UN RETRUÉCANO CULTO EN LA PRIMERA ÉGLOGA DE GARCILASO, Antonio Carreira, Madrid (Publicado en Analecta Malacitana, XX, 2, 1997, págs. 547-551)

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    La reciente edición de la Obra poética de Garcilaso presenta las ventajas de una colección bien concebida [1], donde no se acepta el tabú que prohíbe desvelar el sentido literal de la poesía, sino que, cuando es necesario, se apela incluso a la paráfrasis, y tampoco se cae en el extremo contrario, de quienes prefieren no pillarse los dedos y dar como válidas y simultáneas todas las lecturas posibles [2]. Bien es verdad que Garcilaso no brinda muchas ocasiones para cometer tal exceso interpretativo: esperemos que no lo sea el caso que vamos a examinar.

    En la primera égloga, cuarta estancia de las cantadas por Salicio, éste se queja de la infidelidad de Galatea con estas palabras: 

 

 

 

 

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    ¡Ay, cuán diferente era

    y cuán d’otra manera

lo que en tu falso pecho se escondía!

Bien claro con su voz me lo decía

la siniestra corneja, repitiendo

   la desventura mía.

Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

    El reciente editor se limita a reproducir la interpretación de los comentaristas, según la cual la corneja que volaba a la izquierda de quien la contemplaba era mal presagio, tal como ya sucede en el Poema del Cid: el Brocense remite a Virgilio, Buc. I, 15, aunque Herrera duda que tal verso sea suyo [3], y aduce además una cita de Sannazaro (Arcadia, X, 168-170). Herrera añade la égloga IX, 15, de Virgilio, y la III de Girolamo Benivieni, para luego relatar la metamorfosis de Coronis, tomada de Ovidio, sin venir mucho a cuento. Podía haberse alegado también este lugar de Petrarca: «Qual dextro corvo o qual mancha cornice / canti’l mio fato, o qual Parca l’innaspe?» (CCX) [4], porque tanto Petrarca como Garcilaso, además de denominar siniestra (mancha) a la corneja, aluden a su reclamo: «Bien claro con su voz me lo decía / la siniestra corneja». Según esto, en el poema garcilasiano el pájaro dice algo, y no, o no sólo, como en Petrarca, por hallarse al lado izquierdo; el adjetivo siniestro puede haber adquirido, ya antes de ese texto, un significado distinto del topográfico: prueba de ello sería «el siniestro / canto de la corneja y el agüero», de la égloga II, vv. 260-261, y el mismo término siniestro, sustantivado o en forma de predicativo, visible en frases hechas del tipo tomar, venir o cobrar siniestro, frecuentes en el s. XV [5]. Y lo que la corneja dice ya se sabe: cras, onomatopeya del graznido, que se interpretó como ‘mañana’, por ser tal su significado en latín [6].

   Garcilaso.jpg (1243300 bytes) En un poeta como Garcilaso no hay por qué esperar mayores precisiones en la taxonomía animal [7]. Para un ornitólogo, en cambio, dentro de la familia corvidae hay al menos siete géneros, uno de los cuales, denominado corvus, agrupa cuatro especies de iguales forma y color (si se prescinde de la subespecie corneja cenicienta), pero de distinto tamaño: el cuervo (corvus corax), la corneja (corvus corone), la graja (corvus frugilegus) y la grajilla (corvus monedula). A los tres mayores se les ha asignado el mismo tipo de graznido, que en realidad corresponde sólo a los dos primeros. Covarrubias dice de los grajos lo siguiente: «Los que destos tienen los picos y pies colorados llaman grajas y choas; y púdose dezir gracco, quasi graco, por el sonido de su voz, cras, cras, propio de la corneja, especie de grajo». Pero s. v. corneja la identificación se hace total: «Es un ave conocida, comúnmente llamada graja. Es menor que el cuervo, pero de su color y talle» [8]. Y hablando del graznido, s. v. cuervo, introduce un verbo en puro latín: «Los cuervos pronostican lluvia quando graznan o crocitan mucho meneando las alas». En el Dicc. Autoridades sólo aparece crocitar como voz interna, bajo la voz crascitar: «Formar el cuervo su graznido. Fórmase por la figura onomatopeya del sonido cras, que parece compone. Otros dicen crocitar». Y el texto con que se ilustra es la versión de Plinio hecha por Jerónimo de Huerta: «Dan muchas voces los cuervos, y por su modo de sonido o estruendo llaman a su vocear crascitar, porque siempre parece que dicen cras» (comentario a X, 11). Corominas-Pascual no ofrecen ningún otro testimonio del verbo, inexistente en latín, por lo que crascitar bien podría ser un hápax debido a una errata, o a neologismo forjado por Huerta [9].

    Tenemos, pues, algo claro: desde antiguo se interpretó que los cuervos, cornejas o grajas, pronunciaban cras al graznar [10]. Covarrubias aporta un dato de interés al remitir a Alciato, emblema 44, In simulacrum spei: «Qua tibi adest volucris? Cornis fidissimus oscem / est bene cum ne quat dicere, dicit: erit», versos que Bernardino Daza traduce así: «¿Qué ave es esa, di, tan mansa y leda? / Es la corneja, que contino usa / el dar buena esperanza, porque cuando / no es, dize será con voz confusa» [11]. Cómo lo dice no lo aclara Alciato, pero es obvio que se refiere al mismo lexema encerrado en el cultismo procrastinar. Sin embargo, Salicio, retrospectivamente, entiende lo contrario: la voz de la corneja... repetía con claridad, no su buena esperanza, sino su desventura: un cras, cras amenazador, que anunciaba la futura infidelidad de Galatea. Garcilaso no es Góngora, por supuesto, pero encamina hacia él la poesía española. Si aún falta mucho para el movimiento conceptista propiamente dicho, por detrás tiene bastante cerca sus precedentes en la poesía cancioneril del s. XV: baste recordar su poemilla sobre el «arca de No he», conservado en una anécdota. En otros lugares, no ha dejado de mostrar cierta inclinación a la cita más o menos camuflada, a la figura etimológica (canción a la Flor de Gnido, estrofa 7ª) y al mismo retruécano, como aquel de la canción IV («Lloraré de mi mal las ocasiones, / sabrá el mundo la causa por que muero, / y moriré a lo menos confesado»), que hizo rezongar a Herrera: «Este verso humilló mucho la grandeza de esta estanza». No es imposible que los primeros comentaristas, en evitación de algo similar, se negaran a ver retruécano en el pasaje de la 1ª égloga, puesto que sin él se comprende su sentido.

    El graznido del cuervo o de la corneja, al margen de precisiones locativas, ha dejado huellas en la literatura, con sentido, unas veces, ominoso, como en la égloga, otras, dilatorio. Así, la canción desesperada de Grisóstomo (Quijote, I, 14) lo inserta entre distintos sonidos inquietantes, poco antes de citar un verso de Garcilaso: 

El rugir del león, del lobo fiero

el temeroso aullido, el siluo horrendo

de escamosa serpiente, el espantable

baladro de algún monstruo, el agorero

graznar de la corneja, y el estruendo

del viento contrastado en mar instable.

    En La Adversa fortuna de don Bernardo de Cabrera, I, comedia que se discute si es de Lope de Vega, Mira de Amescua u otro, aparece el siguiente pasaje: 

No dio la nación romana

sustento a cuervo jamás,

solo porque dice cras,

que quiere decir mañana [12].

    En cambio, sí es segura de Lope de Vega la titulada El piadoso aragonés, de 1626, en cuya primera jornada dice un escudero: 

No hay cosa más inhumana,

sirviendo, y de más rigor,

que ver un cuervo, señor,

diciendo siempre «mañana» [13].

    Y, por supuesto, el conocido soneto de Burguillos donde «Cánsase el poeta de la dilación de su esperanza»: 

Tanto mañana y nunca ser mañana,

Amor se ha buelto cueruo o se me antoja,

para rematar con los elegantes tercetos: 

Iuntos Amor y yo buscando vamos

esta mañana; o, dulces desbaríos,

siempre mañana y nunca mañanamos.

Pues si vencer no puedo tus desuíos,

sáquente cueruos destos verdes ramos

los ojos; pero no, que son los míos [14].

   También Quiñones de Benavente juega con la alusión en el entremés de La paga del mundo

Todos:

Gracioso:

 

Todos:

¡Paga, paga!

Así dice la urraca;

mas mañana pagaremos.

Así responde el cuervo [15].

    Años después de impresa la Jocoseria, Gracián usa la onomatopeya en un pasaje del Criticón para satirizar a los sastres por boca de Proteo, quien cita la teoría de las transmigraciones atribuida a Pitágoras: 

Dixo, pues, que las almas de los oficiales, especialmente aquellos que nos dexan en cueros quando nos visten, las dava a cuervos; y como siempre avían mentido diziendo: «Mañana, señor, estará acabado: para mañana sin falta», aora, prosiguiendo en su misma canción, van repitiendo por castigo y por costumbre aquel su ¡cras, cras! que nunca llega [16].

    Por último, hemos de recordar que en el célebre poema de Edgar Allan Poe, «The Raven», publicado en 1845, es el cuervo quien, a las preguntas que se le hacen, responde invariablemente: Nevermore. El poeta, en su ensayo de explicación, aclara que primero pensó en un loro, luego sustituido por un cuervo, al cual convenía atribuir una réplica breve, de una sola palabra: el nevermore que sirve de estribillo, y que tiene precisamente el mismo significado, aún más rotundo, que el cras latino, cuando se usa para señalar al mañana irónico que nunca llega [17]. No será cálculo, pero tampoco casualidad.

 

NOTAS

[1] Garcilaso de la Vega, Obra poética (ed. de Bienvenido Morros), Crítica (col. Biblioteca Clásica, 27), Barcelona, 1995.

[2] De ello hemos tratado en nuestro artículo «Defecto y exceso en la interpretación de Góngora», en Autores varios, Comentario de textos literarios, Anejo 9, Analecta Malacitana, Málaga, 1997, págs. 127-145.

[3] Al parecer, no lo es, sino reminiscencia oral de IX 15. No sabemos de dónde saca B. Morros la versión que ofrece en nota: ante sinistra cava monuisset ab ilice cornix. Ni esa variante ni la del Brocense figuran en el ap. crít. de Hirtzel (Oxford, 1900). En el de E. de Saint-Denis aparece esta aclaración, y referida al v. 17: Inter hunc uersum et sequentem legitur in codd. dett. nonnullis saepe sinistra caua praedixit ab ilice cornix quem uersum ignorat Seruius et interpolatum censent edd. plerique.

[4] Lo recuerda Rodríguez Marín en su ed. del Quijote, apéndice sobre las supersticiones de la obra (vol. X, Madrid, 1949, pág. 199).

[5] En el Quijote, I, 15, aparece como adjetivo: «Todas las yeguas de la dehesa de Córdoba no le hicieran tomar mal siniestro» (ed. cit., I, pág. 400, con otros ejemplos en nota). También en autores próximos a Garcilaso: siniestra fortuna (Alonso de Palencia, Universal Vocabulario, s. v. infortunium); «Plazeres busca el apetito nuestro / o con intento diestro o con siniestro» (J. Hurtado de Mendoza, Buen placer trovado, 1550, f. iiij). Lo más importante, quizá, es que, según Corominas-Pascual, en la confrontación de siniestro con izquierdo, Nebrija se inclinaba por este último término, y en lo sucesivo siniestro con sentido locativo pasa a ser arcaísmo. Incluso en italiano, donde no hay doblete, siniestro se usó sin ese valor: «Spariti a me per mio sinistro fato» (A. di Costanzo, I Fiori delle Rime de’ poeti illustri..., G. B. & M. Sessa, Venecia, 1558, f. 25).

[6] Los términos griegos kórax, cuervo, y keráis, corneja, parecen onomatopeicos, lo mismo que el alemán Krähe.

[7] Aunque el conocido pasaje de la égloga II 260-295 lo muestra bien familiarizado con la caza de cornejas.

[8] Keith Whinnom, al tratar de la nomenclatura de las corvidae en su Glossary of Spanish Bird-Names, núms. 390-400, acredita que en varios estudios anteriores términos como cuervo, corneja, grajo y chova se usan indistintamente (Madrid-Londres, 1966, págs. 68-69).

[9] Un hápax, bien entendido, hasta su inclusión en el Dicc. Auts. La fe que puedan haberle prestado escritores posteriores no nos interesa ahora.

[10] El Lexicon totius latinitatis trae un ejemplo del siglo VI: «Cras latina lingua dies ventura significatur. Hoc ergo clamans (cornicula) tristem vobis crastinam significat diem» (Casiodoro, 5 Hist. Eccl., 27).

[11] Alciato, Emblemas (ed. de M. Montero Vallejo), Madrid, 1975, pág. 138.

[12] Obras de Lope de Vega publicadas por la Real Academia Española, III, Madrid, 1917, pág. 64b.

[13] Lope de Vega, Obras (ed. de M. Menéndez Pelayo), X, Crónicas y leyendas dramáticas de España, Madrid, 1899, pág. 252b. Cabría eliminar las comas del tercer verso, con lo cual la protesta del criado, que se dirige a un señor poco dadivoso, quedaría más de manifiesto.

[14] Lope de Vega, Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos, Imprenta del Reyno, Madrid, 1634, f. 37v. Cf. también el pasaje donde Góngora usa el neologismo culto: «Vuesa merced va crastinando lo que manda, de manera que pienso vuela algún cuervo» (carta nº 96, ed. Millé, de 26-VII-1622, a Cristóbal de Heredia).

[15] Apud E. Cotarelo, Colección de entremeses..., Madrid, 1911, pág. 502b. Agradecemos este ejemplo a nuestro amigo Abraham Madroñal, especialista en Benavente.

[16] B. Gracián, El Criticón (ed. de M. Romera Navarro), I, VII, I, Philadelphia, 1938, pág. 229.

[17] El mismo que designa el común letrero de «Hoy no se fía; mañana, sí».

 

RESUMEN PARA REPERTORIOS BIBLIOGRÁFICOS

TÍTULO: UN RETRUÉCANO CULTO EN LA PRIMERA ÉGLOGA  DE GARCILASO.

AUTOR: Antonio Carreira. 

LUGAR: Madrid. 

TÍTULO DE LA REVISTA: Analecta Malacitana, XX, 2, 1997

RESUMEN: examen de los vv. 109-111 de la primera égloga de Garcilaso, donde, a juzgar por textos coetáneos paralelos, podría encerrarse una alusión al sentido latino de la onomatopeya con que se designa al graznido del cuervo. 

ABSTRACT: analysis of Garcilaso’s first Eclogue, lines 109-111, where, according to coeval texts, it is possible to find an allusion to the latin meaning of the onomatopeic word which recalls the crow’s croaking. 

DESCRIPTORES: Garcilaso / églogas / cultismos / retruécanos. 

KEY-WORDS: Garcilaso / eclogues / learned expressions / wit. 

PERÍODO HISTÓRICO: siglos XVI y XVII.