resultaba extraño la noche parecía calmarle. Tomaban el café delante del fuego y Jules se quedaba silencioso y pensativo [...] Y, durante horas, se quedaba apoyado en dos almohadones mientras Romelle se quedaba amodorrada y el silencio vibraba alrededor de ellos, agitado por los grillos que estaban en el césped.

(W. R. Burnett, loc. cit., pág. 184)

        [OTRA NOCHE] Romelle se sentó y lo miró sin expresión pensando en cómo Jules había roto la cadena de su llavero. Una noche mientras estaban sentados en el salón, la estuvo haciendo oscilar nerviosamente. (pág. 193) [...] El silencio la envolvía, exceptuando el canto de los grillos. (pág. 195) [...] El médico suspiró profundamente y se quedó sentado escuchando el rumor de las cigarras y los apagados sonidos del tráfico en el distante boulevard.

(W. R. Burnett, loc. cit., pág. 217)

        b. Tostaron gordos gusanos hasta que se tornaron crujientes y asaron lagartijas hasta que su ruda piel se ennegreció y estalló, dejando a la vista jugosas porciones de carne bien cocida.

(J. M. Auel, op. cit., pág. 30)

    El rechazo del uso de términos como los de cigarras en (38a) y lagartijas en (38b) se basa en la idea fundamental de que la conducta lingüística, el hecho de la comunicación en un acto de habla oral o escrito, es, en esencia, un tipo de interacción social racional y provechosa, fundada en el que, desde Grice, se conoce como el Principio de Cooperación. En la formulación clásica de este principio, Grice distingue varios tipos de cooperación: Cantidad, Calidad, Relación y Manera [41]. Cada una de estas manifestaciones del Principio de Cooperación puede reunir un conjunto de varios subprincipios, formulados en forma de máximas prescriptivas, de modo que se supone que tales máximas restringen la conducta del hablante en la creación del texto.

    El Principio de Cooperación de Calidad, independientemente de los demás, que no vienen al caso, se basa en el supuesto por parte del oyente o lector de que (a falta de cualquier prueba en sentido contrario) el hablante o autor, cuando habla o escribe, en la creación de un texto oral o escrito, está diciendo la verdad, porque el receptor supone que el autor del texto es cooperativo, que respeta el Principio de Calidad enunciado como (39).

(39) PRINCIPIO DE COOPERACIÓN DE CALIDAD [42]

      (a) Decir la verdad.

       (b) Y no decir nada de lo que no se tenga una certeza suficientemente firme.

    Si nos fijamos primero en el subprincipio (a) se puede advertir que puede haber casos en que se dice la verdad (sin intención cooperativa) creyendo que algo es falso o bien no sabiendo que es verdadero; y, recíprocamente, se puede no decir la verdad (pero con intención cooperativa) creyendo que algo es verdadero, siendo falso, o bien no sabiendo que es falso.

    Pues bien, esto último es lo que ocurre con los datos de (38a), las cigarras, y (38b), las lagartijas, inaceptables porque infringen (aunque inadvertidamente, en el supuesto de una actitud cooperante por parte del traductor, autor del texto) el subprincipio de Cooperación de Calidad (39a), al usar las cigarras, en (38a), de manera incierta, porque estos insectos, como se sabe, sólo cantan en los momentos de más calor del día, nunca de noche, como los grillos, que se oyen tanto de día como de noche. En los mismos términos nos podemos referir al uso de *lagartijas en el ámbito referencial de (38b) en cuyo enunicado infringe también el subprincipio de Calidad (39a), que obligaría a usar mejor palabras como lagartos, iguanas, etc. En ambos casos, aunque se suponga intención cooperativa, se infringe Calidad, porque, por inadvertencia o ignorancia, no se dice la verdad.

2.2. Impostura léxica

    Para concluir, vamos a presentar un fenómeno que se puede denominar como de «impostura léxica», recientemente identificado y puesto de relieve a raíz de la publicación de A. Sokal [43] y de A. Sokal y J. Bricmont [44]. Los datos se toman de la extensa referencia de O. Caballero [45], porque es suficiente para mostrar lo que aquí interesa: el caso de ejemplos como (40), que Sokal y Bricmont analizan como manifestaciones de lo que ellos llaman «impostura intelectual», pero que aquí, a la luz de la segunda parte (39b) del Principio de Cooperación de Calidad, podríamos denominar más bien como de «impostura léxica», por fractura del citado subprincipio [46].

(40) a. En este espacio del placer, tomar algo tuerto, cerrado, implica un espacio. Y hablar de ello, una topología.

                                                                                                          (J. Lacan)

        b. A propósito de la guerra del Golfo, [...] el espacio del acontecimiento se convirtió en hiperespacio de refracción múltiple y el espacio de la guerra se transformó, definitivamente, en no euclidiano.

(J. Baudrillard)

        c. El caos es definido menos por su desorden que por la infinita velocidad a la que se disipa toda forma esbozada. Es un vacío que no es una nada sino un virtual, que contiene todas las partículas posibles y muestra todas las formas posibles, que surgen para desaparecer inmediatamente, sin consistencia ni referencia, sin consecuencia.

(G. Deleuze y F. Guattari)

        d. En la reciente hiperconcentración megapolitana (Tokio, México) siendo en sí misma resultado de la rapidez acrecentada de los intercambios, parece necesario reconsiderar la importancia de las nociones de aceleración y de desaceleración, velocidad positiva y negativa según la física.

(P. Virilio)

    En Sokal se pretende denunciar el uso abusivo e inadecuado de la terminología de los lenguajes científicos y matemáticos, con expresiones paródicas de los autores de (40), como la siguiente: «El Pi de Euclides y el G de Newton, que creíamos constantes y universales, son percibidos, actualmente, en su ineluctable historicidad». Las refutaciones específicas a cada uno de los ejemplos de (40) se recogen, respectivamente, en (41), y son de de Sokal y Bricmont [47].

(40) a. Lacan emplea cuatro términos en su sentido matemático: espacio, tuerto, cerrado y topología, pero sin tomar en cuenta su significado. Desde un punto de vista matemático la frase no quiere decir nada.

                                                                                                        (A. Sokal y J. Bricmont)

        b. ¿Cuál sería el espacio euclidiano de una guerra? Baudrillard no lo aclara ni, tampoco, de dónde saca el «hiperespacio de refracción múltiple», desconocido en física y en matemáticas.

                                                                                                            (A. Sokal y J. Bricmont)

        c. En sus textos [de Giles Deleuze] rozamos gran número de temas científicos: el teorema de Godel, la teoría de los cardinales transfinitos, la geometría de Riemann, la mecánica cuántica... Pero las alusiones son tan rápidas y superficiales que el profano no aprenderá nada concreto y el especialista descubrirá que las afirmaciones no tienen sentido o bien son banales y confusas.

(A. Sokal y J. Bricmont)

        d. Virilio confunde velocidad y aceleración, los dos conceptos claves de la descripción del movimiento (cinemática), introducidos y minuciosamente distinguidos en las clases introductorias de física elemental.

(A. Sokal y J. Bricmont)

    Más aún, para Sokal y Bricmont, las frases de Paul Virilio «tienen un poco más de sentido que las de Deleuze, pero lo que él presenta como ciencia es una amalgama de confusiones monumentales y fantasías delirantes. Además, sus ana-logías científicas son arbitrarias, cuando el autor no cae, lisa y llanamente, en la borrachera verbal». En ocasiones, también Virilio, «copia textualmente frases como “una representación es definida por un conjunto completo de observables que conmutan”, muy corriente en mecánica cuántica (no en relatividad como él asegura), pero que no puede comprenderse fuera de contexto ni por un lego en física. Nos parece increíble que alguien copie frases que no comprende», se dice en Sokal y Bricmont.

    Es evidente que no estamos ante ejemplos como los clásicos Verdes ideas incoloras duermen furiosamente (N. Chomsky) o La cuadruplicidad bebe dilación (B. Russell), que se suelen aducir cuando se trata el asunto de la plenitud de significado de las oraciones; ni ante creaciones literarias o poéticas como Por el horizonte confuso y doliente / venía la noche preñada de estrellas (F. García Lorca). Porque, como señala el mismo Alan Sokal, «un poeta o un escritor de ciencia ficción pueden hablar de agujero negro y negociar con el espacio-tiempo, aunque yerren. Pero los autores citados no invocan la licencia poética: pronuncian serios discursos sobre filosofía, psicoanálisis, semiótica o historia de la ciencia. Además, recurren a un estilo a menudo pesado y barroco, lo que vuelve inverosímil la suposición de un objetivo literario y poético».

    El lenguaje de léxico aparentemente científico muestra la «impostura intelectual» de los autores porque usa términos de las ciencias físicas y matemáticas pero sin el auténtico sentido genuino de la Física y las Matemáticas, según los juicios de los auténticos físicos autores de las refutaciones de (41). De hecho, se puede hablar con más propiedad de «impostura léxica», de quiebra de la segunda parte, (39b), del Principio de Calidad, que exige «no decir nada de lo que ne se tenga una certeza suficientemente firme». Los datos de (40) son manifestaciones de «impostura» por apariencia, que burla un principio de cooperación esencial de todo acto de habla, de todo texto, y que supone que la intercación de los interlocutores se basa en la confianza de que cada uno actúa con sinceridad, y que sabe lo que dice.

3. Conclusión

    Podemos concluir diciendo que se ha visto cómo la elección del léxico de un enunciado culquiera está restringida por la agramaticalidad o inaceptabilidad que supone la infracción de una serie de condiciones de distinta naturaleza o ámbito lingüístico de intervención. Se ha distinguido ante todo entre los condicionantes gramaticales y los no gramaticales: culturales o de actitud y conducta del hablante en el acto enunciativo.

    Consideramos restricciones estrictamente gramaticales las que situamos en el componente morfológico de explicación de la palabra, las que dependen de su capacidad sintáctica, y las de carácter semántico.

    Las restricciones morfológicas de la palabra surgen de las distinciones de (2) de «posibilidad» y «existencia», que se pueden hacer en el léxico de la lengua, y son: la exigencia de regularidad en los neologismos, Neologismo Posible (3), y la exclusión de redundancias o duplicidades léxicas: Bloqueo (4), y Regla de Bloqueo (16).

    De orden sintáctico es la restricción (22) de Uniformidad de las Propiedades Predicativas, que establece categóricamente el marco de inserción de los núcleos predicativos: en configuración de «transitividad», en un marco «pronominal», o bien en una estructura «preposicional» o de «régimen verbal».

    La restricción de Disponibilidad Léxica (31) es de orden semántico y se basa en las relaciones de «sinonimia» (en sus distintos grados), o bien «traslaticias», de significado expresivo (por los distintos tipos de figuras: metáforas, metonimias, etc.).

    La restricción de Unidad Dialectal del Léxico (33) depende de la condición de que el lexicón en el que se nutre cualquier manifestación lingüística de un hablante dado define, por hipótesis, un dialecto y sólo uno; y, recíprocamente, las diferencias dialectales distinguen entre textos o hablantes diferentes.

    Otras restricciones de uso del léxico no serían de orden estrictamente gramatical: el Bloqueo del Calco Léxico de (36) depende del volumen de caudal léxico de que dispone el hablante y del principio natural de aprovechamiento (salvo esnobismo, tabú, etc.), por parte de ese mismo hablante, de los recursos léxicos de que dispone. En fin, el Principio de Cooperación de Calidad, recogido en (39), gobierna la actitud del hablante cuando «dice». Este principio excluye, en el subprincipio de (39a), el uso de términos falsos, como los de (38), aunque el hablante suponga que son verdaderos; y por el subprincipio (39b), el uso de términos verdaderos, como los de (40), pero sin sentido, sin ton ni son, por «impostura», tal como se desvela y refuta en (41).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Alcoba, S., «Morfología del verbo español: conjugación y derivación deverbal», en Lenguajes naturales y lenguajes formales (ed. de C. Martín Vide), VI, I, Barcelona, 1991, págs. 87-119.

    –––– «Titulación enunciativa y coherencia. Procesos sintácticos y relaciones léxicas», en Comunicación y Sociedad, IV, 1 y 2, Pamplona, 1991, págs. 29-51.

    –––– «Restricciones en la elección del léxico», en Nuevos horizontes de la lingüística aplicada (ed. de J. Llisterri y D. Poch.), AESLA, UAB, Barcelona, 1994, págs. 25-32.

Agencia EFE, Manual de español urgente, Cátedra, Madrid, 101994.

Aronoff, M., Word Formation in Generative Grammar, The MIT Press, Cambridge, Mass, 1976.

Arteta, A., «La moda del archisílabo», en El País, 21.9.95.

Auel, J. M., El clan del Oso Cavernario (trad. de M. Tejada, revisión de F. Pérez y C. Reyes), Maeva Ediciones, Madrid, 11980, 231996.

Baker, M., Incorporation. A Theory of Grammatical Function Changing, Chicago University Press, Chicago & London, 1988.

Burnett, W. R., Nadie vive eternamente (trad. de Roberto de Pola), Júcar (Col. Etiqueta Negra), Madrid, 11943, 11989.

    –––– Romelle (trad. de Mª José Buso-Dulce Montesinos), Plaza & Janés, Barcelona, 1946, 11990

Caballero, O., «Dos físicos acusan a los principales filósofos franceses actuales de ‘impostura intelectual’», en La Vanguardia, 30.09.97, pág. 41.

Delibes, M. (1947), La sombra del ciprés es alargada, Premio Nadal, 1947, Destinolibro, Barcelona, Destino, 11947, 61988.

Demonte, V., Detrás de la palabra. Estudios de gramática del español. Alianza, Madrid, 1991.

––––, «La semántica de los verbos de ‘cambio’», en Cuadernos de Lingüística del I.U. Ortega y Gasset, 2, 1994, págs. 55-82.

Duras, M., El amante (trad. de Ana Mª Moix), Tusquest, Barcelona, 11984, 131989.

García Yebra, V., Claudicación en el uso de las preposiciones. Gredos, Madrid, 1988.

Espinosa, M., Escuela de mandarines, Los libros de la frontera, Barcelona, 11974, 41987.

Fernández Ramírez, S., La derivación nominal (edición y notas de I. Bosque), anejo XL del Boletín de la Real Academia de la Lengua Española, Madrid, 1986.

García Hernández, B., «Sinonimia y diferencia de significado», en Revista Española de Lingüística, 27, 1, 1997, págs. 1-31.

Gillette, D. y R. Moore, Rey, guerrero, mago, amante (trad. de M. Ford) (pruebas, 1992. Fuente de citas), 11993, Paidós, Barcelona.

Gómez, J., Algunos aspectos de la sinonimia (manuscrito), uab, Barcelona, 1990.

Gómez Torrego, L., Manual de español correcto. II, Morfología y sintaxis, Arco/Libros, Madrid, 11989, 41993.

    –––– El léxico en el espñol actual: uso y norma, Arco/Libros, Madrid, 1995.

Grice, H. Paul, «Logic and Conversation», en Syntax and Semantics, 3: Speech Acts (ed. de P. Cole. y J. L. Morgan), Academic Press, Nueva York y Londres, 1975.

Le Carré, J., La Casa Rusia (trad. de A. Martín), Plaza & Janés, Barcelona,11989, 21989.

Lyons, J., Semántica lingüística: introducción (trad. de S. Alcoba), Paidós, Barcelona, 11995, 11997.

Moliner, M. (1966), Diccionario de uso del español, reimpresión, Gredos, Madrid, 11966, 1981.

Morínigo, M. A., Diccionario del español de América, Anaya & Mario Muchnik, Madrid, 1993.

Nieva, F. (1977), Delirios del amor hostil o el Barrio de Doña Benita (ed. de A. González), Cátedra, Madrid, 11977, 21983.

Pena, J., «La palabra: estructura y procesos morfológicos», Verba 18, 1991, págs 69-128.

Rappaport, Hovav M. & B. Levin, «What to do with q -roles?», en Syntax and Semantics 21: Thematic Relations (ed. de W. Wilkins), Academic Press, San Diego, California, 1988.

Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, Espasa Calpe, Madrid, 211992.

Scalise, S., et al, «Sulla nozione di «Blocking» in morfologia derivazionale», Lingua e Stile, 2, 1983, págs. 243-69.

Scalise, S., Morfología generativa (trad. de J. Pozo y adap. de S. Varela), Alianza, Madrid, 11984, 1987.

Seco, M., Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, 25ª ed., Espasa Calpe, Madrid, 11961, 91987.

    –––– Arniches y el habla de Madrid, Alfaguara, Madrid, 1970.

Sokal, A., «Transgressing the Boundaries: Toward a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity», Social Text, Spring / Summer, 46/47, 1996.

Sokal, A. y J. Bricmont, Impostures intellectuelles, Odile Jacob, París, 1997.

Suárez, S., El lenguaje de Camilo José Cela, Alfaguara, Madrid, 1969.

Thompson, J. (1985), Los timadores (trad. de Mª Antonia F. Álvarez-Nava), Júcar (Col. Etiqueta Negra), Madrid, 1985, 11989.

Varela, S., Fundamentos de morfología, Síntesis, Madrid, 1990.

 

NOTAS

[1] Este texto, largamente demorado, recoge sustancialmente mi intervención en el II Seminario de Lengua y Literatura Españolas. Constituye una aportación a una «Gramática de errores» del español, sobre las restricciones en la elección del léxico y las condiciones, enunciadas de modo descriptivo, que determinan su gramaticalidad o la de la oración entera donde se manifiesta una entrada léxica.

[2] Este sentido de que las palabras significan una realidad unitaria se puede observar, por ejemplo, tomando una columna de una página del diccionario: blues, forma musical...; blusa, vestidura exterior...; blusón, prenda de vestir...; boa, serpiente americana...; boalaje, dehesa boyal...; boalar, sitio donde pastan ganados...; boato, ostentación...; bobalías, persona muy boba...; etc. En todos los casos se observa la unidad de las realidades significadas: «forma musical», «vestidura», «prenda», «serpiente», «dehesa», «sitio», «ostentación», «persona», etc.

[3] El núcleo léxico de la palabra es el elemento afijo categorizador y no es constituyente de otro afijo, sino de la palabra ([x + Afijo]Tema + Afijo)Palabra con lo que no se puede hablar de recursividad, aunque se incorporen varios afijos.

[4] Sobre la condición de «isla», «átomo sintáctico» o de «integridad de la palabra», la Hipótesis de la Integridad Léxica de N. Chomsky, la no recursividad que acabamos de apuntar y la inviabilidad de afijos aislados establecida en M. Baker, Incorporation. A Theory of Grammatical Function Changing, University Press, Chicago & London, 1988; se puede ver una breve y clara presentación en S. Varela, Fundamentos de morfología, Síntesis, Madrid 1990, págs. 37-39. Ejemplos como Los pros y contras de algo; La contra entregó las armas, muestran la lexicalización, conversión en palabras, de segmentos que suelen actuar como afijos, algo cualitativamente distinto.

[5] Los datos recogidos en este cuadrante se marcan como inaceptables (?) debido a la existencia de los correspondientes citados en (2b). Pero, aquí, irían de hecho amoldar, emergencia, captación, etc. o monologada, familiaje, gordales,etc. que veremos luego y que son perfectamente regulares, aunque de existencia potencial para el hablante o autor, que los crea de modo regular.

[6] Cf. M. Aronoff, Word Formation in Generative Grammar, The mit Press, Cambridge, Mass., 1976, págs. 41 y 55-56; S. Scalise, «Sulla nozione di “Blocking” in morfología derivazionale», Lingua e Stile, 2, 1983, págs. 243-269, y S. Scalise Morfología generativa (trad. de J. Pozo y adap. de S. Varela), Alianza, Madrid, 1984, § 5.2. Esta condición recoge el viejo principio de evitación de duplicidades, según el cual la lengua no crea un elemento de categoría, significado y función ya satisfechos por otro elemento existente.

[7] Cf. S. Alcoba, «Morfología del verbo español: conjugación y derivación deverbal», en Lenguajes naturales y lenguajes formales, (ed. de C. Martín Vide), VI, I, 1991, págs. 107-108 y S. Alcoba, «Restricciones en la elección del léxico», en J. Llisterri y D. Poch (eds.), Nuevos horizontes de la lingüística aplicada, AESLA, UAB, Barcelona, 1994, págs. 25-32.

[8] Los verbos de la segunda conjugación, de muy reducido número, según se advierte en Alcoba (1994), suelen usar para formar nombres de acción deverbales el derivativo -miento, y por eso, y el escaso número de verbos de esta conjugación, son raros los ejemplos regulares en -ción, aunque haya algunos irregulares como ce[Æ ]sión y sus derivados, protec + ción y repren[Æ ]sión.

[9] Dadas las definiciones lexicográficas de impacto (1. m. Choque de un proyectil o de otro objeto contra algo. 2. Huella o señal que deja. 3. Efecto de una fuerza aplicada bruscamente. 4. fig. Golpe emocional producido por una noticia desconcertante. 5. fig. Efecto producido en la opinión pública por un acontecimiento, disposiciones de la autoridad, noticia, catástrofe, etc.) y de impactar (1. tr. Causar un choque [impacto] físico. 2. Impresionar, desconcertar a causa de un acontecimiento o noticia.), hemos de suponer que la derivación tiene el sentido propuesto en (7) y no el inverso, *[impactar >> impacto], según se razona con toda claridad en J. Pena «La palabra: estructura y procesos morfológicos», Verba, 18, 1991, 69-128, págs. 112 y sigs.).

[10] A. Arteta, «La moda del archisílabo», El País, 21.9.1995.

[11] En L. Gómez Torrego, El léxico en el español actual: uso y norma, Arco / Libros, Madrid, 1995 y en los libros de estilo de la Agencia efe y de las mejores publicaciones periódicas, se pueden encontrar otros datos parecidos.

[12] Además de los datos reunidos en (14) se pueden citar otros muchos, muy frecuentes en determinados ámbitos de la lengua actual: fin / final / ?? finalidad; potencia / potencial / ?? potencialidad; razón /racional / ??racionalidad; discreción / discrecional / ?? discrecionalidad, citado en (12a); voluntad / voluntario / ??voluntariedad; obligación / obligatorio / ??obligatoriedad; peligro / peligroso / ?? peligrosidad; diferencia / diferenciar / ??diferenciación; idolatría / idolatrizar / ??idrolatización; valor / valorar / ??valoración; valor / valorizar / ??valorización; reglamento / reglamentar / ?? reglamentación; cumplir / cumplimiento / ??cumplimentar; influir / influencia / ?? influenciar; conectar / conexión / ?? conexionar.

[13] Se supone que espaciosidad, armoniosidad y ansia no serían de significado absolutamente idéntico al de espacio, armonía y ansiedad, respectivamente marcados con ?? para indicar que se consideran vacíos los sinónimos, que no hay relación sinonímica entre armonía y armoniosidad ni entre ansia y ansiedad, como no la hay entre precio y preciosidad.

[14] Dado el carácter «reflexivo» del prefijo auto-, es evidente la redundancia de formaciones como esta de ??autoconocerse y otras semejantes como ??autodefinirse, ??autoconsiderarse, etc. que, por tanto, estarían bloqueadas a no serían aceptables.

[15] M. Aronoff, loc. cit., 1976, págs. 55-56.

[16] S. Scalise, Morfología generativa (trad. de J. Pozo y adap. de S. Varela), Alianza Madrid, 1984. pág. 183.

[17] F. Nieva, Delirios del amor hostil o el Barrio de Doña Benita, Cátedra, Madrid, 1977. Para el caso de reposorio, véase, en particular, lo que se dice en S. Fernández Ramírez, La derivación nominal, anejo XL del brae, Madrid, 1986, sobre el sufijo -orio, págs. 47-48.

[18] Por motivos obvios no se recoge la definición de las palabras o temas componentes en estas formaciones «compuestas»; pero, en cada caso, es fácil identificar el modelo categorial de los temas intervinientes [N+A]A, [N+A]N [V+A]N, etc., según las condiciones explotadas en casos existentes en la lengua.

[19] M. Seco, Arniches y el habla de Madrid, Alfaguara, Madrid, 1970, pág. 89 y sigs.

[20] S. Suárez, El lenguaje de Camilo José Cela, Alfaguara, Madrid, 1969, págs. 54 y 475-476.

[21] Cf. M. Seco, loc. cit., pág. 89, que define -en como un afijo que forma [en los textos de Arniches] sustantivos abstractos de acción derivados de verbos. Es un sufijo peculiar del habla popular madrileña. Arniches es casi el único autor literario que da testimonio de él. Se documenta por primera vez en 1914 y, por última, en 1933. Evidentemente, este último señalamiento de Seco se refiere a Arniches, porque los ejemplos de C. J. Cela recogidos en (19), seguramente conocidos por M. Seco, prolongan la validez de -en, con el mismo tono literario de evocación de ambiente.

[22] También se han llamado condiciones de subcategorización; propiedades predicativas de carácter «transitivo», «pronominal», o «preposicional», por ejemplo; o bien estructura léxico-conceptual y de predicado-argumento de los núcleos predicativos.

[23] Aparte de las acepciones originales de la lengua marinera de abordar, tenemos: «3. fig. Acercarse a alguno para proponerle o tratar con él un asunto. 4. fig. Emprender o plantear un negocio o asunto», que no permiten aceptar (21c) como gramatical, salvo un sentido traslaticio de la acep. 3, no registrado.

[24] Según DRAE, s.v. contar, «contar con alguien. 1. fr. Tenerle en cuenta. contó con ellos para el convite. 2. Tener, disponer de una cualidad o de cierto número de personas o cosas. El equipo cuenta con once jugadores. cuento con su simpatía».

[25] No viene al caso el hecho de si el motivo de la alteración inconveniente se debe al proceso de «titulación» o formación del titular (Cf. S. Alcoba, «Titulación enunciativa y coherencia. Procesos sintácticos y relaciones léxicas», Comunicación y sociedad, IV, 1 y 2, 1991, págs. 29-51), o a una reacción de hipercorrección contra el «dequeísmo», porque el segmento de la noticia de donde procede el titular dice literalmente: «La Administración central advirtió que va a construir una vía de servicio paralela a la autopista A-66 Oviedo-Gijón-Avilés, y que pasará justo al lado de la zona que se está urbanizando». Según M. Seco, s. v. advertir, «2. Construcción: Le advirtió de la presencia de la señora (‘Le hizo advertir, esto es, notar, la presencia de la señora’). Cuando advertir significa simplemente ‘notar u observar’, se construye sin preposición: Advirtió la presencia de la señora. Igualmente cuando significa ‘amonestar’: Le advirtió que no lo hiciese; no debe decirse, por tanto, Le advirtió de que no lo hiciese» (Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, Espasa Calpe, Madrid, 25ª, 1961).

[26] El motivo que ha ocasionado la violentación no es el asunto que nos ocupa aquí, donde nos centramos en señalar y destacar la inviabilidad en sí de la alteración. Pero a fin de alimentar cualquier especulación recojo el segmento de la noticia de donde procede el titular (21f) y que dice así: «Fomento confía en solucionar los accesos con la vía rápida que, según las previsiones, estará finalizada en el año 1999 y que absorberá el 70% del tráfico que actualmente soporta la carretera AS-18». En este caso, a diferencia de lo que ocurría en (21e), la preposición está presente en el texto fuente de (21f): «Fomento confía en solucionar...» Pero son evidentes los cruces y alteraciones de mala interpretación de este texto y que dan origen a la agramaticalidad de (21f). Según Seco s. v. confiar «2. Construcción: Confiar en alguno; confiar en que algo suceda (no confiar que, sin preposición)» (op. cit., 1961).

[27] Agradezco a E. del Teso y a G. Lorenzo la discusión sostenida con ellos a propósito de este punto: estuvimos de acuerdo en las coincidencias con un principio más formal como el de M. Baker: «The Uniformity of Theta Assignment Hypothesis (UTAH): Identical thematic relationships between items are represented by identical structural relationships between those items at the level of D-structure» (loc. cit., 1988, pág. 46). Para ejemplos y razonamientos más sutiles sobre los verbos de «afectación» o de «movimiento» en general, pueden verse Rappaport & Lewin «What to do with q-roles?», en Syntax and Semantics 21: Thematic Relations, (ed. de W. Wilkins), Academic Press, San Diego, California, 1988; V. Demonte Detrás de la palabra. Estudios de gramática del español, Alianza, Madrid, 1991, cap. 1; «La semántica de los verbos de ‘cambio’», Cuadernos de Lingüística del I. U. Ortega y Gasset, 2, 1994, págs. 55-82.

[28] Cf. Gómez Torrego, Manual del español correcto. II. Morfología y sintaxis, Arco / Libros, Madrid, 41993 (págs. 165 y sigs.) para esta consideración de aflorar y otros verbos como cesar, dimitir, repercutir, evolucionar, callar, estallar, explotar, explosionar, urgir, caer, regresar y desaparecer.

[29] Cf. L. Gómez Torrego op. cit. (pág. 169 y sigs.) para esta consideración del verbo emanar y otros como urgir, aludir, quedar, fallar, transcurrir.

[30] Segün M. Seco, s. v. emanar: «Este verbo es intransitivo y significa ‘proceder’ (de alguien o algo): La simpatía que emana de su persona. No debe confundirse con exhalar o emitir, haciéndolo transitivo: “Quiérase o no, el coto emana un tufo de privilegio (Delibes); “Los malos olores que emana el populoso barrio de la China” (Ya, 3.8.62, 12) (hubiera sido acertado decir “que emana del barrio de la China”)» (loc. cit., 251961).

[31] Según M. Moliner, s. v. abastecer: «Aprovisionar. Proveer. Suministrar. Surtir. Dar o vender a alguien lo que necesita de una cosa. (Se construye con «con» o «de» cuando significa dar o vender algo de una cosa, generalmente entre otras; y con «de» cuando significa dar o vender todo lo que se necesita de la cosa de que se trata: “Abastecieron el barco con [de] víveres para una semana”. “Me abastece de comestibles la tienda de enfrente”)» (Diccionario de uso del español, Gredos, Madrid, 1981, reimpresión, 1996). Cf. Gómez Torrego (loc. cit., 1989, págs. 171 y sigs.) donde se refiere al uso transitivo de abastecer y otros verbos como quedarse, amenazar, obsequiar, apelar, recurrir, transitar, luchar, pelear, fijarse y jugar.

[32] Cf. M. Moliner, loc. cit., 1966: s. v. especular: «3. (“con, en”). Tratar. Comerciar o negociar con algo: “Especula en cereales”. Aprovecharse. Traficar. Utilizar cierta cosa para obtener provecho o ventajas: “Especula con los permisos de exportación. Especula con su conocimiento de las intimidades de la casa”». Cf. L. Gómez Torrego, loc. cit., 1989, pág. 175, donde se refiere al uso transitivo de especular y otros verbos como confiar, coincidir, percatarse, insistir, acordarse, encontrarse.

[33] Cf. L. Gómez Torrego, loc. cit., 1989, págs. 175 y sigs., donde se refiere al uso intransitivo de atravesar y otros verbos transitivos como entrenar, responder, calentar, alucinar, abdicar, rehusar, debatir, contactar, rechazar, coronar.

[34] Cf. Gómez Torrego, op. cit., 1989, págs. 180 y sigs. para la identificación de estos y otros ejemplos.

[35] Cf. Gómez Torrego, op. cit., 1989, pág. 179 para la caracterización e identificación de estos y otros ejemplos.

[36] A título de la ilustración del fenómeno, sólo tomamos ejemplos de desvíos en el uso de la preposición /a/; pero en el citado trabajo de V. García Yebra, Claudicación en el uso de las preposiciones, Gredos, Madrid, 1988, se recogen impropiedades agramaticales o no aceptables (según el grado de difusión y asentamiento del cambio) de todas las preposiciones más vivas del español actual.

[37] J. Lyons, Semántica lingüística: introducción (trad. de S. Alcoba), Paidós, Barcelona, 1997, § 2.3. Para una consideración general, en un contexto más amplio, véase B. García-Hernández, «Sinonimia y diferencias de significado», Revista Española de Lingüística, 27, 1, 1997, págs. 1-31.

[38] J. Gómez, Algunos aspectos de la sinonimia (manuscrito), UAB, Barcelona, 1990.

[39] J. Gómez, op. cit., 1990, pág. 56.

[40] S. Alcoba, «Restricciones en la elección del léxico», en Nuevos horizontes de la lingüística aplicada (eds. J. Llisterri y D. Poch), AESLA, UAB, Barcelona, 1994, págs. 29-30.

[41] Cf. H. Paul Grice «Logic and Conversation», en P. Cole y J. L. Morgan (eds.), Syntax and Semantics, 3: Speech Acts, Academic Press, Nueva York y Londres, 1975, págs. 45-46.

[42] Esta formulación de (39), recogiendo el espíritu de la original de Grice, se inspira más literalmente en la adpatación de Lyons (loc. cit., 1997, § 9.5), donde yo hago una distinción clara entre las dos partes o subprincipios (a) y (b).

[43] «Transgressing the Boundaries: Toward a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity», Social Text, Spring / Summer, 46 / 47, 1996.

[44] Impostures intellectuelles, Odile Jacob, París, 1997.

[45] O. Caballero: «Dos físicos acusan a los principales filósofos franceses actuales de “impostura intelectual”». En La Vanguardia, 30.09.97, pág. 41.

[46] En los datos de (40) no destacamos tipográficamente los elementos léxicos que con más evidencia determinan la inaceptabilidad o agramaticalidad, como se ha hecho en casos anteriores; pero se ha de tener en cuenta que, según las refutaciones de Sokal y Bricmont recogidas más adelante en (41), los elementos que rompen con el subprincipio de Calidad (39b) son la mayoría de los tecnicismos de (40) y hasta frases enteras.

[47] Alan Sokal es profesor de Física de la Universidad de Nueva York y Jean Bricmont enseña Física en Lovaina. Ambos autores tienen la autoridad científica requerida y las atribuciones sociales y académicas necesarias para que las refutaciones de (41) tengan sentido pleno.