INDICACIONES BIBLIOGRÁFICAS DE LIBROS RECIBIDOS [1] Manuel Crespillo, Universidad de Málaga  (Publicado en Analecta Malacitana, XX, 2, 1997, págs. 381-401)

 

 ACTAS

Autores Varios, El comentario de textos, Anejo XVII, Analecta Malacitana, Málaga, 1998, 272 págs.

    En el presente volumen se han reunido las comunicaciones de los profesores invitados al VII Seminario de Lengua y Literatura españolas: El comentario de textos, celebrado en marzo de 1997 y organizado por el Departamento de Filología Española I y Filología Románica de la Universidad de Málaga. Se han incluido, además, tres estudios pertenecientes a ediciones anteriores y que por razones de índole diversa no pudieron aparecer en su momento (Anejos VII y VIII de Analecta Malacitana). Han participado los autores siguientes: Emilio Montero Cartelle, Mª Teresa Echenique Elizondo, Santiago Alcoba Rueda, Juan Felipe García Santos, José Jesús de Bustos Tovar, Ana Mª Vigara Tauste, María Hernández Esteban, Gaspar Garrote Bernal, Isaías Lerner, Yolanda Novo, José-Carlos Mainer y Teodosio Fernández. En torno a las dos divisiones generales que aparecen bajo los epígrafes de Comentarios lingüísticos de textos y Comentarios de textos literarios se agrupa una variada gama de estudios realizados bajo diferentes enfoques metodológicos sobre textos de distinta tipología y representativos de las sucesivas etapas de nuestra historia lingüística y literaria.

    Los comentarios filológico y dialectal, léxico y semántico y los de textos orales permiten ampliar las perspectivas históricas de los análisis lingüísticos que se publicaron en el Anejo VIII de Analecta Malacitana. Y a su vez, los comentarios de textos medieval, de Siglo de Oro, contemporáneo o de literatura hispanoamericana pretenden desarrollar las perspectivas ofrecidas en el Anejo IX. Con la publicación de este nuevo volumen, Analecta Malacitana apuesta por el mantenido interés hacia el comentario de textos al tiempo que no renuncia a crear un clima permanente de discusión sobre el tema. Al fin y al cabo, el acto de comentar es la actividad más importante de cuantas determinan la práctica docente en las materias de lengua y literatura.

NOTA

[1] Deseo recordar al lector que en las normas de edición de AnMal se diferencian muy claramente las recensiones y las indicaciones bibliográficas. Se dice allí que el concepto de recensión es el aceptado universalmente, mientras que las indicaciones están pensadas para difundir en Analecta un material equivalente a la «cuarta de cubierta» de aquellos libros enviados por las editoriales y seleccionados por AnMal para tal fin. Para ello Analecta podrá utilizar la propia cubierta, o la octavilla de difusión editorial, o los mensajes elaborados por los equipos de propaganda y relación exterior de la propia editorial, o cualquier resumen apropiado y abarcador del prólogo o la introducción, o incluso el análisis pormenorizado del libro completo, etcétera. Cuando se decida la reproducción, no importará a AnMal la repetición de un mayor o menor número de párrafos, aunque, naturalmente, siempre se utilice el procedimiento habitual del entrecomillado para indicar lo que no corresponde al recopilador de las indicaciones. El lector deberá tener en cuenta que estas indicaciones sólo promueven la creación de un espacio bibliográfico de gran dinamismo en el que se informe con rapidez, aunque también con la mayor precisión posible, de aquellos libros enviados por las editoriales. Aun cuando los libros se sometan a un juicio crítico más firme en las Recensiones, que es el espacio natural de la reseña, las indicaciones aspiran a una gran riqueza y amplitud de miras, de modo que tampoco se renuncia en ellas a la noticia amplia de un libro cuando así se crea conveniente. Esto es todo un síntoma de la importancia que las indicaciones tienen para Analecta. A todas las editoriales les ofrecemos nuestro creciente número de suscriptores y nuestro considerable aumento de intercambio con otras Revistas nacionales y extranjeras, además de la información natural que este espacio conlleva, el cual está diseñado únicamente para recibir la mayor cantidad de libros y novedades editoriales posible a fin de establecer una correcta difusión de los mismos.

ARTE

Francisco Calvo Serraller, Velázquez, Alianza Editorial, Madrid, 1997, 64 págs.; Fernando Checa, Tiziano (y la pintura veneciana del siglo XVI), Alianza Editorial, Madrid, 1997, 64 págs.; Fernando Marías, El Greco, Alianza Editorial, Madrid, 1997, 64 págs.; Manuela B. Mena Morales, Goya, Alianza Editorial, Madrid, 1997, 96 págs.; Joaquín Yarza Luaces, El Bosco (y la pintura flamenca de los siglos XV-XVI), Alianza Editorial, Madrid, 1997, 96 págs. 

    Alianza Editorial, en colaboración con la Fundación Amigos del Museo del Prado, repite un diseño paralelo a la colección Alianza Cien o a la de Minibolsillo para dirigirse a un público amplio al que van destinadas las cinco Guías de Sala editadas hasta el momento en español e inglés. Son guías explicativas de los principales autores que exhiben sus obras en el Museo del Prado. Ayudan al visitante a obtener una información rápida y cómoda de los cuadros más importantes. Un plano del Museo, al que sigue una breve introducción, el comentario de los cuadros catalogados en las salas, una cronología y una pequeña bibliografía final, dotan a estas guías de una gran utilidad práctica para el gran público no versado.

 

 AUTOBIOGRAFÍA

 Tzvetan Todorov, El hombre desplazado, Taurus, Madrid, 1997, 292 págs. 

    El búlgaro Tzvetan Todorov, afincado en Francia desde hace más de treinta años, uno de los críticos más célebres de Occidente, entre cuyas obras recientes destacan Face à l’extrême o Égloge du quotidien, cuenta en esta autobiografía su relación plural con Bulgaria, Francia y Estados Unidos: «Bulgaria es el país en el que he crecido, y lo que de él me queda hoy, aparte de los recuerdos personales, es la experiencia del individuo frente a un régimen totalitario. Francia es el país en el que vivo, del que me siento ciudadano y copartícipe afectivo de su destino. Estados Unidos es el lugar al que voy para ejercer mi profesión, en el que encuentro más bien colegas que compatriotas. Lo único que estos tres países tienen para mí en común (al igual que para otros muchos) es que en todos tengo amigos con los que continúo viviendo hoy, en presencia o en ausencia.

“... Más de treinta años me separan de la helada mañana de abril en la que llegué al andén de la estación de Lyon. Únicamente a mi regreso de viajes al extranjero (desde hace ya mucho tiempo Francia ha dejado de ser para mí el “extranjero”), siento, en esas autopistas que me llevan del aeropuerto a la ciudad, ese familiar encogimiento del corazón devolviéndome febril a la víspera de mi primera partida: ¡Es París! ¡Llego a París!”.

    El hombre desarraigado, arrancado de su marco, de su medio, de su país, sufre al principio, pues es más agradable vivir entre los suyos. Sin embargo, puede sacar provecho de su experiencia. Aprende a dejar de confundir lo real con lo ideal, la cultura con la naturaleza. Pero si el hombre desplazado logra superar el resentimiento nacido del desprecio o de la hostilidad de sus huéspedes, descubre la curiosidad y aprende de la tolerancia. Su presencia entre los “autóctonos” ejerce a su vez un efecto desarraigante: al perturbar sus costumbres, al desconectar por su comportamiento y sus juicios, puede ayudar a algunos de entre ellos a adentrarse en esta misma vía de desapego hacia lo convenido, una vía de interrogación y de asombro.

    Mi traslado de un país a otro me enseñó a la vez lo relativo y lo absoluto. Lo relativo, pues yo no podía ignorar ya que todo debía ocurrir en todas partes como en mi país de origen. Lo absoluto también, pues el régimen totalitario en el que yo había crecido podía servirme, en cualquier circunstancia, de unidad de medida del mal. De ahí sin duda mi aversión simultánea hacia estos dos hermanos enemigos que son el relativismo del “todo es igual” y el maniqueísmo del blanco o negro». 

 

ENSAYO

José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas (ed. de Thomas Mermall), Castalia, Madrid, 1998, 378 págs. 

    La rebelión de las masas, quizá el más importante libro de Ortega, «constituye un análisis histórico de la relación entre masas y minorías, un diagnóstico de la vida pública, una serie de profecías cumplidas, la exploración de una dimensión nueva de la edad moderna, así como una condena del nacionalismo y una llamada a la Unión Europea. La polémica que suscitó el empleo (“masa”, “minoría selecta”, etc.) cargados en su tiempo de connotaciones políticas e ideológicas, no ha impedido apreciar la riqueza del pensamiento orteguiano y reconocerlo como lo mejor que se ha pensado y escrito en el siglo XX.

    La obra, publicada por primera vez el 31 de agosto de 1930, ha pasado por numerosas ediciones en lengua española y se ha traducido al alemán (1931), al inglés (1932) y posteriormente a los demás idiomas europeos. Después de la guerra, la popularidad del libro alcanzó una mayor repercusión en el extranjero que en España. Esta edición sigue la de Paulino Garagorri —Revista de Occidente en Alianza Editorial, 1993— a la que se ha agregado una Introducción, Notas y un Apéndice (IV) que complementa los tres de Garagorri».

    Thomas Mermall, de origen húngaro (nacido en Checoslovaquia, 1937), es profesor de Literatura española en Brooklyn College y autor de La retórica del humanismo: la cultura española después de Ortega (1978) y Las alegorías del poder en Francisco Ayala (1983).

 

Eugenio Trías, Vértigo y pasión (Un ensayo sobre la película Vértigo de Alfred Hitchcock), Taurus, Madrid, 1997, 240 págs.

    Vértigo y pasión es un ensayo consagrado a la película Vértigo de Alfred Hitchcock, a la que su autor había ya comentado en su libro Lo bello y lo siniestro. A partir del análisis de este film se remonta al conjunto de la creación de Hitchcock, en especial a algunas de sus obras como La ventana indiscreta, Los pájaros o Psicosis.

    Para la difusión del libro, el propio Trías escribe un texto que titula Vértigo y pasión visto por su autor, en el que expresa lo siguiente: «Este texto tuvo su origen en una invitación que me hicieron Jordi Balló, director del ciclo “Cinema i Pensament” y Jaume Casals, director del Institut d’Humanitats, para que inaugurara esas lecciones con una conferencia sobre Vértigo de Hitchcock. La ocasión era la celebración del centenario del cine. La propuesta consistía en revisitar mi ensayo, escrito en 1982, dedicado a esa película, incluido en la parte central de mi libro Lo bello y lo siniestro.

    Jaume Casals es testigo de que, al principio, presenté franca resistencia a la propuesta. Hacía ya bastantes años de aquella incursión aventurera en el ámbito cinematográfico. Y para colmo se había enfriado en los últimos tiempos, bastante sensiblemente, mi afición al cine. Además, hacía también tiempo que no había visto Vértigo. Y hasta me parecía que mi afición por su director, Hitchcock, se había vuelto más tibia.

    Tenía, además, verdaderos deseos de cambiar de aires intelectuales. En la última década me había centrado sobre todo en temas estrictamente filosóficos; sólo en los últimos años había alternado éstos con incursiones en el ámbito de la filosofía de la religión. Mi libro La edad del espíritu fue el resultado de esta simbiosis en sentido estricto y del interés por el abigarrado mundo de las religiones mundiales.

    De pronto se me pasó por la cabeza, como una ráfaga, la idea de recrear antiguos esbozos, o de desplegarlos hasta el final. ¿Por qué no dedicaba ahora parte de mi esfuerzo y mi interés en desarrollar ensayos que, al formularlos por vez primera, tenían todas las trazas de un proyecto de reflexión tan sólo iniciado?

    Pero la prueba de fuego consistió en volver a ver la película Vértigo de Hitchcock. Y esa visión fue decisiva, ya que el impacto que me produjo siempre esta película, desde que a los dieciséis años la vi por primera vez, se reprodujo ahora. Fue, una vez más, un amor al primer golpe de vista. Y me puse manos a la obra. Prepararía, en primer lugar, el texto de la conferencia, que en caso de salirme correctamente me serviría de borrador para el libro que pensaba ponerme a escribir.

    El resultado es el libro que el lector tiene entre manos. Con él inicio quizá una suerte de ensayo central de Lo bello y lo siniestro. Como podrá comprobar el lector, no me aparto substancialmente de las líneas maestras de ese ensayo. Pero añado detalle y concreción a lo que, entonces, sólo fue un delineamiento general de la interpretación que aquí despliego.

    Quiero también contribuir así, aunque con un año de retraso, a la celebración del centenario del cine. Soy poco amigo de efemérides. Mucho se ha abusado de éstas en los últimos tiempos, quizá como prueba de la esterilidad de propuestas culturales que nos embarga en el mundo actual. Pero el cine merece esto y mucho más. Pertenezco por edad y condición a la generación cinematográfica por excelencia, aquella que nació y se educó sentimentalmente en el cine sonoro. He participado de toda su mitología y he sido seducido y hechizado por el poder cautivador de sus imágenes.

    Para esta edición he añadido, como complemento a este ensayo, dos ensayos más que fueron escritos por las mismas fechas que Vértigo y pasión. Se trata de dos ensayos que giran en torno a problemas estéticos. El primero de ellos aborda la complejidad y problemática cuestión relativa al “criterio”. Sirvió de base textual de una conferencia pronunciada en el ciclo sobre “El nuevo espectador”, promovida por la Fundación Argentaria, que fue dirigido por José Jiménez. El segundo de ellos tuvo también por ocasión una intervención; esta vez en el ciclo “Goya y Beethoven” promovido por la asociación Pro Música, dirigido por Xavier Güell. Ambas conferencias las pronuncié en Madrid.

    Son ensayos independientes respecto al cuerpo central del texto, centrado en la película Vértigo de Hitchcock. Pero pueden servir como distintas “líneas de fuga” respecto a los problemas estéticos que en dicho texto se plantean». 

 

Daniel Jonah Goldhagen, Los verdugos voluntarios de Hitler (Los alemanes corrientes y el Holocausto), Taurus, Madrid, 1997, 754 págs. 

    Daniel Jonah Goldhagen, profesor ayudante de estudios gubernamentales y sociales en la Universidad de Harvard y asociado del Centro Minda de Gunzburg de Estudios Europeos de Harvard, es hijo de un sobreviviente del gueto rumano-judío de Czernowitz, hoy en Ucrania.

    Amos Elon, escritor e historiador israelí, publicó en The New York Times Magazine el 26 de enero de 1997 un precioso comentario del que Taurus ha extraído parte y lo ha publicado en su octavilla de difusión: «Esta obra no trata de los campos de concentración de Auschwitz o Treblinka, donde millones de judíos fueron gaseados y posteriormente incinerados, sino de la matanza más “convencional”, durante la guerra, de más de un millón de hombres, mujeres y niños, en cualquier lugar en que se encontrasen. A menudo, las víctimas eran obligadas a cavar sus propias fosas antes de recibir un tiro en la cabeza. El libro se apoya en registros conservados en archivos oficiales alemanes. Profundiza, sobre todo, en los miembros de los llamados batallones policiales, quienes perpetraron realmente los asesinatos: sus antecedentes, su estructura mental, sus motivos. En la quinta y penúltima parte, aborda las terroríficas marchas de la muerte en los últimos días de la guerra, cuando se reunió a los prisioneros sobrevivientes de los campos de concentración nazis en el Este y se les obligó a seguir las huellas de las tropas alemanas que se retiraban. Los celosos guardias que organizaban estas marchas lo hicieron a riesgo de ser capturados y ejecutados por los soldados soviéticos. Además, habían recibido de Himmler la orden de poner fin a la matanza.

    El argumento central de Goldhagen es que en los asesinatos estuvieron implicados muchos más alemanes de lo que habitualmente se cree. Eran alemanes “corrientes”, elegidos al azar, y no necesariamente miembros del partido nazi. No fueron impulsados por un sentido de obediencia innato, como se ha afirmado con frecuencia, ni por ninguna clase de presión, sino por la “convicción” de que lo que hacían estaba bien. Acorralaron como perros salvajes a los judíos, asesinándolos en sus casas, en sus escondites, en las calles y, en su mayor parte, al borde de las fosas cavadas por ellos mismos para su entierro.

    Pocos, si los hubo, fueron obligados a formar parte de los escuadrones asesinos. De hecho, muchos entraron en éstos por su propia voluntad. Según Goldhagen, si alguno se hubiera negado, otro lo habría reemplazado voluntariamente, ya que, en lo referente a su prejuicio contra los judíos, constituían una muestra representativa del pueblo alemán. El Holocausto fue un “proyecto nacional”, afirma el autor. Para demostrar este punto, se remite al peculiar carácter “eliminacionista” del antisemitismo en Alemania, mucho antes de que Hitler accediera al poder.

    Durante los fusilamientos masivos, los asesinos posaban orgullosamente para que les hicieran fotos, que luego enviaban a sus esposas e hijos. Después de los asesinatos, los hombres celebraban fiestas. Muchos de ellos fueron condecorados por sus actos. Eran tan “corrientes” que, con pocas excepciones, la sociedad civil los asimiló con presteza después de la guerra y pasaron el resto de sus oscuras vidas en paz.

    El libro de Goldhagen rompe con tres tabúes. En primer lugar, el autor llama “alemanes” a los perpetradores, tal como la mayoría de los escritores de hoy hablan de “los norteamericanos” en Vietnam, de “los franceses” en Argelia o de “los israelíes” en la ribera Oeste. En segundo término, emplea un estilo de escritura despiadadamente drástico, poco común dentro del aire rarificado de la academia. Y por último se concentra, no en los burócratas del Holocausto, sino en los asesinos reales, en su “crueldad” y su “celo”».

    Por su parte, Antonio Muñoz Molina escribía en El País del 3 de julio de 1996: «Con su documentación abrumadora, con su manera minuciosa de reconstruir evidencias, Goldhagen prueba que la inmensa mayoría del pueblo alemán compartía el antisemitismo de los nazis, y que ninguna institución alemana, ni la iglesia, ni la judicatura, ni las universidades, ni los colegios médicos, manifestó la más mínima oposición a las leyes antijudías ni dio ninguna muestra de solidaridad hacia aquellos alemanes que estaban siendo despojados de su ciudadanía y a los que muy pronto se les despojaría de la vida. Es más: las instituciones, los colegios profesionales, los clubes deportivos, las asociaciones de estudiantes, las parroquias, no sólo obedecieron cuando llegó el momento las directrices oficiales, sino que voluntariamente y con un perfecto entusiasmo, muchas veces se adelantaron a ellas, y llevaron su celo de limpieza racial aún más lejos de lo que las leyes exigían».

 

HISTORIA

Álvaro Uribe Rueda, Bizancio, el dique iluminado (La concepción mística del universalismo, sus raíces judías y helénicas y su herencia cristiana), Instituto Caro y Cuervo, Santafé de Bogotá, 1997, 614 págs.

    En esta obra el lector va a encontrarse con digresiones frecuentes, saltos de época y traslados de atención hacia regiones situadas por fuera de las distintas líneas limítrofes que, en el curso del tiempo, encerraron los territorios subordinados a la jurisdicción del Imperium Romanum Christianum de Constantinopla. El autor cree que «una historia tan grandiosa y longeva y de tan influyentes proyecciones como la “bizantina” no debe ser examinada mediante un método lineal o de simple cronología, ni puede circunscribirse a un estricto espacio geográfico. Por lo demás, la usanza de las digresiones, y no la rigurosa secuencia, tiene unos precursores excelsos (Herodoto, Aristóteles) nacidos de la misma sangre y en la misma tierra de las que vamos a ocuparnos. [...] Las digresiones y el retorno permiten aprehender mejor el proceso general de la historia, lo mismo que los saltos en el tiempo y el paso a otros ámbitos geográficos, los cuales, además, son realizados por el autor de este libro con el ánimo de respetar un criterio de historia integral». 

 

Teresa Thomson Llisterri, Las artes en el Bajo Aragón en la primera mitad del siglo XVIII (Estudio documental), Centro de Estudios Bajoaragoneses, Alcañiz, 1998, 440 págs.

    Este libro coordina un fondo documental del Archivo Histórico de Protocolos de Alcañiz correspondiente al Barroco del Bajo Aragón y basado en fondos archivísticos aragoneses de Protocolos Notariales. Se han revisado 264 protocolos notariales de los que se han seleccionado 49 documentos numerados y ordenados cronológicamente, siguiendo el criterio de año-mes-día y estructurados tácticamente de acuerdo con la división tradicional: arquitectura, escultura, pintura y artes decorativas. En cada uno de estos apartados se ofrece una reflexión general seguida de los catálogos de las obras y de los artistas documentados. Al final del trabajo se incluye un apartado bibliográfico, un índice onomástico y otro toponímico.

 

Carlos Valderrama Andrade, Miguel Antonio Caro y la regeneración (Apuntes y documentos para la comprensión de una época), Instituto Caro y Cuervo, Santafé de Bogotá, 1997, 826 págs.

    En una página liminar el autor justifica la aparición de este libro afirmando que en él se recogen documentos invaluables sobre una época determinante del discurrir político colombiano durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera década del XX: «Me refiero a la Regeneración, cuyo nacimiento puede ponerse el 1º de abril de 1878, cuando Rafael Núñez, presidente entonces del senado, dio posesión de la presidencia de la república al general Julián Trujillo, y pronunció estas palabras que vinieron a convertirse en lema del movimiento: “Regeneración administrativa fundamental o catástrofe”.

    El proceso que trataré de historiar, un poco a saltos, terminó el 31 de julio de 1900 cuando el vicepresidente José Manuel Marroquín dio el golpe contra el presidente Manuel Antonio Sanclemente, en condiciones que marcan un momento bien triste de nuestra historia.

    Desde luego, por basarme fundamentalmente en documentos que reposan en el archivo del señor Caro, guardado celosamente en la sede de Yerbabuena del Instituto Caro y Cuervo, no me voy a limitar a los años enunciados anteriormente, sino que cubriré un campo mayor de investigación, digamos que de 1860 a 1909, lapso en que fue evidente la presencia de Caro en la historia del país.

    Mi propósito es establecer las relaciones que Caro tuvo con todos y cada uno de los personajes que tuvieron que ver con el proceso regenerador, concretándome desde luego, y como pauta que me delimite, a las personas que fueron escogidas para formar el Consejo de Delegatarios, que estudió el proyecto de Constitución en 1885, tanto los principales como los suplentes, pues obviamente ellos representaban mejor que nadie los ideales de la Regeneración inspirada por Núñez y convertida en realidad por Caro en la Constitución.

    No piense el lector que va a encontrar en estas páginas un estudio sobre lo que fue la Regeneración como movimiento ideológico o un estudio sobre lo que ella significó en nuestra historia política. Muchas páginas he dedicado a estos temas y no sería el caso de repetirme. Tampoco me voy a detener en el estudio de las relaciones políticas y de amistad que unieron a los dos prohombres que impulsaron este movimiento, encarnado entre otras cosas en el Partido Nacional, por ellos creado y liderado. Referencias a estos temas se van a encontrar, y muchas, en estas páginas. Pero aclaro que no es mi intención escribir un tratado sobre la Regeneración.

    Mi intención aparentemente es más modesta. Quiero sí hacer una investigación seria y muy completa sobre las relaciones que Caro tuvo con los personajes que en un momento dado fueron llamados a integrar ese cenáculo definidor de un momento determinante de nuestra historia política».

 

HISTORIA LITERARIA

 Ignacio Jericó Bermejo, Fray Luis de León (La teología sobre el artículo y el dogma de fe [1568]), Revista Agustiniana, Madrid, 1997, 488 págs. 

    Este estudio teológico se ha basado exclusivamente en las lecciones que Fray Luis de León expuso desde la cátedra salmantina de Durando en 1568: «El Legionense ha dejado a la posteridad, al comentar la fe, todo un inmenso paisaje teológico. Esta exposición es quizás la más completa de las realizadas en la década de los sesenta en el siglo XVI. [...] El método seguido en este trabajo teológico sobre la problemática del artículo de fe en su caminar hacia el dogma de fe ha sido sencillo de verdad. Se ha pretendido respetar en todo momento lo más posible la explicación genuina del Legionense. El lector tiene derecho a comprobar no sólo lo expuesto de verdad por el Legionense sino el orden también de cómo lo hizo en realidad durante 1568. Es lo que trata de presentarse en cada capítulo con el nombre de exposición. En un segundo momento se intenta ordenar lo expuesto directamente por el Legionense. Es lo que se coloca bajo el título de desarrollo en los correspondientes capítulos. El propósito es demostrar cómo se desenvuelve la problemática teológica del artículo de fe. Es finalmente en un tercer momento cuando se sintetiza ante el lector la problemática teológica que va desarrollando el Legionense, la cual aparece situada sobre dos plataformas fundamentales: la del artículo de fe y la del dogma de fe». 

 

Manuel Tuñón de Lara, Antonio Machado, poeta del pueblo, Taurus, Madrid, 1997, 322 págs.

    Manuel Tuñón de Lara (Madrid 1915-Leioa 1997), profesor durante muchos años en Pau, ha marcado toda una época de la historiografía española. Autor de La España del siglo XIX, La España del siglo XX, El movimiento obrero en la historia de España, Historia y realidad del poder, etcétera, Tuñón de Lara es un analista excepcional de la cultura española contemporánea, como lo demuestran Medio siglo de cultura española (1885-1936), sus numerosos trabajos sobre Galdós, Costa, Unamuno, Altamira, Baroja o Max Aub, y este Antonio Machado, poeta del pueblo, biografía escrita «con pasión», y en la que la vida del célebre poeta sevillano se interpreta desde la historia política, con lo que se aunan vida, obra, personas, historia y realidad españolas: «En un relato sencillo y directo, Tuñón de Lara va desgranando la vida y obra de Machado en todas sus dimensiones —desde su infancia sevillana hasta su último viaje en Collioure, desde Soledades hasta Juan de Mairena—, apoyándose en los propios escritos, en verso y en prosa, del poeta, y enmarcándolos en ese universo convulso, pero lleno de esperanzas, que fue la España del primer tercio del siglo XX. [...] Tuñón evoca el compromiso de Machado e insiste en la coherencia de su evolución ideológica hasta la guerra civil. El poeta, cuya obra entera llega finalmente a estar condicionada por la militancia y el testimonio, identifica la patria y el pueblo, se apasiona por la guerra.

    Al hilo del relato, Tuñón analiza los grandes temas del humanismo machadiano, su idea del hombre y del encuentro con “el Otro”, el diálogo socrático y la sentimentalidad colectiva, el amor y la amistad, sus ideas sobre arte y literatura, y el problema de España; pero, sobre todo, estudia y destaca la concepción democrática de la cultura como conciencia vigilante, activa y creadora, condición del hombre libre y de una convivencia más humana y racional». 

 

Gustav Siebenmann, Poesía y poéticas del siglo XX en la América hispana y el Brasil, Gredos, Madrid, 1997, 506 págs.

    Gustav Siebenmann, profesor emérito de la Universidad de Sankt Gallen (Suiza), y miembro correspondiente de la Real Academia Española y de la Hispanic Society of America, autor de la conocida obra Los estilos poéticos en España desde 1900, escribe ahora este ensayo sobre la poesía en Hispanoamérica.

    La presentación que hace la editorial Gredos de este libro es así: «El género poético, cuyo desarrollo en los últimos cien años ha sido sensacional en la América Latina, quedó injustamente postergado por el clamoroso éxito de la novela y del cuento. Este manual es una tentativa de corregir esa distorsión. Gustav Siebenmann presenta la lírica de Hispanoamérica y la del Brasil desde finales del siglo XIX, con el propósito de dar una visión de conjunto de la producción poética en el continente. Es la primera vez que se ofrece una síntesis de toda la poesía. En ella tiene cabida la importante y original poética brasileña, tantas veces marginada, y también la poesía de los más de cuarenta millones de hablantes indígenas, lo mismo que el componente afroamericano. A pesar de disparidades y desfases, el enfoque comparativo permite distinguir en ellas ciertas constantes, resultado de una historia cultural común.

    La materia —compleja y amplia— queda dividida en cinco capítulos. En el primero se recuerda la diversidad y originalidad cultural de las distintas regiones. El segundo ofrece una visión diacrónica de la poesía de antes y después de 1960. En el capítulo tercero se describen los movimientos y tendencias, mientras que el cuarto presenta las semblanzas de treinta y siete poetas. Para terminar, a la bibliografía se añade una fonografía selecta y unos índices detallados.

    Este manual de Gustav Siebenmann, gran experto en poesía, aborda desde diversos enfoques —histórico, poetológico y biobibliográfico— el conocimiento crítico de todo un siglo de poesía latinoamericana, una de las más vitales, más variadas y socialmente más presentes de la literatura universal».

  

LEXICOGRAFÍA

Emile Slager, Pequeño Diccionario de Construcciones Preposicionales, Visor Libros, Madrid, 1997, 452 págs.

    En la introducción el autor explica así el proyecto de este Diccionario: «Lo que ofrece este libro es una colección de palabras (verbos, sustantivos y adjetivos, y algún adverbio) seguidas de preposición fija, ordenadas por orden alfabético y provistas de ejemplos. [...] Las fuentes que nos han servido para buscar ejemplos son textos originales (no traducidos) y estrictamente contemporáneos escritos en español peninsular. No sólo se trata de textos impresos de todo tipo (novelas, cuentos, ensayos, libros de texto, periódicos y revistas generales y especializadas), sino también de textos publicados o reproducidos en otra forma, sea en cd-rom, sea a través de Internet. [...] El grueso del libro lo ocupa el diccionario propiamente dicho, donde las palabras recogidas se presentan en riguroso orden alfabético. Detrás de esta parte se encuentra un registro donde se puede buscar para cada preposición qué palabras se combinan con ella. En el diccionario mismo no se indica la categoría gramatical, salvo en casos donde pudiera dar lugar a duda. En el registro por preposición, en cambio, cada vocablo va seguido de su indicación de categoría. Al final del libro se encuentra la lista completa de las fuentes, ordenada según los códigos correspondientes». 

 

LITERATURA HISPANOAMERICANA

Carmen Alemany Bay, La polémica del meridiano intelectual de Hispanoamérica (1927) (Estudio y textos), Universidad de Alicante, 1998, 174 págs.

    Carmen Alemany recoge en este libro los textos intervinientes en la polémica del meridiano intelectual, precedidos de un estudio sobre las cuestiones más significativas que la polémica fue sacando a la luz: «Con la firma de “Ortelli y Gasset”, la revista de la vanguardia bonaerense Martín Fierro publica, en el número del 10 de julio de 1927, un artículo polémico con el de otro anónimo intelectual español (Guillermo de Torre) que con el título “A un meridiano encontrao en una fiambrera” va a desencadenar una serie de réplicas y contrarréplicas, apasionadas las más de las veces, que han pasado a ser conocidas como la polémica del “meridiano intelectual de Hispanoamérica”. Aquel artículo terminaba con una frase cuyo tono, afortunadamente, va a ser pronto sustituido por otro más intelectual y constructivo: “Che meridiano: hacete a un lao, que voy a escupir”. [...] La publicación del artículo “Madrid, meridiano intelectual de Hispanoamérica” en la revista madrileña La Gaceta Literaria del 15 de abril de 1927 desató un caudal de pasiones y de respuestas en Hispanoamérica que habrían sorprendido a su mismo autor, Guillermo de Torre, que lo publicó sin firma, y, seguramente, con otras intenciones. El escritor español planteaba en su artículo cuestiones que venían siendo polémicas habituales (manifiestas o latentes) en las relaciones entre España e Hispanoamérica desde la Independencia, pero que en el año 1927 cristalizaron en las conciencias de los intelectuales trasluciendo en su fondo una cuestión nuclear: las deudas literarias en una lengua común». 

NARRATIVA

Ángel Ganivet, Los trabajos del infatigable creador Pío Cid (ed. de José Montero Padilla), Castalia, Madrid, 1998, 378 págs. 

    «Los trabajos del infatigable creador Pío Cid, publicada por primera vez en 1898, representó para Ganivet el logro de uno de sus más queridos proyectos: autocrearse en literatura, identificar la búsqueda personal de sí mismo con la creación artística. La novela, dividida en Trabajos, es una mezcla de novela costumbrista, madrileña, biográfica, social y psicológica, en la que predomina la reflexión sobre la acción, en la que abundan las disertaciones, argumentaciones, disquisiciones. A través de los quehaceres y andanzas de Pío Cid, Ganivet hace una exposición completa de todas sus ideas, creencias y escepticismos sobre temas de la más variada índole (éticos, literarios, filosóficos...), intercala poemas y otros relatos, emprende la reforma social de España... Es, en suma, una gigantesca novela de ensayo, extraordinaria, curiosa, original, con la que Ganivet ensanchó el concepto de novela, creó un género nuevo adecuado a su estilo y encontró en él el cauce más adecuado para dar expresión a su anhelo de comunicación».

    La presente edición, a cargo de José Montero Padilla, profesor de Literatura en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense, consta de una amplia introducción biográfica y crítica, una bibliografía selecta y las acostumbradas notas aclaratorias a pie de página.

  

Salvador Rueda, El Gusano de Luz (Novela Andaluza) (ed., pról. y notas de Mª Isabel Jiménez Morales), Arguval, Málaga, 1997, 238 págs. 

    En 1889 se publicaba El Gusano de Luz. Repitiendo el motivo del viejo enamorado, «Salvador Rueda narra una bella historia de amor entre el tío Sebastián —un viejo y opulento cortijero de la hoya malagueña— y Concha, su joven sobrina de quince años. El amor nace entre ellos de forma incontenible, en plena vendimia. Esta oportunidad es aprovechada por el autor para dar rienda suelta a sus dotes descriptivas y para dibujar ante nosotros escenas de sabor tan costumbrista y andaluz como las del amasijo silvestre, las fiestas en los lagares, la trilla, la preparación del gazpacho, la buenaventura o las diferentes formas de cortejar que tenían los campesinos». 

 

[Juan Goytisolo], Autores varios, Las semanas del jardín, Alfaguara, Madrid, 1997, 184 págs.

    En Las semanas del jardín Goytisolo es el transcriptor de un círculo de lectores de un poeta desaparecido, homosexual y rojo. Los poetas se reúnen durante tres semanas, los viernes, en un jardín, para contar cada uno lo que sabe de aquel poeta, cuyo nombre es Eusebio. Este poeta «fue detenido en Melilla en los primeros días del Alzamiento e internado en un hospital psiquiátrico militar, de donde según unas versiones se fugó y según otras versiones le corrigieron y liberaron. Los narradores nos dan sus distintas versiones, a veces contradictorias, a veces complementarias. El todo, la versión de versiones, la Vida del Poeta, se forma en la mente del lector.

    La novela consta de tres partes, una por cada semana de la reunión. Los narradores son veintisiete, nueve por viernes de reunión, más uno que hace de compilador o secretario, con lo cual suman veintiocho, tantos como letras del alfabeto sufí con que se van titulando los capítulos. La historia del poeta es sumamente seductora en labios de los que narran con toda suerte de variantes y contradicciones.

    El Círculo de Lectores del Poeta, antes de dispersarse, inventó un autor. Después de prolongadas discusiones en las que sus miembros lucieron vastos conocimientos etimológicos, históricos y lingüísticos, forjaron un apellido ibero-eusquera un tanto estrambótico, Goitisolo, Goitizolo, Goytisolo —finalmente se impuso el último—, le antepusieron un Juan —¿Lanas, Sin Tierra, Bautista, Evangelista?—, le concedieron fecha y lugar de nacimiento —1931, año de la República, y Barcelona, la ciudad elegida por sorteo—, escribieron una biografía apócrifa y le achacaron la autoría —¿o fechoría?— de una treintena de libros. En el momento de la despedida, cuando estaban ya hartos de la ficción de aquellas semanas en el jardín y suspiraban por volver a sus hogares y familias, le compusieron un rostro con distintas imágenes en un astuto montaje en sobreimpresión y lo pegaron, para rizar el rizo, como un monigote, en esta solapa». 

 

Günter Grass, Es cuento largo, Alfaguara, Madrid, 1997, 800 págs.

Es cuento largo es un monumental análisis literario crítico con la historia de Europa, la cual parece empecinada en ignorar su pasado y en perpetuar una «ceguera colectiva en la era del fin de la historia y lo “políticamente correcto”». Miguel Sáenz, traductor del libro de Grass, lo califica de «novela subversiva y berlinesa» y pone en relación el texto de Grass con dos obras maestras de Fontane: Effi Briest y El Stechlin. La novela de Grass, dice Sáenz en la octavilla de difusión de Alfaguara, «tiene la misma serenidad y la misma (en realidad, mayor) maestría, y su autor comparte con Fontane una característica: “Trato lo pequeño con el mismo amor que lo grande...”.

    Son dos los protagonistas de Grass. El primero es Theodor Wuttke, cariñosamente llamado “Fonty” por sus amigos. Fonty no sólo es un experto en Fontane (lo sabe todo sobre él, y es capaz de citar y recitar su obra de memoria) sino que su propia vida es reflejo, cien años después, de la de Fontane. Theodor Wuttke, primero cabo de la Luftwaffe, luego conferenciante literario oficial, simple mensajero en la Casa de los Ministerios de la República Democrática Alemana y, por último, colaborador de la Treuhand, la sociedad de la República Federal encargada de liquidar las “propiedades del Pueblo” después de la unificación, es un intelectual que ha padecido el régimen imperante durante medio siglo en la parte de Alemania en la que le tocó vivir. A pesar de ello, se niega a aceptar que, tras la caída del Muro, todo lo que ese medio siglo ha dejado (fábricas, productos de consumo o cultura) tenga sólo valor como chatarra. Su parecido físico con Fontane —de una nobleza como anticuada, de antes de ayer— es notable, pero también se le asemeja psicológicamente, por ejemplo, en su ambivalente postura hacia los judíos o el Poder, en su capacidad para “estar serenamente por encima”, y en su carácter desgarrado, sentimental y amenazado siempre por la depresión.

    A su lado, inseparable, Hoftaller, su Sombra-de-noche-y-día, su pesadilla. Para darle vida, Grass realiza una pirueta y adopta al personaje creado por su amigo el escritor Hans Joachim Schädlich (recientemente fallecido) en su novela Tallhover. Tallhover —ahora Hoftaller— es un personaje que atraviesa las épocas y los sitemas políticos: el espía, el chivato, el agente de la seguridad del Estado... Schädlich, al final de su novela, hacía que el propio Tallhover se condenara a muerte, pero Grass ha estimado que una figura así no podía morir. Su Hoftaller es un perfecto miserable, pero Günter Grass consigue el milagro de hacerlo comprensible y, aunque Hoftaller arruine la vida de Fonty, con sus múltiples chantajes y coacciones, entre los dos hombres —extraña pareja con ribetes de novela picaresca— existe una relación que sólo podría calificarse como de amistad.

    Y al fondo —continúa Sáenz—, Alemania, desde la Revolución de 1848 hasta la caída del Muro y la liquidación por derribo de la rda, desde Otto von Bismarck y el káiser Guillermo I hasta Walter Ulbricht y Helmut Kohl, desde la unidad prusiana en 1870-1871 hasta la unidad alemana de 1989... Grass, como el propio Fonty, sabe mezclar épocas y personajes en un mismo párrafo (casi en una misma frase) y los dos pueden, sin ningún esfuerzo, “atravesar un siglo a grandes zancadas”. En este sentido, la riqueza histórica de la novela (y la investigación en que se basa) es prodigiosa. El lector español juega —dice Sáenz— en desventaja con el alemán y por eso en la versión castellana se ha querido, mediante unas notas reducidas al mínimo, suministrarle una información de la que quizá no disponga. Porque no es sólo el acontecer político el que continuamente surge, sino también todo un entorno literario (Kleist, Hauptmann, Uwe Johnson, una plétora de escritores de la RDA...), por desgracia poco familiar en España».

    Sáenz recuerda que esta novela fue muy discutida «por una parte de la crítica alemana, encabezada por Reich-Ranicki (al que desde entonces Grass llama sólo, para no hacerle publicidad, «ese señor de Frankfurt»). Rara vez ha habido una reacción (o Reacción) más injusta y desmesurada, en la que influyeron, sin duda, motivos políticos, pero la respuesta del lector —tanto en Alemania como en los países en que la novela, traducida, ha aparecido ya— ha sido apabullante. Lo que demuestra, según Grass, que el lector quiere ser informado, pero no que se le dicte lo que tiene que leer. Sobre la novela se han escrito muchas inexactitudes y abiertas falsedades. Se ha dicho que es un libro contra la Unidad alemana, que Grass hace apología del terrorismo, y otras sandeces». Ahora, el lector español también tiene su palabra.

  

Per Olov Enquist, El ángel caído (trad. de Martin Lexell y Cristina Cerezo Silva; pról. de Jesús Ferrero), Ediciones de la Torre, Madrid, 1998, 120 págs. 

    Enquist, nacido en 1934 en Hjoggböle, Suecia, escribió en 1961 la novela Kristallögat (El ojo de cristal) y desde entonces ha publicado un gran número de novelas, ensayos, relatos, guiones para televisión y cine, como Pelle Erövraren (Pelle, el Conquistador), dirigida por Bille August, y varias obras teatrales, entre las que destaca Tribadernas natt (La noche de las Tríbadas), sobre August Strindberg y sus relaciones con las mujeres. Su obra más reciente Bildmakarna (Los creadores de imágenes) ha sido estrenada este año en Estocolmo bajo la dirección de Ingmar Bergman.

    El ángel caído es «un relato profundo y riguroso, una miniatura sobre el amor y el perdón, un pequeño tratado que recoge la verdad sobre el hombre: el miedo a los mostruos de la humanidad.

    Una sola voz narra de forma fragmentada tres historias diferentes, cuyo tema es el mismo, el amor. Sus protagonistas son Pasqual Pinon, mostruo de dos cabezas, la amante borracha y despreciada de Brecht y el chico asesino.

    A través de los personajes principales se explora el sentimiento del amor desde diversos aspectos: la culpa, la muerte, la dependencia, la amargura y la transgresión de todos los límites humanos de la razón.

    Formalmente el autor emplea un procedimiento complicado armónico para enlazar los distintos relatos que componen la novela: los introduce a modo de composición musical. Se irán sucediendo un preludio, cuatro canciones y finalmente una coda. Es una narración muy visual que se nutre de imágenes, y donde las referencias cinematográficas son constantes».

  

Arto Paasilinna, El año de la liebre (trad. de Ursula Ojanen y Juan Carlos Suñén), Ediciones de la Torre, Madrid, 1998, 158 págs.

    El finlandés Arto Paasilinna crea en El año de la liebre lo que Ediciones de la Torre describe como novela ecológica de humor: «A través de las aventuras que vive el protagonista se hace una defensa de la naturaleza al mismo tiempo que se pone de manifiesto las barbaridades que el hombre comete contra ella.

    Vatanen, un periodista asqueado de su monótona vida, decide, tras atropellar y curar una liebre, quedarse en el campo y abandonarlo todo: su aburrido trabajo, su materialista esposa y, en definitiva, su acomodada pero infeliz vida. A lo largo del libro Vatanen va viajando con su inseparable liebre por diversos pueblos y ciudades pequeñas donde descubre que la gente tiene prioridades, otras costumbres y otras ideas muy diferentes a la gente de la ciudad, preocupándose siempre del entorno natural en el que viven y respetándolo.

    El extraordinario sentido del humor que envuelve esta novela y la genialidad de su autor para presentarnos situaciones tan insólitas y grotescas que llegan a rozar lo absurdo hacen de El año de la liebre una de las novelas más excepcionales de la literatura finlandesa». 

 

Tobías Wolff, En el ejército del faraón, Alfaguara, Madrid, 1997, 256 págs.

    «En el ejército del faraón puede considerarse un relato global donde Tobías Wolff vierte su mirada sobre su experiencia en la guerra de Vietnam y, al mismo tiempo, una colección de relatos que se pueden leer independientemente uno de otro. Wolff es un maestro del relato corto.

    “Mi recuerdo de Vietnam es terriblemente negativo” declaró cuando estaba escribiendo En el ejército del faraón. Mientras lo componía, iba descubriendo pequeñas anécdotas, episodios aislados que hasta entonces no recordaba y que, de repente, encontraba agradable recuperar.

    [...] Uno de los elementos más significativos al decidirse a escribir este libro fue el descubrimiento de que todas las cartas que le había escrito a su madre y su hermano desde Vietnam eran una sarta de mentiras. Había recurrido a ellas pensando que serían una fuente fidedigna y objetiva de lo que había vivido y se encontró con la sorpresa de que “¡Nunca había leído tantas falsedades en toda mi vida como en esas cartas!, era como si todos los soldados tuviéramos entre manos el mismo guión de la misma película cuando estábamos en Vietnam”.

    En el ejército del faraón es la crónica desgarrada de cómo Tobías Wolff se sobrepuso a su miedo, sus pocas aptitudes militares, al horror que le inspiraba la guerra y conseguir regresar vivo, después de haber utilizado toda clase de picarescas».

  

Antonio Muñoz Molina, El dueño del secreto, Castalia, Madrid, 1997, 218 págs.

    La edición, a cargo de Epicteto Díaz Navarro, profesor de la Universidad Complutense, es «la primera novela corta de Muñoz Molina y se enmarca dentro de su segunda etapa literaria. En ella el autor cuenta la historia de un joven de provincias llegado a Madrid para estudiar Periodismo, que se ve involucrado en una conspiración que pretende acabar con el franquismo en pocas semanas. Muñoz Molina nos refiere, diecinueve años después, en un emocionado relato, los sucesos acaecidos en esta importante etapa de la historia de España, los primeros meses del 74, en que se vivían los últimos tiempos del franquismo y el advenimiento de la democracia».

    Esta edición consta de las habituales secciones de la Colección Castalia Didáctica. Son muy útiles las notas que aparecen a pie de página, porque aclaran importantes hechos históricos y establecen conexiones literarias. 

 

Arturo Pérez-Reverte, Limpieza de sangre, Alfaguara, Madrid, 1997, 264 págs.

   Limpieza de sangre es la segunda entrega de Las aventuras del capitán Alatriste. Y como en ésta, Pérez Reverte «reúne otra vez a los viejos enemigos de Diego Alatriste (el inquisidor fray Emilio Bocanegra; el secretario del rey Felipe IV, Luis de Alquézar, o el mercenario asesino Gualterio Malatesta) y a sus amigos de siempre (el joven Íñigo Balboa, el poeta Francisco de Quevedo, el teniente de alguaciles, Martín Saldaña, o la mesonera Caridad la Lebrijana).

    [...] A punto de incorporarse a su antiguo tercio en Flandes, Diego Alatriste se ve envuelto por mediación de su amigo don Francisco de Quevedo en otra peligrosa aventura. Una mujer ha aparecido estrangulada en una silla de manos frente a la iglesia de San Ginés, con una bolsa de dinero y una nota manuscrita: Para misas por su alma. El enigma se complica con los sucesos misteriosos que ocurren tras las paredes de un convento, cuando Alatriste es contratado para rescatar allí a una joven novicia. En el azaroso y fascinante Madrid de Felipe IV, entre lances, tabernas, garitos, intrigas y estocadas, la aventura pondrá en juego la vida de los amigos del capitán, haciendo surgir del pasado los fantasmas de viejos enemigos: el pérfido secretario real Luis de Alquézar, el inquisidor fray Emilio Bocanegra y el siniestro espadachín italiano Gualterio Malatesta.

    Pérez-Reverte no escatima en Limpieza de sangre duras críticas contra la corrupción funcionarial, la ambición de los mediocres, o el brutal comportamiento de los clérigos de la Inquisición, para ofrecer una interpretación beligerante con la realidad de aquella España en decadencia bajo el reinado de Felipe IV.

    Las aventuras del capitán Alatriste son una serie de novelas por entregas —como las de antes—, en la mejos tradición de las historias de espadachines en las que sobresalió como maestro Alejandro Dumas, del que tan deudor (junto a otros como Fèval, Hope, Zèvaco, Hugo, Pouson du Terrail, Conan Doyle, etc.) se muestra el propio Pérez-Reverte».

  

PENSAMIENTO

Emilio Lledó, Imágenes y palabras, Taurus, Madrid, 1998, 616 págs.

   Imágenes y palabras es un libro extraordinario en el que el profesor Lledó reflexiona sobre el arte, la filosofía, la literatura o la educación con extraordinaria claridad. El arte y la mirada es el primer apartado del libro en el que se interpreta la amistad, el lenguaje, la ciudad o la naturaleza y en el que Lledó utiliza la mirada interior para tratar de que nos conozcamos a nosotros mismos. Pero existen otros instrumentos para conocer: «El hombre contemporáneo posee un tesoro que es la palabra escrita, el territorio en el que queda fijada la memoria del hombre. A ellos se refiere el autor en el apartado La temporalidad de la escritura. La escritura permite regresar al pasado, en ella queda fijado el tiempo y gracias a ella el hombre puede revivir los hechos y las ideas del pasado, e inspirarse en ellas. En un momento en que el estudio de las humanidades está en cuestión, el profesor Lledó pone de manifiesto la vital importancia de no perder esa tradición y el caudal de sus enseñanzas: “Poder leer —señala— es poder revivir. Un caudaloso río de noticias, de ideas y sentimientos se encauza y mueve por la tradición escrita y dentro de él nos inspiramos y enriquecemos. La efímera y clausurada existencia individual estalla hacia otras fronteras, y se inmortaliza en esa corriente de solidaridad y diálogo”.

    En el tercer apartado Sobre literatura, Lledó analiza a San Juan de la Cruz, Don Quijote, Gracián y Jorge Guillén. Por último, en Sobre filosofía Lledó reflexiona sobre el lenguaje: «La filosofía es una fuente de progreso fundamental en la existencia humana, y Lledó realiza una sugerente, intensa y fundamental defensa de este producto de la mente humana gracias al cual el hombre puede plantearse la comprensión del universo. No hay discusión sobre la vigencia o no de la filosofía, ésta es absolutamente necesaria, y el estudio de su historia, de los textos filosóficos que desde los griegos a nuestros días han ido dejando su testimonio, es un caudal de sabiduría que el hombre contemporáneo no puede permitirse el lujo de ignorar y debe conocer y respetar».

    El último apartado lo dedica Lledó a estudiar la educación y la Universidad: «Fomentar lo que él llama una “cultura moral” ha sido a lo largo de su dilatada vida académica su gran estímulo y su gran reto. La búsqueda de un modelo universitario, la universidad democrática, el amor a lo público, y la pasión por el saber y el conocimiento».

  

Pedro J. Chamizo Domínguez, Metáfora y conocimiento, Anejo XVI, Analecta Malacitana, Málaga, 1998, 126 págs. 

    Pedro J. Chamizo Domínguez, profesor de la Universidad de Málaga, defiende en Metáfora y conocimiento que los mecanismos lingüísticos que permiten explicar el cambio de significado de los términos y, en su caso, la creación de nuevos significados han sido considerados tradicionalmente por muchos filósofos del lenguaje como meros artificios retóricos o estéticos de las lenguas naturales que, en el mejor de los casos, servían para dar variedad al discurso y, en el peor de los casos, eran recursos lingüísticos que había que procurar evitar en todo discurso que tuviese pretensiones de ser cognoscitivo. Frente a esta opinión, el presente libro pretende mostrar cómo estos mecanismos lingüísticos ejercen una esencial función cognoscitiva. Para ello, se comienza con un intento de delimitación entre lo literal y lo metafórico, se estudian algunas estrategias pragmáticas para desambiguar las proferencias metafóricas y se finaliza con un estudio del uso de metáforas en diversos ámbitos disciplinares tales como la literatura, la filosofía, la religión y la ciencia. 

 

Antonio Escohotado, Realidad y substancia, Taurus, Madrid, 1997, 420 págs.

    «Como tratado de filosofía primera (también llamada metafísica y ontología) Realidad y substancia se inscribe en la línea más clásica de la investigación filosófica; sus referentes son obras como la Física de Aristóteles, la Crítica de la razón pura de Kant o la Ciencia de la lógica de Hegel. En lengua castellana, el único antecedente de radicalidad comparable es la trilogía de Xavier Zubiri (Inteligencia sentiente, Inteligencia y logos, Inteligencia y razón).

    El tratado contiene dos partes bien diferenciadas. Una desarrolla sistemáticamente la tesis fundamental, que comienza con una ontología de la objetividad. La otra (expuesta en el prefacio y los apéndices) revisa las líneas básicas del pensamiento contemporáneo. Así, la obra coordina una investigación de corte especulativo (centrada sobre lo que se denomina “teoría de la acción”) con otra de índole más crítica, que inserta lo primero en el marco de sus referencias y correlatos actuales». 

 

Giovanni Sartori, Homo videns (La sociedad teledirigida), Taurus, Madrid, 1998, 160 págs.

    «Giovanni Sartori reflexiona sobre los cambios que está provocando la revolución multimedia en la que estamos inmersos. Un proceso que tiene numerosas ramificaciones (Internet, ordenadores personales, ciberespacio), pero que se caracteriza por un común denominador: la transformación del homo sapiens, producto de la cultura escrita, en un homo videns para el cual la palabra ha sido destronada por la imagen. Y en todo ello la televisión cumple un papel determinante.

    El mundo en el que vivimos se apoya en los frágiles hombros del “vídeo-niño”, un novísimo ejemplar de ser humano educado ante la pantalla de un televisor incluso antes de saber leer y escribir. La primacía de la imagen, es decir, de lo visible sobre lo inteligible, lleva a un ver sin entender que ha acabado con el pensamientoabstracto, con las ideas claras y distintas. Y ésta es la premisa fundamental a partir de la cual Giovanni Sartori examina la “vídeo-política” y el poder político de la televisión; la conversación del “vídeo-niño” en un adulto sordo de por vida a los estímulos de la lectura y del saber transmitidos por la cultura escrita; la formación de la opinión pública, y de la cantidad de saber qué pasa —y no pasa— a través de los canales de comunicación de masas». 

 

POESÍA

Teresa Núñez, Ojalá el otoño, Ánfora Nova, Rute, 1997, 68 págs.; Enrique García Márquez, Ardua mediocritas, Ánfora Nova, Rute, 1997, 62 págs.; Campos Reina, La Rosa de Apolo, Ánfora Nova, Rute, 1997, 56 págs. 

    La autora de Ojalá el otoño, galardonada en numerosas obras con una gran cantidad de premios poéticos, obtuvo el Mariano Roldán 1995 con el presente libro de poesías. Ojalá el otoño está dedicado a los recursos de una infancia transcurrida a trechos en Sevilla. Ardua mediocritas es premio Mariano Roldán de 1996. Y La Rosa de Apolo es un relato breve en el que el cordobés Campos Reina —autor de Santepar, Un desierto de seda o El bastón del diablo— trata de aprehender su propia intimidad.