Sobre la latinidad de Hostegesis de Málaga y el estado lingüístico de la Bética del siglo IX

Fernando González Muñoz

Universidad de La Coruña

 

Contenido

 

Las incorrecciones señaladas por Samsón

Otros rasgos lingüísticos

Conclusiones

    Uno de los episodios más conocidos de la vida religiosa y cultural de los mozárabes de la Bética del siglo IX es la polémica teológica mantenida entre el obispo malacitano Hostegesis y el abad de Peñamelaria Samsón, que está recogida en el segundo libro del tratado Apologético de este último [1]. No es nuestra intención revisar los argumentos de fondo que informan esta controversia, a saber, la discusión sobre la inmanencia de Dios en todas las cosas por sutileza, como afirma Hostegesis, o por sustancia, como afirma Samsón, así como la recta interpretación de una antífona acerca del modo de Encarnación del Hijo en el corazón o el vientre de la Virgen. Nos proponemos más bien analizar con algún detalle un aspecto singular de la argumentación de Samsón, la denuncia de las incorrecciones gramaticales presentes en los escritos de Hostegesis. Pasaremos revista en primer lugar a la naturaleza de las faltas señaladas por Samsón, para fijarnos después en todas aquellas otras que nuestro abad pasa por alto. Haremos a continuación una valoración general del latín de Hostegesis en relación con las particularidades del latín mozárabe en general y trataremos, por último, de interpretar la actitud purista de Samsón en las coordenadas culturales y lingüísticas de la Bética del siglo IX.

Las incorrecciones señaladas por Samsón

    O uirorum infelicissime, si «Xprianam», non ut tu dixisti, sed ut dicere fortasse cogitasti, quod tamen stultitia prepediente explere distulisti «contemti sunt simplicitatem»! Quid est contemnere per «m», ut tu scribsisti, nisi despicere [...]. An forte «contenti», quod est «sufficientes», uoluisti scribere [...] quod tamen per «n» scribitur, non per «m», ut tu, indocte doctor, temptasti scribere. Adst si ipsud tibi propter similitudinem «n» «m» elementi «contenti» quod et «contempti» uidetur esse, poteris tali exemplo inlectus id «oleum» quod «odium», ipsud «ouium» quod «hordeum» propter principia nominum et exitus finalium sillabarum facile suspicare [...] Nam ut diceres: «contenti essemus simplicitati Xpiane» «contempti» dixisti «simplicitas Xpiana» et mutato casu nominatiuo loco datiui, qui ante barbarismum per mutationem littere, nunc sollecismum fecisti per casus mutationem. Nam ut pateat que dico, non dixit euangelista per nominatiuum casum: «Contenti estote stipendia uestra», sicut tu, noue Latinitatis inuentor, ais, sed «Contenti estote stipendiis uestris» per datiuum casum pronuntiauit (II, 7, 2-3, pág. 570).

    El barbarismo de naturaleza ortográfica señalado por Samsón aflora en otras tres ocasiones en la pluma del obispo malacitano: contempti apostolico documento (II, 3, 33-34, pág. 561) hanc etenim confessionem contempti (II, 5, 3, 99-100, pág. 566). sancti euangelii uerba contemti (II, 5, 4, 4, pág. 567). Justo es advertir que resulta muy común entre los escritores de la Bética mozárabe, por ejemplo en Álbaro, donde los términos contemptus y contentus, uoluptas y uoluntas, con sus respectivos derivados, aparecen con regularidad bajo las grafías contemtus y uolumtas, lo que provoca molestas homografías [2]. Pero resulta curioso que nuestro escritor considere esta falta análoga a una hipotética confusión entre oleum y odium; ouium y hordeum. Al poner estos ejemplos ¿está llevando la cuestión al terreno ortográfico o al fonético?. Desde el punto de vista fonético, es verosímil que oleum y odium puedan confundirse en el latín tardío, dada la tendencia al cierre en hiato de la vocal e y la posible palatalización ulterior de los grupos -lj-, -dj-, pero tampoco estaría fuera de lugar suponer una hipotética confusión paleográfica entre l y d en la escritura visigótica. Más difícil es, desde luego, que se confundan ortográfica o fonéticamente ouium y hordeum, aún admitiendo que en esta última no se escribiese la h inicial y que la -e- se cerrase en -i- ordium. En este último caso, pues, el celo purista de Samsón parece excesivo.

    Pero el barbarismo ortográfico se agrava por la comisión de un solecismo sintáctico como es el hacer depender de contenti essemus el nominativo simplicitas, cuando el régimen correcto es, según Samsón, el de dativo. Tampoco en este caso nos encontramos con un error sin parangón entre los mozárabes. Álbaro, por ejemplo, escribe ipsa gens in gentilitas posita (Ind. 25, 28-29, pág. 299). Estos usos deben seguramente interpretarse como un hiperurbanismo sintáctico, producto de la tendencia a evitar el uso del caso régimen universal simplicitate(m) [3]. De hecho, como hemos visto, en las otras ocasiones en que Hostegesis usa la forma contempti, la construye con ese régimen universal: contempti apostolico documento, hanc etenim confessionem contempti, uerba contemti.

    Pero ¿por qué ha de ser el dativo, como dice Samsón, y no el ablativo el régimen correcto? En primer lugar, por la algo forzada equivalencia semántica trazada por Samsón entre contenti y sufficientes, que sí rige dativo. Tampoco es descartable que guarde relación con el uso, habitual en la lengua de la Vulgata y en el latín merovingio, visigótico y mozárabe, de dativo en dependencia de adjetivos como dignus, indignus, proprius, inimicus, minor, minimus, ignarus, ignotus, etc [4]. Esta tendencia sintáctica obedece sin duda a la promoción que recibió en el latín tardío el llamado dativo simpatético, así como, en general, los usos adnominales del dativo, lo que llevaría a este caso a un cierto grado de confluencia con el genitivo, más o menos generalizada según épocas y regiones [5].

    Sed subiungis et dicis: «Ex inprouisu quidam corrupta pestis; «quidam» dicitur uir, et «quedam» mulier»; etenim pestis eiusdem generis est cuius et mulier, id est, feminini. Nam sicut dicimus «hec mulier», sic et «hec pestis», ac proinde «quedam pestis», et non, ut dixisti, «quidam» debueras dicere (II, 7, 4, 1-9).

    En esta ocasión, la impaciente recriminación de Samsón podría estar fuera de lugar. Es evidente que Hostegesis no ignora que pestis es de género femenino, pues escribe corrupta pestis. El fallo estaría pues en no haber ampliado la concordancia hasta la forma femenina del indefinido: quaedam corrupta pestis. Pero ¿incurre por ello en falta? Es posible que quidam, como indefinido, cumpla aquí una función pronominal, no determinante de pestis, que se comportaría como una mera aposición a quidam. Pero si se prefiere interpretar, con Samsón, quidem como determinante, cabría hablar, como mucho, de una concordancia ad sensum, más suave, desde luego, que las trazadas por Álbaro de Córdoba o Juan de Sevilla en los ejemplos siguientes: Paulus gentium apostolus, uas Xpi electus (Ind. 8, 29-30, pág. 340), in repromisione seminis eius, qui est Xps (Epist. 3, 5, 31, pág. 158) Quid enim grabior liuidine? Quid honerosior fraude? Quid ponderosior iactantie uane? Quid peius omicidio? Quid maius testimonio falso? Quid iniquius miserorum expolio? (Conf. 3, 57-60, pág. 322). De todas maneras, lo cierto es que la alteración del género normativo de los sustantivos es muy común en el latín de la época. El propio Samsón escribe magno mole (Apol. II, 20, 1, 13-14, pág. 617), como también Álbaro: alium grabissimum molem (Epist. 18, 13, 1, pág. 256) [6].

    Post hec addis: «In tantum ut immo idolatrix quam Xpianus assertor esse uideretur». Miramini, miramini, obsecro, omnes uiri periti qui scolastica uerba nostis pensare, in huius dictis auctoris lingue nobelle. Vbi ista didicit? De Tulliano ea an Ciceronico fonte libauit? Cipriani, Iheronimi an Agustini exempla secutus hunc inauditum nomen nostris auribus intulit an, quod uerius est, stultitia magistrante proprio corde dictauit? «Idolatrix», ait, «magis quam Xprianus assertor». Si latinus sermo, o baburre, hoc recipere non recusaret, si Romana facundia caperet, si urbanum labium fari posset monstraret, «idolator uir» et «idolatrix mulier» dicere quispiam posset, hac per hoc quem in masculino genere Xpianum et non Xpianam, quod sexum exprimit femininum, assertorem et non assertricem, idolatorem et non idolatricem obtentu poteras appellare. Sed quum omnes nostrorum codices paganorum memoriam facientes «idolorum cultores» uiros et «cultrices» appellent gentiles muliebres nec «idolatores» uspiam nominent uel «idolatrices» [...]  (II, 7, 5, 3-18, pág. 571).

    A juicio de Samsón, doble es la incorrección en este caso, de un lado el empleo de un neologismo idolator / idolatrix en lugar de los preceptivos idolorum cultor / cultrix; del otro, un nuevo uso indebido de femenino en lugar de masculino. Por lo que respecta al primero, se equivoca Samsón al negar toda autoridad a un vocablo que, aunque raro, se atestigua en un poeta tan culto como Prudencio: incerat lapides fumosos idololatrix religio (Amartigenia 401-402, var. idololatris) y en un anónimo comentario a Lucas: quae erat in ciuitate peccatrix, id est, in hoc mundo idolatrix (CPL 1121c, cap. 7, lin. 251). Por su parte, el empleo de la forma femenina en lugar de la masculina es ciertamente llamativo, ya que, como el propio Samsón advierte, Hostegesis escribe a renglón seguido correctamente assertor. Bien es verdad que deslices semejantes se detectan ocasionalmente en otros textos mozárabes. Eulogio, por ejemplo, escribe: ultricibus incendiis (Mem. 31, 45, pág. 310), y Álbaro: ultrici gladio (Ind. 3, 49, pág. 276), pero esto se debe a buen seguro a que nuestros escritores tienen en en mente la expresión más frecuente gladio uindice (Ind. 3, 75, pág. 276). Así las cosas, me atrevería a sugerir que el uso del femenino por parte de Hostegesis bien pudiera ser intencional. El obispo malacitano estaría insinuando que Samsón, al defender que Dios se encuentra presente en esencia tanto en el profeta, como en el diablo o en el ídolo, está incurriendo en una actitud similar a la de alguna célebre idólatra como, por ejemplo, Iezabel [7], la reina que arrastró a su esposo Achab al culto de los ídolos y persiguió al profeta Elías.

    Qui sunt hii qui in secundo pittacio a te dicuntur «ambages causarum» pro «dubias causas» suo uoluerunt, ut dicere forte cogitasti, quod tamen imperitia obsistente explere nequiuisti, iudicio sauciare et patrum regulas preterire? (II, 10, 34-37, págs. 585-586).

    He aquí una corrección de naturaleza más estilística que propiamente gramatical. Se diría que en esta ocasión Samsón acusa a su contrincante de ser incapaz de expresarse, ya no con corrección, sino ni siquiera con llaneza. Pero la expresión ambages causarum no es llamativamente rebuscada, y está autorizada por un gran número de ejemplos procedentes de las mismas autoridades latinas que poco antes Samsón invocaba, por ejemplo, Cipriano de Cartago: ambages sermonis humani (ad Fortunatum CL 45, praef. lin. 50), Agustín de Hipona: humanae argumentationis ambages (In Iohannis euangelium tractatus, tract. 66, par. 2, lin. 21), Gregorio Magno: ambages cogitationum (Moralia in Iob 14, 53, lin. 135 y 14, 56, lin. 93), etc. Quizás, en nombre de esa misma llaneza, Samsón no ha querido sugerir una corrección más evidente de cara a fortalecer la latinitas del párrafo; me refiero a la sustitución de causa por res.

    Pero lo verdaderamente sorprendente es que nuestro puntilloso abad haya dejado pasar el uso de sauciare «herir» en lugar de sancire «sancionar», «aprobar». En efecto, sauciare es la lectura encausada en II, 5, 1, 12, pág. 562, y retomada de pasada por Samsón en II, 10, 11, pág. 585. Sin embargo, en otro pasaje de Hostegesis (II, 5, 2, 16, pág. 563) se lee: inter consubrinos coniugia profligare sanciabant, cuyas enes ha desarrollado el editor a partir de su correspondiente abreviatura. Sanciare como formación alternativa a sancire sería admisible en la pluma de un escrito mozárabe, pues existen varios ejemplos de absorción de verbos de la tercera conjugación por parte de la primera, por ejemplo, en Álbaro: ducante (Ind. praef. 62, pág. 272) minuare (Epist. 4, 37, 11, pág. 186), pelicandi (Ind. 33, 15, pág. 311) Nos encontramos, pues, antes de nada, con un problema de crítica textual. Al transcribir los escritos de Hostegesis, ¿se habrá deturpado una posible forma original sanciare en sauciare? y , si es así, ¿habrá que atribuir el desliz al propio Samsón o a los copistas ulteriores de su Liber Apologeticus?. Puesto que Samsón omite toda referencia a este llamativo error, cabe pensar que la responsabilidad sea de copistas posteriores, y, en ese caso, sería legítimo enmendar el texto en sanciare [8].

    Sequitur enim et dicit: «et ut patulo et ab obscuris ad lucem uenire festinet ea que ambigua obuiaque in plerasque mentes turbo congesserat ipsis nihilominus causis e parte conteximus, ut interiecta nube calorem Sancti Spiritus possit, obtamus, hanc nebulam dissipare». O satis inridenda aut potius dolenda stoliditas! «Ad lucem», dicit, «uenire festinet», per numerum uidelicet signans singularem, et nesciens «ambiguum» et «obuium» generis esse neutri et numeri singularis adicit et infit per numerum pluralem: «ea que ambigua obuiaque in plerasque mentes turbo congesserat», et quod peius est, per immutationem casuum sollecismum faciens. Si nosset quid dixerat, blasfemus Spiritus Sancti adiudicandus erat. Obtandus denique erat Spiritus Sanctus ut calore suo interiectam solueret nubem, hic uero interiectam nubem optat ut calorem Sancti Spiritus possit soluere (II, 11, 1, 1-13, págs. 586-7).

    Samsón interpreta que el sujeto de festinet ha de ser necesariamente ea que ambigua obuiaque: «[...] y para que las razones ambiguas y contradictorias que la confusión acumuló en las mentes de la mayoría se apresuren a salir abiertamente de las tinieblas a la luz» Una lectura de este tipo, admisible y hasta muy probable, implicaría una falta de concordancia muy habitual entre los escritores mozárabes, la de sujeto neutro plural con verbo singular, como en Álbaro: quem digne scelera iam ducebat ad Tartara (Epist. 11, 1, 14, pág. 221) [9]. Ahora bien, tampoco es descartable que en el texto de Hostegesis el sujeto de festinet esté omitido, entendiéndose que se trata del propio Samsón. «y para que (Samsón) se apresure a salir abiertamente de las tinieblas a la luz, retomamos en parte en sus propios términos las razones ambiguas y contradictorias que la confusión acumuló en las mentes de la mayoría». De hecho, la puntuación establecida por el editor del texto en II, 5, 1, 25 sugiere esta última interpretación, al colocar coma después de festinet.

    Más evidente y comprometedora del sentido es la segunda de las incorrecciones señaladas. Hostegesis ha usado la forma de acusativo calorem por el nominativo calor. Da la impresión de que el origen de un anacoluto como este reside en la indecisión entre construir las oraciones como simples: ut [...] calor [...] possit [...] nebulam dissipare, o subordinadas a un uerbum dicendi optandi sentiendi: calorem [...] optamus [...] nebulam dissipare. Otros ejemplos en Hostegesis son los siguientes: sufficiat autem ad credulitatem nostram omnipotens Dominus omnia in omnibus esse et omnium rerum conditorem existere (II, 5, 3, 107-109, págs. 566-567) abitatio illius ubique sine loco confitemur et credimus (II, 5, 4, 28-29, pág. 567), y en Álbaro de Córdoba: superbiam meam et rapinam seu insolentie uitam pene uobis amplius quam aliis est, ut extimo, notam (Epist. 9, 2, 4-5, pág. 211) ergo fatendum est non ad redimendas animas Xps Dominus descendisse de celo (Epist. 5, 10, 19-20, pág. 197), ex ipsis quos profeticus sermo idolatras apellasse non nescis (Epist. 18, 7, 7, pág. 259)

    Additur deinde: «primo eatenus in huius late sententie in fronte conteximus que primitus male et incaute ac preceps uulgata sunt, scilicet psalmodiam quam ab anterioribus patribus actenus inter eclesiasticis regulis canuerunt» sollecismos quos lector me uides pretermittere brebitatis non ignorantie causa id me scito patrare. «In qua quippe antifona non solum psallendi uirtus ab auctoribus est <ex>pressum, uerum etiam fomes eresum abdicatum» Eu pro dolor, tam inculta cogor conscribere ut «psallendi uirtus ab auctoribus expressum» impellar exarare, quum uirtus «expressa» possit, non «expressum» ullatenus dici! (II, 11, 2, 4-13, pág. 587).

    He aquí un nuevo anacoluto: quam ab patribus canuerunt, motivado en este caso por la indecisión entre plantear la frase como activa: psalmodiam quam [...] anteriores patres [...] canuerunt, o pasiva: psalmodiam quae [...] ab anterioribus patribus [...] cantata est. Otra vez encontramos casos similares en Álbaro: cuius natiuitatem post mortem predicta est (Epist. 18, 17, 29-30, pág. 259) et hanc tenuem scintillam tui timoris ex te inserta est mici (Conf. 4, 94, pág. 326)

    Y en segundo lugar, otra falta de concordancia: uirtus [...] expressum, fomes [...] abdicatum, aunque muy corriente entre los mozárabes. La explicación de la misma no es, desde luego, unívoca. Una de las claves está en la tendencia a relajar la concordancia de género y número en determinados contextos sintácticos, sobre todo en aquellos en que el orden de palabras parece suficiente índice de conexión sintáctica, por ejemplo, en las concordancias entre sustantivos y fóricos o deícticos, en las oraciones de relativo, en las construcciones pasivas o en las predicativas [10]. En el ejemplo que nos ocupa cabría hablar más bien de una neutralización de carácter semántico: al ser los sujetos términos abstractos como uirtus y fomes, que además tienen como referente un determinado elemento discursivo, a saber, el contenido de la antífona, Hostegesis los concierta con la forma verbal neutra, al igual que, si hubiera de referirse a ellos mediante un pronombre demostrativo o anafórico, se serviría de las formas id, hoc, ipsum. Un ejemplo similar del propio Hostegesis: ea sunt conati discutere que [...] dispositum. (II, 5, 2, 19-21, pág. 563)

    Quem inlocalem et incomprehensibilem confitemur, otiose infra idolis et stupris et cloacis nequaquam proferre abitatorem audemus. Absurdum ualde est ut abitator demonum Dei abitatio predicetur, quum sepe in profetis dictum equidem sit quia in manu factis ipse non habitat Deus [...] (II, 5, 3, 66-70, pág. 565).

    A estas razones replica Samsón:

    Postquam autem impium dixit esse habitatorem demonum, pro habitatione demonum, Dei habitationem predicare et eos qui questionem de demonibus, stupris uel animantibus minutis fecerint a corpore eglesie debere separari, «Habitationem» dicit «illius ubique sine loco confitemur et credimus» (II, 16, 16-20, págs. 598-599).

    Hostegesis parece haber cometido un nuevo desliz al referirse a los ídolos con la expresión habitator demonum en lugar de la esperable habitatio demonum. Quizás ello se deba a la contaminación de dos formulaciones alternativas: absurdum est ut habitator demonum Deus praedicetur y absurdum est ut habitatio demonum habitatio Dei praedicetur.

Otros rasgos lingüísticos

    En varias ocasiones Samsón declara su intención de pasar por alto en aras de la brevedad las más de las faltas cometidas por su contrincante [11]. Echemos una rápida ojeada a estas.

    En el terreno ortográfico poco hay que se sitúe fuera de los parámetros habituales del latín tardío en general y del mozárabe en particular. Por ello citaremos sin mayor comentario ciertos casos de oscilación ortográfica entre b y u: tribio (II, 3, 10, pág. 560), cabenda (II, 5, 3, 41, pág. 565); las grafías bt, bs por pt, ps, muy regulares en estos textos corrubta (II, 3, 5, pág. 560), scribturis (II, 5, 3, 1, pág. 563; 1, 9 y 3, 46, pág. 564) scribtum (II, 5, 3, 13 y 31, pág. 564) labsus est (II, 3, 12, pág. 560) dilabsus (II, 3, 20, pág. 561) inlabsum (II, 5, 2, 11, pág. 563), la sonorización de oclusivas sordas, asimismo regular en ciertas palabras: eglesiastica (II, 3, 3, pág. 560) eglesia (II, 3, 12, pág. 560) eglesie (II, 3, 31, pág. 561) eglesiam (II, 5, 1, 1, pág. 562) eglesia (II, 5, 2, 17, pág. 563), los labdacismos sollum (II, 5, 2, 4, pág. 563) sollummodo (II, 3, 5, 26, pág. 564), y las grafías inversas de g por i: magestas (II, 5, 2, 10, pág. 563) y ct por t: fauctoribus (II, 5, 3, 22, pág. 564).

    Por lo que toca a las normas morfológicas de conjugación verbal, no se advierten muchas novedades. Como bien se sabe, en el latín visigótico y mozárabe ciertos verbos deponentes aparecen conjugados como activos [12]; así en Hostegesis, uereunt (II, 5, 4, 7, pág. 567) amplectit (II, 5, 4, 27, pág. 567) amplectimus (II, 5, 5, 1, pág. 568). En otros se perciben vacilaciones, por ejemplo: conati sunt (II, 5, 2, 20, pág. 563) frente a conarunt (II, 5, 2, 22, pág. 563), adquiri por adquirere (II, 5, 1, 16, pág. 563). Se detectan asimismo nivelaciones varias en la formación de los temas de perfecto, por ejemplo: abscisimus por abscidimus (II, 5, 2, 17, pág. 563). En cuanto a la flexión nominal y pronominal, apenas vale la pena citar algunas desviaciones de la norma escolar que se han convertido en regulares en el latín mozárabe, así, por ejemplo, la vacilación entre la cuarta declinación y la segunda para la declinación de los abstractos deverbativos: inprouisu por improuiso (II, 3, 4, pág. 560), la forma de neutro plural quadam por quaedam (II, 3, 11, pág. 560) o el término dogma tratado como tema en -a (II, 5, 2, 17, pág. 563), o el uso de saltim por saltem, debido a la presión de los adverbios en -im /-atim (II, 5, 1, 4, pág. 562).

    Es en el campo de la organización sintáctica del texto donde se encuentran más y más graves transgresiones, sobre todo en el uso de los casos.

    Probablemente en el habla común de la Bética del siglo IX la flexión de los nombres se había simplicado ya hasta el punto de usar únicamente terminaciones en -a(s), -o(s), -e(s), para la mayoría de los sustantivos y adjetivos. Ejemplos de esta nivelación en los escritos de Hostegesis son los siguientes: tam nefario errore [...] abscidat (II, 3, 28, pág. 561). que nobis diuina inlustratione suggerit (II, 5, 3, 1-2, pág. 563-564), e incluso ad eclesiam gremium (II, 5, 1, 21, pág. 563) donde eclesiam usurpa la función del genitivo.

    Un indicio indirecto de este mismo fenómeno lo dan los usos hipercorrectos de nominativo en lugar de caso-régimen, como el señalado por Samsón y analizado más arriba. También se encuentran ejemplos de nominativo por ablativo en frases preposicionales: de tali enim cabenda assertio beatus [...] loquitur Hieronimus (II, 5, 3, 40-41, pág. 565) ab una in alia dilabsus est uana assertio (II, 3, 25, pág. 561).

    Menos llamativas son otras novedades en el uso de los casos-régimen, así, por ejemplo, el empleo de dativo con infamare: maiorum libris infamando (II, 5, 1, 15, pág. 563), o el acusativo con abundare: diuitias [...] abundamus (II, 5, 5, 5, pág. 568), o el de doble acusativo con mancipare: eos [...] perpetuam sententiam [...] mancipauimus (II, 5, 1, 17-18, pág. 563) [13]. Reparemos además en un ejemplo de acusativo en dependencia de adjetivo de sentido activo: omnipotens Dominus omnia (II, 5, 3, 108, pág. 567), uso también atestiguado en Juan de Sevilla: prescius [...] hec [...] tempora (Epist. 3, 2, 5, pág. 154) y en Álbaro: profanator iura (Epist. 18, 11, 3-4, pág. 253).

    Gran inseguridad se advierte en el uso de los casos regidos por preposición, fenómeno común entre los mozárabes, pero que Samsón no deja de denunciar, aunque sin detenerse a poner ejemplos. Anotamos, entre otros, los siguientes: inter consubrinis (II, 3, 8, pág. 560) frente a inter consubrinos (II, 5, 2, 16, pág. 563), infra + abl. (II, 3, 17, pág. 561; II, 5, 3, 67, pág. 565) frente a infra + acus. (II, 3, 19, pág. 561; II, 5, 3, 8, pág. 564; II, 5, 3, 25, pág. 564; II, 5, 3, 49, pág. 565); qui in partem sui minor est quam in toto (II, 5, 3, 7, pág. 564); de Deum (II, 3, 13, pág. 560), etc.

    Por lo demás, a menudo se relaja la concordancia de caso en los sintagmas coordinados o yuxtapuestos: ad pacem, ad concordiam et regulis [...] conuersi sunt (II, 5, 1, 19-20, pág. 563), magnis et minutis animantibus et omnia que in celis et que mobentur et fiunt in terris ipsius conditione cuncta fatemur et credimus (II, 5, 3, 109-111, pág. 567), in sues, delubris ac demonibus (II, 5, 4, 26-27, pág. 567), inter stupra et idola et muscarum et uermium immoque cimicum et culicum [14] (II, 5, 3, 22-23, pág. 564), sufficiat [...] oculos uero ac mente manibusque ad eum in celis libare [15] (II, 3, 5, 102, pág. 566) de porcis, culicibus cimicesque, idolis uel stupris (II, 5, 3, 104, pág. 566). Otros presuntos fallos de concordancia casual entre sustantivo y adjetivo son más dudosos y podrían deberse a meros errores de copia: exortam [...] controversia (II, 5, 1, 16, pág. 563), diuina credimus ueritati (II, 5, 1, 22, pág. 563)

    Como hemos visto, la concordancia de género y número es una de las convenciones de la gramática peor tratadas en el latín mozárabe. Ejemplos como post nostra salubre monita (II, 3, 35, pág. 561) indican a las claras que los sustantivos neutros plurales pueden concertar en singular no sólo con formas verbales, sino también con adjetivos, como refrendan los siguientes ejemplos de Álbaro: regularis instituta (Epist. 12, 2, 11, pág. 223), fraternalis [...] collegia (Ind. 14, 5, pág. 286). A veces se da incluso el fenómeno inverso, esto es, que sustantivos de tema en -a con un vago sentido colectivo concierten con la forma neutra plural del adjetivo; así en Álbaro: unda fluentia (Epist. 18, 11, 17, pág. 254) pugna spiritalia (Ind, 8, 9-10, pág. 279) A tenor de dos estos últimos ejemplos me atrevería a proponer la siguiente conjetura al texto de Samsón: sed et ipsa nicilominus spiritali<a> angelorum creatura indefessis uocibus [...] canere non cessant (II, 5, 3, 98-99, pág. 566)

    Otros fenómenos llamativos son el uso hiperurbano de immo comparativo, en lugar de magis: immo idolatrix quam Xpianus assertor (II, 3, 7, pág. 560) ut immo quam gentilium uanitates pluralitate (i.e. pluralitatem) deorum introducat (II, 3, 23-24, pág. 561), la acumulación enfática de adverbios modales: sic ita affatur (II, 5, 3, 9, pág. 564), el uso no reflexivo de se: ut nobis se orandi panderet uiam (II, 5, 3, 78, pág. 566), el empleo de unde en lugar de ubi, que prefigura las formaciones romances onde, donde: quur ergo a quibusdam remisse otioseque predicatur in stupris? unde sancta scribtura conticuit (II, 5, 3, 45-46, pág. 565).

    Para finalizar, añadiré un par de breves notas sobre aspectos léxicos y semánticos. Ya antes he discutido el presunto uso de sauciare por sancire y el de habitator por habitatio. Extraña resulta asimismo la expresión inter consubrinis coniugia profligare (II, 3, 8-9, pág. 560 y II, 5, 2, 16, pág. 563), cuyo sentido no está del todo claro, puesto que, aunque puede admitirse la interpretación coniugia perdere, en referencia a la autorización de enlaces matrimoniales entre primos hermanos, en el latín de los concilios visigóticos está documentado un uso de profligare como equivalente a adquirere, obtinere [16]. La forma obstenitate por obstinatione (II, 5, 1, 17, pág. 563) bien pudiera deberse, como apunta Gil [17], a un cruce ortográfico —¿también semántico?— entre obscenitas y obstinatio. Por último, en ocasiones praemittere se usa por praetermittere: premissa hac confessione (II, 5, 3, 103, pág. 566), lo que hace innecesaria la corrección propuesta con todas las cautelas por Gil en II, 5, 3, 50, pág. 565: pre<ter>missa [...] memoria.

Conclusiones

    Finalizada esta revisión, estamos en condiciones de hacer una valoración general tanto del latín de Hostegesis, como de la equidad de los juicios críticos de Samsón.

    En primer lugar, es preciso reconocer que el número de desviaciones de la norma que presentan los textos de Hostegesis, en proporción a su brevedad, es bastante elevado, sobre todo en el terreno sintáctico, no tanto, en cambio, en el ortográfico o morfológico. Por otra parte, hemos comprobado que los tipos de faltas son los mismos que se pueden advertir en Álbaro de Córdoba, que pasaba por ser una autoridad en materia estilística entre sus correligionarios, y en otros escritores coetáneos. A este respecto, las observaciones críticas de Samsón constituyen un documento precioso para corroborar la autenticidad de estas particularidades del latín mozárabe, que a menudo han sido achacadas al descuido de los copistas de los textos.

    Estas constataciones invitan a suavizar un tanto el duro juicio de Samsón. Hostegesis no debe ser considerado un escritor particularmente incompetente, pero tampoco cabe pensar, como quiere Banniard [18], que sus faltas sean debidas al propósito deliberado de practicar un sermo humilis apto para ser entendido por todos. Sin duda, Hostegesis se esforzaba por escribir correctamente y sin excesivos amaneramientos ni complicaciones estilísticas, pero a menudo el control del discurso complejo se le escapaba y, en algún caso aislado, ello podía implicar que el sentido de sus frases se entendiese mal, como apunta Samsón. Ahora bien, cuando éste dice que el obispo malacitano inventa un nuevo latín o escribe proprio corde está incurriendo en una exageración patente, aunque comprensible en términos de eficacia retórica. Para Samsón, los defectos de forma desautorizan los contenidos de un texto, sobre todo cuando un error ortográfico o una formulación gramatical incorrecta puede llegar a deformar el sentido que se quiere transmitir. Es precisamente esta actitud de celo y sospecha la que ocasionalmente invita a Samsón a denunciar errores que no son tales. Se diría que nuestro abad está más predispuesto a detectar una falta lingüística que a captar una alusión malévola, como la de ser calificado de idólatra en femenino por su contrincante.

    Llega el momento de hacer unas últimas consideraciones sobre la actitud purista de Samsón en las coordenadas lingüísticas y culturales de su tiempo y lugar.

    La situación sociolingüística de la Bética del siglo IX es bastante más compleja que la de otras regiones de la Romania. No es mi intención ensayar un análisis pormenorizado de la misma [19], por lo que me limitaré a esbozar a grandes rasgos un cuadro aplicable sobre todo al medio social urbano. Como bien se sabe, en la sociedad de al-Andalus conviven hasta tres lenguas: latín, árabe y hebreo, cada una con diferentes registros y variedades. El árabe popular, que estaba dividido dialectalmente, podía ser entendido y hablado por muchos cristianos. Otro tanto ocurriría con el latín popular, que conocía variedades locales y había aceptado diversos préstamos léxicos del árabe. Que a alturas del siglo IX este latín popular tuviese unas características tipológicas más próximas a los romances escritos a partir del siglo XIII que al latín de época imperial parece fuera de toda duda, a la vista de la naturaleza de ciertos vulgarismos presentes en los textos literarios y, sobre todo, a la luz del latín de los documentos contemporáneos redactados en Galicia y León.

    Por su parte, el árabe coránico literario era la lengua usada en la administración civil y constituía el vehículo de expresión de una serie de manifestaciones culturales prestigiosas y atractivas para los jóvenes cristianos, si hemos de dar crédito a la conocida proclama de Álbaro de Córdoba (Ind. 35, 43 y sigs.). En distinta situación se encuentra el latín literario, cultivado por una minoría de letrados vinculados a ambientes religiosos rigoristas como vehículo de cohesión y de resistencia contra la presión de la cultura árabe, pero no comprendido ya por los iletrados cuando se leían para ellos textos en voz alta. Además, en los escritos de la época se advierte un alto grado de polimorfismo e inseguridad en materia de norma gramatical, así como un deficiente control sobre los procedimientos sintácticos para estructurar lógicamente y dar cohesión a los textos complejos, lo que suele provocar ambigüedades y oscuridades de sentido [20]. La comunicación horizontal en latín, entre letrados, parece estar, pues, en un estado poco menos frágil que la comunicación vertical entre letrados e iletrados.

    En conclusión, la población cristiana en general vive en una situación de endodiglosia, caracterizada por una máxima tensión entre el latín popular (o romance) hablado de un lado, y el latín escolar y literario del otro, pero complicada además por el progresivo avance e influencia de la lengua árabe, en sus diferentes variedades y registros.

    Ante una situación como esta, se comprende que algunos mozárabes cultos como Álbaro, Eulogio y Samsón, que se sentían los depositarios de la tradición literaria latino-cristiana y responsables de su mantenimiento y transmisión, hayan dado la voz de alarma y soñado con una restauración de lo mejor de esa alta cultura cristiana vehiculada principalmente por la lengua latina. Es importante comprobar cómo esta batalla se libra en diversos frentes: Eulogio adquiere para su biblioteca códices de poetas paganos y autores cristianos, y además reintroduce en su círculo el conocimiento de la prosodia latina [21]. Álbaro practica la poesía métrica, cuya belleza no se cansa de alabar, y denuncia, por otra parte, la pérdida de competencia lingüística y estilística latina por parte de la juventud arabizante. La actitud de Samsón es, acaso, más práctica, pero no menos clarividente. Nuestro abad constata que el nivel de incertidumbre en materia gramatical es tan acusado entre los propios pastores de la Iglesia que puede dar lugar a infructuosas polémicas doctrinales e incluso a formulaciones flagrantemente heterodoxas. Ahora bien, si la pérdida de competencia lingüística se comprueba en las faltas gramaticales cometidas por Hostegesis, también la quiebra de la comunicación horizontal latina se encuentra perfectamente ilustrada por el propio celo purista de Samsón, cuando interpreta mal o torcidamente algunas de las aseveraciones de su contrincante.

 

NOTAS:

[1] Me sirvo de la edición de Juan Gil Fernández, a la que remito todas las citas y referencias de los textos de Samsón, Álbaro y otros escritores mozárabes: Corpus scriptorum muzarabicorum, Madrid, CSIC, 1975.

[2] Señala el profesor Gil que la confusión entre uoluntas y uoluptas, frecuente en los manuscritos visigóticos, se encuentra ya en inscripciones de época imperial. Véase J. Gil Fernández, «Para la edición de textos visigodos y mozárabes», Habis, 4, 1973, 189-234, pág. 207, y F. González Muñoz, Latinidad mozárabe, La Coruña, 1996, págs. 77-78.

[3] Así los explica J. Gil Fernández en «Apuntes sobre la morfología de Álbaro de Córdoba», Habis 2, 1971, 199-206, pág. 201.

[4] Remito a F. González Muñoz,  Latinidad mozárabe, págs. 152-153.

[5] Para Banniard, la recomendación de usar dativo como régimen de contentus debe interpretarse como un indicio del sincretismo entre genitivo, dativo y ablativo en el latín de la Bética del siglo IX. Pero esta hipótesis resulta demasiado frágil, habida cuenta que en el latín medieval hispánico los ejemplos de caso oblicuo genitivo-dativo son más bien escasos. Véase al respecto M. Banniard, Viva voce: communication écrite et communication orale du IVe au IXe siècle en Occident latin,  París, 1992, pág. 478, n. 184 y 518, así como A. Burger,   «Pour une théorie du Roman commun» en Memorial des études offerts à J. Marouzeau. París, 1943, págs. 163-167; J. Bastardas, Particularidades sintácticas del latín medieval, Barcelona, 1953, págs. 13-16; M. Pérez González, «Sobre el caso oblicuo primitivo en la documentación hispana», en  La filología latina hoy: actualización y perspectivas. Madrid, 1999, págs. 517-533, y F. González Muñoz, «Sobre la existencia de un caso mixto genitivo-dativo en el latín tardío de la Península Ibérica», en  Latinidad mozárabe, págs. 499-508.

[6] Más ejemplos en F. González Muñoz, loc. cit., págs. 125-129.

[7] Véase. Vulg. 3 Reg. 16 y sigs.

[8] Gil se inclina por considerar el uso de sauciare por sancire como un hiperurbanismo, pero no descarta la posibilidad de enmendarlo en sanciare. Véase J. Gil Fernández, «Para la edición de textos visigodos y mozárabes»., pág. 224 y n. 27.

[9] Más ejemplos en F. González Muñoz, op. cit., pág. 131.

[10] Ejemplos en F. González Muñoz, loc. cit., págs. 129-130 y 131-135.

[11] Véase supra, y además: qui nescit que prepositio cui debeat casui deseruire et inter uerum et falsum discernere, in tantum ut ex suis litteris comprobetur falsa semper cudere (II, 10, 24-26, pág. 585). Nec iam libet eius rusticitatem ad singula reprehendere, quum constet eum aut parua aut nulla non ex scientie radice, sed furtuitu casu recta conscribere, quia qui se a uitiis non nouit seruare nec nitorem Romani sermonis sufficit inuenire (II, 7, 5, 33-37, pág. 572). Quis non dicam grammaticus, non retoricus uel dialecticus, non filosofus aut ortografus, sed, ut ita dicam, communium tantummodo litterarum utcumque imbutus non illum risui dignum poterit definire, non a pueris subsannandum peribere [...] (II, 7, 1, 12-15, pág. 569). quam sic constat barbarismis, sollecismis, acirologiis, metaplasmis macrologiis, amphiboliis uel omnibus uitiis recte scribtionis ac dictionis contrariis constipatam (II, 8, 1, 6-8, pág. 573).

[12] Véase J.  Gil Fernández, «Apuntes sobre la morfología»,  págs. 203-204, y F. González Muñoz, op. cit., págs. 116-122.

[13] También Álbaro usa doble acusativo con percutere: qui percusserit mulierem calcem (Epist. 6, 3, 9-10, pág. 198) alapam eum percussit (Vit. 15, 53, pág. 340).

[14] Cf. idolorum et uermium et muscarum preteruntes (II, 5, 3, 47-48, pág. 565), si bien este ejemplo debe interpretarse más bien como genitivo dependiente de un sustantivo elidido, seguramente memoria; Cf. pretermissa quidem cimicum et culicorum memoria (II, 5, 3, 50-51, pág. 565).

[15] Quizás pueda pensarse en un mero error de copia oculos por oculis. libare estaría usado, pues, en sentido absoluto: ‘sacrificar’, ‘adorar’.

[16] Véase J.  Mellado Rodríguez,  Léxico de los concilios visigóticos de Toledo, Córdoba, 1990, pág. 544.

[17] J. Gil Fernández, «Apuntes sobre la morfología», pág. 224.

[18] M. Banniard, op. cit., págs. 478-481.

[19] Véanse, sobre este punto, los estudios de M. Banniard, loc. cit., págs. 423-484 y D. Millet-Gérard, Chrétiens mozarabes et culture islamique dans l’Espagne des VIIe-IXe siècles, París, 1984, págs. 25-77.

[20] Los propios escritores mozárabes debieron de ser conscientes de esto, como prueba su afición a discutir y consultarse minucias de carácter ortográfico o morfológico. Remito a F. González Muñoz, op. cit., págs. 17-19.

[21] Véase F. González Muñoz, loc. cit., págs. 19-31.