Una lectura erótica de los tratados divulgativos

de Amancio Peratoner

 

Patricia Ruiz Fernández

(patricia.ruiz.fernandez@gmail.com)

universidad complutense de madrid

 

Resumen

Amancio Peratoner dedicó una parte importante de su obra a traducir, compilar y comentar tratados sobre higiene, sexualidad, prostitución o enfermedades venéreas. Este artículo propone una posible lectura erótica de esos trabajos divulgativos que se alejan de los textos científicos y se difunden como obras populares y prácticas. La selección de temas e ilustraciones y el lenguaje empleado favorecen dicha lectura.

 

 

Abstract

Much of Amancio Peratoner’s work revolved around translating, compiling and discussing treatises on hygiene, sexuality, prostitution and venereal diseases. This article offers an erotic approach to these informative documents, which move away from scientific texts and result in popular, practical works. The selection of topics, the illustrations and the language used all favour this reading.

 

Palabras clave

 

Amancio Peratoner

Divulgación

Sexología

Erotismo

Siglo XIX

 

 

 

 

 

 

 

Key words

 

Amancio Peratoner

Divulgation

Sexology

Eroticism

19th Century

 

 

 

AnMal Electrónica 32 (2012)

ISSN 1697-4239

      

   

 

 

En el último tercio del siglo XIX, Amancio Peratoner dedicó una parte importante de su producción a la sexología divulgativa. Además de publicar varias compilaciones sobre sexualidad y enfermedades de transmisión sexual, tradujo obras literarias y trabajos técnicos, compiló colecciones de poesía, redactó algunas obras originales y llegó incluso a regentar su propia librería editorial. Su trabajo de editor y librero se documenta en un ejemplar conservado en la Biblioteca Nacional de España: La curación de la syphilis por las inyecciones hypodérmicas de bicloruro hydrargyrico (Badía 1873)[1].

Se trata de un autor polifacético cuya obra se inscribe en diferentes áreas   temáticas, aunque podemos afirmar que llegó a especializarse en el tratamiento «médico popular», según su propia terminología (Peratoner 1881 y 18933), de enfermedades venéreas y «extravíos» sexuales, como dice en los subtítulos de Extravíos secretos u onanismo solitario (Peratoner s.a.b), en su ampliación de Pouillet (Peratoner 1882) o en El Morbo Gálico (Peratoner 18933). Las contribuciones personales de Peratoner a los estudios médicos que traduce son significativas: en sus comentarios se compromete ideológicamente con los temas que documenta, argumenta las ideas que expone y es capaz de comentar de manera amena el material que selecciona.

Su labor de traductor no se ciñe a obras divulgativas, sino que se extiende también al ámbito literario. Vierte al castellano novelas pícaras, como La Señorita Giraud, mi esposa (Belot 1874), en cuyo subtítulo se advierte: esta novela trata de un vicio vergonzoso cuyo orígen asciende a la mas remota antigüedad, con lo que se refiere a la explícita «relación lésbica» que en sus páginas se detalla (Cotoner 2009: 883). Otras novelas de esta índole traducidas por Peratoner son Casada viuda y... doncella, en 1874 (Kock 1825), La Locura francesa (Pigault-Lebrun 1876) y Faustina de Bressier (Delpit 1887). Algunas de sus traducciones son versiones más o menos libres de las obras originales, y así se advierte en el mismo título de su versión castellana de la obra de Flaubert (1875): !!Adúltera!! (Madame Bovary): Novela filosófico-fisiológica […] Traducida libremente al Castellano por Amancio Peratoner; o en su traducción de 1875 de ¿Hombre? o ¿hembra? (Mademoseille de Maupin) (Gautier 1835). Esta labor de Peratoner logró elevado prestigio gracias a sus versiones castellanas que, entre 1880 y 1886, realizó de algunas obras de Zola: El Assommoir (La taberna), Nana y La Obra: Novela parisiense, que gozaron de múltiples reediciones en diferentes casas editoriales[2]. Asimismo, Peratoner puso al alcance de los lectores españoles las ideas laicas sobre el divorcio (Cotoner 2009: 883) en su traducción de La cuestión del divorcio, de Alexandre Dumas hijo (1880).

Sus obras divulgativas sobre sexología explotan la doble vertiente, científica y sexual, de los temas que tratan. Este artículo quiere ilustrar la propuesta de que la gran difusión de estos textos no se basaba tanto en su origen científico como en su temática sexual. La mayoría de sus refundiciones estaban dirigidas a lectores no especializados. La ambigüedad que él mismo fomenta, así como la gestión de este fenómeno desde la industria editorial, se ve favorecida por las facilidades otorgadas a la imprenta legal después de la Revolución de 1868, que tenía en la libertad de expresión uno de sus ideales. El Real Decreto del 23 de octubre de 1868 autorizaba la «libertad de prensa sin censura», que fue incluida luego en las Constituciones de 1869 y 1876 (Bel Mallén 1990: 33-37). Esta libertad de Prensa supone uno de los intereses mayores para los divulgadores y los escritores que en sus obras exploran cuestiones de naturaleza sexual. Peratoner, en El sexto, no fornicar, clarifica su postura respecto a este asunto:

 

El estado, a nuestro entender, no debe el bienestar á nadie; pero debe, á todos, los medios de conquistarlo. Estos medios son: La libertad de prensa. La libertad de discusion. La libertad de reunion y asociacion. En una palabra: todas las libertades vitales (1880a: 235).

 

Puesto que las obras de Peratoner conforman un corpus representativo de un producto editorial de éxito en el último tercio del siglo XIX (Fernández 2003), es lógico que muchas de sus obras fueran reeditadas de forma reiterada. Sin embargo, desde finales del siglo XIX la mayor parte de su obra no se ha vuelto a editar. Excepciones a esa tendencia son Los peligros del amor, de la lujuria y del libertinaje, La Pornocracia o la mujer en nuestros tiempos y El seno de las mujeres (Peratoner 1992, 1995 y 2010).

Las obras de Peratoner eran publicitadas a través de pequeños anuncios en revistas o periódicos. En este tipo de anuncio público se da preeminencia a la ascendencia médico-científica de los libros y al renombre del autor; también se facilitan las señas específicas de la librería en la que se podía adquirir la obra. Publicidad de este tipo apareció en el periódico madrileño El Imparcial, en los días  6-3-1880, 5-5-1881 y 14-10-1881. Otra estrategia publicitaria era dar a conocer las obras próximas a publicarse, o los títulos ya publicados, en las páginas finales de los nuevos volúmenes. Esta técnica empleaba grandes rótulos de variada tipografía. Ocurre así en Higiene y fisiología del amor en los sexos (Peratoner 1880b), donde se notifica que la primera edición de El sexto, no fornicar (Peratoner 1880a) está próxima a agotarse, y se brinda detallada información sobre dicha obra, además de anunciar, en sus páginas finales, los volúmenes que todavía no han salido de la imprenta. Los atractivos que se realzan en este tipo de publicidad son los mismos que se usan como criterio para publicar la obra (Fernández 2003: 674) y son señalados frecuentemente en la portada: su utilidad y su valor práctico, las autoridades en las que se basa, la aparición de ilustraciones y la fama de su autor.

En la actualidad, los libros de Peratoner son catalogados frecuentemente bajo las etiquetas de erótico y raro. Sin duda, la «rareza», como señala Díez Fernández (2010: 302), es una de las características más apreciadas por los lectores de literatura erótica, y ese rasgo revaloriza las obras y define estudios y recopilaciones de textos eróticos. Es significativo que Cerezo (2001: 178) incluya a Peratoner en su repertorio de literatura erótica. También Amezúa consideró su obra característica del «género venéreo», dado que sus tratados resultan en ocasiones «viciosos» o «escabrosos» (1991: 197).

En el último tercio del siglo XIX hubo una estrecha relación entre los tratados sobre sexología, amenos y didácticos, basados en ideas higienistas y regeneracionistas, y las novelas «de resonancia escandalosa» (Fernández 2005: 130), que recogen las ideas naturalistas introducidas en España por los autores representativos del naturalismo radical, término que «fue acuñado por Alejandro Sawa» para referirse a la literatura de López Bago, que siguió los principios de Zola en sus novelas «médico-sociales» (Fernández 2008: 113)[3]. Estas obras literarias comparten con las divulgativas su temática y su forma de abordar explícitamente temas como la prostitución, las enfermedades de transmisión sexual o el adulterio; fueron publicadas por las mismas casas editoriales y gozaron, al igual que las divulgativas, de gran popularidad (Fernández 2005: 132 y ss.).

Peratoner aborda de forma recurrente asuntos referidos a la sexualidad de la mujer. Al margen de los fines a que alude con frecuencia para legitimar estas obras (promover la educación de las hijas, alertar de los caminos que llevan a ejercer la prostitución u ofrecer indicaciones sobre la higiene femenina), se infiere un interés por las mujeres como público lector emergente (Simón Palmer 2003: 745-751).

Estos tratados tienen el aliciente de estar algunas veces ilustrados con láminas, y en ocasiones, cuentan con la particularidad de incluir pequeños pasajes originales y literarios, que representan libremente los asuntos que se tratan de forma analítica.

 

EROTISMO Y TRATADO SEXOLÓGICO

Es evidente que los textos eróticos, igual que las películas o las fotografías eróticas, tienen la función fundamental de excitar sexualmente, para lo cual se producen y comercializan. Entre los escritos de temática sexual y la intención de estimular sexualmente a través de textos obscenos, se produce una «identificación de rasgos» (Fernández 2008: 117), pues el erotismo es el fin de la mayoría de los textos de naturaleza sexual. Si bien a los tratados sexológicos se les supone una pretensión diferente, es difícil ignorar la fusión tradicional entre un texto que trata de sexo y el erotismo derivado del mismo. Es interesante corroborar que, bajo una apariencia pretendidamente técnica, Peratoner trata algunos asuntos de poco interés científico, pero de los que se desprende fácilmente una lectura erótica.

A  pesar de que en tiempos pretéritos algunas obras fueran señaladas por sus receptores coetáneos por su lubricidad, en la actualidad probablemente muchas de estas obras no podrían ser definidas como eróticas. No obstante, el lector contemporáneo puede valorar en su lectura la configuración del erotismo de estas obras desde una perspectiva diacrónica. Esto se debe a que lo erótico y la sexualidad responden a construcciones culturales (Díez Fernández 2006: 7). De acuerdo con Vázquez García y Moreno Mengíbar, consideramos sin reservas que la sexualidad humana no responde a la pauta biológica e invariable del instinto, sino que se debe pensar lógicamente como «episodio de época y no como universal» (1997: 30). La faceta biológica de la sexualidad humana es innegable, pero los conceptos de sexualidad, de patología o de práctica sexual, son imposibles de definir sin tener en cuenta el momento histórico al que nos referimos. Los individuos de cada época construyen su idea de sexualidad condicionados por los discursos institucionales, es decir, sociales, y no en base a parámetros exclusivamente biológicos. Asimismo la sexualidad humana es creativa y el erotismo se manifiesta en la producción artística cultural de cada sociedad. Por último, podemos considerar que la sexualidad se construye también como una dimensión política y social del individuo.

El hecho de tratar de definir el concepto de literatura erótica reivindica la existencia de un género erótico al margen de consideraciones de tipo moral. Para perfilar los límites de la literatura erótica, Infantes alude al «tema» de la obra y aclara que los temas eróticos pueden estar «inscritos o no en una tradición determinada (homosexualidad, lesbianismo, onanismo, memorias licenciosas, aventuras galantes, sadismo, masoquismo, etcétera)»; al «lenguaje», basado en una comunidad de «vocabulario», de «metáforas comunes, alegorías similares»; a la «simbología», «referida a un contexto que se actualiza o se puede actualizar constantemente», y a la «intencionalidad», «evidente o inmersa en un sistema de interpretación» (1989: 21). Si bien los textos de Peratoner no son literarios, comparten muchas de estas características. Además de en ellas, en nuestro acercamiento a las obras eróticas debemos reparar en cuestiones externas (recepción, contexto literario, mercado editorial), entre las cuales se encuentran también las creencias morales o científicas de cada época. Dado que lo que se considera erótico en una época o en una cultura deja de serlo en otra, cabe suponer que un ensayo divulgativo sobre sexualidad puede fácilmente convertirse en una lectura erótica en un contexto adecuado y gracias a cierta intencionalidad por parte del autor.

La popularidad de las obras de Peratoner demuestra el interés de los lectores por el sexo desde una óptica heterodoxa y asequible. La pequeña fama de Amancio Peratoner no ha resistido el paso del tiempo; sin embargo, debido a la naturaleza temática de su obra, en el último tercio del siglo XIX se tejió cierto halo erótico en torno a su nombre y, de esta manera, aludiendo a su contenido indecoroso, aparece citado en muchas obras literarias coetáneas. En la novela Una Cristiana, de Emilia Pardo Bazán, podemos leer las siguientes palabras en boca de Salustio cuando se refiere a la biblioteca de su tío:

 

[…] media docena de noveluchas tontas y obscenas, todas desencuadernadas y llenas de mugre. Mi tío abrió las encristaladas puertas, y cogiendo á dos manos el derrotado grupo en que se mezclaban Paul de Kock, Amancio Peratoner y el chino Da-gar-li-kao, me lo presentó diciéndome con risita intencionada: «Te lo regalo, chico... No te perviertas, ¿eh? entretenerse un rato y nada más... Los casados no pueden conservar en casa este género de contrabando... Envía por ellos, ¿ó te los quieres llevar ahora?». Contesté que no tenía tiempo de profundizar tan graves autores, ni a decir verdad me divertían (1890: 45).

 

Se menciona también a Peratoner en «Heredípeta», relato coleccionado en Cuentecitos sin importancia, del singular Silverio Lanza: «La condesa se puso á leer la Imitación de Cristo, del Padre Kempis, y yo una obra de Amancio Peratoner» (1888: 178). Fernández (2008: 136) señala que la Historia del libertinaje, desde la antigüedad más remota hasta nuestros días (Peratoner 1875c) se cita en Doña Mesalina, de López Pinillos: «Introdujéronse en el matorral de una pícara Historia del libertinaje y contaron con todos sus pelos y señales las lúbricas hazañas de la mujer de Claudio. La emperatriz que se cansaba sin hartarse» (1910: 144). Y la Historia de la prostitución, que Peratoner traduce y continúa, fue lectura de Álvaro de Mesía y de Paco Vegallana en La Regenta de Clarín (Fernández 2008: 137): «Paco Vegallana acudía entonces con el testimonio de las lecturas tecnicoescandalosas»; «Su literatura se había reducido a la Historia de la prostitución por Dufour, a La Dama de las Camelias y sus derivados»; «Si en vez de la Historia de la prostitución Paquito [Vegallana] hubiese leído ciertas novelas de moda, hubiera sabido que don Álvaro no hacía más que imitar»; «Ya sabía a qué ciudad se refería [Paco Vegallana], lo había leído en la Historia de la prostitución, en la de Dufour no, en otra que conocía también. Era un sabio» (Alas 1966: 83, 135, 140 y 183).

El éxito profesional de Peratoner se consolidó, a juzgar por el creciente número de publicaciones y reediciones, a finales del siglo XIX, y la popularidad de su nombre se extendió al menos hasta la Segunda República Española. En 1932, formando parte de la colección de catorce volúmenes publicada con el título Pequeña Enciclopedia de Educación Sexual (Guereña 2003: 327), encontramos una versión de la obra «del doctor A. Peratoner con acotaciones de otros autores». Su nombre se cita como autoridad en la materia y se usa el apelativo de doctor, lo que muestra el ensalzamiento de su figura, pues no consta que Peratoner tuviera estudios de Medicina, ni tampoco firmó en calidad de médico ninguna de sus obras. Tomemos como ejemplo extraído de la citada obra este «caso clínico», que pretende alertar sobre la depravación que genera el descuido de la higiene sexual y cuya narración resulta inequívocamente libidinosa:

 

Un proceso, que se celebró a puertas cerradas en una ciudad española, puso de manifiesto que un hombre joven, en buena posición social, apreciado y respetado, se entregaba a horrendos goces [...]. Todas las prostitutas le rehuían. Pero aquel hombre no veía nada; aquel hombre estaba cegado y acaparado por su horrenda pasión. Esperaba a que alguna de aquellas tristes mercenarias efectuase el coito con cualquier desconocido. Entonces entraba él en su habitación. Sus ojos estaban inyectados en sangre. Sus manos le temblaban. En toda su persona había una expresión de locura, de tragedia. Con voz trémula se dirigía a la prostituta y le exigía: — ¡No te laves! ¡No te laves!... La mujer lo miraba con horror [...]. Con su cuerpo desnudo, con su cuerpo sudoroso, la prostituta se sentaba en una silla. El joven entonces se arrodillaba ante ella y hundía su rostro casi materialmente en su aparato genital (Sánchez Orozco ¿1932?: 11-13). 

 

JUSTIFICACIÓN Y TIPOLOGÍA DE LOS EXTRAVÍOS SECRETOS

La sexualidad higiénica inscrita en el marco de la moralidad (Vázquez García y Moreno Mengíbar 1997: 326 ss.), en el matrimonio y en las prácticas heteronormativas, fundamenta el discurso de escritores naturalistas, médicos, higienistas y divulgadores a finales del siglo XIX. Peratoner se acoge a este precepto: «La higiene está indudablemente unida á la moral en el sentido de que, cuanto mas pura es ésta, mas saludable es aquella» (1880a: 9).

Sin embargo, para preservar el modelo higiénico, suelen mostrar a sus lectores las secuelas provocadas por una sexualidad discrepante. Peratoner repara en el contenido explícito de sus obras, a la vez que expone la intención de combatir los males derivados del sexo no higiénico en el marco conyugal. La forma desenfadada en la que advierte sistemáticamente a los lectores de sus obras sobre lo explícito que van a encontrar en ellas debía de suponer un atractivo adicional. En el prólogo de Los peligros del amor, de la lujuria y del libertinaje señala: «La índole del asunto nos obliga á emplear á veces  un tecnicismo que á muchos podrá parecer repugnante; pero [...] nosotros no escribimos para avivar las pasiones, sino para corregirlas» (Peratoner 1892b: 6). Y en la novela Voluptas. Estudio de las malas costumbres, Blanco ([Peratoner] s.a. ¿1879?: 5) previene a sus lectoras (Fernández 2008: 134):

 

Solteras inocentes: no continueis leyendo este libro: una misma causa suele producir diferentes efetos, y lo que yo pretendo corregir quizás serviría de estímulo á vuestras nacientes pasiones. Si os detenéis en esta página, si apesar de lo que os digo en ella, pasais adelante, ya no será mia la culpa: me quedará sin embargo el pesar del mal uso que podeis hacer de mis frases y la satisfaccion de haber cumplido un deber de conciencia, como dicen los médicos, que no creen en los misterios de la religion cristiana, al mandar sacramentar á un moribundo.

 

El léxico que Peratoner selecciona desde el título, Voluptas, abre el campo semántico del erotismo y lo sitúa en primer término. Lo mismo ocurre con las voces fornicar, falo, lujuria y libertinaje, que aparecen en diferentes títulos de Peratoner y que no pertenecen al vocabulario técnico médico. Tales títulos de Peratoner actúan como reclamo: Los peligros del amor, de la lujuria y del libertinaje (1874 y 1892b); Historia del libertinaje (1875); El Culto al falo (1875a); El Beso (1878); El sexto, no fornicar (1880a); Extravíos secretos, ú, Onanismo solitario (s.a.b); El seno de las mujeres (1893a), etc.

En Voluptas, Peratoner expone que, en síntesis, todo es susceptible de ser voluptuoso, por ello —en convergencia con la moral cristiana— advierte que las precauciones no deben tomarse solo en contextos sensuales (Foucault 1984: 41). En este volumen se dedica especial atención a las formas de voluptuosidad en la mujer, ya sea virgen, esposa, madre, amante, prostituta o monja. La identidad femenina de la época se asienta sobre los conceptos de virginidad, matrimonio, maternidad y belleza. En el capítulo «Higiene discreta de la mujer en la alcoba», de La mujer en la alcoba, se dedica un apartado a cada parte de la anatomía femenina, con mención a su higiene y al canon estipulado para su belleza. La higiene y la belleza en la mujer son dos atributos necesarios e íntimamente relacionados. La construcción patriarcal del cuerpo femenino como un objeto sexual propicia una lectura erótica de descripciones de este tipo: «Muslos.— Para merecer el dictado de bellos, los muslos deben ser llenos, duros, torneados, de suavisimo cutis y delicados contornos»; «Hombros.— Los hombros son una de las partes del cuerpo que las mujeres se complacen en ofrecer á las miradas para excitar la admiración»; «Pecho.— Los pechos bien proporcionados son uno de los principales atractivos de la mujer, particularmente cuando van acompañados de una esbelta garganta, de unos hombros redondos y una piel fina, satinada» (Peratoner 1893b: 230, 234 y 235).

Es habitual encontrar en sus estudios sobre las mujeres, clasificaciones femeninas que, al margen de todo rigor científico, se basan, por ejemplo, en «la influencia del clima»:

 

Considerada especialmente en las mujeres, la influencia del clima da el siguiente resultado, que copiamos de un hábil observador: «las españolas, las primeras entre las mujeres, aman fielmente; su corazón quiere con todas veras; pero llevan un estilete clavado en aquella entraña. Las italianas son lascivas; las inglesas exaltadas y melancólicas, pero sosas y altivas; las alemanas tiernas y dóciles, pero insulsas y monótonas; las francesas agudas, elegantes y voluptuosas, pero mienten como unos demonios» (Peratoner 1892b: 17).

 

Peratoner incide en ideas heterodoxas como la consideración de diferentes formas de dolor voluptuoso (Blanco [Peratoner] s.a. ¿1879?: 11-12). Y asocia la voluptuosidad con el dolor ante la muerte de un padre y con la pérdida del objeto amado. Esta asociación de dolor y voluptuosidad se convierte en una blasfemia cuando el narrador toma la sangre de Cristo como imagen de la voluptuosidad del martirio. Por supuesto, para Peratoner, son voluptuosas todas las pasiones relacionadas con el amor: la melancolía, la alegría y la desesperación. Y resulta moderna y curiosa la afirmación de que son también voluptuosas la sabiduría y la literatura:

 

¡Y yo estoy blasfemando ahora y nado, sin embargo en las voluptuosas ondas de la literatura que es la mejor y la peor de las voluptuosidades! Voluptuosa es también la melancolía! […] Es voluptuosa en fin, la felicidad relativa que consiste en todo lo dicho y algo que me queda por decir! Es voluptuosa la virtud que niegan las [sic] estupidos, pero que reconocen los sabios de todas las edades, de todos los países y de todas las religiones […] (Blanco [Peratoner] s.a. ¿1879?: 12-13).

 

En Higiene y fisiología del amor en los dos sexos, Peratoner considera que «la higiene es un sistema de altas previsiones que abarca los actos todos de la vida» (1880b: 213). Esta afirmación, de acuerdo con la concepción higienista del sexo, no presenta a este como un asunto moral e individual, sino como una construcción social que debe ser tratada con parámetros válidos en el ámbito de la salud pública. No obstante, el análisis de cuestiones sexuales (el hermafroditismo, las enfermedades venéreas, la masturbación o el libertinaje) se justifica en la prevención de la degeneración de la moral individual y social (Vázquez García y Moreno Mengíbar 1997: 94-95). En este sentido, la masturbación es objeto de múltiples estudios de médicos higienistas[4]. Dado que el coito, con fines reproductivos, es la forma natural de liberar el esperma, el onanismo constituye una pérdida contra la naturaleza. Las consecuencias de este hábito deben ser, según la perspectiva higienista, necesariamente perjudiciales para la salud, al igual que lo es la castidad, que no permite el equilibrio de las funciones sexuales (Vázquez García y Moreno Mengíbar 1997: 97-98). Para los higienistas, el estado ideal del hombre y de la mujer es el matrimonio, una idea heredada del pensamiento ilustrado. La masturbación, masculina o femenina, se convierte en un mal social y público, pues es a la vez una muestra y una causa de la debilidad de individuos y contribuye a la destrucción de la especie:

 

Aunque en la mujer no existe esperma propiamente dicho, como en el hombre, la masturbación no deja de ser intrínseca y esencialmente perniciosa, porque á más de inspirar aversión al matrimonio, tiende á destruir al individuo y por consiguiente á la especie indirectamente (Peratoner 1892b: 109-110).

 

Los principales argumentos esgrimidos contra la masturbación son la pérdida del semen y la finalidad no reproductiva del acto del onanismo:

 

La obra de destrucción que, só la influencia del vicio solitario, se opera en toda la organizacion, se explica: 1.º Por la repetición de las sacudidas convulsivas y voluptuosas que conmueven el árbol nervioso. 2.º Por la pérdida incesante de líquido seminal (Peratoner 1880a: 111).

 

Es lógico que al empeño por evitar el mal gasto de esperma se le una el  ensalzamiento de su beneficio:

 

Aprovechamos esta ocasión para afirmar una vez más la eficacia del esperma, y para añadir que este líquido cura casi todas las enfermedades de los órganos genitales de la mujer. Las calma todas sin excepción, y es un poderoso auxiliar en todos los demás medios empleados para el tratamiento de estas enfermedades [...]. El semen sirve para engendrar, para lubrificar las partes genitales de la mujer después del coito, para calmar la excitación general del acto generador; para procurar a la mujer general bienestar, resultado de una función regular y regularmente llenada [...]. Sírvele también para restaurar y regenerar la especie [...], para reparar fuerzas y reanimar la energia vital; para prevenir y curar las excitaciones genitales de los órganos femeninos, y para disminuir ó mitigar la intensidad del virus venéreo (Peratoner 1892b: 103-104).

 

La masturbación es un tema tratado en casi toda la producción divulgativa sexual de Peratoner. Pues aunque, según afirma en Higiene trascendental, la masturbación «no constituye, propiamente hablando, un desorden de las funciones reproductrices» y «apenas puede admitirse que es una enfermedad», la justificación médica en la que se sustenta la insistencia de la prevención es que «sus resultados son tan desastrosos como la mayor parte de las enfermedades» (1892a: 83). El método usado por Onán para evitar la fecundación se califica como «el menos opuesto á las leyes de la naturaleza» (1892b: 99), si bien no deja de ser un «fraude». Se distinguen los «fraudes directos» de los «fraudes indirectos». Aquellos «se reducen á emitir el fluído seminal fuera de las partes genitales de una mujer joven aún, apta para la concepción, y después de un acto copulador más ó menos completo y regular» (1892b: 100). Los fraudes indirectos evitan la concepción por diferentes medios:

 

O bien la unión de los dos sexos es completa, normal; pero por efecto de circunstancias particulares, como el empleo del condón, la menopausa, una esterilidad irremediable, la mestruación, la preñez, el coito vulvar, la fecundación es imposible; ó bien el comercio sexual tiene lugar por vías irregulares, como: el empleo recíproco del manus stuprum, la aplicación de la lengua y de los labios, el eretismo del sentido genital sin contacto inmediato, ó el coïto en vaso indebido (boca, ano), etc., etc. (1892b: 101).

 

Peratoner enumera las consecuencias médicas de estas prácticas: la locura, el cáncer uterino, la esterilidad, la impotencia prematura, la nifomanía, la epilepsia, las hemiplejías, las apoplejías, la tisis, las neuropatías y los chancros en la lengua, son las más frecuentemente citadas (1892b: 101-102).

Al igual que ocurre con la masturbación, los parlamentos sobre los excesos del libertinaje[5] constituyen un subterfugio eficaz para dilatarse en detalladas y lúbricas  narraciones. Peratoner presenta el libertinaje como un estadio avanzado de aberración sexual, inducida por la enajenación que provoca el exceso de estímulo erótico. Así, el libertino, iniciado en el camino de la perversión a través del onanismo u otra causa, no deja nunca de desear nuevos incentivos:

 

En el afan de dar vida á sus sentidos casi muertos, torturaba su ingenio para inventar, á guisa de afrodisiacos, las más raras combinaciones de obscenidad. Después de haber violado á sus hermanas y parientas, dió el nombre de su madre (Faustina) á una de sus mancebas, á fin de persuadirse que cometía con ella el nefando incesto. Ni perdonó á ninguno de los confidentes que le rodeaban, sometiéndolos á las más vergonzosas complacencias, si bien sometiéndose á su vez á ello (1892b: 60).

 

En Los peligros del amor, de la lujuria y del libertinaje, Peratoner analiza las causas y los efectos del llamado vicio solitario, y lo ilustra hasta la sicalipsis:

 

una culpable negligencia en las pensiones de señoritas hace que se introduzcan con frecuencia los desórdenes de la masturbación. A los ojos no penetrantes ó descuidados de las directoras se oculta esta práctica, bajo el velo de la amistad, llevada en las adolescentes, en muchos casos hasta el escándalo. Se forman amistades íntimas bajo ese especioso pretexto; una misma cama recibe á dos amigas, y, por un refinamiento inaudito, se ve que algunas se desgarran el ligero epidermis que cubre los labios y se dan besos ensangrentados, á fin de atestiguar mejor el ardor que las devora, y su fidelidad. Hemos visto billetes de jóvenes que no tenían más que once ó doce años de edad, cuyas expresiones ardientes y apasionadas nos hacían estremecer (1892b: 110).

 

Al incesto y a la violación se le suman las orgías, el travestismo y la coprofagia como prácticas libertinas en Los peligros del amor, de la lujuria y del libertinaje:

 

En sus orgías, figuraban mancebos á quienes impusiera los nombres de las pudendas de uno ú otro sexo; á ellos dedicaba sus más ardientes ósculos [...]. Entre estos familiares distinguía á un liberto á quien llamaba Onon (asno) por cierta analogía obscena con este animal (habuit et hominem pene prominente ultra modum animalium, quam Onon appellavit sibi carissimum).

Horrorizan las sensualidades mezcladas con sangre humana que aquel mostruo ponía en obra con una especie de genio infernal, que ni siquiera respetaba los templos (deorum templa stuprum polluit et humano sanguine). Placíase en vestir traje femenil, imitando los gestos y el andar de las mujeres; en cambio, solía también vestirse de Hércules con una piel de león.

En estos festines, acostumbraba mezclar excrementos con los manjares más exquisitos, y comía de ellos, solo por el gustazo de obligar á que los comieran los demás. Divertíanle singularmente las muecas que en tales ocasiones hacían los comensales. Y advirtiendo, cierto día, la invencible repugnancia que á deglutir tan nauseabundo mejunje mostraba el prefecto del Pretorio, Juliano, ordenóle que se despojara de sus vestidos y danzara desnudo, con el rostro embadurnado en aquellas materias, y batiendo los címbalos ante las cortesanas y mancebos, que le aplaudían; luego, lo hizo arrojar á un estanque, donde las lampreas lo devoraron (1892b: 61).

 

El voyeurismo, la masturbación, el exhibicionismo y la pérdida de pudor son otros de los episodios más recreados en torno al libertino. Como indicio de la ruptura religiosa que supone el libertinaje, a menudo muestra Peratoner un sentido del humor sacrílego, como puede leerse en Historia de la prostitución:

 

Una noche el Regente ordenó a Broglie que tomase un candelero. Cogió á una de sus mugeres... [sic] Y llevándola á un cuarto próximo... Broglie lo presenciaba todo, pues les habia seguido á aquella habitacion, con el candelero en la mano. Al ver aquella escena, dejó el candelero, «et manu pudendis admoti semen excusit»... [...] La duquesa de Berry, curiosa de ver todo esto, se aproximó. No sentia por ello celos, ni envidia. Al ver la accion de Broglie, tomó un vaso de agua y derramó su contenido sobre lo desperdiciado por él, profiriendo, al hacer esto, una impiedad que no ha podido ser olvidada. «―Todos los que estamos aquí, dijo, somos muy buenos cristianos... No dejemos, pues, morir al hijo de Broglie, sin bautizarlo!» (1877: I, 674).

 

La homosexualidad, una de las causas del libertinaje, conlleva la práctica de la sodomía. Si bien a esta última no se refiere Peratoner como una práctica vinculada exclusivamente a la homosexualidad, pues existen «atentados antinaturales cometidos en mujeres»; de hecho, «en las relaciones conyugales es donde se producen con más frecuencia los atentados contra la naturaleza» (1892b: 169). La homosexualidad es para Peratoner «un vergonzoso vicio para el cual el lenguaje moderno no tiene nombre», y por ello ha conservado «el sello de su antiguo origen y el expresivo significado que indica la etimología»: «el que ama á los muchachos» (1892b: 169). Con el vocablo pederastia designa en general la práctica sexual entre personas del mismo sexo, si bien dedica un apartado específico a los «atentados cometidos en niños» (1892b: 170). Instruye Peratoner sobre cuestiones prácticas que pueden relacionarse con la pederastia, como «el robo á la pederastia», una técnica mediante la cual el ladrón hace «sentir un cuerpo duro (las mas de las veces un largo tapón que han colocado en su pantalón), simulando lo que se deja adivinar y excitando así los sentidos de los que juzgan capaces de ceder á su provocación» (1892b: 172), y una vez que han mantenido relaciones sexuales, aparecen los compañeros del falso amante, que, haciéndose pasar por policías, exigen una compensación por su indulgencia.

Otro de los motivos que Peratoner documenta ampliamente y que alimentan la curiosidad popular es el hermafroditismo[6]. La figura del hermafrodita fue muy estudiada  a finales del siglo XIX, del mismo modo que el siglo XVIII incidió con inquietud en el tratamiento del travestismo (Foucault 1985: 20). Aunque Peratoner no dedica un libro completo al hermafroditismo, encuentra pertinente su estudio en diferentes obras sin necesidad de justificarse en exceso, pues se trata de un tema de actualidad, a la luz de la proliferación de diferentes monografías higiénico-fisiológicas de la época. En consonancia con las creencias de esta, Peratoner emprende profusas disquisiciones sobre la genitalidad, el origen, la naturaleza del hermafrodita y sus características morales, entre las que resalta su tendencia al engaño y a la perversión. La idea más recurrente es la urgencia de desenmascarar el «sexo verdadero» (Vázquez García y Moreno Mengíbar 1997: 198) del hermafrodita, a fin de prevenir su incursión fraudulenta en pilares estructurales de la sociedad, como «el matrimonio y el ejército» (Vázquez García y Moreno Mengíbar 1997: 211). De esta manera se justifica el interés científico en el hermafrodita, cuya identidad a partir del siglo XVII no se acepta como intersexual, sino como una esencia masculina o femenina encubierta, hasta llegar a considerarlo un producto de la superstición popular. Según Peratoner asegura en Higiene y fisiología del amor en los dos sexos, «el hermafroditismo verdadero, completo, no existe, sino en ciertas familias de plantas y en los animales invertebrados de los últimos peldaños de la escala zoológica», si bien «la antigüedad creía en los hermafroditas, como creía en otros tantos absurdos» (1880b: 234 y 235).

La dedicación con la que Peratoner narra episodios tumultuosos sobre hermafroditas, nos hace plantearnos hasta qué punto es legítimo el interés científico de la cuestión, y si su tratamiento no responde esencialmente a la curiosidad que este tema suscita en sus lectores. La figura del hermafrodita, y sus metamorfosis, ha sido un tabú atractivo para la sociedad. Aún en la actualidad es polémico el hecho de que colectivos de intersexuales reivindiquen una identidad intersexual propia, sin necesidad de elegir un sexo.

En De la virginidad física ó anatómica y de la que podría llamarse patológica, anormal ó falsa, Peratoner ejemplifica con el episodio de revelación del hermafroditismo de Alexina B., quien vivía interna en una escuela femenina, en cuyo dormitorio que compartía con otras chicas, aterrada por una tormenta, cede a sus impulsos:

 

yo franqueado, no sé como, el lecho que me separaba de mi maestra [...]. Sus dos brazos ceñían mi cuello, en tanto que mi cabeza apoyábase con fuerza contra su pecho cubierto únicamente por una simple camisa. Pasado el primer movimiento de espanto, mi escelente maestra hízome observar con dulzura, el estado de desnudez en que me hallaba [...]. Intentó mi maestra levantarme la frente con su mano; aquella mano me abrasaba. Separéla bruscamente y la apoyé en mis labios, con un sentimiento de felicidad que me era desconocido (s.a.a: 198).

 

Durante toda su estancia en la escuela, Alexina acopia pequeñas estampas eróticas, cuyos momentos álgidos se estructuran en torno a su deseo sexual hacia sus compañeras. Tras superar los exámenes finales, es recomendada como profesora en una escuela familiar. Sara, una de las hijas de la familia y maestra de la escuela, se convierte en su nueva compañera: «Abrochábale el corsé; alisaba con un gozo indecible los graciosos bucles de sus cabellos [...], apoyando mis labios, ora en su garganta, ora en su bello y desnudo seno» (Peratoner s. a.a: 214). Finalmente, ante el tímido consentimiento de Sara, Alexina decide ser más explícita:

 

supliqué una noche á mi amiga que compartiera mi cama. Aceptó de muy buena gana [...]. Hablamos largo rato antes de dormirnos, yo ciñendo su talle con ambos brazos, ella reposando su rostro junto al mío! [...] En adelante, Sara me pertenecia!! (s. a.a: 216).

 

De esta manera comienzan una relación de amantes propiciada por la intimidad de la casa: «Yo amaba con amor ardiente» (s. a.a: 220). Tras el diagnóstico médico de la identidad sexual masculina de Alexina, provocada por la aparición de graves dolores en las ingles, se abre un período de decadencia, la separación de su amante, la vuelta a la casa materna, la vergüenza, el exilio voluntario a París y finalmente el suicidio.

 

ICONOGRAFÍA

La presencia de ilustraciones es un rasgo formal de las obras eróticas (Cerezo 2001: 21). Sin duda, los lectores de obras eróticas valoran y buscan las imágenes en este tipo de libros, pues todo lector de novela erótica, como acertadamente afirma Cerezo, es necesariamente un «voyeur» (2001: 21). En los compendios de Peratoner no siempre aparecen imágenes, pero cuando lo hacen, tienden a fomentar una lectura erótica. Cabe distinguir dos tipos de ilustraciones según la naturaleza de la obra en la que aparezcan. Las anatómicas, instructivas y propias de traducciones científicas, y las artísticas, cuya función decorativa está íntimamente ligada a la índole erótica del texto. No obstante, las ilustraciones anatómicas bien podían ser recibidas con curiosidad sensual por lectores no familiarizados con este tipo de representaciones íntimas. En Higiene trascendental (1892a) se reproducen cuatro grabados que muestran los genitales del hombre y de la mujer, su apariencia externa en una sección vertical de los mismos. Estas imágenes cumplen con rigor su función de ilustrar científicamente el tema que se trata. Sin embargo, en Fisiología de la noche de bodas (1875b: 24 y 56; 1892c: 6 y 164) los dos grabados posiblemente copiados, «debidos al lápiz del reputado artista D. Eusebio Planas, representando los órganos sexuales externos de la mujer en sus estados de virginidad y desfloración», como puede leerse en la misma portada (Peratoner 1875b), no cumplen en rigor su función didáctica. Su utilidad como ilustración científica es dudosa en este caso, puesto que si atendemos al vínculo textual iconográfico, Peratoner insiste en que es imposible diferenciar los estados de virginidad y desfloración en la mujer a simple vista, por su apariencia externa. Si bien en la «explicación de las láminas» con que se cierra el volumen se señala que «en estas figuras, los labios mayores y menores se representan entreabiertos anormalmente, para mostrar la forma total del himen» (1982c: 295), Peratoner expone la imposibilidad de determinar la virginidad por la presencia o ausencia de esta membrana (1982c: 71 y ss.). El valor de estas  ilustraciones se reduce, en ese caso, a mostrar una verdadera tipología de anatomía íntima femenina. En total, se trata de once dibujos de diferentes vulvas, representadas con todo detalle.

Eusebio Planas, uno de los más conocidos dibujantes de la época (Vélez 1999: 17), famoso por sus ilustraciones eróticas que se vendían en colecciones de estampas, ilustra varias obras firmadas por Peratoner. Además de la citada Fisiología de la noche de bodas (1875b y 1892c), Planas realiza los grabados que contienen las lujosas ediciones Historia del amor desde la creación del mundo hasta nuestros días: [...] Ed. ilustrada con láminas por Eusebio Planas (s.a. ¿1875?), e Historia de la prostitución en todos los pueblos del mundo: [...] edición ilustrada con veinte magníficas láminas, por Eusebio Planas (1877).

La Historia de la prostitución en todos los pueblos del mundo fue redactada supuestamente con fines médicos, bajo una consigna que se puede considerar una proclama de la literatura médico-social de la época (Fernández 2008: 138):

 

La prostitución es una enfermedad pública, crónica. Y si bien creemos imposible su completa curacion, al menos, describiendo sus síntomas y estudiando sus causas podria prepararse, sino su remedio, cuando otra cosa no, los paliativos de sus estragos, suprimiendo los sufrimientos que proporciona en los pueblos. Con esta intencion tomamos nosotros tan rudísima tarea (Peratoner 1877: I, viii).

 

Sin embargo, Peratoner se deleita en la narración de detalles licenciosos, en consonancia con las láminas de Eusebio Planas (Fernández 2008: 139). El programa iconográfico de la Historia de la prostitución contribuye de forma significativa a la lectura erótica de esta obra. Los títulos de las láminas son evocadores: «El juego de las cerezas»; «Las enfermas eran azotadas al entrar en el Hospital»; «Preliminares del “Congreso”»; «No toquéis á la Reina»; «Castigo de una proxeneta, á mediados del siglo XVIII»; «Ninon de Lenclos y La Chatre»; «El “plato” complaciente»; «Una “hazaña” de los “Templarios”»; «Un “capricho” del Regente»; «Los “Convulsionarios”»; «El amante recibirá el número del cuarto»; «El conde d’Artois y la cortesana Flora»; «Hortensia en el baño»; «La Chaumiere»; «El “cancer” de París»; «Libre cambio... libre»; «Promiscuidad lamentable» o «“Celebrantur omni lascivia”». Tanto en los ejemplares conservados en la Biblioteca Nacional de España como en los de la Biblioteca de Cataluña faltan algunas de las ilustraciones que se refieren en la «plantilla para la colocación de las láminas», en el recto de la última página impresa de cada tomo (Peratoner 1877). Las páginas correspondientes probablemente fueron arrancadas, ya que las ilustraciones eran valoradas por sí mismas y se podían vender independientemente de la obra.

La mayor parte de estas ilustraciones no posee valor didáctico, instructivo o histórico, sino más bien estético y erótico. En el «El juego de las cerezas» es inequívoca la intención de deleitar, tanto a través del relato como de la imagen. Este «juego», como el mismo Peratoner reconoce, es una simple anécdota que se aleja del hilo de la Historia para adentrarse de lleno en la historia de las costumbres, los «misterios de la vida privada» y el «relato erótico» (Fernández 2008: 139):

 

El mismo Beroalde cuenta otra anécdota que [...] nos pinta uno de aquellos licenciosos recreos que los libertinos apetecían saborear en los sitios de prostitución. Trátase del «juego de las cerezas» ó de «las nueces», que era menester que una muchacha, completamente desnuda, esparciese por el suelo, recojiéndolas [sic] despues una á una. M. de la Roche se encontraba en su castillo, con gran número de gentil-hombres, sus vecinos, cuando su molinero acertó á enviarle un cesto de cerezas. Este cesto fué llevado y presentado por la hija del molinero «que tenia la edad de un viejo buey, apetitosa y fresca» [...]. Estendidas ya las sábanas ordena á la muchacha que se desnude [...] Beroalde de Verville hace enseguida una descripción, que podria pasar por una obra maestra de estilo y de arte, si se tratase de un asunto mas decoroso: «La pobrecita se desnuda, se descalza, se despeina y después ¡oh peligro! se quita la camisa, y, enteramente desnuda, como ondina al salir del agua, vá á sembrar las cerezas á uno y otro lado, acá y acullá, sobre las branquísimas sábanas, obedeciendo á su señor. Sus admirables cabellos esparcidos, lindos lazos del amor, parecian irse querellando sobre aquel hermoso tronco, prodigio de la naturaleza, terso, lleno y regordete, mostrando, en variedad de gestos, un millón de admirables cariños; sus dos tetas, lindas pellas de placer, unidas al seno marfilino, ostentaban apariencias montuosas, difiriendo en tantas suertes cuantos eran los distintos aspectos en que se ofrecian. Los ojos lascivos que se deslizaban hácia aquellos muslos llenos y realzados con todo cuanto la belleza comunica á tales murallas y comodidades del sello del amor, sorbian a grandes tragos, con golosas miradas, todas las mas perfectas ideas que podian forjarse; [...] todas las miradas tiraban al blanco, donde todos hubieran deseado acertar (1877: I, 28-29).

 

En «El “plato” complaciente» se aúnan carnalmente la comida y el erotismo, un lugar común de las representaciones orgiásticas. La atmósfera festiva recreada en esta ilustración deja entrever lo que el texto explica. Esta imagen tiene la particularidad de representar un desnudo masculino, mucho menos frecuente que el femenino:

 

Ocurriósele el capricho de comer y hacer comer á sus convidados una tortilla sobre el vientre del coronel Vallon, que se encontraba entre ellos. Accedió de buen grado el coronel á tal locura; desnudóse, tendióse sobre la mesa, y puso en evidencia la enorme protuberancia de su abdómen. Colocóse la tortilla sobre la desnuda piel del coronel, quien, ó por exceso de embriaguez, no sintió que estaba ardiendo, ó por exceso de complacencia, no quiso quejarse. Acabado el festin, y para variar de placeres, salieron de Chaillot […] y nuestros príncipes y señores se apearon en casa de una famosa cortesana, llamada la Neveu, […] (Peratoner 1877: I, 466).

 

La sugerente estampa «Un “capricho” del Regente» no llega a ser tan explícita en detalles como efectivamente lo es Peratoner en su narración:

 

Habia en aquel tiempo, en el Luxemburgo, una hija de Proudre, famoso y riquísimo banquero […]. Esta jóven recien-casada, que era bellísima, agradó en estremo [sic] al Regente, que deseó vivamente gozarla. Mme. Berry, á quien habló de ello, no dudando que la cosa se llevaria á cabo reuniéndolos, hizo acudir á la dama á su cámara, donde ya se hallaba el Regente su padre, y empleó las caricias, las palabras tiernas, las acciones y las violencias para obligarla a que consintiera. Mme. de la Rochefoucault resistió con valor. Al fin, Mme. de Berry, despues de haberla exhortado y reprimendado varias veces por «su» estupidez, la cojió [sic] por las espaldas, la puso en los brazos de su padre, se sentó junto a ella y teníendola fuertemente agarrada, «ayudó a todos los movimientos», que permitieron al Regente satisfacer sus deseos (Peratoner 1877: I, 672-673).

 

Estos mismos temas —incesto y violación— se retoman en el texto que contextualiza la imagen de «Hortensia en el baño», a los que se les unen el voyeurismo y la infidelidad. La imagen realza el desnudo de Hortensia, hija de Josefina e hijastra de Napoleón, que se encuentra en una posición despreocupada y es sorprendida en el tocador por el «audaz conquistador del mundo» (Peratoner 1877: II, 271). Su visión despierta en él deseos irrefrenables, que llegan hasta una «casi-violación» (1877: II, 282):

 

[...] Enteramente desnuda; Con un pié sobre el pavimento, y otro apoyado en un taburete, se ocupaba en asearse las uñas. Hay que figurarse á una hermosa jóven en semejante posición, para comprender que no fué posible contener el torrente de mis deseos. Me acaloré. No raciociné más [...]. Salté al gabinete; Tomé á Hortensia en mis brazos... La llevé á la cama de descanso que allí habia... ¡Y la llené de besos!! (Peratoner 1877: II, 280).

 

Puesto que se trata de una Historia de la prostitución de todos los pueblos del mundo, se ilustran las costumbres sexuales de diferentes culturas, haciendo especial hincapié en los detalles inaceptables para la moral española. En la imagen «Libre cambio... libre», se subraya la intención de un indígena de poseer las herramientas de hierro de un hombre europeo, a cambio de entregar a su hija o hermana:

 

En Nueva Zelandia [sic], los indígenas venden los favores de sus mas bellas hijas y de su sus hermanas, á cambio de instrumentos de hierro, que les llevan los Europeos. En tanto que estas hijas no se casan, pueden prostituirse cuantas veces quieran. Pero el matrimonio les impone fidelidad conyugal, a pesar de la poligamia generalmente permitida (1877: II, 561).

 

Otra de las ilustraciones, «Los convulsionarios», clarifica la forma en que la exaltación puede llevar a la práctica sadomasoquista y al placer colectivo en un contexto religioso. Tras la muerte de un diácono jansenista ejemplar, llamado Páris,  algunos fieles acudieron a su tumba para expresar su devoción con tanta intensidad que «enloquecieron»:

 

El delirio, colmóse, sobre todo, en una multitud de jóvenes que, habiendo llegado á esa edad en que una naturaleza imperiosa exalta de las pasiones de la muger [sic], viéronse atacadas, sobre la tumba de Páris, de convulsiones semi-fervientes, semi-histéricas […]. Estendiéndose sobre la tumba, para sentir mas rápidamente lo que ellas llamaban «la obra,» se las vió agitarse convulsivamente […]. Y no se ocupaban del desórden, algunas veces completo, que estos bruscos movimientos causaban en sus vestidos. […]. No tardó en organizarse una secta de convulsionarios.

[…]. Perseguidos luego por los jesuitas, buscaron los convulsionarios un nuevo refugio […]. Allí inventaron nuevos ejercicios […]. Es decir: La tortura. La crucifixion. La lengua cortada... Y otros suplicios. Suplicios que recibieron el nombre de «nanan,» (chochito) por las jóvenes que eran víctimas de ellos. Y aquello era una dicha para las infelices […]. Debemos repetir, que las jóvenes gozaban en estremo con hacerse crucificar. Con el goce pintado en sus miradas, y la sonrisa en los lábios, se estendian  primero completamente desnudas sobre una plancha de hierro. Recibian, enseguida, voluntariamente, un ultraje que solo puede ser esperimentado ó sufrido por la muger. Y luego se hacian clavar de piés y manos á una cruz. Y espiraban, con frecuencia, en aquel teatro de dolor y de lujuria. Otras jóvenes procedian «á la obra» haciéndose estrangular. Otras, devorando carbones encendidos. Otras, creian santificarse, tragándose en mil pedazos un ejemplar encuadernado del «Nuevo Testamento.» (Peratoner 1877: I, 809-811).

Las jóvenes convulsionarias solicitaban los golpes y los malos tratamientos. [...]. Deseaban ser azotadas, torturadas, martirizadas [...]. Los dolores mas vivos, tenian para ellas los atractivos de la voluptuosidad. Los «ausiliaristas,» jóvenes vigorosos, les pegaban fuertes puñetazos en las espaldas, en los pechos, en el cuello. Y aquellas desgraciadas invitaban á sus verdugos á que las tratasen con más crueldad todavía. Entonces, ellos, subíanse sobre su cuerpo desnudo y estendido en el suelo, y pisoteaban sus muslos, su vientre, sus pechos, con toda la fuerza de que disponian [...]. Juana Mouler, que aún no habia cumplido 23 años, se hacia dar cada vez cien palos [...]. Mientras le pegaban, esclamaba [sic] con alegria en su rostro: ― «¡Ah! ¡qué bueno es esto!», «¡Ah! ¡cuánto bien me hace esto!», «¡Hermano mio! ¡Pégame con mas fuerza, si puedes!» (Peratoner 1877: I, 820-821).

 

Peratoner propone a sus lectores muestras paradigmáticas del imaginario erótico: detalles sobre las prácticas de la prostitución, episodios galantes, autobiografía erótica, orgías, juegos eróticos, estampas íntimas, onanismo, masoquismo, sadismo, libertinaje o travestismo. Por otro lado, el léxico que se emplea es sexualmente explícito y en muchas ocasiones huye de los tecnicismos.  Peratoner mantiene el interés de sus lectores gracias a su habilidad como narrador. Incluso en los tratados más cientificistas, como los dedicados a las enfermedades venéreas, introduce disquisiciones personales que apoyen sus argumentos.

El discurso seudocientífico de Peratoner recoge parte de la tradición ilustrada, así como los preceptos higienistas de la época, de tal manera que las ideas que transmite en ocasiones son convergentes con la moral cristiana y los sectores más conservadores: la defensa del matrimonio, de la maternidad y de la familia; en otras ocasiones son divergentes: la reprobación de la castidad, el apoyo a la regularización de la prostitución y la necesidad de educación sexual. En todo caso, este tratamiento explícito de la sexualidad actúa en el sentido contrario a la moral de  la ocultación y de la invisibilización como forma de control social, que es el principio básico de la censura.

Los aspectos que en este artículo han sido recogidos contribuyen a que la lectura de estos textos se realice en la frontera de lo didáctico y lo erótico.

 

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a. peratoner (s.a. ¿1875?)[7], Historia del amor, desde la creación del mundo hasta nuestros días. Extractada de las obras de los más ilustres moralistas, filósofos y analistas de los hechos dell corazón humano y especialmente de la de J. Cenac. Por Amancio Peratoner. Amor primitivo, amor bestial, amor patriarcal, amor completo, amor mercenario, amor legal, origen de la independencia de la muger, amor egipcio, mugeres fuertes, amor piadoso, amor voluptuoso, amor artístico, las amazonas, amor orgíaco, amor bárbaro, amor heróico, culto a lo bello, La Ilíada, La Odisea, amor popular, mugeres libres, Safo, Anacreonte, las hetarias, el teatro del amor, las cortesanas, las dos Venus, amor solidario, Teócrito, amor condicional, galantería romana, amor cómplice, un cataclismo, amor entre los galos, amor evangélico, lucha del amor pagano contra el amo cristiano, el amor y la virginidad, amor turbulento de los escandinavos, orígen árabe y romano del amor provenzal, galantería poética en la Provenza, de qué manera los paladines combatían el matrimonio, de qué modo los maridos combatían el amor caballeresco, medio ingenioso de hermanar la práctica con la teoría, los trovadores, emancipación de las damas, galantería devota, renacimiento del amor pagano en el siglo XVI, la verdad aparece desnuda, libertinaje filosófico, las preciosas y las alcobistas, amor etiqueta, lo bello, lo verdadero, lo bueno, la ambición y el amor última trasformación, definiciones [?] del amor. Lujosa edición, ilustrada con multitud de preciosas láminas por Eusebio Planas, Barcelona, Establecimiento Tipográfico  Editorial de Juan Pons, 2 vols.

a. peratoner (s.a. [antes de 1879])[8], Onanismo conyugal ó fraudes en el cumplimiento de las funciones generatrices. (Sus peligros é inconvenientes para el individuo. La familia. La sociedad. Ampliación de la obra del doctor Bergeret, inclusos varios estractos relativos al asunto, tomados de distinguidos autores, por Amancio Peratoner. Un Tomo en 8º menor de 240 páginas. 12 Rs.), [Barcelona: Establecimiento Tipográfico-Editorial de José Miret].

a. peratoner (s.a. ¿1879?)[9], Voluptas: Estudio de malas costumbres por Gerardo Blanco, Barcelona, Establecimiento Tipográfico-Editorial de Juan Pons.

a. peratoner (1874), Los peligros del amor, de la lujuria y del libertinaje. Obra escrita con presencia de las de Bergeret, Burgeois, Curtis, Debreyne, Deslandes, Jeannel, Lallemand, Tissot, etc.; por D. Amancio Peratoner. Seguida de un estudio del célebre Dr. Tardieu sobre la sodomía y pederastia y de una ojeada sobre la prostitución en la antigüedad, Barcelona, Establecimiento Editorial de José Miret.[10]

a. peratoner (1875a), El Culto al falo y á las demás divinidades presidentes á la generacion entre los antiguos y los modernos. Orígen, motivos, conformidades, variedades, progresos, alteraciones y abusos de estos cultos en los diferentes pueblos del mundo; su continuacion entre los Indios y los Cristianos de Europa, costumbres de las naciones y de las épocas en que dichos cultos han existido. Ensayo histórico, filosófico, moral, arqueológico, extractado de la Biblia, de los Padres de la Iglesia, y de los mas ilustres escritores de todas las épocas, ampliando la obra especial del erudito Dulaure / por Amancio Peratoner, Barcelona, Establecimiento Tipográfico-Editorial de José Miret.

a. peratoner (1875b), Fisiología de la noche de bodas. Misterios del lecho conyugal; Advertencias; Consejos; Cópula; Virginidad; Desfloración; Anafrodisia; Impotencia; Esterilidad; Adulterio; Libro-resumen de opiniones de los eminentes moralistas, filósofos, fisiólogos y médico-legistas: Balzac, Bayle, Buffon, Clement, Debay, Foderé, Janet de Ligne, Mahon, Mayer, Michelet, Montaigne, Orfila, Petigars, Plutarco, Velpeau, Virey, Zacchias, etc, etc., redactado en vista de sus obras, y de varios preciosos manuscritos de las Bibliotecas Nacional y de la Escuela de Medicina de París por Amancio Peratoner; Seguido de un estudio del célebre Dr. A. Tardieu, de suma utilidad para la práctica de la medicina legal en cuestiones de violación (estupro) y atentados al pudor, con dos grabados debidos al lápiz del reputado artista D. Eusebio Planas, representando los órganos sexuales externos de la mujer en sus estados de virginidad y desfloración, Barcelona, Establecimiento Tipográfico-Editorial de José Miret.[11]

a. peratoner (1875c), Historia del libertinaje, desde la antigüedad más remota hasta nuestros días. Estractada de los principales analistas de costumbres de la humanidad, por Amancio Peratoner, Barcelona, Establecimiento Tipográfico-Editorial de José Miret, 2 vols.

a. peratoner (1877), Historia de la prostitución en todos los pueblos del mundo, desde la antigüedad más remota hasta nuestros dias. Obra necesaria para los moralistas, útil para los hombres de ciencia y letras, é interesante para todas las clases. Por Pedro Dufour. (Reinados de Luis XIII y Luis XIV.) Traducida, ampliada y continuada hasta nuestros dias por Amancio Peratoner. Lujosa edición ilustrada con veinte magníficas láminas, por Eusebio Planas, Barcelona, Establecimiento Tipográfico-Editorial de J. Pons («Biblioteca Hispano Americana»), 2 vols.[12]

a. peratoner (1878), El Beso. Su fisiología, su historia, sus aplicaciones eróticas, simpaticas, puras y religiosas y esencialmente hijas de un puro cariño. Comprende esta interesantísima obra un extensísimo, entretenido y erudito estudio acerca de los abusos del beso en funestas épocas de disolución y escándalo; así como su elogio, por Gerardo Blanco, escrita con multitud de datos y detalles procedentes de autores eminentes como Juan Segundo, Corsini, Mirabeau, etc., Barcelona, Establecimiento Tipográfico-Editorial de J. Miret.

a. peratoner (1880a), El sexto, no fornicar. Estudio tomado de los más eminentes teólogos, filósofos e higienistas sobre los estragos que la prostitución y los excesos venéreos acarrean al individuo, a la familia, a la sociedad. Por Amancio Peratoner. Non moechaberis, Barcelona, Imprenta de los sucesores de N. Ramírez y Cª.

a. peratoner (1880b), Higiene y fisiología del amor en los dos sexos. Afrodisia y Anafrodisia los dos polos de la pasión amorosa, consejos útiles; Hermafrodismo y hermafroditas en la especie humana, hechos curiosos, errores graves sobre el particular. Ampliación refundida del libro de igual título del Doctor A. Debay, con copiosos extractos de la obra célebre del profesor F. Ronband concernientes á la impotencia genital por Amancio Peratoner, Barcelona, La Moderna Maravilla, gran casa editorial, Establecimiento Tipográfico de los Sres. de N. Ramirez y C.ª.

a. peratoner (1881), El mal de Venus. Estudio medico-popular sobre las enfermedades venéreas y sifiliticas; tomado de las obras de los eminentes sifiliógrafos Belhomme, Cullerier, Diday, Lancereaux, Martin, Mireur, Ricord, etc., etc.; y completado con la versión (refundida) del interesante opúsculo del doctor Langlebert, sobre el arte de preservarse del contagio y de los charlatanes que con sus consecuencias especulan. Por Amancio Peratoner. ¡Alerta incautos, alerta!, Barcelona-Madrid, Almacen de libros-Simon y Osler, Imp. Sucesores de M. Ramirez y C.ª.

a. peratoner (1882), Extravíos secretos del bello sexo. Estudio médico popular, ampliación de la obra del eminente Dr. Pouillet, sobre las formas, las causas, los signos, las consecuencias y el tratamiento del vicio solitario en la mujer [por Amancio Peratoner],  Barcelona-Madrid, La Popular-Simón y Osler.

a. peratoner (1892a), Higiene trascendental. Los órganos de la generación; Sus funciones y desórdenes en el niño, en el adolescente, en el adulto, en el anciano. Desde los puntos de vista fisiológico, social y moral. Ampliación refundida de la obra de igual título del ilustre Dr. inglés W. Acton, autor del importante libro Prostitution considered in its moral, social and sanitary aspects por Amancio Peratoner. Precedida de un estudio anatómico descriptivo de los aparatos sexuales del hombre y de la mujer. Ilustrada con cuatro preciosas cromolitografías, Barcelona, La Enciclopédica, Establecimiento Editorial de Felipe N. Curriols.

 a. peratoner (1892b), Los Peligros del amor, de la lujuria y del libertinaje en el hombre, en la mujer [...]. Edición considerablemente aumentada, Barcelona, La Enciclopédica, Establecimiento Editorial de Felipe N. Curriols, Imprenta de Juan Tarrall y C. («Colección obras escogidas de Amancio Peratoner»).[13]

a. peratoner (1892c), Fisiología de la noche de bodas. Misterios del lecho conyugal; Advertencias; Consejos; Cópula; Virginidad; Desfloración; Anafrodisia; Impotencia; Esterilidad; Adulterio; Libro-resumen de opiniones de los eminentes moralistas, filósofos, fisiólogos y médico-legistas: Balzac, Bayle, Buffon, Clement, Debay, Foderé, Janet de Ligne, Mahon, Mayer, Michelet, Montaigne, Orfila, Petigars, Plutarco, Velpeau, Virey, Zacchias, etc, etc., redactado en vista de sus obras, y de varios preciosos manuscritos de las Bibliotecas Nacional y de la Escuela de Medicina de París; Seguido de un estudio del célebre Dr. A. Tardieu, de suma utilidad para la práctica de la medicina legal en cuestiones de violación (estupro) y atentados al pudor; Con dos grabados representando los órganos sexuales externos de la mujer en sus estados de virginidad y desfloración. Sexta edición escrupulosa y notablemente corregida, Barcelona, La Enciclopédica, Establecimiento Editorial de Felipe N. Curriols, Imprenta de Juan Tarrall y C., Colección Obras escogidas de Amancio Peratoner.[14]

a. peratoner (1893a), El seno de las mujeres. Obra rarísima y en extremo curiosa, única en su género y que contiene, entre muchas otras cosas, todo cuanto se ha dicho antaño y ogaño, en elogio de los pechos de la mujer. Contiene asimismo un detenido exámen acerca de si deben llevarse descubiertos; si ha de ser permitido acariciarlos; cuáles son sus propiedades y privilegios; su forma, su lenguaje, su leocuencia; los paises en donde son más bellos; y, finalmente, los medios mas seguros para su completa conservación; y mantenimiento de su hermosura. Por Gerardo Blanco, con profusión de datos y noticias de Mercier de Compiénge, poesías de Quevedo, Lope de Vega, Góngora y otros ilustres escritores y multitud de notas de insignes eruditos. Homini soit qui mal y pense, Barcelona, La Enciclopédica, Establecimiento Editorial de Felipe N. Curriols.

 a. peratoner (1893b), La mujer en la alcoba. Estudio higiénico-fisiológico. Refundición de la obra de igual titulo del doctor francés Agustin Galopin; ampliada con extractos de los eminentes autores Aimé-Martin, Debay, Letorneau, Mantegazza, Menville, Michelet, Roussel, etc., etc./ por Amancio Peratoner. Niña; Adolescente; Esposa; Madre; Higiene de la menstruación; Preocupaciones tocante á la misma; Las treinta bellezas; El pudor; La voluptuosidad; El lecho de los amores; Respeto al lazo conyugal; Las tres virtudes del amor; Higiene discreta de la mujer en la alcoba; Colección de fórmulas utilísimas para la conservación de la salud y la belleza, Barcelona, La Enciclopédica, Establecimiento Editorial de Felipe N. Curriols.

a. peratoner (18933), El Morbo Gálico (Mal de Venus). Estudio médico-popular sobre las enfermedades venéreas y sifilíticas tomado de las obras de […] Belhomme, Cullerier, Diday, Lancereaux, Martín, Mireur, Ricord, etc. y completado con la versión (refundida) del interesante obra del Dr. Langlebert sobre el Arte de Preservarse del Contagio y de los Charlatanes que con sus consecuencias especulan, Barcelona, Felipe N. Curriols.

a. peratoner (1992), Los peligros del amor, de la lujuria y del libertinaje, Madrid, Sirena de los Vientos.

a. peratoner (1995), La Pornocracia o la mujer en nuestros tiempos, Madrid, Huerga y Fierro.

a. peratoner (2010), El seno de las mujeres, Valladolid, Maxtor Editorial.

g. pigault-lebrun (1876), La Locura francesa. Novela de G. C. A. Pigault-Lebrun. Vertida libremente al castellano por Amancio Peratoner, Barcelona, Establecimiento Tipográfico-Editorial de José Miret.

j. sánchez orozco (¿1932?)[15], Los preceptos del matrimonio y la masturbación masculina, Sevilla, La Novela Popular («Colección Pequeña Enciclopedia de Educación Sexual»), s. a.

m. simón palmer (2003), «La mujer lectora», en Historia de la edición y de la lectura en España: 1742-1914, ed. V. Infantes et al., Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, pp. 745-751.

f. vázquez garcía y a. moreno mengíbar (1997), Sexo y razón: Una genealogía de la moral sexual en España (siglos XVI-XX), Madrid, Akal.

p. vélez (1999), Eusebi Planas (1833-1897), il·lustrador de la Barcelona vuitcentista, Barcelona, Curial-Publicacions de l’Abadia de Montserrat.

e. zola (1877), El Assommoir = (La taberna). Emilio Zola, traduccion española literal de la 82a edicion francesa por Amancio Peratoner, Barcelona, La Moderna Maravilla, 1880.

e. zola (1880), Nana por Emilio Zola, traducción de Amancio Peratoner, Barcelona, Maucci, 1900.

e. zola (1885a), La Obra: Novela parisiense E. Zola, versión castellana de A. Blanco Prieto [= Peratoner]; ilustración de M. Foix, Barcelona, Daniel Cortezo, 1886.

e. zola (1885b), La Obra: Novela parisiense por Emilio Zola; Traducción [sic] de A. Blanco Prieto [= Peratoner]; ilustración de M. Foix, Barcelona, Maucci, 1911.

 

NOTAS

[1] En las últimas páginas de este volumen se incluye también el catálogo de la Librería de Peratoner y Pujol, ubicada, según consta, en la Rambla de los Estudios número 5, en Barcelona.

[2] Cfr. Zola (1877, 1880, 1885a y 1885b).

[3] Junto a López Bago, otros autores desarrollan en sus obras la «especificidad hispana del naturalismo radical»: entre ellos, el propio Sawa, E. Sánchez Seña, J. Zahonero, E. A. Flores, R. Vega Armentero, A. Rodríguez López del Arco, E. Zamacois, J. Francés o R. Pérez de Ayala (Fernández 2008: 113). El modelo de novela médico-social de López Bago a su vez tiene su origen en la novela «sociológico-fisiológica o médico-filosófica» de Francisco de Sales Mayo (Fernández 2004: 126).

[4] Peratoner trata con especial atención este tema en tres volúmenes especializados: Extravíos secretos, ú, Onanismo solitario (s.a.), Onanismo conyugal ó fraudes en el cumplimiento de las funciones generatrices (s.a. [antes de 1879]) y Extravíos secretos del bello sexo (1882). Con la particularidad de que este último se centra en el «vicio solitario» en la mujer. En Los peligros del amor, de la lujuria y del libertinaje en el hombre, en la mujer (1874 y 1892b) se incluye un capítulo sobre «Onanismo solitario», y se dedica un capítulo al «Onanismo conyugal: ó artificios empleados entre los cónyuges para evitar la concepción. Sus peligros».

[5] Peratoner dedica en exclusiva a este tema una Historia del libertinaje (1875c), publicada en dos tomos y edición de lujo, y también una edición de formato popular, Los peligros del amor, de la lujuria y del libertinaje, publicada en 1874 y reeditada en 1892.

[6] Peratoner dedica varios capítulos a este tema en Higiene y fisiología del amor en los dos sexos (1880b). También en De la virginidad física ó anatómica y de la que podría llamarse patológica, anormal ó falsa (s.a.), donde analiza «los vicios de conformación de los órganos sexuales» y se extiende sobre un célebre caso de hermafroditismo: «Segunda parte. Historia de Alexina B.». También traduce en 1875 la obra de Gautier, ¿Hombre? o ¿hembra? (Mademoseille de Maupin).

[7] La fecha de 1875 para este libro no datado es la propuesta por Fernández (2008).

[8] No localizado. Está publicitado en las últimas páginas de Blanco [Peratoner] (s.a. ¿1879?).

[9] La fecha de 1879 para este libro no datado es la propuesta por Fernández (2008).

[10] Cfr. Peratoner (1892b).

[11] Cfr. Peratoner (1892c).

[12] El «Tomo II, Parte última», se titula: Historia de la prostitución en todos los pueblos del mundo, desde la antigüedad más remota hasta nuestros dias. Obra necesaria para los moralistas, útil para los hombres de ciencia y letras, é interesante para todas las clases. Por Pedro Dufour. (Reinados de Luis XIII y Luis XIV.) Traducida, ampliada y continuada hasta nuestros dias por Amancio Peratoner. Lujosa edición ilustrada con multitud de magníficas láminas, por Eusebio Planas.

[13] Cfr. Peratoner (1874).

[14] Cfr. Peratoner (1875b).

[15] Fecha propuesta por Guereña (2003) para la publicación de la colección.