Estudio contrastivo del léxico en las lenguas afines.

La engañosa semejanza: la traducción de los falsos amigos

en español e italiano

Giorgia Marangon

(lr1marmg@uco.es)

universidad de córdoba

  

 

Resumen

Este artículo se propone analizar desde el punto de vista contrastivo el léxico de las comúnmente denominadas lenguas afines y, específicamente, el caso de los falsos amigos en italiano y español. El objetivo es crear un material didáctico útil para que se logre identificar lo que es igual y lo que es diferente en los dos idiomas, a través de un riguroso examen contrastivo, y reducir así al mínimo la fosilización de los errores desde un nivel de aprendizaje inicial.

 

 

Abstract

This paper aims at a contrastive analysis of the lexicon of the so called related languages and, specifically, the issue of false friends between Italian and Spanish. The main objective is the creation of useful pedagogic material so Italian and Spanish speakers may identify the true similarities and differencies between these two languages, through a rigorous contrastive analysis, in order to reduce to a minimum the stagnation into prevalent mistakes at the very start of the learning process.

 

Palabras clave

 

Italiano

Español

Gramática contrastiva

Errores

Traducción

Falsos amigos

Español para extranjeros

 

 

 

 

 

 

 

Key words

 

Italian

Spanish

Contrastive grammar

Mistakes

Translation

False friends

Spanish for foreigners

 

 

 

AnMal Electrónica 30 (2011)

ISSN 1697-4239

 

  

 

  

INTRODUCCIÓN

 

[...] me parece que el traducir de una lengua en otra, como no sea de las reinas de las lenguas, griega y latina, es como quien mira los tapices flamencos por el revés; que aunque se ven las figuras, son llenas de hilos que las escurecen, y no se ven con la lisura y tez de la haz; y el traducir de lenguas fáciles, ni arguye ingenio, ni elocución, como no le arguye el que traslada, ni el que copia un papel de otro papel (Cervantes 1855: 53).

La célebre reflexión de Cervantes alimenta unos tópicos que fomentan la idea absolutamente errónea de que, entre lenguas afines como el italiano y el español, más que de traducción se debería hablar de transposición verbal: casi el traductor copiara, trasladara de un papel a otro. ¿Es esto realmente así? Cuando empecé a trabajar sobre este argumento quise preguntarles a mis alumnos de italiano si lenguas afines era, para ellos, sinónimo de lenguas fáciles. Sorprendentemente la respuesta fue, casi siempre, un sí seguro y, no obstante mi asombro, insistían subrayando una conocida sentencia: «El aprendizaje de la lengua italiana para un español, y viceversa, es tarea fácil, porque el hablante y el oyente se entienden sin muchos problemas, sin grandes esfuerzos». Esta es la idea recurrente y, desgraciadamente, la primera que nuestros alumnos de italiano tienen cuando empiezan un curso de lengua. La presunta facilidad se transforma en el primer obstáculo que superar.

Todas las lenguas que derivan del latín comparten, en mayor o menor medida, palabras y estructuras; en el caso del italiano y del español es aún más evidente, porque el nivel de parentesco entre ambos idiomas es uno de los más estrechos. Según señala Leopardi, poeta y filólogo italiano del Ochocientos, experto lingüista e insaciable investigador, en su obra Lo Zibaldone, «La lingua spagnuola è sorella carnalissima della nostra» (3389: 1174). Las razones del parentesco son muchas: similitudes estructurales, transparencia léxica y una base gramatical que tiene raíces comunes. La casi perfecta equivalencia del sistema vocálico, por ejemplo, facilita al discente español que se acerca al estudio de la lengua italiana la comprensión oral, hasta el punto de que se cree que puede hacerse entender por un oyente italiano sin demasiado esfuerzo. Grave error. Sobre este punto insisto todos los años al empezar el curso académico; me dirijo a mis alumnos y les digo que justo la semejanza entre los dos idiomas que, en teoría debería hacer más fácil el aprendizaje de uno partiendo del otro, resulta ser, en cambio, engañosa e induce, a menudo, a aprenderlos mal y a cometer errores garrafales en la clase de traducción. Carlo Tagliavini lo confirma observando:

Si arriva così al paradosso che un italiano di buona volontà che cominci in pari tempo lo studio dello spagnolo e del tedesco e che coltivi ambedue le lingue con ugual diligenza, dopo un anno conoscerà meglio lo spagnolo che il tedesco, circa un rapporto di 10: 1, dopo due, 8:3, poi di 7:5, ma dopo quattro anni il grado di conoscenza sarà circa uguale, e dopo cinque tradurrà più correttamente dall'italiano in tedesco che dall’italiano in spagnolo (1947).

Mi objetivo es analizar algunos de los problemas que se plantean en el aprendizaje del italiano para discentes hispanófonos y de marcar cómo, a menudo, el hecho de estudiar lenguas afines genera muchas más dificultades a la hora de traducir correctamente de la L1 a la L2. Katerin Katerinov, profesor de italiano de la Universidad para Extranjeros de Perugia, ha demostrado que los estudiantes que cometían un mayor número de errores, en su clase de italiano, eran hispanófonos. ¿Por qué? ¿Por qué un estudiante polaco emplea más tiempo en hablar italiano con respecto a un estudiante español, pero comete muchos menos errores? Es el mismo razonamiento expresado por Tagliavini. En el primer año de estudio, un italiano hablará sin duda mejor español que un polaco; pero, en el quinto, el estudiante polaco demostrará un dominio gramatical de la lengua superior al estudiante italiano y una mayor fluidez de vocabulario. Lo que quiero aclarar es que el problema no es nunca la nacionalidad del alumno, sino su L1; para ser exacta, la afinidad entre su L1 y la L2.

Los años de docencia en las clases de traducción en España, me han enseñado que un alumno español que estudia el italiano, necesita recibir una confirmación sobre lo que es similar en los dos idiomas y, por supuesto, sobre lo que es diferente. Resumiendo, en el caso especifico de los hispanohablantes, hay que aprender y analizar la lengua italiana desde la española y viceversa, es decir, hay que analizar los dos idiomas desde el punto de vista contrastivo. En la clase de traducción, el estudio contrastivo de la gramática es fundamental porque, partiendo de la L1 se pueden evitar aquellos escollos que se interponen entre el estudiante y el idioma para alcanzar un buen nivel de traducción de la L2.

La comparación es una estrategia cognitiva universal. Los alumnos ensayan procedimientos de tipo contrastivo sobre todo en el caso de marcadas analogías entre L1 y L2. ¡Pero atención! Cuando la percepción de distancia entre la L1 y la L2 es mínima, como es el caso del español y del italiano, el riesgo de que se desencadenen marcados elementos de contaminación lingüística es muy probable. De ahí la necesidad de aclarar algunos puntos en la didáctica de las lenguas afines que, en este contexto, son de origen léxico. De estas consideraciones se desprende la necesidad de adoptar un enfoque pedagógico apropiado, para aprovechar las ventajas de la proximidad, controlando al mismo tiempo los aspectos negativos.

 

ESTUDIO CONTRASTIVO DEL LÉXICO

La lexicología contrastiva estudia la comparación entre el léxico de la L1 y él de la L2. Cuando se aprende un nuevo vocabulario, el estudiante se enfrenta a la inevitable contraposición entre éste y el suyo propio. Esto porque, entre nuevos y antiguos usos verbales, existen categorías constantes de dificultad que pueden depender de la forma y del significado. Lado ha detectado siete categorías de relaciones entre las palabras de dos idiomas distintos:

Comparing the foreign language vocabulary with that of the native language we will find words that are (a) similar in form and in meaning, (b) similar in form but different in meaning, (c) similar in meaning but different in form, (d) different in form and in meaning, (e) different in their type of construction, (f) similar in primary meaning but different in connotation, and (g) similar in meaning but with restrictions in geographical distribution (1968: 82).

La segunda de las siete categorías de Lado —«similar in form but different in meaning»— se conoce, en el ámbito de la lexicología contrastiva, con el nombre de falsos amigos o falsos afines: las palabras de dos idiomas diferentes, que son iguales o similares en la forma, pero totalmente o en parte diferentes en sus significados.

 

Falsos amigos evidentes

Per le lingue dello stesso ceppo, quali sono appunto le neolatine, il ricorso all’analisi contrastiva di campi piuttosto vasti e non di coppie o triplette di parole diventa quasi indispensabile. Infatti maggiore è la somiglianza tra le due lingue, tanto più risulta difficile e tanto più arduo è per lo studente, o aspirante traduttore, cogliere tali sfumature (Marello 1989: 128-129).

Italiano y español tienen un número importante de palabras que son idénticas o casi, pero lo que expresan en cada una de las lenguas puede variar notablemente. Todo esto contribuye a crear en el discente una engañosa sensación que, después de un primer contacto muy seguro con el idioma —el discente entiende casi todo o por lo menos es lo que cree—, se transforma en inseguridad. Lo atestiguan numerosos errores y una fosilización en el aprendizaje complicada de evitar. Es por lo tanto fundamental que el discente conozca lo que es similar y lo que no lo es en los dos idiomas. A menudo presento a mis alumnos el ejemplo de la palabra dormitorio, igual en la forma en los dos idiomas, pero no en el significado: aunque ambas expresen la idea del dormir, en italiano indica una gran habitación donde pueden dormir muchas personas; en español, una sencilla habitación para una o dos personas. Lo que es similar se convierte en diferente y favorece el aumento de errores. Entre los falsos amigos más conocidos recordamos:

 

amo (ita.) = ‘anzuelo’ (esp.)

amo (esp.) = ‘padrone’ (ita.)

aceto (ita.) = ‘vinagre’ (esp.)

aceite (esp.) = ‘aceto’ (ita.)

asilo (ita.) = ‘guardería’ (esp.)

asilo (esp.) = ‘ospizio’ (ita.)

bollo (ita.) = ‘sello’ (esp.)

bollo (esp.) = ‘bernoccolo’ (ita.)

burro (ita.) = ‘matequilla’ (esp.)

burro (esp.) = ‘asino’ (ita.)

caldo (ita.) = ‘calor’ (esp.)

caldo (esp.) = ‘brodo’ (ita.)

cara (ita.) = ‘querida’ (esp.)

cara (esp.) = ‘faccia’ (ita.)

carota (ita) = ‘zanahoria’ (esp.)

carota (esp.) = faccia tosta (ita.)

salire (ita.) = ‘subir’ (esp.)

salir (esp.) = uscire (ita.)

subire (ita.) = ‘sufrir’ (esp.)

subir (esp.) = salire (ita)

 

A los profesores estos errores nos hacen sonreír, pero son el comienzo de un proceso de aprendizaje muy importante. Cuando un hispanófono o un italófono analizan desde el punto de vista contrastivo los falsos amigos evidentes, descubren que la lengua que creían fácil solo por afinidad y familiaridad con su L1, no solo no lo es, sino que lo que parecía similar quizás no lo sea tanto.

 

Falsos amigos parciales

Son palabras o expresiones aparentemente parecidas en la forma, pero que difieren en matices en su significado. La palabra albergue, por ejemplo, corresponde a la palabra italiana albergo solo cuando esta última se usa en sentido literario; en su uso común, albergue es, en italiano, un ostello. La palabra apartamento en español significa ‘pequeño alojamiento amueblado, más bien de una sola habitación’; en italiano, appartamento significa ‘alojamiento grande, amplio’, correspondiente al español piso. No es siempre oportuno traducir la palabra ilusión española con la italiana illusione. Ilusión, efectivamente, en su significado de ‘alegría, entusiasmo’, no corresponde al italiano illusione, que el diccionario Zingarelli define como «un inganno dei sensi per cui una falsa impressione viene creduta realtà». Otro ejemplo significativo es el sustantivo español oficina, que no corresponde al italiano officina (‘taller’) sino a ufficio que, a su vez, no es el oficio español, porque este último corresponde al italiano mestiere. Simples matices que para un principiante podrían convertirse en escollos difíciles de superar. ¿Es por lo tanto fácil traducir los falsos amigos italianos al español y viceversa? ¿Es parte de la labor docente explicar a los alumnos que la familiaridad entre dos idiomas no incluye la facilidad? ¿El uso de la gramática contrastiva nos ayuda en esta tarea? No es mi intención caer en la fácil retórica pero, aunque las respuestas a esas preguntas sean claras para los profesores, aún hoy no lo son para los alumnos.

 

CONCLUSIONES

Es muy importante aclarar este tema, y creo que los ejemplos de los falsos amigos son muy acertados a la hora de hacerlo. Algunas palabras de la lengua española tienen el poder de evocar en el discente italófono, y viceversa, un conjunto de sonidos e imágenes que lo inducen a investigar en su L1 aquellas equivalencias y similitudes que, sin un riguroso examen contrastivo de la lengua, podrían ser la causa de graves errores de comprensión y traducción.

Muy significativas son, al respeto, las palabras del escritor italiano Edmundo De Amicis:

Lo spagnolo non è punto neanco per noi italiani una lingua facile, o, per dir meglio presenta la gran difficoltà delle lingue facili [...]. Si casca nell’italiano senz’accorgersene, si inverte la sintassi ad ogni istante, si ha sempre la propria lingua nell’orecchio e sulle labbra, che ci inciampa, ci confonde, ci tradisce (en Boselli 1943: 23-24).

¿Tiene la L1 el poder de confundirnos, de traicionarnos? Seguramente sí, siempre que no elaboremos razonamientos contrastivos conscientes de que la dificultad mayor está justo en la facilidad aparente. Quien trabaja con lenguas afines sabe, en efecto, que no puede anular la L1 fingiendo que la lengua materna es irrelevante. Nuestra experiencia nos advierte que, en la edad adulta (estamos analizando el estudio de lenguas afines en el ámbito universitario), las cosas nuevas se aprenden de las que ya se conocen y se han asimilado. Desde mi punto de vista, que se se sitúa en el ámbito contrastivo, puedo afirmar que una mayor distancia estructural entre dos idiomas genera una menor dificultad de aprendizaje, y que, por otra parte, desde una menor distancia estructural aumentan notablemente las posibilidades de cometer errores.

Los ejemplos de los falsos amigos son solo el comienzo de un excursus studiorum que ve en el análisis contrastivo una gran posibilidad para el discente de entender lo que es igual y lo que es distinto en los dos idiomas, y de enfrentarse, con mayor seguridad, al estudio de la L2 partiendo de la L1.

Entonces, gramática contrastiva sí, y aún más en la traducción de lenguas afines. La contrastividad, en sus distintas modalidades, es una de las estrategias didácticas más aconsejables, sin olvidar la exigencia de profundizar la investigación en el campo del aprendizaje del italiano como LE. Nuestras clases de traducción son cada día más heterogéneas, y nuestra metodología didáctica debe ajustarse siempre más a la tipología del aprendiz, según las relaciones de proximidad entre las lenguas implicadas. La exigencia de una gramática de tipo contrastivo, que analice las necesidades especificas de un grupo de hablantes, se hace cada día más tangible y patente, no solo entre docentes, sino también entre el alumnado. La gramática italiana para hispanófonos y la española para italófonos del catedrático de Filología italiana de la Universidad de Sevilla, el profesor Manuel Carrera Díaz, es la primera tentativa de elaborar una gramática contrastiva completa. Mi investigación toma impulso desde sus dos manuales (Carrera Díaz 1996 y 2001) y se afianza en la clase de traducción, en la experiencia práctica y directa con los alumnos, siempre y cuando la L1 de los aprendices sea afín a la L2 estudiada.

 

BIBLIOGRAFIA EMPLEADA

c. boselli (1943), Le sorprese dello spagnolo, Milano, Le Lingue Estere.

m. v. calvi (2004), «Aprendizajes de lenguas afines: español e italiano», RedELE, 1, s.p.

m. carrera díaz (1996), Grammatica spagnola, Bari, Laterza.

m. carrera díaz (2001), Curso de lengua italiana, Barcelona, Ariel.

m. de cervantes (1855), Don Quijote de la Mancha, Madrid, Mellado.

r. lado (1968), Linguistics across Cultures: Applied Linguistics for Language Teachers, Ann Arbor, University of Michigan.

g. leopardi (1991), Zibaldone di pensieri, ed. G. Placella, Milano, Garzanti, 3 vols.

c. marello (1989), Dizionari bilingui, Bologna, Zanichelli.

c. tagliavini (1947), «Spagnolo e italiano», Le Lingue Estere, XII, 12, pp. 261-262 y 275-276.

 

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

j. arce, m. carrera díaz, f. fernandez murga y m. muñiz (1984), Italiano y español. Estudios lingüísticos, Sevilla, Universidad.

c. bettoni (2001), Imparare un’altra lengua: lezioni di linguistica applicata, Roma, Laterza.

m. v. calvi (1998), «La gramática en la enseñanza de lenguas afines», en Español como lengua extranjera: enfoque comunicativo y gramática. Actas del IX Congreso Internacional de ASELE, Santiago de Compostela, Universidad, pp. 353-360.

m. carrera díaz (1997), Grammatica spagnola, Bari, Laterza.